Salamanca, España. Un lugar de historia. Lugar donde se alberga la tercera universidad más antigua en Europa y la más antigua que acompaña el territorio español fundada por Alonso IX de León en el año 1218. Un lugar, en el que se pueden precisar algunos momentos importantes en la historia que nos acompaña y sobre la que aún se sigue escribiendo. Un lugar rico en diversidad de costumbres, pues gran parte de su población es joven, universitaria y de muchos lugares del mundo. Estas, y otras tantas razones, la hace un lugar muy atractivo para miles de personas que les gusta viajar y conocer diferentes lugares, culturas y tradiciones. Este lugar fue mi elección para realizar un semestre de intercambio internacional en la Universidad de Salamanca, tengo que mencionar que no fue mi primera opción, pero sin duda alguna, con solo tres semanas explorándola, puedo decir que fue la mejor.
Mi experiencia dio inicio el 3 de septiembre del 2019, un momento que esperé con ansias ya que era la primera vez que salía del país. Tenía muchas preguntas ¿cómo sería mi llegada? ¿cómo sería la gente? ¿cómo sería el cambio horario? ¿cómo sería la universidad? ¿cómo serían las clases? Entre otras. Por suerte, pude dar respuesta a cada una de esas preguntas, y descubrir aspectos muy interesantes con relación a la ciudad en cuanto llegué a ella. Mi vuelo fue Cali-Madrid, fueron alrededor de 10 horas de viaje, que, aunque fueron bastantes, se dieron con gran serenidad. Minutos antes de aterrizar, cuando ya lograba ver la ciudad desde las ventanillas del avión pudo comenzar el asombro con respecto a las edificaciones como se veían desde el aire. Al terminar de descender pude apreciar desde un poco más cerca la belleza arquitectónica del lugar.
Mi primera impresión fue de admiración, las carreteras camino al sitio donde iba a quedarme algunos días antes de partir a Salamanca eran impecables, tanto en señalización como en el seguimiento de la norma por parte de los conductores. La gente se percibía muy agradable y abierta a las demás personas. Las construcciones se veían muy atractivas y lo que más me motivaba era que apenas estaba comenzando esta aventura, que tendría mucho más tiempo para explorar de cerca diversos lugares. Tres días después viajé a Salamanca para iniciar mis estudios. Lo primero que llamó mi atención, fue que la universidad estaba sectorizada, es decir, cada una de las facultades que la compone tenía su propio campus y organización interna, por lo que entender cómo funcionaba la matricula de las asignaturas fue complejo pues debía desplazarme entre facultades para que en cada una me dieran la información necesaria sobre horarios para proceder con la matricula. Sin embargo, aunque fue confuso, no fue un limitante para organizar mi horario de la mejor manera.
Al iniciar las clases como tal, pude enterarme que eran muy distintas a lo que solía encontrarme en Icesi y su modelo de aprendizaje activo, pues estas, se encontraban estructuradas de forma distinta en cuanto a tiempo y a la forma en la que se llevaban a cabo. La teoría (impartida tipo catedra - magistral donde se tenían en cuenta algunos libros base) solo duraba 45 minutos, y la práctica (que implicaba talleres y trabajos en clase) duraba 1:10 minutos. Al transcurrir las clases he podido conocer gente de diferentes países, aparte de españoles, me he cruzado con italianos, franceses, ingleses y chinos, lo cual considero que me aporta mucho en mi crecimiento personal al entender un poco sobre sus culturas y la manera como perciben el mundo.
Hasta el momento, puedo decir que esta experiencia te cambia y te enseña mucho a ser un poco más flexible en los diferentes ámbitos de la vida, a entender y dar lugar a otras formas de pensar, de percibir y de ser. Además, a ser un poco más organizado en cuanto al tema del dinero, pues el cambio de moneda implica un gasto mucho mayor. En otras palabras, esta experiencia te lleva a ser mucho más independiente y recursivo, sacando lo mejor de uno mismo y preparándonos para una vida profesional y exitosa.
