Vol. 16

    Sobre la elasticidad de la historia cultural

    Cuando surgió la idea de editar un número de PDC sobre historia cultural hace casi dos años, no imaginábamos que el proceso de construcción de esta revista sería el reto que fue. Decimos reto, aludiendo no a la carga negativa que puede tener esta palabra, si no a lo productivo que puede llegar a ser reanimar viejos debates, generar nuevas inquietudes, y perderse en el camino, para así lograr una aproximación quizás menos precisa pero si más honesta de lo que para nosotros es la historia cultural. Hablo en plural, porque gran parte de los debates e inquietudes se gestaron en reuniones, grupos de estudio y lecturas que hicimos de forma colectiva profesores y profesoras de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales en el marco del seminario de historia cultural del Departamento de Artes y Humanidades. Este espacio sirvió de excusa para pensarnos las posibilidades y los límites de la historia cultural, la nueva historia cultural, como se conoce en ciertas latitudes como campo. Fuimos un grupo de historiadores, sociólogos, y politólogos que encontramos en la investigación del pasado el escenario perfecto para plasmar nuestros intereses, y en la (nueva) historia cultural una sombrilla lo suficientemente amplia y elástica para incluirnos a todos.

    La amplitud y la elasticidad del campo fueron a su vez virtud y obstáculo. El intento de definirlo nos llevó a retomar autores cuyas obras se habían convertido en referentes dentro del campo, como Peter Burke, Roger Chartier, Robert Darton, Michel De Certeau, Clifford Geertz. En esta búsqueda se sumaron nombres nuevos, y así fuimos tejiendo una red más amplia y heterogénea de obras y autores quienes cabían en aquello que llamamos nueva historia cultural. Campo interdisciplinar, ecléctico, y más antiguo de lo que el adjetivo, ´´nueva historia´´ sugiere.

    Es así como en los años sesenta, el interés por la “cultura popular”, va a ser objeto de estudio para académicos que formados “como historiadores sociales o políticos”, reconocieron que “la cultura como símbolo”, era clave para comprender las dimensiones en las que se mueve lo social y lo político. Es decir, las representaciones que se hacen desde la sociedad, por ejemplo desde las instituciones, y que se materializaban en prácticas cotidianas. Este tipo de análisis o preguntas permitió un acercamiento a las dimensiones subjetivas que también le dan sentido a la vida política y social de los sujetos.

    Rastrear la experiencia vivida de sujetos que vivieron en épocas pasadas es uno de los propósitos de la historia cultural. Preguntarse qué piensa, que sienten, que leen, que comen, que escriben, como pasan su tiempo libre, que creencias tienen, como otorgan sentido a sus vidas estos sujetos, son algunas de las preocupaciones del campo. Dicho de otra forma, a la historia cultural le interesa el mundo de las prácticas, los imaginarios y las representaciones.

    Proponemos entonces definir la historia cultural no por su objeto de estudio, sino por su perspectiva analítica: la interpretación de las significaciones históricas. Esto implica que un “hecho histórico” debe estudiarse a través del discurso, la memoria, la institucionalidad, las acciones de los individuos o grupos, todo esto atravesado y sustentado por imaginarios simbólicos que se constituyen como relaciones de poder, así como de resistencia a él.

    En un artículo de 1999 publicado en el Hispanic American Historical Review1, el historiador económico Eric Van Young, quien ya al final de su carrera decidió incursionar en el campo de la historia cultural, sugiere que este campo, la historia económica, o la historia política aunque la mayoría de las veces se piensen por separado, o se consideren antitéticas, por razones epistemológicas, distinciones metodológicas, o temáticas, podrían beneficiarse al establecer un dialogo más abierto entre sí. Propuso que la historia cultural debía de colonizar las relaciones económicas, como lo ha hecho con los sistemas políticos, bajo la suposición imperialista de que toda la historia es historia cultural.

    En el 2001, el historiador Peter Burke, en una conferencia que tituló “La historia cultural y sus vecinos”2 reconoció que en esa relación de vecindad que tienen entre si disciplinas como la antropología, la historia y la sociología, relación que les ha ayudado a ir definiendo por contraste su “identidad”, la historia cultural es una “disciplina particularmente difícil de definir.” Burke habló sobre el pasado, el presente, y el futuro del campo. Nos recordó que el futuro del campo va ligado a la voluntad de aquellos que nos adscribimos a el de no abandonar el rigor metodológico y teórico, y de establecer puentes no solo con otras disciplinas, sino con otros campos de la Historia. A luchar contra la fragmentación o la pérdida de identidad del campo. El hecho de que seamos un campo heterogéneo, elástico, y difícil de definir debe de enriquecer el debate en vez de diluirlo.

    Las secciones que hacen parte de esta edición de papel de colgadura recogen una variedad de textos tan heterogéneos o elásticos como el campo, pero con perspectivas analíticas que retoman preguntas sobre las experiencias vividas, las prácticas, los imaginarios y las representaciones. Esperamos que el lector encuentre en estas páginas una variedad de temas que dan cuenta de lo cotidiano y experiencial en clave histórica. Este número incluye textos sobre el carnaval de Cali en la década de los 20, el mundo de la producción artística de Cali en los años 80, las imprentas e impresores del barrio San Nicolas, y el mundo de la moda. En un esfuerzo por abrir espacios para la publicación y divulgación de textos escritos por estudiantes de las electivas del

    Departamento de Artes y Humanidades este número incluye relatos de viajes escritos en la electiva, Crónicas de Viajeros y ensayos escritos en la electiva Magia, brujería y herejía en la historia. Esperamos disfruten leyendo los textos que recogimos en este intento por reflexionar sobre un campo de estudio elástico y heterogéneo, el mismo que da acogida a historiadores variopintos, sociólogos, antropólogos, y críticos literarios, entre otros, que retoman el pasado para pensarse lo cotidiano, las experiencias, los imaginarios, representaciones, y significados que tejen nuestra condición humana.


     

    1.´´The new cultural History comes to old Mexico´´, in The Hispanic American Historical Review Vol. 79, No. 2, Special Issue: Mexico's New Cultural History: Una Lucha Libre (May, 1999), pp. 211-247.

    2.Burke, Peter, “La historia cultural y sus vecinos”, en Alteridades, vol. 17, no. 33, México, enero-junio, 2007.

     

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