Desde que empecé mi carrera universitaria en Icesi, tuve mucho interés por los convenios en el exterior con los que estaba vinculada la universidad. Con el tiempo, empecé a indagar sobre programas internacionales que tuvieran mayor afinidad con mi carrera, y fue así como concluí que mi primera opción iba a ser la del programa BIBA de Montpellier Business School. Para motivarme, complete los 4 niveles de francés que ofrece la Universidad, y mi intriga por conocer la cultura francesa, aumentó significativamente. Preferí dejar esta experiencia para mi último año en Icesi y no me arrepiento en lo absoluto. El día esperado llegó y trajo consigo un choque cultural instantáneo. Escuchar ese primer “Bonjour” de la azafata al llegar a Paris, me convenció realmente de que mi aventura estaba por comenzar.

Llegué dos semanas antes de que comenzaran las clases, pues había decidido buscar personalmente el lugar donde iba a vivir. Corrí con mucha suerte; el quinto día, de casualidad, llegué a la oficina del “Tio Luc” (Flash Immobilier) y al séptimo ya me había mudado. El tema de la vivienda puede ser un poco estresante al comienzo, pues lo ideal en Montpellier es vivir cerca al centro y conseguir algo a buen precio. El primer mes fue el más costoso; el deposito del apto, el seguro del mismo, la renta, el pago de la tarjeta de transporte por un año, entre otros, hacen que uno a los 15 días sienta que va a comer pasta por el resto del intercambio. Recomiendo venir con un fondo inicial generoso. De resto, en promedio, los gastos son de 750 euros mensuales.

En cuanto a las clases, son totalmente distintas a las que estaba acostumbrada en Icesi. Los horarios cambian todas las semanas, y hay veces en las que las cancelan y las reacomodan de una manera no tan conveniente para viajar. Y digo viajar, porque hay muchas ciudades y pueblos cerca que vale la pena conocer, además que sale muy económico hacerlo si se programa con tiempo.

El ritmo académico no se compara con el de nuestra Universidad, depronto si hay que hacer uso constante de la plataforma de la U y hacer actividades y quices en ella, pero nada alarmante. Con el tiempo uno se adapta al ritmo. Nos dividen entre estudiantes internacionales y franceses. Puede no ser tan bueno para quienes vienen con la idea de aprender mucho francés, pero la clave está en conseguir amigos de acá también. La gente es muy querida y abierta. Me ha gustado mucho poder interactuar y compartir ideas con personas de todo el mundo. Hay mucha vida social, en especial nocturna. Eso resulta interesante; tanto tu diario diurno como nocturno es diferente todas las semanas, lo ideal está en llevar un balance y disfrutar, sin excesos, la vida como estudiante.

Terminar de escribir este testimonio, significa que pude materializar mi sueño de venir a Francia, lo cual es realmente satisfactorio. Vivir y culminar esta experiencia con éxito, encabeza mi lista de prioridades para lo que queda de éste intercambio.