TESTIMONIO

¿Alguna vez se imaginaron viajar al extranjero para vivir el intercambio de sus sueños y de repente ser abordados por una pandemia que cambió el rumbo de todo y así terminar encerrados en una habitación, solos, durante tres o más meses? Bueno, ese es mi caso, quien después de casi tres meses en República Checa, me veo en la penosa realidad de frustrar gran parte de mis sueños y planes debido al Coronavirus. Llegué con la ilusión de disfrutar al máximo la vida de estudiante extranjero, de conocer la mayor cantidad de países de Europa, y de disfrutar las clases con profesores y estudiantes de cualquier rincón del planeta.

Lastimosamente, vivir el sueño me duró tres semanas, donde alcancé a disfrutar las clases, a conocer gente muy diferente a mí, a vivir la vida nocturna y a viajar. Siento que la vida ya me estaba dando señales de que intentara aprovechar al máximo el tiempo antes de darnos el golpe más duro, porque, en tan solo tres semanas pude viajar a Praga, Bratislava, Berlín y Hamburgo, ciudades que se enlistan rápido, pero no cualquiera tiene la oportunidad de conocer; también disfruté la vida nocturna y la rumba europea; los restaurantes de comida típica checa; los cafés; la nieve; y la temperatura bajo cero de esta zona del mundo. Entonces, no estuvo tan mal, ¿cierto? Bueno, la verdad es que he aprendido a aprovechar los momentos como si fueran a ser los últimos, por tal motivo mis mejores recuerdos serán de esas tres semanas.

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Pero ahora, me afronto a la realidad de una nueva etapa: la vida de estudiante extranjero en cuarentena. Ésta ha sido sin dudas, un punto extra de dificultad a la ya compleja experiencia de intercambio, pero definitivamente me ha dado la oportunidad de encontrarme a mí mismo y de reconocer quiénes son las personas y cosas que me rodean e impactan en el entorno. Me he dado cuenta de que la soledad es el mejor aliciente para trabajar en sí mismo y en mis relaciones interpersonales. Así pues, no he querido ver la situación -más allá de la frustración normal- como un fracaso, sino como una oportunidad y así he ido conociendo grandes personas que me esperarán con los brazos abiertos en Colombia. Además, he aprendido muchísimo sobre mi salud mental, mis debilidades y fortalezas, he aprendido a valerme con independencia, mejorar habilidades en la cocina y finalmente, he construido grandes lazos de amistad con mis compañeros de intercambio.

Por lo tanto, en cierto punto puedo considerar que esta pandemia me ha traído más enseñanzas que frustraciones. Además, como politólogo he podido identificar de manera rigurosa las acciones del gobierno checo y los ciudadanos, quienes han actuado de manera excepcional, tomando buenas decisiones, basados en ciencia y en el bienestar común. Lo anterior ha generado que muy probablemente para mediados de mayo, al menos pueda volver a viajar dentro de República Checa, lo que me abre una visión nueva: podré conocer completamente un país que subestimé por estar pensando primero en conocer París o Barcelona, pero que me ha enamorado completamente por sus paisajes, su historia y su gente. Así pues, este intercambio quizás me hará un experto en cultura checa, me hará reconocer mucho más mi personalidad y podré decir, como una experiencia casi irreal: que viví -y ojalá sobreviví- a la mayor pandemia del siglo XXI en un pequeño país del centro de Europa.