ESCUELA Y ESTUDIANTES: HOMOGENIZACIÓN VS IDENTIDAD

ESCUELA Y ESTUDIANTES:
HOMOGENIZACIÓN VS IDENTIDAD

Cuando nos preguntamos por qué los estudiantes tienen actuaciones o comportamientos tan distintos a la educación recibida en casa y escuela, nos asaltan muchas respuestas que, al no lograr comprenderlas, nos llevan a emitir juicios disímiles, para luego quedarnos con el dulce sabor amargo de la equivocación y con la evidencia de volver a tener dificultades y enfrentamientos con ellos.

Cada muchacho vive sus experiencias particulares y colectivas. Está inserto en grupos distintos rodeados de normatividades, presionados por las modas, los medios masivos de comunicación, las familias, la escuela y el ímpetu social cada vez más avasallante, del éxito por encima de todo.

Nos preguntamos entonces, ¿qué tanta incidencia tiene el entorno inmediato en sus actuaciones?, ¿en su forma de pensar?, ¿en la manera como asume las relaciones con padres, compañeros y profesores?, ¿cómo asume a sus amigos no escolares?

Entender al estudiante actual implica repensar el proceso ser profesor. ¿Cómo asumió sus estudios escolares cómo fueron sus relaciones con las áreas de conocimiento y con los profesores? Habrá alguno que pueda hoy decir todo fue risas y alegrías. Dirá que hubo momentos buenos, agradables y magníficos, otros malos, dolorosos y tortuosos, por decir lo menos. Pero ¿qué los impelía a continuar?

Saltan a la palestra incontables motivos: la férrea voluntad de los padres de familia, la imperiosa necesidad de estudiar para progresar y asegurar un empleo que le brindara, por lo menos, estabilidad, desarrollo y cierta seguridad social.

Sin importar cuales fueron las razones, salieron avantes, no sin ciertas molestias, malos entendidos y odios bien guardados. Los recuerdos se confunden y los bueno momentos perduran porque…

El tiempo se ha convertido más allá de escultor y testigo, en la Penélope que con flujo incontenible teje el velo que va escondiendo minuciosamente sufrimientos y vejámenes, no permitiendo volver sobre ellos para considerarlos y vencerlos. El tiempo urde raudo el velo del olvido sobre los días hórridos y empieza a destejer con vehemencia el velo de la ilusión. Así, un momento prolijo de alegría o paz bastará para desvanecerlos de la memoria, pues el hombre en su férrea voluntad de vivir recuerda con mayor facilidad los éxitos y los progresos y, sólo como en claroscuro, las amarguras y derrotas.

En aquella época se sentían incomprendidos y con la espada de Damocles pendiendo sobre sus cabezas, pues aunque la guillotina ya no existía, continuaba el descabece escolar y el consiguiente señalamiento social.

Ir contra la norma en busca de la verdad o por el simple placer de llevar la contraria, representaba lo mismo: identificación del rebelde sin causa, subversivo, contestatario y sufrir las sanciones de los adultos y la Escuela.

La Escuela ad portas del siglo XIX se convirtió en el sitio social adecuado para proyectar la vida. Su propósito era permitirle al joven aprender a ser mejor ciudadano y desarrollar sus capacidades intelectuales, así la educación fue origen de desarrollo. Para alcanzar los objetivos, se le encomendó a los enseñantes la tarea de transmitir el legado cultural acumulado a lo largo de los siglos y en especial, los contenidos conservados desde la Enciclopedia. Se educaba bajo un modelo de sociedad y se mostraba el camino a seguir en la edad adulta. Lo imprescindible era enseñar el conocimiento que perpetuara el orden social establecido. Un ejemplo claro de ésto son las reflexiones del doctor  Manuel Ancízar, Rector de la Universidad Nacional de Colombia, en los dos tomos de su libro  La peregrinación del Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850-1851(1850-1851, que refieren una enseñanza insulsa y alejada de la ciencia misma de enseñar:

(…) Y aún hay que añadir muchos de los que han concurrido a las escuelas, por cuanto salen muy mal enseñados, y en breve olvidan la    indigesta instrucción que recibieron sin método y sin hacerles conocer cómo habrán de aplicarla a los negocios. (…) La tal enseñanza se reduce a fatigar la memoria de los niños con preguntas y respuestas que sobre religión, gramática y aritmética aprenden al pie de la letra, y a la lectura y escritura, en cuyo aprendizaje gastan tres o cuatro años… prueba de que la instrucción propiamente dicha, que consiste en el ejercicio del entendimiento, no existe reduciéndose a un estéril recargo de la memoria con palabras que para el alumno carecen de significación bien entendida… La ciencia de enseñar no ha penetrado todavía en nuestro país, y al paso que vamos no penetrará en mucho tiempo”.

La Escuela se cerró en sus fronteras físicas y en lo social no iba más allá de proveerle a los alumnos las pautas de comportamiento para desempeñar distintos roles en su cotidianidad. Permaneció modelando el ser de los niños y normalizando al joven para que siguiera los pasos adultos. Esquema a toda vista reproductor de conductas, conceptos y actuaciones. Prevaleció el método de enseñarles a los alumnos lo necesario para hacerse hombres y mujeres de bien, ciudadanos al servicio de la sociedad.

La Escuela se hizo custodia de la estructura social. Reproduce la sociedad y disciplina a los alumnos, pues los padres le trasladaron la educación moral de los hijos, con lo cual asumió funciones propias de la Familia hasta el punto de que ella sólo hacia presencia cuando era requerida o se entregaban notas.

La Escuela respondió a inquietudes cómo quién cuida, educa y disciplina a los niños. Se le dio la tarea de suplir los vacíos, infundir valores que controlen a los jóvenes y que los prepare para ser adultos de bien” (Cajiao, F. 1995: 30).

La escuela no permitió lo diferente, únicamente lo uniformado, la homogenización de las formas de pensar, sentir y hacer. Adquirió dominio no sólo sobre el saber, también sobre el actuar. Los padres corean que la Escuela es el segundo hogar, lo cual induce a representar la comunicación alumno-profesor como una relación vertical, en la que el profesor remplaza al padre en jerarquía y autoridad y la Escuela asume el papel de Hogar, multiplicador de valores y virtudes.

Pero, ¿qué hacen los profesores con descomunal designación?

En la escuela los maestros se convierten en los grandes sacerdotes de la ciencia de los que hablaba Comte, pero estos, al contrario de lo que suponía el autor, no son necesariamente sabios, sino que más bien se presentan como si lo fueran para evitar ser cuestionados, para justificar la arrogancia y el distanciamiento del joven, para ponerse por encima de sus estudiantes de manera arbitraria, porque ni ética, ni moral, ni pedagógicamente esta posición predominante del maestro en el mundo escolar es aceptable. (Bonilla, Elssy: 92 ss).

En esta perspectiva el profesor-educador asume y mantiene su papel de protagonista, enseña y le transmite al alumno un estado de dependencia frente al saber, al comportamiento y al hacer. Ante el modelo social a seguir, los alumnos reproducen lenguajes, ademanes, conductas y dicen, al interior del aula, lo que sus profesores quieren escuchar y ver. Se impone la sensación existencial de que el niño o joven no es nada sin el educador. Él sabe, el resto no.

Pero, ¿será que lo impartido por la Escuela llena las expectativas y la realidad de los jóvenes?, ¿será que atiende sus intereses?, ¿será que tiene en cuenta los nuevos elementos tecnológicos y pedagógicos? O ¿no nos atrevemos a romper esquemas?

Cabe también preguntarse por la cualificación de los profesores, por su desarrollo personal y profesional, por el acercamiento crítico a las nuevas teorías educativas, no sólo para refutarlas o asimilarlas sino para analizarlas y adaptarlas a los tiempos de los estudiantes. Decir profesor, educador, docente, es decir tradición. Es preciso dar el paso adelante, o al costado quien no lo desee, y recomponer el quehacer en la Escuela para despojarnos del papel de protagonistas y cederlo a los estudiantes. Porque para ellos…

No hay grito más desgarrador que el de la soledad. El de estar en medio de todo y de tanto y sentirse abismalmente solo. Hablar y no ser escuchado; actuar y no ser observado… pero si juzgado.

Ser o no ser, actuar o parecer, callar o hablar, he aquí, cuatrocientos años después, la persistencia del dilema. Cómo pretender que sean ellos mismos cuando todo a su alrededor le señala qué debe ser. Cómo ser ellos mismos si su entorno inmediato es espejo sin luna; es un monólogo interminable, es tierra estéril donde sus pensamientos caen en el vacío. Cuando todas las flechas y caminos conducen a Roma y Roma no es su destino elegido.
¿Qué ocurre?, ¿qué le ocurre? Es el rebelde que dice “el camino más corto es una línea curva”; pi no es número, es un monosílabo y con es una preposición de obligación.

Ocurre que todos los caminos le conducen a la interminable noche, pero que el día, el viaje, es lo que desea andar, disfrutar con sus ojos y gozarlo con sus manos. Ocurre que le aburre el tiempo interminable y gusta de lo fugaz, de aquello que no le ocupa todo su ser y vida.

Ocurre que su mente es volátil y no se aferra a una sola cosa, pensamiento o hacer; quiere agarrar todo y cambiar todo y ser él y que cada quien sea. Ocurre que escoge su camino y se mete en líos; que va pensando en sus sueños y se topa con el adulto que regresa; que va masticando su futuro y tropieza con flechas y caminos a Roma… y él no quiere ir, se niega ir a Roma.

Cómo ser él mismo cuando no sabe qué es la vida y no sabe dónde está, si en los otros o en él; en los libros o en la cotidiana experiencia; si en sus padres que la llevan recorrida o en él que apenas la balbucea. Cómo aprender a hablar si cada cual le indica cómo hacerlo, para qué quiere caminar si sus pasos son gobernados por las líneas férreas y perennes socialmente construidas.

Mejor opta por postrarse en la cama y esperar a que todo le llegue, por estirar los brazos con las manos abiertas y asumir la vida cual semáforo donde espera le den poco o mucho y no hacer nada y ser nadie en la encrucijada de caminos donde los adultos señalan las rutas, marcan los itinerarios y él no tiene libertad alguna para decidir.

El tiempo se lo cobran a precio de oro porque debe aprovecharlo, ahorrarlo y hacerle dar frutos ajenos. Tiempo, ¿para qué tiempo?, ¿para reproducir?, ¿para aceptar modelos tomados?, ¿para continuar el devenir de una tradición adulta dueña del saber, de la experiencia, de la afectividad y de su destino?

Para aprender debe seguir a sus profesores, almas benditas, orientadoras del saber y la autoridad; a su padres únicos conocedores de la vida: “yo sé por qué se lo digo”; al Estado que se perpetró en estado y no en proceso; a las leyes cada vez más lejanas, ciegas y acomodadas para repicar un modelo, a toda vista, fracasado.

Extraña su cuerpo visto desde su sensibilidad. Extraña caminar dando tumbos, reconociendo el entorno, agarrando cada cosa y lograr manipularla, saborearla, escucharla y después dejarla a un lado para agarrar otra y otra. Extraña la curiosidad que se llevaron sus padres y la escuela, extraña todo lo que tenía a tan poca edad y que le hacia dueño de los mayores tesoros. Ahora no tiene nada, todo es prestado, dirigido o regido. El juego desapareció, eres grande, le repiten. No obstante, en el niño habitan el poeta, el loco, el científico, el soñador, el… Ya grande, todos le han abandonado y sus tesoros se los llevaron, se los quitaron y se quedó solo y vacío. Sin ellos ¿quién es?, eran cada parte de él y todos juntos eran su YO.

Y si no soy yo ¿qué puede ser?, ¿qué pretenden que sea? Puede Usted Profesor decirme ¿Quién soy? ¡Respóndame!, por favor, o por lo menos ayúdeme a saberlo, desde mí mismo, no me imponga ni ayude a otros a imponerme una identidad, pues no seré yo, sólo una máscara multicolor y multipropósito que podré quitarme cuando pueda o quiera, aun simplemente ¡cuando a mí se me dé la gana!

Por favor, ¡tomen en serio lo que yo hago, pienso y siento! Ya no quiero ser el fruto resultado de las flores ajenas. YO quiero ser la flor y dar mis propios frutos, o por lo menos ser fruto de mí mismo.

RICARDO IGLESIAS DÁVILA
Cali, 6 de junio de 2005

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One Response to “ESCUELA Y ESTUDIANTES: HOMOGENIZACIÓN VS IDENTIDAD”


  • Comentario from Danitza

    Muchas gracias por compartir tu reflexión es estimulante y esperanzadora, y digo esperanzadora tal como dice P.freire desde un punto de vista movilizador y transformador.

    Gracias

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