La langosta y el liderazgo

La langosta y el liderazgo

 

Jorge Eliécer Castellanos


[1]  Aunque parezca inverosímil, las langostas avanzan a manera de regimiento, en perfecto orden, que corresponde a un inteligente y escalonado proceso de movimientos por edad, capacidad, valor  y experiencia.  Desde épocas milenarias aplican con total éxito una cooperación entre sí que garantiza la supervivencia de la especie más terrible de insectos voladores del planeta.

 

[2]  El sabio Salomón así lo advierte en sus enseñanzas proverbiales, al revelar, con respecto a la trascendencia empresarial de los animales, que a las langostas les pertenece el más alto sentido de cooperación entre sí, toda vez que, sin tener quien las dirija, marchan en orden estricto y salen rigurosamente en forma de incontenibles cuadrillas para asolar comarcas enteras.  En el mismo sentido, las hormigas demuestran claramente la conciencia de provisión, porque aseguran en el verano su alimento, e igualmente los conejos tienen advertido el peligro, debido a que ponen su casa en la piedra.  Salomón también observó hace más de 25 siglos que la araña cuenta con una capacidad formidable para adelantar una actividad útil, porque elimina insectos nocivos, no obstante que cabe en un puño y ocupa los palacios del rey.  Concluye, dentro de ese contexto, que pequeños animales son más sabios que los sabios, en virtud de que se orientan previsivamente, poseen conciencia del peligro, desarrollan tareas de gran utilidad, y cooperan recíprocamente, cuatro características básicas para que un líder empresarial de   nuestros   tiempos   sea próspero en sus metas.

 

[3]  La compleja interacción de las langostas en su exigente modelo organizacional, proclive al desarrollo de sistemas interdependientes, hace de la cooperación, considerada en  su conjunto y sin orientación de “jefes”, un eficaz modelo de unidad y de interactuación que supera las barreras, garantiza su desarrollo evolutivo desde su nacimiento hasta su extraordinaria procreación y, claro está, asegura tanto la finalidad de arrasamiento que inspira su creación como su supervivencia.  En el mundo empresarial, contrariamente, muchos líderes dirigidos hoy por hoy por otros mayores que ellos, arruinan sus empresas y sus vidas porque no cooperan entre sí, carecen de metas y no propenden a la unidad colectiva para alcanzar sus objetivos.

 

[4]  Inequívocamente el insecto saltador figura en primer orden como aquel que ha causado mayor ruina a la humanidad dado que aborrece los vegetales secos y devasta todo lo verde que encuentre en su camino.  Por tal razón aparece entre las diez plagas del antiguo Egipto, específicamente en el octavo envío del ser supremo al faraón, conforme al registro escritural del capítulo décimo del libro del Éxodo.

 

Cooperación para la victoria

 

[5]  Se precisa desde la antigüedad que las langostas marchan en un orden militar excelente, asimilándose a un regimiento severo, riguroso y metódico.  Por edad, capacidad, valor y experiencia, las langostas responden a un inteligente diseño natural sin líder que las encamine.  Por la mañana, cuando el sol está alto, innumerables enjambres de grillos migratorios se levantan y, si no han encontrado alimento, vuelan a favor del viento para evitar desgaste necesario de energía.  Por la tarde, se abaten sobre la tierra y cubren los campos.  Su desplazamiento gigantesco logra materializar con frecuencia una nube de 16 ó 18 kilómetros de largo y de seis a ocho kilómetros de ancho.  El cúmulo llega a la sorprendente dimensión de que el sol no puede pasar a su través, es decir, pueden cambiar, en el espacio  geográfico que transitan, la luz del día por profunda tiniebla, y dejan, por consiguiente, en intempestiva oscuridad la región ocupada.

 

[6]  El mayor enjambre registrado históricamente tenía 42 millones de estas minibestias que hacen daño a las cosechas, causan angustia y hambruna a millones de seres humanos en sitios como el continente africano, donde estas plagas pueden moverse de festín en festín durante diez años completos.  El ruido de sus alas es ensordecedor.  Cuando descienden sobre la tierra forman una capa de hasta 40 centímetros de espesor.  Si el aire está frío y  húmedo o si están mojadas por el rocío, se quedan allí hasta que el sol las haya secado y calentado.  Nada las detiene.  Por su inmensa cantidad, apagan los fuegos encendidos para ahuyentarlas y llenan las fosas cavadas también por los finqueros, para impedirles el camino.  Escalan murallas, ingresan a las habitaciones por puertas y ventanas, devoran los tallos verdes, arrancan la corteza de los árboles e, inclusive, quiebran las ramas por la acumulación cooperativa de su peso.

 

[7]  Su trabajo es realizado con el alcance exacto de un proceso de cooperación.  Primeramente, a la vanguardia aparece un equipo de temibles langostas veteranas, fuertes y acorazadas; luego avanzan sucesivamente, en perfecto orden sistemático, los enjambres jóvenes que a ritmo vertiginoso se están desarrollando; y más atrás, están prestas las larvas a romper el cascarón de sus huevos para ir al ataque.  En esta escalonada forma de edad aseguran la continuidad del arrasamiento y se van haciendo cada vez más invencibles.  La victoria del devastador saltamontes radica en el desarrollo de una cooperación en todos los niveles, tiempos y plazos armónicamente determinados, merced a que cuando los pueblos afectados están matando las primeras langostas, las otras se están desarrollando y se hace lógicamente imposible trancar su arremetida porque enseguida las demás atacan con furia.  Se ha observado que las primeras llegan en tanta cantidad que apagan las líneas de fuego,  cubren los fosos y mueren inevitablemente.  Por esta situación, las jóvenes pasan por encima de sus restos y prosiguen cooperando con las otras langostas para que sigan adelante, sin cesar, en la finalidad que se han propuesto alcanzar.

 

[8]  Este ejemplo, digno de imitar en el orbe empresarial, asombra, desde luego, porque la forma de cooperación se lleva a cabo en perfecto orden, y sorprende mucho más cuando se labora complejamente en millonarias cuadrillas que carecen de un líder que las dirija u oriente; empero, las langostas nunca pierden su unidad ni su objetivo y van siempre cooperando en todos los niveles, fases y metas de la especie, para asegurar sus propósitos, para desarrollarse y procrear y para, finalmente, garantizar su supervivencia generación tras generación.

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