LAS HISTORIAS DETRÁS DE LA HISTORIA

LAS HISTORIAS DETRÁS DE LA HISTORIA
La necesidad de conocer distintas versiones de una misma historia es cada vez más imperativa. Resquebrajar el monopolio de la mirada histórica es imprescindible para dar cabida a la diversidad, más cuando la Constitución Política de 1991 reconoce el carácter multiétnico y multicultural del país. En otras palabras, refrenda lo que la cotidianidad demuestra: Colombia es mestiza por excelencia.
Entre muchos ejemplos, ilustremos un pequeño botón culinario: el sancocho. Plato típico que acoge elementos indígenas, africanos y europeos: maíz, yuca, plátano, papa, carne, condimentos o especias… y que se consume, con sus variaciones, en las diferentes regiones. Y que en días festivos se cocina realiza alrededor de una olla grande en compañía de familiares y amigos al son de la música y el baile.
Sin embargo, como dice Eugenio Barney Cabrera en su libro Notas y apostillas al margen de un libro de cocina: “lo curioso del sancocho no está sólo en sus mestizos componentes, ni en su posible origen negroide (…) Lo curioso está en el origen del vocablo que (…) sospecho debió de ser algún español sabihondo en semánticas antiguas”.
Romper los paradigmas históricos es un trabajo arduo, polémico y contracultural que deben realizar las diferentes áreas humanísticas. Develar la historia es la oportunidad de descubrir al ser humano, común y corriente, desde del conjunto de relaciones que teje y transforma el diario acontecer. Cada quien es protagonista de su propia historia y, aunque invisibilizado, participa de la construcción de sociedad.
En la celebración de las fiestas del Bicentenario, en el corregimiento de Mulaló, se pudo leer esta pancarta en la esquina principal del parque:
BICENTENARIO AFROCOLOMBIANO
200 AÑOS DE:
Pobreza, Hambre y Miseria,
Desempleo, Indigencia y Analfabetismo
Racismo, Discriminación y Desigualdad
Invisivilización, Marginación y exclusión
Sometimiento, Opresión y Xenofobia
Intolerancia, Injusticia y Desplazamiento.

LA EDUCACIÓN Y LA UNIDAD NOS HARÁN
VERDADERAMENTE LIBRES

“AFROYUMBO”

La historia de los diferentes pueblos colombianos está por escribirse. Son puntuales los esfuerzos por dar razón de las distintas manifestaciones culturales que habitan y participan de la identidad colombiana. Investigadores como Hugo Rodríguez Acosta, con Elementos críticos para una nueva interpretación de la historia colombiana (1974), Ildefonso Gutiérrez Azopardo, con Historia del negro en Colombia (1980) y Germán Colmenares, con Las convenciones contra la cultura (1987), procuran lecturas que inscriben valoraciones y perspectivas novedosas que alimentan nuevas interpretaciones de la historia colombiana.
Los modelos y estereotipos son muy comunes en nuestro país y la educación escolar es su mejor medio de propagación. Basta tomar como ejemplo la lectura decimonónica de la novela María: Romántica, triste y clásica novela colombiana, en cuya trama la protagonista muere de amor. Efraín, siendo aun muy niño es alejado de la casa paterna para que estudie en Bogotá. Después de 6 años regresa a su terruño donde se reencuentra no sólo con su familia sino con su, hermosa y casi quinceañera, prima María, de quien siempre ha estado calladamente prendado. La ilusión de los jóvenes se trunca porque Efraín, por órdenes de su padre, debe viajar a Londres a estudiar medicina. En medio de gestos y promesas, la partida se hace dolorosa. Después de dos años, el estudiante recibe la orden de regresar urgentemente a su país, pues María está gravemente enferma. Al llegar, su hermana Emma le da la nefasta noticia: María ha muerto.
En esta lectura repetida se dejan de lado los múltiples aportes del relato: la descripción de las haciendas y las costumbres de la primera mitad del siglo XIX, la versión de la llegada de algunos “extranjeros” al Gran Cauca, la visión política de la época, la realidad de los esclavos: “En mi ausencia, mi padre había mejorado sus propiedades notablemente: una costosa y bella fábrica de azúcar, muchas fanegadas de caña para abastecerla, extensas dehesas con ganado vacuno y caballar, buenos cebaderos y una lujosa casa de habitación, constituían lo más notable de sus haciendas de tierra caliente. Los esclavos, bien vestidos y contentos, hasta donde es posible estarlo en la servidumbre, eran sumisos y afectuosos para con su amo…”, entre otros asuntos no menos relevantes. La novela quedó relegada a la trama amorosa en detrimento de la mirada global sobre una época trascendental para el futuro desarrollo del país. Recordemos que la liberación de los esclavos se promulgó en 1821, pero que sólo fue posible hasta el 1 de enero de 1852 cuando fueron redimidos sin ningún tipo de condicionamiento.
una pregunta para reflexionar: ¿Qué sitial ocupan los negros en la historia y en la literatura vallecaucana?
Que la historia del ser humano está constituida por los hechos más relevantes es cierto. Que la versión es de los vencedores y no de los vencidos es cierto. Que toda nación necesita de héroes es cierto. Pero que son más los héroes y los vencidos también lo es. Además, no siempre los vencedores tienen la razón, las más de las veces sólo el poder (de)y las armas. Por lo tanto, para construir una nación pluralista e incluyente es imprescindible reivindicar esas historias y hacer visibles a sus protagonistas.
Ricardo Iglesias Dávila
23 de agosto de 2010

He aquí dos enlaces a textos interesantes sobre las focalizaciones de la historia:
Chimamanda Adichie. El peligro de una sola historia. Versión del 23 de agosto de 2010. http://eminenciagris.org/?p=674
Juan Gabriel Vásquez. El Bicentenario: ¿la historia de quién? Versión del 23 de agosto de 2010. http://www.elespectador.com/columna-217461-el-bicentenario-historia-de-quien

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