S. Freud. El psicoanálisis

Freud

EL PERSONAJE:

Freud nace en Freiberg en 1856. Estudia medicina en Viena y se especializa en neurología. En París estudia la curación de la histeria por medio de la hipnosis. Pero llega a la conclusión de que que este método no es suficiente y empieza a utilizar el de asociaciones libre de ideas, que llevan al paciente a expresar antes o después, de un modo indirecto, sus auténticos y más íntimos problemas. Sus teorías se difunden rápidamente a partir de 1900. Abandona Austria en 1938 a causa de la invasión nazi. Se establece en Londres, donde muere en 1939 de un cáncer de boca. Expone sus ideas en torno a la religión en tres obras: Totem y tabú, El porvenir de una iluJión y Moisés y el monoteismo. Otras obras suyas conocidas son La interpretación de los sueños, El yo y el ello y Psicología de las masas y análisis del yo.

Freud

SUS IDEAS:

CONSCIENTE – INCONSCIENTE

La psicología clásica no aceptaba más que fenómenos psíquicos conscientes. Freud descubre otros niveles psíquicos: el preconsciente y el inconsciente:

El nivel preconsciente contiene elementos psíquicos que no están en un momento determinado en nuestra conciencia, pero pueden estarlo porque no tenemos sobre ellos control total. Lo descubrió a partir de los «actos fallidos» (equivocación en palabras y escritura, olvidos momentáneos, etc.).

El nivel inconsciente, de mucha mayor relevancia, está separado de los otros dos niveles (ver el esquema) por una raya continua. Todos sus contenidos están sepultados y separados del preconsciente y del consciente. Es la censura la que impide que esos contenidos, intolerables para la conciencia, salgan a la luz. Se manifiesta fundamentalmente por la histeria y por la actividad de los sueños.

ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD

La estructura psíquica humana está compuesta por una pluralidad de niveles psíquicos. Los niveles son:

El ELLO. Es la parte instintiva de nuestra personalidad. Son las pulsiones básicas constituidas por la sexualidad (tendencia hacia fuera, constructiva, eros) y por la agresividad (antagónica de la anterior, tánatos). Además, en el ELLO habitan todas las represiones producidas en el individuo. Su principio de funcionamiento es el principio de placer (satisfacción-insatisfacción). Si no consigue satisfacción, está irrealizado. Es la dotación biopsíquica que el individuo trae al mundo.

El SUPER-EGO. Representa la exigencia ética y moral de la persona. Aquí residen todas las interiorizaciones culturales y morales desde la infancia. Constituye el ideal del YO y actúa en forma de conciencia, alabando o desaprobando las conductas. Funciona según el principio del deber o la moralidad (bueno-malo). Se forma a partir de la interiorización de las prohibiciones de los padres. Durante los primeros años se canaliza a través de la madre, a la que el niño vive como “amor exclusivo». En torno a los cinco o seis años de vida, aparece el padre como «rival» en su posesión de la madre (complejo de Edipo). Pero, por otra parte, el niño necesita de la seguridad del padre. El conflicto se supera por medio de una interiorización de la imagen del padre. Éste es un momento fundamental para la adquisición del SUPER-EGO.

El YO. Son los elementos conscientes. Tiene como misión adaptarnos a la realidad; por eso funciona según el principio de realidad (conveniente-inconveniente). Surge en los primeros años de la vida; es, por tanto, la segunda instancia que se forma. El niño al principio es un manojo de instintos que buscan satisfacción, pero es la misma realidad la que impide esa realización. Estas experiencias son las que van a ir configurando su YO.

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LA RELIGIÓN:

Freud se encuentra en sus pacientes con el fenómeno religioso y quiere interpretarlo. Como todos los demás fenómenos psíquicos, su origen habrá que buscarlo en las profundidades del psiquismo. De hecho, constata Freud, todos experimentamos deseos de trascendencia, de inmortalidad, pero la realidad frustra esos deseos. Este conflicto crea en el hombre una cierta angustia vital, una inseguridad que en momentos se le hace intolerable. Frente a esta situación se desatan ciertos mecanismos defensivos: la religión como consuelo, como narcótico. Se recurre a una serie de conductas (ritos, oraciones) para calmar la ansiedad, aunque en realidad no curan. Por eso en otra ocasión Freud afirma que la religión es una neurosis obsesiva.

Las ideas religiosas … no son datos de la experiencia, ni conclusiones del pensamiento: son ilusiones, realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes de la humanidad. El secreto de su fuerza está en la fuerza de esos deseos. Sabemos ya que la penosa sensación de impotencia experimentada en la niñez fue la que despertó la necesidad de protección, la necesidad de una protección amorosa, satisfecha en tal época por el padre, y que el descubrimiento de la persistencia de tal indefensión a través de toda la vida llevó luego al hombre a forjar la existencia de un padre inmortal mucho más poderoso. El gobierno bondadoso de la divina Providencia mitiga el miedo a los peligros de la vida; la institución de un orden moral universal asegura la victoria final de la Justicia, tan vulnerada dentro de la civilización humana …

 

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