Notas al primer capítulo del libro

Postproducción. La cultura como escenario: modos en que el arte reprograma el mundo contemporáneo, Nicolas Bourriaud.

Introducción

“Desde comienzo de los años noventa, un número cada vez mayor de artistas interpretan, reproducen, re-exponen o utilizan obras realizadas por otros o productos culturales disponibles. Ese arte de la postproducción, responde a la multiplicación de la oferta cultural, aunque también más indirectamente responde a la inclusión dentro del mundo del arte de formas hasta entonces ignoradas o despreciadas. Podríamos decir que tales artistas que insertan su propio trabajo en el de otros contribuyen a abolir la distinción tradicional entre producción y consumo, creación y copia, ready-made y obra original. La materia que manipulan ya no es materia prima”. (7)

Las nociones de originalidad (estar en el origen de…) e incluso de creación (hacer a partir de la nada – materia prima) se difuminan así lentamente en este nuevo paisaje cultural signado por las figuras gemelas del deejay y del programador, en la que ambos tienen la tarea de seleccionar objetos culturales  y re-insertarlos dentro de (otros) contextos definidos. Se trata de objetos que ya están circulando en el mercado cultural, es decir, objetos que ya han sido informados.

El libro “Postproducción recoge las formas de saber generadas por la aparición de la red, en una palabra, cómo orientarse en el caos cultural y cómo deducir de ello nuevos modos de producción. [….] Esta forma de creación pareciera hacer una crítica de las formas de vida contemporánea y se diera por una actitud diferente con respecto al patrimonio artístico, mediante la producción de nuevas relaciones con la cultura en general y con la obra de arte en particular”. (8) El arte ya no se ocupa del arte, ni de cuestionar el papel que este juega, el arte de la postproducción se ocupa de la vida contemporánea.

Bourriaud enumera cinco diferentes tipologías en el arte de la Postproducción:

  1. Reprogramar obras existentes: Se trata del arte (y los artistas) que incorporan, manipulan o trabajan a partir de piezas de otros artistas (en el sentido amplio de la palabra ya que pueden ser trabajos de arquitectos, diseñadores industriales, cineastas , etc).
  1. Habitar estilos y formas historisadas: Se trata de los artistas que inscriben sus obras en ciertos estilos y formas historisadas pero que no se proponen simplemente habitar esas formas o estilos, sino recodificar, re significar justamente a través del uso. Adaptan estructuras y formas (de cualquier tipo) a sus problemáticas personales.
  1. Hacer uso de las imágenes: Los ejemplos que usa Bourriaud se limitan a obras que crean a partir de piezas cinematográficas. No obstante, asumimos que es el uso de la imagen lo que está en juego y no el formato de la misma. Se trata de “usar” esas imágenes y recodificarlas, re contextualizarlas a través de su uso.
  1. Utilizar a la sociedad como un repertorio de formas: es tal vez la más difícil de acuñar ya que estos artistas utilizan como insumos productos de la sociedad más no del arte. Bajo la categoría de “productos” no sólo caben las cosas que usamos o consumimos a diario, sino también ciertas prácticas y comportamientos sociales.
  1. Investir la moda, los medios masivos: Trata del arte que toma prestados elementos de la cultura popular, las series de televisión, la moda fashion y el mass media.

Todas estas manifestaciones “atestiguan una voluntad de inscribir la obra de arte en el interior de una red de signos y de significaciones, en lugar de considerarla como una forma autónoma u original. Ya no se trata de hacer tabla rasa o crear a partir de un material virgen sino de hallar un modo de inserción en los innumerables flujos de la producción”. (13)

El artista ya no se ocupa de preguntarse qué es lo “nuevo” que se puede hacer, sino más  bien como trabajar con lo que ya está dado. El mundo es el repertorio de formas a partir del cual se ha de crear. Esto todo se hace posible gracias al cambio que se sugiere a partir de los modos de apropiación. El artista debe inventar nuevos protocolos de uso, de elaborar el sentido a partir de esa masa caótica de objetos, nombres propios y referencias que constituyen nuestro ámbito cotidiano.

Es así como cuando “Rirkrit Tiravanija nos propone que tengamos la experiencia de una estructura formal dentro de la cual él está cocinando, no realiza una performance sino que se sirve de la forma -performance. Su finalidad no es cuestionar los límites del arte; utiliza formas que sirvieron en los años sesenta para investigar esos límites, pero con el fin de producir efectos completamente diferentes”. (14)

Bourriaud introduce también la noción del juego en el arte cuando, citando a Duchamp alude a que el arte es “un juego entre todos los hombres de todas las épocas” y que siendo ese el caso, la postproducción sería “la forma contemporánea de ese juego” (15). En este “juego” se tienden a borrar las fronteras entre consumo y producción. Es tal vez por esto que Bourriaud dice que el artista es un semionauta que tiene a su cargo la producción de nuevos sentidos y recorridos originales entre los signos. Las nuevas prácticas artísticas atenúan la frontera entre recepción y práctica produciendo así nuevas cartografías del saber. Entonces, “toda obra es el resultado de un escenario que el artista proyecta sobre la cultura, considerada como el marco de un relato – que a su vez proyecta nuevos escenarios posibles en un movimiento infinito” (15).

En este sentido la obra de arte contemporánea no se ubicaría como la conclusión del proceso creativo (un “producto finito” para contemplar), sino como un sitio de orientación, un portal, un generador de actividades. Se componen combinaciones a partir de la producción, se navega en las redes de signos, se insertan en las propias formas en líneas existentes.

“En esta nueva forma de la cultura que podríamos calificar de cultura del uso o cultura de la actividad, la obra de arte funciona pues como la terminación temporaria de una red de elementos interconectados, como un relato que continuaría y reinterpretaría a partir de los relatos anteriores. […] Al convertirse en generador de comportamientos y de potenciales reutilizaciones, el arte vendría a contradecir la cultura “pasiva” que opone las mercancías y sus consumidores, haciendo funcionar las formas dentro de las cuales se desarrollan nuestra existencia cotidiana y los objetos culturales que se ofrecen para nuestra apreciación”(17).

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