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La novia por Danto

Arthur C. Danto en La Madonna del Futuro. Ensayos en un mundo del arte plural. Paidós, Barcelona, 2002

(…) Consiste en dos hojas de vidrio de unos 2,75 m de alto y 1,68 m de ancho divididas en dos espacios iguales. El espacio superior es la cámara de la Novia, el espacio inferior es el dominio de los solteros de la Novia. Este espacio está compartido por nueve figuras «masculinas», un gran molinillo de chocolate y lo que parecen ser algunas piezas de un aparato óptico. Las notas proporcionan una guía imperfecta de los componentes de la Novia. En el diagrama de la Novia n° 10 de Henderson se identifican la «probable situación del “Depósito de gasolina amorosa “» y en el n° 8 el «Área general de la “Magneto del Deseo “». Éstos son los términos de Duchamp -al igual que «Cilindro sexual» o «Rueda del deseo »– y apenas presentan exactitud ginecológica. Se dirigen más bien a hacernos ver la Novia como una especie de máquina erótica. No es ninguna sorpresa, pues, que el Vidrio «tenga que acompañarse de un texto de literatura, tan amorfo como sea posible y que nunca toma forma». Y tampoco es una sorpresa que la anatomía de la Novia, como la del mismo Vidrio, vaya a permanecer eternamente inalcanzable.

Me ha interesado mucho la observación de Henderson de que en conexión con el Vidrio Duchamp iba «a encontrar un modelo de expresión despersonalizada, libre de “gusto “, en las técnicas del dibujo en mecánica o de la ilustración científica». Pero la liberación respecto al gusto, y, por tanto, la liberación respecto al ojo y la mano, era la base de los readymades.

«Quise ser inteligente», dijo Duchamp. Quiso descubrir cómo se puede ser inteligente y artista al mismo tiempo. (Los franceses tienen la expresión béte co mme un peintre.) «Quise volver a un dibujo completamente árido, a una concepción árida del arte [ … ] Y el dibujo mecánico era para mí la mejor forma de esta concepción árida del arte [ … ] Un dibujo

mecánico no contiene gusto alguno.» Eso podría explicar su decisión de dibujar con alambre de plomo. No hay nada que apreciar, al modo en que no lo hay en líneas realizadas con pincel o lápiz el Gran Vidrio, en las propias palabras de Duchamp, es la «renuncia a toda estética». Como ése es precisamente el caso con los readymades, ambos ejemplifican una nueva clase de arte, una nueva concepción del artista y un nuevo tipo de responsabilidad por parte del receptor.

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