Roma : perros de combate

 

Estas clasificaciones parecen por lo demás un poco arbitrarias. Las bases de la historia natural no eran entonces lo suficientemente perfectas como para permitir definiciones con fundamento verdaderamente científico.

El sabio Varrón que vivió en el siglo anterior a la Era Cristiana, solamente mencionaba en su obra didáctica De re rustica cinco especies de perros.

Virgilio se atiene, más o menos, a esta enumeración. Es lógico que el autor de las Bucólicas
sintiera afecto por los perros. Gracias a este prolífico poeta, sabemos por qué ya l0s romanos cortaban las orejas y la cola de los perros de pastor. No se trata como podría pensarse de preocupaciones estéticas, sino simplemente de protegerlos contra los mordiscos de lobos y zorros.

Ovidio comparte el sentimiento de Virgilio e incluso da consejos a quienes desean adquirir estos animales. Trimalción recomienda que su perrita figure al pie de su estatua. Por su parte, Eliano cita los perros sagrados del Templo de Vulcano, sobre el Etna, que sabían distinguir a los fieles llegados a adorar al dios, de los impostores deseosos de extraer de él algún provecho.

En sus expediciones guerreras, los romanos se hacían acompañar de molosos, descendientes de los dogos asirios, adiestrados par a el acecho y el combate y utilizados como enlaces. Pudieron comprobar a su costa que también los bárbaros sabían de la ayuda que estos animales podían prestar, pues adiestraban a sus perros para que les sirvieran de auxiliares en sus combates. Tras la derrota de sus amos, los perros de los cimbrios siguieron defendiendo los carros confiados a su custodia.

Uno de los más bellos ejemplares de moloso fue reproducido sobre la sítula de Bolonia se asemeja como un hermano a un dogo de Burdeos.

Tres siglos a. De J. C., Alejandro Magno los utilizaba en formación para las batallas, a fin de sembrar el pánico en las filas enemigas. Así, Artemisa, su moloso favorito, murió combatiendo durante la conquista de la India.

Por otra parte, en la mitologia greco-latina abundan los ejemplos de la fiereza de estos perros.

Asi, Artemisa, la Diana cazadora de los romanos, hija de Júpiter, llamó a Sus perros para que devoraran a Acteón cuando éste la sorprendió bañándose desnuda. Un medio como otro cualquiera de desembarazarse de un inoportuno e inesperado visitante…

Del mismo modo, Ares (Marte), .dios de la guerra y de las tormentas, seguido de sus
molosos, “genios voraces y carniceros”, siembra la muerte y la destrucción.

 

This entry was posted in Sin categoría. Bookmark the permalink.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*