Primeras anotaciones y digresiones. Sesión 1.

La introducción de objetos comunes al mundo del arte (Readymade) valoró el acto de escoger por sobre el acto de hacer sentando las bases para el arte de la Postproducción. Octavio Paz en “Apariencia desnuda. La obra de Marcel Duchamp” (1973) resalta dos momentos en el readymade: una crítica al gusto y un ataque a la noción de obra de arte tradicional. Aunque el arte de la Postproducción se ha desprendido ya de la crítica como finalidad, es posible afirmar que sin el “aseo intelectual” propuesto por Duchamp hubiera sido imposible llegar a lo que hoy vivimos.

La operación del readymade estableció también que la sola percepción es insuficiente para reconocer una obra de arte de un objeto cotidiano. Este problema filosófico que sobrepasa los límites de la mimesis es ampliamente analizado por Arthur Danto en “Obras de arte y meras cosas”, primer capítulo de su libro La transfiguración del lugar común (1981). En el mismo libro el filósofo hace alusión a la enorme contribución de Borges a la ontología del arte con su cuento Pierre Menard, autor de El quijote (1944), gran ejemplo del problema de la identidad de la obra que nos obliga a apartar la vista de lo superficial para preguntarnos sobre la diferencia entre cosas que a simple vista nos parecen indiscernibles: el texto de Cervantes y el de Menard, las Brillo Box de Warhol y las originales de un supermercado.

** notas a las notas: Existe una tesis bastante profunda sobre la obra de Danto de María José Alcaraz León (La teoría del arte de Arthur Danto: de los objetos indiscernibles a los significados encarnados) cuya lectura, de la mano del primer capítulo del libro La transfiguración del lugar común, nos dio pistas importantes sobre el tema de los homólogos indiscernibles.

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Notas al primer capítulo del libro

Postproducción. La cultura como escenario: modos en que el arte reprograma el mundo contemporáneo, Nicolas Bourriaud.

Introducción

“Desde comienzo de los años noventa, un número cada vez mayor de artistas interpretan, reproducen, re-exponen o utilizan obras realizadas por otros o productos culturales disponibles. Ese arte de la postproducción, responde a la multiplicación de la oferta cultural, aunque también más indirectamente responde a la inclusión dentro del mundo del arte de formas hasta entonces ignoradas o despreciadas. Podríamos decir que tales artistas que insertan su propio trabajo en el de otros contribuyen a abolir la distinción tradicional entre producción y consumo, creación y copia, ready-made y obra original. La materia que manipulan ya no es materia prima”. (7)

Las nociones de originalidad (estar en el origen de…) e incluso de creación (hacer a partir de la nada – materia prima) se difuminan así lentamente en este nuevo paisaje cultural signado por las figuras gemelas del deejay y del programador, en la que ambos tienen la tarea de seleccionar objetos culturales  y re-insertarlos dentro de (otros) contextos definidos. Se trata de objetos que ya están circulando en el mercado cultural, es decir, objetos que ya han sido informados.

El libro “Postproducción recoge las formas de saber generadas por la aparición de la red, en una palabra, cómo orientarse en el caos cultural y cómo deducir de ello nuevos modos de producción. [….] Esta forma de creación pareciera hacer una crítica de las formas de vida contemporánea y se diera por una actitud diferente con respecto al patrimonio artístico, mediante la producción de nuevas relaciones con la cultura en general y con la obra de arte en particular”. (8) El arte ya no se ocupa del arte, ni de cuestionar el papel que este juega, el arte de la postproducción se ocupa de la vida contemporánea.

Bourriaud enumera cinco diferentes tipologías en el arte de la Postproducción:

  1. Reprogramar obras existentes: Se trata del arte (y los artistas) que incorporan, manipulan o trabajan a partir de piezas de otros artistas (en el sentido amplio de la palabra ya que pueden ser trabajos de arquitectos, diseñadores industriales, cineastas , etc).
  1. Habitar estilos y formas historisadas: Se trata de los artistas que inscriben sus obras en ciertos estilos y formas historisadas pero que no se proponen simplemente habitar esas formas o estilos, sino recodificar, re significar justamente a través del uso. Adaptan estructuras y formas (de cualquier tipo) a sus problemáticas personales.
  1. Hacer uso de las imágenes: Los ejemplos que usa Bourriaud se limitan a obras que crean a partir de piezas cinematográficas. No obstante, asumimos que es el uso de la imagen lo que está en juego y no el formato de la misma. Se trata de “usar” esas imágenes y recodificarlas, re contextualizarlas a través de su uso.
  1. Utilizar a la sociedad como un repertorio de formas: es tal vez la más difícil de acuñar ya que estos artistas utilizan como insumos productos de la sociedad más no del arte. Bajo la categoría de “productos” no sólo caben las cosas que usamos o consumimos a diario, sino también ciertas prácticas y comportamientos sociales.
  1. Investir la moda, los medios masivos: Trata del arte que toma prestados elementos de la cultura popular, las series de televisión, la moda fashion y el mass media.

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dice Capote de Duchamp…

Duchamp, nacido en Ruán y tercer hijo de una familia numerosa de clase media, muchos de cuyos miembros tenían inclinaciones artísticas, ha vivido en Nueva York desde 1915. Durante esos cuarenta y cuatro años de residencia norteamericana tan sólo ha trabajado medianamente en serio en una obra (La novia desnudada por sus solteros, incluso, un óleo sobre cristal transparente, del tamaño de un vitral de iglesia), y no ha terminado ninguna; a efectos prácticos, abandonó la pintura en 1913, el año en que su Desnudo bajando una escalera (sobre el que un crítico contemporáneo escribió: “Gire en redondo tres veces, dé un par de golpes con la cabeza contra la pared, y si golpea lo bastante fuerte, el significado se hará perfectamente obvio.”) fue la obra que causó la sensación más embriagadora entre los cerca de mil seiscientos experimentos precursores expuestos en el histórico Armony Show. “Pero”, protesta Duchamp, “que no pinte no significa que haya abandonado el arte. La reputación de los buenos pintores se basa en apenas unas cinco obras maestras. El resto de su obra no es imprescindible. Esas cinco tienen la fuerza del escándalo. El escándalo es bueno. Si he realizado cinco cosas buenas, ya me parece suficiente. O podría decirse que, en lugar de morir, como Seurat, a los treinta y un años, soy un hombre cuya inspiración para la pintura se acabó, ¿eh?” Su inspiración, o en todo caso su talento para juguetear con el arte, que es donde reside el encanto infantil y hoy día ya nada escandaloso de sus obras, no ha desaparecido, ni mucho menos: en su infinito tiempo libre, Duchamp ha confeccionado frascos de perfumes surrealistas, ha realizado una pionera película abstracta, se ha dedicado a la decoración de interiores (techos cubiertos con sacos de carbón), ha ideado un museo Duchamp portátil a base de reproducciones en miniatura de sus obras más conocidas (incluida una amapola de “aire de París”), y ha inventado para su regocijo otras formas fraudulentas de arte de juguete; pero lo que parece interesarle sinceramente es el ajedrez, una forma de diversión más seria, tema sobre el que ha escrito el libro más recherché que pueda imaginarse: se editaron mil ejemplares en tres idiomas, y (agárrense bien) el título es: Opposition et Cases Conjuguées, Opposition und Schwesterfelder, Opposition and Sister Squares. Duchamp aclara que: “Trata de los peones bloqueados, cuando la victoria se decide con los movimientos de los reyes. Es algo que sólo ocurre una de cada mil veces. Y ¿por qué?”, añade, “no ha de ser mi dedicación al ajedrez una actividad artística? Una partida de ajedrez es muy plástica. La elabora uno mismo. Es escultura mecánica, y con el ajedrez uno crea hermosos problemas, y esa belleza se hace con la cabeza y con las manos. Además, socialmente, es más puro que la pintura, porque no se puede ganar dinero con el ajedrez, ¿eh?”

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colectivo la novia desnuda(da)

El colectivo nace como un grupo de lectura que se acerca a la obra teórica del curador francés Nicolas Bourriad. En principio se abordó el libro Postproducción. La cultura como escenario: modos en que el arte programa el mundo contemporáneo (2002) que propone un orden en el aparente caos o heterogeneidad del arte de los últimos años. Su tesis es que todas las manifestaciones tienen algo en común: son post-producidas, es decir, el artista trabaja sobre cosas ya hechas y en lugar de elaborar objetos re-significa lo existente. El ejemplo por antonomasia es el D.J.

La lectura del libro ha sugerido que es posible encontrar otros patrones, además de la postproducción, para definir el arte del cual Bourriaud se ocupa. A través de las categorizaciones y ejemplos que el autor entrega hemos detectado tres dimensiones que recorren con mayor o menor peso las obras citadas, son estas la narrativa, el juego, la mimesis y la memoria.

La narrativa está bastante presente: “los artistas producen espacios narrativos singulares cuyas puestas en escena constituyen sus obras” (pg. 55). De otro lado se nos muestra el arte como un juego donde la cultura es el escenario. El artista prepara y pone en escena unas situaciones donde deben participar unos jugadores, en este caso el público. Dado que el arte de la postproducción trabaja obras o “productos culturales” ya existentes, en palabras del autor “objetos ya informados”, desde ese punto de vista, la referencia al pasado y su resignificación hacen de la memoria un elemento fundamental en algunas de las obras reseñadas. Por último y aunque no es algo explícito, es posible preguntarse sobre la mimesis, ya que muchas obras están sacadas de la vida misma o incluso son la vida misma.

Bajo este marco de referencia nos hemos propuesto estudiar el texto de Bourriaud con la esperanza de entender un poco más el arte que propone, pero sobre todo dispuestos a dejarnos llevar por las ideas que se dejan caer en cada reunión para así navegar entre digresiones que probablemente sea lo que más nos enriquece y estimula.

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