Vol. 17

     

    El año pasado (2017) se cumplieron cuarenta años de la publicación de la novela ¡Que viva la música! y, paradójicamente, cuarenta años del suicidio de su autor, Andrés Caicedo. Era la tercera vez que Caicedo intentaba quitarse la vida. Murió el cuatro de Marzo de 1977, el mismo día en que recibió el primer ejemplar de su novela publicada. Cuarenta años después, la novela y el mito que hemos construido alrededor del autor, su obra y su muerte, sigue envolviendo esta ciudad, atrapando a miles de jóvenes que continúan identificándose con sus palabras.

    Fue una de las novelas que marcó mi juventud y estoy segura de compartir esta experiencia con muchas personas; en especial con los y las caleñas que, en la edad en la que todo adolece, sobrellevamos este Calicalabozo echando mano de la literatura, la salsa y la rumba como vías de fuga y como motores de encuentros con la diversidad caleña. Encuentros como los que vivía la heroína de la novela. Y es que pasa que, en una sociedad tan jerarquizada, la fiesta y los paseos al río nos permitían cruzar barreras de clase y clasificación étnico-racial. Abrazábamos y aplaudíamos las transgresiones de Maria del Carmen Huerta, tal como las siguen abrazando y aplaudiendo los miles de lectores y lectoras que dan con Caicedo, su novela y su legado.

    El año pasado, motivadas por el interés de un grupo de estudiantes, empezamos a pensarnos una serie de encuentros académicos para conmemorar los cuarenta años que han pasado luego de que publicara la novela y de que Caicedo se quitara la vida. Esta edición surge del interés y la fascinación que Caicedo continua despertando entre lectores y lectoras de diferentes edades, pero recoge, en especial, la mirada de los jóvenes que siguen interesándose por su obra.

    Esta edición recoge también el cuento ganador del concurso de cuentos que Maria del Pilar y Vickie Caicedo sacaron adelante para conmemorar los cuarenta años de la novela y de la muerte de su hermano. Al concurso se presentaron 826 cuentos de jóvenes escritores de todas partes de Colombia y contó con la presencia de escritores como José Zuleta, Harold Kremer, Humberto Jarrín, Carmiña Navia, Angela Rosa Giraldo, Melba Escobar, Juan Gabriel Vasquez y Juan Esteban Constain quienes hicieron las veces de jurados, así como Ricardo Silva Romero, pieza fundamental en la organización del concurso.

    Inspirados en el concurso de cuentos, el Centro Leo de la Universidad Icesi (centro dedicado al estudio de la Lectura, Escritura y Oralidad) lanzó un concurso de ensayos sobre la obra de Caicedo y esta edición incluye también los tres textos ganadores. Ensayos como los de estos jóvenes, y como los escritos de Mariana Arias y Juliana Penagos, dan cuenta de cómo estas generaciones continúan leyendo a Caicedo; textos como los de Betty Osorio, Estefania Calderón, Edwin Carvajal y Santiago Andrés Gómez dan cuenta de cómo la academia aborda su obra.

    De modo que, les invitamos a leer estos autores y autoras de diferentes edades que hablan, desde diferentes lugares, cómo vivieron y continúan viviendo las palabras y el legado de Andrés Caicedo.

    Quiero dar un agradecimiento especial a Maria del Pilar y Vickie Caicedo por abrirnos las puertas de sus casas. Su generosidad y confianza hicieron posible esta revista.

     

    -Margarita Cuéllar Barona