Caso Elaborado por: SofÃa Lorena Mosquera Santos y Julián Andrés Hurtado Belalcázar; como requisito de Grado, Especialización en Gerencia de Medio Ambiente, Promoción IX.
Tutor: Andrés López Astudillo.
Universidad Icesi – Santiago de Cali, 12 de Junio / 2008
En el siguiente documento queremos mostrar cómo con los años se ha venido modificando la cultura del paseo de rÃo, la cual ha sido tan arraigada a la idiosincrasia del caleño.
Nos basaremos en las vivencias y anécdotas de tres personas cuya niñez transcurrió a orillas del rÃo Cali. También serán consultados seis adultos residentes desde siempre en la ciudad, con el objetivo de conocer cuál es su apreciación de lo que ha sido y será el ya nombrado paseo de rÃo.
Como apoyo a lo anterior, serán incluidos a manera de anexos algunos videos de las entrevistas y de los escenarios mencionados en el documento. También se cuenta con material fotográfico del Cali del ayer, aquel  con más de una alternativa para baño en rÃo.
Introducción Caso: Tiré una Piedra al RÃo…
Hace algunos años, muchos de los hoy denominamos “viejos” disfrutaban de una relación espléndida y casi romántica con la basta riqueza natural que ha sido privilegio del Valle del Cauca. El dÃa de la semana en que las familias comparten siempre juntas (el Domingo, por excelencia) era la ocasión precisa para intentar cambiar el ambiente hostil y el agotamiento acumulado de toda una semana de trabajo en la ciudad, por la paz, la tranquilidad y el aire puro que sólo puede brindar la naturaleza a través del cauce de un rÃo y sus alrededores.
No es posible atreverse a afirmar que lo que a continuación expondremos ha sucedido en todo el paÃs, pero por lo menos en nuestra ciudad, Santiago de Cali, ha sido una tradición innegable e ineludible el bien conocido Paseo de RÃo, en el cual -evidentemente- el objetivo central es “bañar en el rÃo”, mas seguido de otros argumentos como el encontrarse con el resto del núcleo familiar, como por ejemplo los hermanos que ya se casaron, los tÃos, los primos o simplemente los parientes que esperan toda la semana para compartir de nuevo en familia, acompañado todo lo anterior de una suculenta gallina (por lo general viva) , una gran olla y el resto de menesteres para el preparativo que bien conocemos.
Por supuesto, la anterior circunstancia es sólo una de tantas, recordemos que el rÃo también se convirtió en el salón de eventos más sofisticado para realizar integraciones empresariales e incluso, más de uno se enamoró a la orilla de éste. Tampoco podemos dejar de mencionar que hasta hace algunos años, muchos estudiantes inventaban la forma de evadir clase, sin importar de qué tipo, para ir a darse un chapuzón y disfrutar entre amigos.
Nuestra motivación para realizar este documento consiste en mostrar a través de relatos de personas que tuvieron la intensa vivencia del paseo de rÃo, cómo ha venido transcurriendo ésta pérdida de cultura hasta la actualidad.
Para citar dos escenarios especÃficos, mencionaremos al extinto “Charco del Burro” y al “Rio Pance”, que aunque afortunadamente todavÃa queda un poco de éste, dicen apasionados del tema que la mano del hombre no tardará en hacerlo desaparecer.
Problemática
Actualmente, y como es apenas natural, las generaciones muestran ciertos comportamientos culturales (si asà lo podemos denominar) que los caracteriza y les da cierta identidad que permitirá que sean recordados cuando ya se empiece a despedir la juventud y sean sustituidos por las nuevas generaciones venideras. La idea no es cuestionarse acerca de qué tan bueno o malo puede ser lo anterior como aporte a nuestro entorno social, si se quiere polÃtico, e incluso económico; sino tal vez resaltar en qué forma es posible que estos rasgos repercutan en el medio ambiente que nos rodea, dado que nuestro enfoque es ambiental por obvias razones.Â
Por causa de situaciones como el cambio climático y la amenaza por el inminente agotamiento del petróleo, es factible notar que se hayan despertado algunas sensibilidades respecto al tema, no obstante, en nuestro paÃs pareciese que -todavÃa- no tomara forma definida algún movimiento consistente que intente resaltar la importancia que debe darse a esta problemática, a pesar que aun contemos con cierta riqueza (en comparación a otros paÃses en la actualidad, ya que si vamos al pasado, deberÃa darnos pena y dolor al ver lo que llegamos a tener y lo que hoy tenemos). Pero como se menciona, no es posible vislumbrar algo concreto.
Lo cierto es que, volviendo al tema del Paseo de RÃo, hoy encontramos que los jóvenes, en su mayorÃa, prefieren realizar un conjunto de actividades tÃpicas de su naturaleza, entre las cuales es complicado encontrar la posibilidad de “meterse 10 a un carro y arrancar para el rio” como hace unos años (ojalá no tantos para consuelo de los autores). Es más, fue sorprendente escuchar de un alumno de los primeros semestres de pregrado mencionar que su concepción de Pance corresponde a un sector campestre y exclusivo, fuera del perÃmetro urbano, en el que sólo residen personas de altos ingresos económicos. Probablemente para él alguna vez dicho sector fue atravesado por un rÃo, pero nada más. Claro, inmediatamente se viene a la mente el consuelo de pensar que probablemente el individuo cuestionado viniera de otra parte del paÃs, o al menos del departamento, pero tristemente supimos que él y su familia son oriundos de nuestra ciudad.Â
Esto está sucediendo; la juventud ya no va al rÃo, y los padres, por su parte, no tienen la iniciativa de infundir esta cultura en sus hijos. Si bien es cierto que el mundo de hoy es tan dinámico que cada vez los padres disponen de menos tiempo para criar sus hijos, de la misma manera se van perdiendo los valores y la cultura de cada región para dar paso a lo que el mundo moderno (y exterior) decida traer a los niños que pronto serán jóvenes, teniendo en cuenta que hoy en dÃa, los pequeños pasan más tiempo junto al televisor y/o el computador absorbiendo culturas extranjeras a través de los sofisticados, pero no menos prácticos, sistemas de telecomunicaciones. Lógicamente a esto atribuimos la forma de vestir, el gusto musical, la manera de expresarse (la terminologÃa) e incluso la forma de llevar el cabello, entre muchas otras cosas. Se está perdiendo idiosincrasia.
Como era de esperarse, el paseo de rÃo es algo que ya no causa interés en la juventud ya que las familias se han fragmentado a tal punto que los miembros cuya edad puede estar alrededor de la adolescencia no siente emoción o gusto por pasear en familia y por el contrario no cambian bajo ningún motivo una salida a un bar con los amigos por un plan de domingo al campo con los padres y abuelos, por ejemplo.Â
Pance, para citar un caso en concreto, ya no causa el atractivo de antes y pasa a volverse un escenario aburrido en el que conviven personas de la tercera edad y personas del campo.  Por supuesto, no podemos dejar de nombrar que el factor seguridad juega un papel de gran importancia, puesto que han ocurrido varios incidentes como atracos y secuestros en este sector que atemorizan a la población con justa razón.
A continuación tendremos las vivencias de personas que fueron participes de enriquecedores momentos a la orilla de un rÃo. No solamente situaciones de paseo, sino también como concibieron la vida en cercanÃas de éste. Recordemos que Santiago de Cali, nació junto a la orillas del rÃo que siempre ha llevado su nombre, y por ende, sus raÃces y la cultura que la caracteriza han tomado forma a partir de una población llena de valores y costumbres familiares. De igual manera, habrán otras experiencias de personas más jóvenes.
Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, lo cual no sabes si hace parte de un concepto inconformista o nostálgico, pero algo de lo cual podemos estar seguros  de que hace años era posible identificar a un caleño por su civismo, gustos, cultura, acento y vocabulario. Hoy, escuchamos una fusión de tantos modismos que se dificulta reconocer el origen de cada individuo. Tristemente, pareciese que sin que pasen muchos años tendremos que recurrir a los abuelos para poder acordarnos de lo que alguna vez fueron las costumbres de nuestra ciudad.
Las Vivencias en el RÃo.
Primer Entrevistada “MarÃa”, Nacida en 1945 a orillas del RÃo Cali.
SofÃa: ¿Qué recuerda de sus vivencias y en general de la cultura del  rÃo?
MarÃa: -El Charco del Burro se encontraba ubicado, hace algo más
          de 50 años, donde actualmente se halla el museo La   Â
          Tertulia. Fue secado precisamente para la construcción de
          este museo. Creo que se llamaba asà debido a que  Â
          adyacente a esté habÃa una trocha que pasaba por la Â
          estatua de Belalcázar y se convertÃa en la ruta para ir a
          Buenaventura.
          ExistÃa una gran afluencia de personas que
          viajaban con cargamentos de mercancÃa hacia el puerto, en
          ese tiempo los vehÃculos de carga más comunes eran
          burros y mulas. Dicen entonces que lo que pasó es que una
          vez, un burro de esos se cayó y se ahogó en el charco, y de
          ahà pues fue común escucharlo entre la gente como
          referente.Â
Recuerdo, desde que tenÃa tres o cuatro años que mis hermanos iban a bañarse al charco, yo no iba porque era muy profundo y a mà me daba miedo, pues al fin y al cabo estaba muy pequeña. Pero ellos si iban, junto con mis primos, que incluso se tiraban y clavaban desde puntos altos, pues por la profundidad eso era posible sin peligros.
Cuando estaba más grandecita que nos pasamos a vivir al barrio Bretaña, ya Ãbamos era a bañarnos al Meléndez. Buscábamos unos charcos famosos que quedaban como en un balneario llamado las Delicias. Por lo regular, cuando Ãbamos de paseo, llevábamos nuestro fiambre para comer a la orilla del rÃo, pues siempre la nadada le produce a uno hambre.
Hubo un sitio que también era muy agradable se llamaba Anchipayá y quedaba en JamundÃ. Sin embargo, el sitio era muy frÃo y hubo casos de personas a quienes les daba hipotermia y se ahogaban.
Después de un tiempo empezamos a ir al RÃo Pance, pero nos gustaba subir hasta la Chorrera del Indio debido a que los charcos que habÃa abajo se mantenÃan muy concurridos. Por lo regular uno encontraba carritos de fritanga y sitios para bailar después de comer, pero lo usual era que las personas llevaran su olla, su gallina, sus cositas y cocinaran ahà mismo. HabÃa, de todos modos, personas que no se “encartaban” y mandaban a preparar el sancocho a algún restaurante o incluso a habitantes de la región que vivieran por ahÃ.
Entre las cosas curiosas que uno debe nombrar en cuanto a esto de los paseos de rio es por ejemplo que nunca faltaba el ahogado o el por ahogarse, pues aunque afortunadamente en la familia nadie corrió con esa suerte, era muy frecuente que durante el paseo se pasará el susto con el más chiquito que se tiraba y no sabÃa nadar o el tÃo imprudente que se metÃa al agua sin hacer la digestión y le daba calambre, por ejemplo. Â
También habÃa mucho disfrute por el campo, es decir, parte inevitable del paseo eran las caminatas por senderos inhabitados y llenos de vegetación, pues en gran parte el objeto del paseo era dejar a un lado la parte urbana y disfrutar de la paz de la naturaleza.Â
No habÃa preparación para los paseos, podÃan armarse incluso el mismo dÃa; se le avisaba a la gente y se hacia vaca  o cada cual llevaba algo. Sin embrago, cuando Ãbamos al Timba, nadie llevaba nada por que como allá era tan barato, se justificaba más reunir y hacer el mercado allá mismo. Además la vestimenta era lo más sencillo posible, una camiseta con un short o un blue jean y debajo el chingue. Â
También se usaba mucho que los muchachos llevaran pelotas y armaban partiditos de fútbol o jugaban dentro del agua con ellas. Al final no faltaba la sesión de chistes o de comentarios jocosos de lo que sucedió durante el paseo, el canto en el bus o el muchacho gallinaciándole a la muchacha. Desde el principio hasta lo último se gozaba.
Hoy en dÃa pienso que se ha perdido esta tradición por cuestiones como la inseguridad. En los colegios siempre hay padres que ponen problemas cuando se piensa realizar excursiones al rÃo, pues también se han dado casos de muchos niños que se ahogan por descuido de los maestros. Y pues los grandes por miedo tal vez a un secuestro o por lo menos a un atraco.
También las familias se han disperso, ya cada cual (tÃos, sobrinos, hermanos) anda por su lado y no son tan comunes los paseos familiares. Algo que también pasa es que se ha perdido el amor a la naturaleza, ya la gente prefiere las comodidades de la ciudad a las salidas al campo. El facilismo y el desarrollo de la tecnologÃa han hecho que los muchachos no se interesen ya por el medio ambiente. ¡Qué lástima! Pero asà es la cosa, mija.
Segundo Entrevistado “Absalón”, nacido en 1942 Fui arrullado por el Rio Cali.
Julián: ¿Cómo fue su niñez junto al Rio Cali?
Absalón: “Nacà en una casa ubicada en la Cra. 1n # 2-39 oeste,
          margen derecho del rÃo Cali. La primer escuela a la que Â
          asistà se denominaba IsaÃas Gamboa y la nombro ya que
          durante los recreos, los maestros le daban a uno permiso
           para irse a bañar al rÃo. También recuerdo que las personas
           preferÃan en ese tiempo los charcos de La Estaca, El Burro y
          Los Pedrones, puesto que el agua era limpia y  como el rÃo
          era tan caudaloso, se prestaba para que la gente nadara.
         Â
          Años después, nos pasamos a vivir al barrio El Limonar, en  Â
          donde ya habÃa forma de movilizarnos más fácilmente
          (habÃamos comprado automóvil) y comenzamos a ir al rÃo
          Pance. Debido a la gran afluencia de bañistas que iban a
          éste, nosotros buscamos un sitio un poco más alejado de
          las zonas más comunes, ya que tenÃamos la facilidad de que
          nos dejaran entrar allÃ.
          Les estoy hablando de la parcelación
          Chorro de Plata, pues ahà habÃa, no sé si todavÃa existe
          actualmente, un charco que le denominaban La
          Registradora, que entre otras cosas, le decÃan asà porque  Â
          en la entrada habÃa una máquina registradora como la de
          los buses, y aunque habÃa más espacio por donde pasar,
          uno se metÃa por ahÃ, tal vez por ociosidad.
Este fue el último sitio que visitamos en plan de baño, hace ya incluso como 15 años o más que no volvimos, puesto que uno lo piensa por la inseguridad, la contaminación de las aguas e incluso por que a uno ya no le queda tiempo para eso….      Uno se vuelve como más citadino y busca lugares de esparcimiento sin tener que alejarse mucho del perÃmetro urbano”.
Tercer Entrevistado “Henry”, nacido en 1943 junto al Rio Cali.
SofÃa: ¿Considera que han ocurrido cambios culturales que han modificado la realización de los paseo al rÃo?
Henry: “Hoy en dÃa se siguen realizando paseos a Pance, pero
          todavÃa con un poco de temor. Sin embargo, nos podemos
          dar cuenta que las personas que aún van, en su mayorÃa,
          son de origen humilde. No sé si es que nos volvimos
          elitistas, pero por lo menos en el caso personal, uno ya
          busca el mar o algo asÃ.
Nacimos, mis hermanos y yo, en una casa frente al rÃo Cali, por este motivo y porque además no habÃa otra manera de divertirnos, Ãbamos a baño. El Charco del Burro indudablemente fue uno de los sitios que más visitamos, por cercanÃa y por la calidad del agua; era un sitio muy agradable para disfrutar. Algo para resaltar es que como por ahàpasaban tantos burros con carga, quienes los llevaban paraban allà para descansar y para que estos a su vez tomaran agua. Antes de emprender algún viaje fuera de la ciudad.
Otros charcos que también la gente visitaba, al igual que nosotros, eran el charco de La Estaca, El Entre RÃos (circundado por El Santa Rita y El Aguacatal) y Los Pedrones. Nos gustaba mucho El Entre RÃos, a mis hermanos, primos y a mÃ, ya que uno se metÃa al Santa Rita y el Agua era frÃa, luego se salÃa uno y se metÃa al Aguacatal y ahà era caliente, entonces se la pasaba uno cambiando de temperatura.
También recuerdo que en la década del 60, se estructuró el proyecto de desviar el rÃo Cali para darle continuidad a la avenida Colombia o carrera primera, ya que ésta llegaba hasta un obelisco, donde actualmente hay un restaurante que lleva su nombre, y se devolvÃa; como una especie de Round Point. Entonces lo que hicieron fue cerrar la madrevieja y organizar el rÃo directo y paralelo a él, continuaron dicha avenida.
Como anécdota, se me viene a la mente una vez que nos estábamos bañando en el Charco del Burro y una señora de las que lavaba ropa a orillas de éste, nos aconsejo que nos saliéramos porque el rÃo se iba a crecer y era muy peligroso, nos surgió mucha duda porque se daba la coincidencia de que el rÃo estaba bajito, no llevaba mucha agua, pero la señora nos resaltó que venÃan trozos de madera, pedazos de ramas y otras cosas que usualmente no vienen a través del rÃo, lo cual significaba que arriba venÃa bajando con fuerza, arrasando con lo que se atravesase.
Nosotros le hicimos caso y nos salimos casi de inmediato. No habÃan transcurrido 15 minutos cuando efectivamente se creció el rÃo, pero hubo otras personas que tal vez no oyeron o simplemente no alcanzaron a sacar lo que estaban lavando y el rÃo se les llevó las cosas. Hubo un señor que se encontraba aseando la carpa de su camión y el rÃo se la arrastró, entonces ofreció recompensa por quién la recuperara y un primo mÃo, aprovechó que a la altura del Puente de la Estaca se quedó como enredada y con la ayuda de unos amigos suyos la sacó. Le dieron buena platica por ello.
Cuando nos cambiamos de casa, al Bretaña, ya comenzamos a ir al rÃo Meléndez, incluso alcanzamos a ir al Lili. De igual manera, guardo buenos recuerdos de cuando Ãbamos a Timba. HabÃa que madrugar a las seis de la mañana para llegar a la estación del tren que quedaba en el cruce de la calle 26 y la Autopista Suroriental. A nosotros nos gustaba ir más a Timba Cauca por que el charco era más agradable y el trago era más barato [Risas]. Me acuerdo que el tren de venida salÃa de allá a las seis de la tarde pero muchas veces se demoraba por causa de derrumbes y otras circunstancias y terminaba uno viniéndose a las ocho de la noche.
Le decÃan el tren de los borrachos, porque por lo regular a esa hora eran pocos los que se venÃan lúcidos. De esas situaciones también uno llegó a saber de personas que se ahogaban más que todo por imprudencia, porque como mientras se bañaban en el rÃo, también bebÃan, era muy factible que perdieran el sentido o se enredaran por ahà en algún lado.
Como les comentaba al principio, no sé si es que uno termina por volverse elitista, pero ya se ha venido perdiendo la costumbre de ir al rÃo. Vamos de pronto a tomar el sancocho de gallina a uno de los restaurantes que hay por la entrada a la parcelación Chorreplata, pero realmente ir en plan de baño ya no. Uno puede ver que las personas que todavÃa van al Pance, son en su mayorÃa, personas humildes que aprovechan que es de lo poco que hay gratis actualmente.
Además, el único que medio pueden visitar todavÃa para ir a baño es el rÃo Pance, porque el Meléndez está totalmente contaminado, el Lili es casi una riachuelo y también se encuentra sucio, y lo mismo con los demás. Otra cosa es que no deja de haber peligro por aquello de los atracos y esas cosas.”
Cuarto Entrevistado “Erwin”.
Julián: ¿Cree usted que las personas han dejado de ir a rio y por qué?
Erwin: Pienso que actualmente no es que se haya perdido la
         costumbre de ir al rÃo, lo que pasa es que hoy en dÃa hay
         muchas alternativas y también mucha inseguridad.
Los centros comerciales, por ejemplo, son muestra de que nuestra cultura se ha modificado, basta con asomarse a uno de los anteriores (cualquiera que sea) para ver la gran cantidad de personas que prefieren mantenerse dentro del perÃmetro urbano en fin de semana. Esto se debe posiblemente a aspectos como el ocio y la pereza. Personalmente, voy todavÃa con frecuencia a caminar.
Recuerdo que he ido al rÃo Pance desde la edad de ocho o diez años, más o menos. Sólo hubo una ocasión en la que llevamos la olla y los ingredientes para preparar el sancocho, las otras veces comprábamos el pollo ya hecho y nos lo comÃamos allá. Después, en la adolescencia, iba de paseo con mis amigos, en vista de que uno de ellos tenÃa finca cerca del rÃo.
Ahora el transporte es sin lugar a duda un factor decisivo, cuando yo iba con mi familia tenÃamos un “Cinca”, o sea que no era dificultad, pero a la mayorÃa de la gente le toca (todavÃa) aglomerarse en buses urbanos para poder llegar allá.
Como citadinos que somos, hemos perdido la posibilidad de disfrutar del rÃo, pues actualmente no hay ofertas, es decir, no hay muchos rÃos a los que podamos ir a bañarnos por causa de la contaminación y de la pérdida de caudal que ésta última genera.
Verdaderamente ignoro que esté haciendo la CVC, solamente he escuchado acerca de proyectos de reforestación, pero nada en concreto.
Quinta Entrevistada “Sandra”, ¿voy al rio pero si se me enferma el niño qué?
SofÃa: ¿Con que regularidad vas con tu familia al rio?
Sandra: Cuando niña fui pocas veces al rÃo Pance, por lo regular iba
          a baño a rÃo cerca del pueblo donde nació mi papá en el
          Tolima, no recuerdo el nombre. La razón es debido a la
           contaminación que satura a dicho rÃo, prueba de ello fue una
          vez que llevamos al niño al parque de la salud y en un
          descuido mÃo tragó agua. Al otro dÃa tuvimos que llevarlo al
          médico porque se nos intoxicó.
Sexto Entrevistado “Junior”, todavÃa voy al rio.
Julián: ¿Por qué continúa yendo al rio?
Junior: Voy al rÃo porque me parece de gran importancia compartir
         en familia y con los amigos en escenarios naturales, además
         es cultural en nuestra región. Recuerdo que voy a baño
         desde que tenÃa la edad de 12 años aproximadamente.
         Actualmente, vamos con mi esposa y mi hijo con una
         frecuencia de una vez por mes, pero más que todo, por al
         niño a que interactúa con la naturaleza, ya que pensamos
         que esto es de gran importancia, teniendo en cuenta que se    Â
         está  perdiendo mucho ese respeto y ese amor por la
         naturaleza.
Me parece que se ha disminuido en un 30% más o menos, la cantidad de personas que van al rÃo, puesto que existen varias otras cosas que se pueden hacer el dÃa Domingo. Sin embargo, la gente todavÃa va, más que todo al Pance que ya que es de las pocas alternativas que están vigentes.
Séptimo Entrevistado “Javier”, hace más de 10 años que no voy al rio.
Julián: ¿Tienes vivencias de tu niñez en el rio?
Javier: Cuando estaba niño, recuerdo que fuimos con mi familia
          hasta el Topacio, porque el paisaje era muy bonito y el agua
           en ese momento era limpia. Pero la verdad son escasas mis
          vivencias en el rÃo, pues fui sólo hasta que tenÃa más o   Â
          menos diez años de edad.
Pienso que ahora sigue yendo mucha gente a Pance, pero más que todo por llevar a los niños a que se bañen o ha respiren aire, si se puede decir más puro.
Octavo Entrevistado “Enrique”.
SofÃa: ¿Vas al rio, qué factores crees que son un impedimento
          para realizar esta actividad?
Enrique: Recuerdo haber ido a Pance con mi papá desde que tenÃa
           alrededor de diez años de edad. Pero de un tiempo para acá
          voy esporádicamente, más que todo a hacer deporte, pues
          no siempre me baño. Sin embargo, también e ido un par de
          veces a tomarme unas cervezas con mis amigos, incluso
          tengo como anécdota una ocasión en la que uno de ellos se
          metió al rÃo como pasado de tragos y trató de ahogarse, de
          suerte que lo alcanzamos a sacar a tiempo.
Pienso que la gente ya va muy poco a baño porque el rÃo está muy contaminado, se ve mucha basura y los bañistas no respetan y hacen sus necesidades dentro del agua, además hay mucha inseguridad, pues se ven personas que le inspiran a uno estar prevenido y desconfiar.
Noveno Entrevistado “Alejo”, la contaminación hace que las personas duden ir al rio.
Julián: ¿Por qué los jóvenes no van al rio, podrÃa ser un cambio generacional?
Alejo: Yo la verdad no voy al rÃo, aunque debo admitir que no me
          desagradarÃa la idea de ir en caso de que se presente la
          oportunidad. Pienso que la gente de mi edad ya no volvió al
           rÃo porque las cosas cambian, uno ya tiene alternativas para
           hacer distintas al paseo de rÃo, como por ejemplo ira cine, ir
          a un centro comercial y si se quiere el paseo a baño, pero   Â
          en la piscina de alguien, todavÃa sigue vigente.  Además el
          aspecto de la contaminación también tiene mucho que ver,
          pues a uno no lo motiva el hecho de que la gente haga sus
          necesidades dentro del agua.
Las Conclusiones…
Después de haber tenido la grata experiencia de recopilar los anteriores nueve relatos, podemos nombrar la grandiosa experiencia que ha sido remontarse al pasado a través de las descriptivas anécdotas de aquellos que tan amablemente nos permitieron realizar este breve pero pretencioso documento.
Definitivamente, debemos afirmar que el paseo de rÃo ha sufrido muchas modificaciones. Pero para poder realizar esta afirmación, debemos tener en cuenta ciertos aspectos, de lo contrario, nuestro punto de vista resultarÃa arbitrario. Empecemos por mencionar que de todos modos todavÃa es posible observar la gran afluencia de personas que suben a Pance. Y gratamente nos sorprendimos al notar que todavÃa muchas de los bañistas siguen llevando sus gallinas y sus “corotos” para preparar el sancocho en la orilla del rÃo.
Por esos dÃas, las autoridades habÃan advertido que podrÃa ser contraproducente la estadÃa en cercanÃas a dicho rÃo ya que poco tiempo atrás éste se habÃa desbordado arriesgando la vida de sus visitantes, los cuales, como es obvio, tuvieron que evacuar en el menor tiempo posible. Y esto no fue motivo para que pasada escasamente una semana, el lugar se volviera a saturar de gente…. Que el lugar volviera a la cotidianidad como si nada hubiese sucedido.
Entonces…   ¿Por qué es que el Paseo de RÃo ha sufrido tantas modificaciones?
Tres grandes razones; la primera consiste en que se percibe cierta diferencia de estratos en cuanto a los visitantes de Pance. En su mayorÃa, aquellos que todavÃa viven esta experiencia son personas de origen humilde que no cuentan con la disponibilidad de salir a un restaurante o a un teatro con toda su familia y optan por una de las pocas alternativas que aun sigue siendo gratis como lo es rÃo.
Además el factor alimentación no es problema dado que los insumos para la preparación todavÃa siguen siendo económicos (en confrontación con otros) lo que permite salir perfectamente de la problemática. Lo que sucede por ende, es que las personas que cuentan con la disponibilidad de realizar otro tipo de actividad, tal vez más cerca o por qué no más exclusiva, son aquellas que han dejado la cultura del Paseo de Olla. Y se modifican las generaciones, pues ya que los padres dejaron de ir, los hijos ya no van porque escasamente, se les infundió la cultura. En conclusión, ya no van al rÃo aquellos que tienen cómo hacer otras actividades.
La segunda razón, a nuestro parecer, obedece al factor contaminación. Este produce, no solamente que las personas no se incentiven a nadar en aguas de rÃo, sino que biológicamente las aguas disminuyan sus caracterÃsticas organolépticas, volviéndose nocivas para la salud, de igual manera la deforestación es un agravante para la disminución de los caudales. No obstante hay que tener en cuenta que el concepto de propiedad privada ha ocasionado la pérdida de zonas de recreo público. Â
Como fue posible aprender en los relatos de algunos entrevistados, hace años habÃan muchas más alternativas para ir a baño, es decir, habÃan más rÃos para visitar como lo eran El Santa Rita, El Aguacatal, El Meléndez e incluso El Lili. Pero actualmente, por causa de las altas cargas contaminantes que poseen estos rÃos, es imposible siquiera pensar en visitarlos con la intención de baño. Esto ha producido que el único rÃo apto para lo anterior, dentro del perÃmetro de nuestra ciudad, sea El Pance. En conclusión, el paseo de rÃo ha sufrido modificaciones porque la contaminación nos ha obligado a hacerlo.Â
Y por último tenemos al aspecto de la seguridad. Durante los últimos años, ha habido situaciones que atemorizan a residentes y a visitantes del sector, ya que aunque la fuerza pública presencie estos escenarios, nunca se está exento de algún atraco o incluso de algún secuestro, pues para los delincuentes la ubicación geográfica del lugar es favorable, dado que la vegetación que todavÃa existe permite aspectos como acceso al bosque, camuflaje o simplemente pasar desapercibidos entre la multitud de personas.Â