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CASO: TIRE UNA PIEDRA AL RIO
CASO SOBRE LA CULTURA DEL PASEO AL RIO EN LA CIUDAD DE CALI


15 noviembre 2008

  Caso Elaborado por: Sofía Lorena Mosquera  Santos y Julián Andrés Hurtado Belalcázar; como requisito de Grado, Especialización en Gerencia de Medio Ambiente, Promoción IX.

Tutor: Andrés López Astudillo.

Universidad Icesi – Santiago de Cali, 12 de Junio / 2008

En el siguiente documento queremos mostrar cómo con los años se ha venido modificando la cultura del paseo de río, la cual ha sido tan arraigada a la idiosincrasia del caleño.

Nos basaremos en las vivencias y anécdotas de tres personas cuya niñez transcurrió a orillas del río Cali. También serán consultados seis adultos residentes desde siempre en la ciudad, con el objetivo de conocer cuál es su apreciación de lo que ha sido y será el ya nombrado paseo de río.

Como apoyo a lo anterior, serán incluidos a manera de anexos algunos videos de las entrevistas y de los escenarios mencionados en el documento. También se cuenta con material fotográfico del Cali del ayer, aquel  con más de una alternativa para baño en río.

Introducción Caso: Tiré una Piedra al Río…

Hace algunos años, muchos de los hoy denominamos “viejos” disfrutaban de una relación espléndida y casi romántica con la basta riqueza natural que ha sido privilegio del Valle del Cauca. El día de la semana en que las familias comparten siempre juntas (el Domingo, por excelencia) era la ocasión precisa para intentar cambiar el ambiente hostil y el agotamiento acumulado de toda una semana de trabajo en la ciudad, por la paz, la tranquilidad y el aire puro que sólo puede brindar la naturaleza a través del cauce de un río y sus alrededores.

No es posible atreverse a afirmar que lo que a continuación expondremos ha  sucedido en todo el país, pero por lo menos en nuestra ciudad, Santiago de Cali, ha sido una tradición innegable e ineludible el bien conocido Paseo de Río, en el cual -evidentemente- el objetivo central es “bañar en el río”, mas seguido de otros argumentos como el encontrarse con el resto del núcleo familiar, como por ejemplo los hermanos que ya se casaron, los tíos, los primos o simplemente los parientes que esperan toda la semana para compartir de nuevo en familia, acompañado todo lo anterior de una suculenta gallina (por lo general viva) , una gran olla y el resto de menesteres para el preparativo que bien conocemos.

Por supuesto, la anterior circunstancia  es sólo una de tantas, recordemos que el río también se convirtió en el salón de eventos más sofisticado para realizar integraciones empresariales e incluso, más de uno se enamoró a la orilla de éste. Tampoco podemos dejar de mencionar que hasta hace algunos años, muchos estudiantes inventaban la forma de evadir clase, sin importar de qué tipo, para ir a darse un chapuzón y disfrutar entre amigos.

Nuestra motivación para realizar este documento consiste en mostrar a través de relatos de personas que tuvieron la intensa vivencia del paseo de río, cómo ha venido transcurriendo  ésta pérdida de cultura hasta la actualidad.

Para citar dos escenarios específicos, mencionaremos al extinto “Charco del Burro” y al “Rio Pance”, que aunque afortunadamente todavía queda un poco de éste, dicen apasionados del tema que la mano del hombre no tardará en hacerlo desaparecer.

Problemática

Actualmente, y como es apenas natural, las generaciones muestran ciertos comportamientos culturales (si así lo podemos denominar) que los caracteriza y les da cierta identidad que permitirá que sean recordados cuando ya se empiece a despedir la juventud y sean sustituidos por las nuevas generaciones venideras. La idea no es cuestionarse acerca de qué tan bueno o malo puede ser lo anterior como aporte a nuestro entorno social, si se quiere político, e incluso económico;  sino tal vez resaltar en qué forma es posible que estos rasgos repercutan en el medio ambiente que nos rodea, dado que nuestro enfoque es ambiental por obvias razones. 

Por causa de situaciones como el cambio climático y la amenaza por el inminente agotamiento del petróleo, es factible notar que se hayan despertado algunas sensibilidades respecto al tema, no obstante, en nuestro país pareciese que -todavía- no tomara forma definida algún movimiento consistente que intente resaltar la importancia que debe darse a esta problemática, a pesar que aun contemos con cierta riqueza (en comparación a otros países en la actualidad, ya que si vamos al pasado, debería darnos pena y dolor al ver lo que llegamos a tener y lo que hoy tenemos). Pero como se menciona, no es posible vislumbrar algo concreto.

Lo cierto es que, volviendo al tema del Paseo de Río, hoy encontramos que los jóvenes, en su mayoría, prefieren realizar un conjunto de actividades típicas de su naturaleza, entre las cuales es complicado encontrar la posibilidad de “meterse 10 a un carro y arrancar para el rio” como hace unos años (ojalá no tantos para consuelo de los autores).  Es más, fue sorprendente escuchar de un alumno de los primeros semestres de pregrado mencionar que su concepción de Pance corresponde a un sector campestre y exclusivo, fuera del perímetro urbano, en el que sólo residen personas de altos ingresos económicos. Probablemente para él alguna vez dicho sector fue atravesado por un río, pero nada más. Claro, inmediatamente se viene  a la mente el consuelo de pensar que probablemente el individuo cuestionado viniera de otra parte del país, o al menos del departamento, pero tristemente supimos que él y su familia son oriundos de nuestra ciudad. 

Esto está sucediendo; la juventud ya no va al río, y los padres, por su parte, no tienen la iniciativa de infundir esta cultura en sus hijos. Si bien es cierto que el mundo de hoy es tan dinámico que cada vez los padres disponen de menos tiempo para criar sus hijos, de la misma manera se van perdiendo los  valores y la cultura de cada región para dar paso a lo que el mundo moderno (y exterior) decida traer a los niños que pronto serán jóvenes, teniendo en cuenta que hoy en día, los pequeños pasan más tiempo junto al televisor y/o el computador absorbiendo culturas extranjeras a través de los sofisticados, pero no menos prácticos, sistemas de telecomunicaciones. Lógicamente a esto atribuimos la forma de vestir, el gusto musical, la manera de expresarse (la terminología) e incluso la forma de llevar el cabello, entre muchas otras cosas.  Se está perdiendo idiosincrasia.

Como era de esperarse, el paseo de río es algo que ya no causa interés en la juventud ya que las familias se han fragmentado a tal punto que los miembros cuya edad puede estar alrededor de la adolescencia no siente emoción o gusto por pasear en familia y por el contrario no cambian bajo ningún motivo una salida a un bar con los amigos por un plan de domingo al campo con los padres y abuelos, por ejemplo. 

Pance, para citar un caso en concreto, ya no causa el atractivo de antes y pasa a volverse un escenario aburrido en el que conviven personas de la tercera edad y personas del campo.  Por supuesto, no podemos dejar de nombrar que el factor seguridad juega un papel de gran importancia, puesto que han ocurrido varios incidentes como atracos y secuestros en este sector que atemorizan a la población con justa razón.

A continuación tendremos las vivencias de personas que fueron participes de enriquecedores momentos a la orilla de un río.  No solamente situaciones de paseo, sino también como concibieron la vida en cercanías de éste. Recordemos que Santiago de Cali, nació junto a la orillas del río que siempre ha llevado su nombre, y por ende, sus raíces y la cultura que la caracteriza han tomado forma a partir de una población llena de valores y costumbres familiares. De igual manera, habrán otras experiencias de personas más jóvenes.

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, lo cual no sabes si hace parte de un concepto inconformista o nostálgico, pero algo de lo cual podemos estar seguros  de que hace años era posible identificar a un caleño por su civismo, gustos, cultura, acento y vocabulario. Hoy, escuchamos una fusión de tantos modismos que se dificulta reconocer el origen de cada individuo. Tristemente, pareciese que sin que pasen muchos años tendremos que recurrir a los abuelos para poder acordarnos de lo que alguna vez fueron las costumbres de nuestra ciudad.

Las Vivencias en el Río.

Primer Entrevistada “María”, Nacida en 1945 a orillas del Río Cali.

Sofía: ¿Qué recuerda de sus vivencias y en general de la cultura del  río?

María: -El Charco del Burro se encontraba ubicado, hace algo más
           de 50 años, donde actualmente se halla el museo La    
           Tertulia. Fue secado precisamente para la construcción de
           este museo. Creo que se llamaba así debido a que   
           adyacente a esté había una trocha que pasaba por la  
           estatua de Belalcázar y se convertía en la ruta para ir a
           Buenaventura.

           Existía una gran afluencia de personas  que
           viajaban con cargamentos de mercancía hacia el puerto, en
           ese tiempo los vehículos de carga más comunes eran
           burros y mulas. Dicen entonces que lo que pasó es que una
           vez, un burro de esos se cayó y se ahogó en el charco, y de
           ahí pues fue común escucharlo entre la gente como
           referente. 

Recuerdo, desde que tenía tres o cuatro años que mis hermanos iban a bañarse al charco, yo no iba porque era muy profundo y a mí me daba miedo, pues al fin y al cabo estaba muy pequeña. Pero ellos si iban, junto con mis primos, que incluso se tiraban y clavaban desde puntos altos, pues por la profundidad eso era posible sin peligros.

Cuando estaba más grandecita que nos pasamos a vivir al barrio Bretaña, ya íbamos era a bañarnos al Meléndez. Buscábamos unos charcos famosos que quedaban como en un balneario llamado las Delicias. Por lo regular, cuando íbamos de paseo, llevábamos nuestro fiambre para comer a la orilla del río, pues siempre la nadada le produce a uno hambre.

Hubo un sitio que también era muy agradable se llamaba Anchipayá y quedaba en Jamundí. Sin embargo, el sitio era muy frío y hubo casos de personas a quienes les daba hipotermia y se ahogaban.

Después de un tiempo empezamos a ir al Río Pance, pero nos gustaba subir hasta la Chorrera del Indio debido a que los charcos que había abajo se mantenían muy concurridos. Por lo regular uno encontraba carritos de fritanga y sitios para bailar después de comer, pero lo usual era que las personas llevaran su olla, su gallina, sus cositas y cocinaran ahí mismo. Había, de todos modos, personas que no se “encartaban” y mandaban a preparar el sancocho a algún restaurante o incluso a habitantes de la región que vivieran por ahí.

Entre las cosas curiosas que uno debe nombrar en cuanto a esto de los paseos de rio es por ejemplo que nunca faltaba el ahogado o el por ahogarse, pues aunque afortunadamente en la familia nadie corrió con esa suerte, era muy frecuente que durante el paseo se pasará el susto con el más chiquito que se tiraba y no sabía nadar o el tío imprudente que se metía al agua sin hacer la digestión y le daba calambre, por ejemplo.  

También había mucho disfrute por el campo, es decir, parte inevitable del paseo eran las caminatas por senderos inhabitados y llenos de vegetación, pues en gran parte el objeto del paseo era dejar a un lado la parte urbana y disfrutar de la paz de la naturaleza. 

No había preparación para los paseos, podían armarse incluso el mismo día; se le avisaba a la gente y se hacia vaca  o cada cual llevaba algo. Sin embrago, cuando íbamos al Timba, nadie llevaba nada por que como allá era tan barato, se justificaba más reunir y hacer el mercado allá mismo. Además la vestimenta era lo más sencillo posible, una camiseta con un short o un blue jean y debajo el chingue.  

También se usaba mucho que los muchachos llevaran pelotas y armaban partiditos de fútbol o jugaban dentro del agua con ellas. Al final no faltaba la sesión de chistes o de comentarios jocosos de lo que sucedió durante el paseo, el canto en el bus o el muchacho gallinaciándole a la muchacha. Desde el principio hasta lo último se gozaba.

Hoy en día pienso que se ha perdido esta tradición por cuestiones como la inseguridad. En los colegios siempre hay padres que ponen problemas cuando se piensa realizar excursiones al río, pues también se han dado casos de muchos niños que se ahogan por descuido de los maestros. Y pues los grandes por miedo tal vez a un secuestro o por lo menos a un atraco.

También las familias se han disperso, ya cada cual (tíos, sobrinos, hermanos) anda por su lado y no son tan comunes los paseos familiares. Algo que también pasa es que se ha perdido el amor a la naturaleza, ya la gente prefiere las comodidades de la ciudad a las salidas al campo. El facilismo y el desarrollo de la tecnología han hecho que los muchachos no se interesen ya por el medio ambiente. ¡Qué lástima! Pero así es la cosa, mija.

Segundo  Entrevistado “Absalón”, nacido en 1942 Fui arrullado por el Rio Cali.

Julián: ¿Cómo fue su niñez junto al Rio Cali?

Absalón: “Nací en una casa ubicada en la Cra. 1n  # 2-39 oeste,
           margen derecho del río Cali. La primer escuela a la que  
           asistí se denominaba Isaías Gamboa y la nombro ya que
           durante los recreos, los maestros le daban a uno permiso
            para irse a bañar al río. También recuerdo que las personas
            preferían en ese tiempo los charcos de La Estaca, El Burro y
           Los Pedrones, puesto que el agua era limpia y  como el río
           era tan caudaloso, se prestaba para que la gente nadara.
          

           Años después, nos pasamos a vivir al barrio El Limonar, en   
           donde ya había forma de movilizarnos más fácilmente
           (habíamos comprado automóvil) y comenzamos a ir al río
           Pance. Debido a la gran afluencia de bañistas que iban a
           éste, nosotros buscamos un sitio un poco más alejado de
           las zonas más comunes, ya que teníamos la facilidad de que
           nos dejaran entrar allí.

           Les estoy hablando de la parcelación
           Chorro de Plata, pues ahí había, no sé si todavía existe
           actualmente, un charco que le denominaban La
           Registradora, que entre otras cosas, le decían así porque   
           en la entrada había una máquina registradora como la de
           los buses, y aunque había más espacio por donde pasar,
           uno se metía por ahí, tal vez por ociosidad.

Este fue el último sitio que visitamos en plan de baño, hace ya incluso como 15 años o más que no volvimos, puesto que uno lo piensa por la inseguridad, la contaminación de las aguas e incluso por que a uno ya no le queda tiempo para eso….      Uno se vuelve como más citadino y busca lugares de esparcimiento sin tener que alejarse mucho del perímetro urbano”.

Tercer Entrevistado “Henry”, nacido en 1943 junto al Rio Cali.

Sofía: ¿Considera que han ocurrido cambios culturales que han modificado la realización de los paseo al río?

Henry: “Hoy en día se siguen realizando paseos a Pance, pero
           todavía con un poco de temor. Sin embargo, nos podemos
           dar cuenta que las personas que aún van, en su mayoría,
           son de origen humilde. No sé si es que nos volvimos
           elitistas, pero por lo menos en el caso personal, uno ya
           busca el mar o algo así.

Nacimos, mis hermanos y yo, en una casa frente al río Cali, por este motivo y porque además no había otra manera de divertirnos, íbamos a baño. El Charco del Burro indudablemente fue uno de los sitios que más visitamos, por cercanía y por la calidad del agua; era un sitio muy agradable para disfrutar. Algo para resaltar es que como por ahí  pasaban tantos burros con carga, quienes los llevaban paraban allí para descansar y para que estos a su vez tomaran agua. Antes de emprender algún viaje fuera de la ciudad.

Otros charcos que también la gente visitaba, al igual que nosotros, eran el charco de La Estaca, El Entre Ríos (circundado por El Santa Rita y El Aguacatal) y Los Pedrones. Nos gustaba mucho El Entre Ríos, a mis hermanos, primos y a mí, ya que uno se metía al Santa Rita y el Agua era fría, luego se salía uno y se metía al Aguacatal y ahí era caliente, entonces se la pasaba uno cambiando de temperatura.

También recuerdo que en la década del 60, se estructuró el proyecto de desviar el río Cali para darle continuidad a la avenida Colombia o carrera primera, ya que ésta llegaba hasta un obelisco, donde actualmente hay un restaurante que lleva su nombre, y se devolvía; como una especie de Round Point. Entonces lo que hicieron fue cerrar la madrevieja y organizar el río directo y paralelo a él, continuaron dicha avenida.

Como anécdota, se me viene a la mente una vez que nos estábamos bañando en el Charco del Burro y una señora de las que lavaba ropa a orillas de éste, nos aconsejo que nos saliéramos porque el río se iba a crecer y era muy peligroso, nos surgió mucha duda porque se daba la coincidencia de que el río estaba bajito, no llevaba mucha agua, pero la señora nos resaltó que venían trozos de madera, pedazos de ramas y otras cosas que usualmente no vienen a través del río, lo cual significaba que arriba venía bajando con fuerza, arrasando con lo que se atravesase.

Nosotros le hicimos caso y nos salimos casi de inmediato. No habían transcurrido 15 minutos cuando efectivamente se creció el río, pero hubo otras personas que tal vez no oyeron o simplemente no alcanzaron a sacar lo que estaban lavando y el río se les llevó las cosas. Hubo un señor que se encontraba aseando la carpa de su camión y el río se la arrastró, entonces ofreció recompensa por quién la recuperara y un primo mío, aprovechó que a la altura del Puente de la Estaca se quedó como enredada y con la ayuda de unos amigos suyos la sacó. Le dieron buena platica por ello.

Cuando nos cambiamos de casa, al Bretaña, ya comenzamos a ir al río Meléndez, incluso alcanzamos a ir al Lili. De igual manera, guardo buenos recuerdos de cuando íbamos a Timba. Había que madrugar a las seis de la mañana para llegar a la estación del tren que quedaba en el cruce de la calle 26 y la Autopista Suroriental. A nosotros nos gustaba ir más a Timba Cauca por que el charco era más agradable y el trago era más barato [Risas]. Me acuerdo que el tren de venida salía de allá a las seis de la tarde pero muchas veces se demoraba por  causa de derrumbes y otras circunstancias y terminaba uno viniéndose a las ocho de la noche.

Le decían el tren de los borrachos, porque por lo regular a esa hora eran pocos los que se venían lúcidos. De esas situaciones también uno llegó a saber de personas que se ahogaban más que todo por imprudencia, porque como mientras se bañaban en el río, también bebían, era muy factible que perdieran el sentido o  se enredaran por ahí en algún lado.

Como les comentaba al principio, no sé si es que uno termina por volverse elitista, pero ya se ha venido perdiendo la costumbre de ir al río. Vamos de pronto a tomar el sancocho de gallina a uno de los restaurantes que hay por la entrada a la parcelación Chorreplata, pero realmente ir en plan de baño ya no. Uno puede ver que las personas que todavía van al Pance, son en su mayoría, personas humildes que aprovechan que es de lo poco que hay gratis actualmente.

Además, el único que medio pueden visitar todavía para ir a baño es el río Pance, porque el Meléndez está totalmente contaminado, el Lili es casi una riachuelo y también se encuentra sucio, y lo mismo con los demás. Otra cosa es que no  deja de haber peligro por aquello de los atracos y esas cosas.”

Cuarto Entrevistado “Erwin”.

Julián: ¿Cree usted que las personas han dejado de ir a rio y por qué?

Erwin: Pienso que actualmente no es que se haya perdido la
          costumbre de ir al río, lo que pasa es que hoy en día hay
          muchas alternativas y también mucha inseguridad.

Los centros comerciales, por ejemplo, son muestra de que nuestra cultura se ha modificado, basta con asomarse a uno de los anteriores (cualquiera que sea) para ver la gran cantidad de personas que prefieren mantenerse dentro del perímetro urbano en fin de semana. Esto se debe posiblemente a aspectos como el ocio y la pereza. Personalmente, voy todavía con frecuencia a caminar.

Recuerdo que he ido al río Pance desde la edad de ocho o diez años, más o menos. Sólo hubo una ocasión en la que llevamos la olla y los ingredientes para preparar el sancocho, las otras veces comprábamos el pollo ya hecho y nos lo comíamos allá. Después, en la adolescencia, iba de paseo con mis amigos, en vista de que uno de ellos tenía finca cerca del río.

Ahora el transporte es sin lugar a duda un factor decisivo, cuando yo iba con mi familia teníamos un “Cinca”, o sea que no era dificultad, pero a la mayoría de la gente le toca (todavía) aglomerarse en buses urbanos para poder llegar allá.

Como citadinos que somos, hemos perdido la posibilidad de disfrutar del río, pues actualmente no hay ofertas, es decir, no hay muchos ríos a los que podamos ir a bañarnos por causa de la contaminación y de la pérdida de caudal que ésta última genera.

Verdaderamente ignoro que esté haciendo la CVC, solamente he escuchado acerca de proyectos de reforestación, pero nada en concreto.

Quinta Entrevistada “Sandra”, ¿voy al rio pero si se me enferma el niño qué?

Sofía: ¿Con que regularidad vas con tu familia al rio?

Sandra: Cuando niña fui pocas veces al río Pance, por lo regular iba
           a baño a río cerca del pueblo donde nació mi papá en el
           Tolima, no recuerdo el nombre. La razón es debido a la
            contaminación que satura a dicho río, prueba de ello fue una
           vez que llevamos al niño al parque de la salud y en un
           descuido mío tragó agua. Al otro día tuvimos que llevarlo al
           médico porque se nos intoxicó.

Sexto Entrevistado “Junior”, todavía voy al rio.

Julián: ¿Por qué continúa yendo al rio?

Junior: Voy al río porque me parece de gran importancia compartir
          en familia y con los amigos en escenarios naturales, además
          es cultural en nuestra región. Recuerdo que voy a baño
          desde que tenía la edad de 12 años aproximadamente.
          Actualmente, vamos con mi esposa y mi hijo con una
          frecuencia de una vez por mes, pero más que todo, por al
          niño a que interactúa con la naturaleza, ya que pensamos
          que esto es de gran importancia, teniendo en cuenta que se     
          está  perdiendo mucho ese respeto y ese amor por la
          naturaleza.

Me parece que se ha disminuido en un 30% más o menos, la cantidad de personas que van al río, puesto que existen varias otras cosas que se pueden hacer el día Domingo. Sin embargo, la gente todavía va, más que todo al Pance que ya que es de las pocas alternativas que están vigentes.

Séptimo Entrevistado “Javier”, hace más de 10 años que no voy al rio.

Julián: ¿Tienes  vivencias de tu niñez en el rio?

Javier: Cuando estaba niño, recuerdo que fuimos con mi familia
           hasta el Topacio, porque el paisaje era muy bonito y el agua
            en ese momento era limpia. Pero la verdad son escasas mis
           vivencias en el río, pues fui sólo hasta que tenía más o    
           menos diez años de edad.

Pienso que ahora sigue yendo mucha gente a Pance, pero más que todo por llevar a los niños a que se bañen o ha respiren aire, si se puede decir más puro.

Octavo Entrevistado “Enrique”.

Sofía: ¿Vas al rio, qué factores crees que son un impedimento
           para realizar esta actividad?

Enrique: Recuerdo haber ido a Pance con mi papá desde que tenía
            alrededor de diez años de edad. Pero de un tiempo para acá
           voy esporádicamente, más que todo a hacer deporte, pues
           no siempre me baño. Sin embargo, también e ido un par de
           veces a tomarme unas cervezas con mis amigos, incluso
           tengo como anécdota una ocasión en la que uno de ellos se
           metió al río como pasado de tragos y trató de ahogarse, de
           suerte que lo alcanzamos a sacar a tiempo.

Pienso que la gente ya va muy poco a baño porque el río está muy contaminado, se  ve mucha basura y los bañistas no respetan y hacen sus necesidades dentro del agua, además hay mucha inseguridad, pues se ven personas que le inspiran a uno estar prevenido y desconfiar.

Noveno Entrevistado “Alejo”, la contaminación hace que las personas duden ir al rio.

Julián: ¿Por qué los jóvenes no van al rio, podría ser un cambio generacional?

Alejo: Yo la verdad no voy al río, aunque debo admitir que no me
           desagradaría la idea de ir en caso de que se presente la
           oportunidad.  Pienso que la gente de mi edad ya no volvió al
            río porque las cosas cambian, uno ya tiene alternativas para
            hacer distintas al paseo de río, como por ejemplo ira cine, ir
           a un centro comercial y si se quiere el paseo a baño, pero    
           en la piscina de alguien, todavía sigue vigente.  Además el
           aspecto de la contaminación también tiene mucho que ver,
           pues a uno no lo motiva el hecho de que la gente haga sus
           necesidades dentro del agua.

Las Conclusiones…

Después de haber tenido la grata experiencia de recopilar los anteriores nueve relatos, podemos nombrar la grandiosa experiencia que ha sido remontarse al pasado a través de las descriptivas anécdotas de aquellos que tan amablemente nos permitieron realizar este breve pero pretencioso documento.

Definitivamente, debemos afirmar que el paseo de río ha sufrido muchas modificaciones. Pero para poder realizar esta afirmación, debemos tener en cuenta ciertos aspectos, de lo contrario, nuestro punto de vista resultaría arbitrario. Empecemos por mencionar que de todos modos todavía es posible observar la gran afluencia de personas que suben a Pance. Y gratamente nos sorprendimos al notar que todavía muchas de los bañistas siguen llevando sus gallinas y sus “corotos” para preparar el sancocho en la orilla del río.

Por esos días, las autoridades habían advertido que podría ser contraproducente la estadía en cercanías a dicho río ya que poco tiempo atrás éste se había desbordado arriesgando la vida de sus visitantes, los cuales, como es obvio, tuvieron que evacuar en el menor tiempo posible. Y esto no fue motivo para que pasada escasamente una semana, el lugar se volviera a saturar de gente…. Que el lugar volviera a la cotidianidad como si nada hubiese sucedido.

Entonces…    ¿Por qué es que el Paseo de Río ha sufrido tantas modificaciones?

Tres grandes razones; la primera consiste en que se percibe cierta diferencia de estratos en cuanto a los visitantes de Pance. En su mayoría, aquellos que todavía viven esta experiencia son personas de origen humilde que no cuentan con la disponibilidad de salir a un restaurante o a un teatro con toda su familia y optan por una de las pocas alternativas que aun sigue siendo gratis como lo es río.

Además el factor alimentación no es problema dado que los insumos para la preparación todavía siguen siendo económicos (en confrontación con otros) lo que permite salir perfectamente de la problemática. Lo que sucede por ende, es que las personas que cuentan con la disponibilidad de realizar otro tipo de actividad, tal vez más cerca o por qué no más exclusiva, son aquellas que han dejado la cultura del Paseo de Olla. Y se modifican las generaciones, pues ya que los padres dejaron de ir, los hijos ya no van porque escasamente, se les infundió la cultura.  En conclusión, ya no van al río aquellos que tienen cómo hacer otras actividades.

La segunda razón, a nuestro parecer, obedece al factor contaminación. Este produce, no solamente que las personas no se incentiven a nadar en aguas de río, sino que biológicamente las aguas disminuyan sus características organolépticas, volviéndose nocivas para la salud, de igual manera la deforestación es un agravante para la disminución de los caudales. No obstante hay que tener en cuenta que el concepto de propiedad privada ha ocasionado la pérdida de zonas de recreo público.  

Como fue posible aprender en los relatos de algunos entrevistados, hace años habían muchas más alternativas para ir a baño, es decir, habían más ríos para visitar como lo eran El Santa Rita, El Aguacatal, El Meléndez e incluso El Lili. Pero actualmente, por causa de las altas cargas contaminantes que poseen estos ríos, es imposible siquiera pensar en visitarlos con la intención de baño. Esto ha producido que el único río apto para lo anterior, dentro del perímetro de nuestra ciudad, sea El Pance. En conclusión, el paseo de río ha sufrido modificaciones porque la contaminación nos ha obligado a hacerlo. 

Y por último tenemos al aspecto de la seguridad. Durante los últimos años, ha habido situaciones que atemorizan a residentes y a visitantes del sector, ya que aunque la fuerza pública presencie estos escenarios, nunca se está exento de algún atraco o incluso de algún secuestro, pues para los delincuentes la ubicación geográfica del lugar es favorable, dado que la vegetación que todavía existe permite aspectos como acceso al bosque, camuflaje o simplemente pasar desapercibidos entre la multitud de personas. 

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