Cuando llegué a Santiago no me sentía muy distinto a estar en casa.

La gente de chile no es muy distinta a la de Colombia, se habla español, así que sentía que la comunicación era sencilla. Bastaba con detenerme y escuchar lo que me decían, remplazando las palabras que yo no entendía por palabras colombianas que aplicaría en esos contextos, para entender e igualmente para preguntar y conseguir información.

No fue difícil llegar del aeropuerto a donde la persona que me recibiría, una vez nos encontramos nos fuimos a su casa en el centro de Santiago, terminamos de limpiarla, sacamos el trasteo y nos dirigimos al apartamento donde íbamos a vivir, en el centro de Santiago.

Una vez en el apartamento conocimos a nuestro tercer roomie, el dueño de la residencia. Nos presentamos, nos dio a conocer las reglas del espacio, nos entregó las llaves de la puerta y nos dirigimos a nuestra habitación a dejar las cosas y descansar.

Al día siguiente mi tarea fue ir a la oficina de relaciones internacionales en la universidad donde estoy como estudiante de intercambio. Así que busque el mapa en internet, vi que la universidad era cerca, tracé mi ruta y emprendí un viaje a píe por Santiago para poderla ver un poco mejor con la luz del día.

Caminando pude ver varias cosas, lo primero es que hacía mucho frío, y era lógico, pues había llegado justo cuando acababa el invierno. Esto fue una sorpresa para mí pues vengo de un país donde no hay estaciones, y no esperaba que el clima fuera periódicamente cambiando.

Noté que la ciudad era muy veloz y la razón de esto es porque a diferencia de Cali, esto es una gran capital, podrías decir que tiene cierto parecido a Bogotá, pero más veloz. Hay autopistas y túneles que pueden llevar velocidades impresionantes, un metro de varias líneas que cuando lo montas atraviesas la ciudad en un segundo y gente por doquier. Igualmente, como una capital poblada, la ciudad de Santiago puede tener un nivel mayor de contaminación a lo que estoy acostumbrado, dando como resultado paisajes grises en ciertas ocasiones con rascacielos en su horizonte, aunque a veces puedes encontrar postales hermosas donde se ve el cielo azul y la cordillera más alta del continente con nieve en sus puntas.

Al inscribir mis materias salí a la calle y me encontré con unos chicos jóvenes de la facultad, me presenté, les dije de donde venía y que los veía muy buena onda, de esta forma me hice mis primeros amigos en la ciudad, quienes al ver que no era de aquí, empezaron a hacerme un sin fin de peguntas: “¿De dónde vienes?” “¿qué significa esto?”, “¿qué escuchan allá?”, “¿has probado esto?” ¿Cuándo llegaste?” etc.

Me desilusionó mucho que la pregunta más frecuente cuando les digo a las personas que soy colombiano es sobre pablo escobar, y que lo poco que conocen de Cali sea el Cartel de Cali que hubo ya hace varios años manejado por los Hermanos Rodríguez Orejuela, no obstante, sé que eso es el resultado de las series de moda como Narcos en plataformas como Netflix. Es triste, pero se debe luchar para derrumbar esos estereotipos.

Ya con amigos, pude empezar a tener interacciones más directas con las personas de este nuevo contexto en el que vivo, ellos me invitaron a tomar el trago más icónico aquí: la piscola. Este es un coctel de pisco y coca cola con dos hielos. Si tienen la oportunidad de probarlo se los recomiendo, pero también les sugiero precaución pues puede ser fuerte y engañador.

Al igual que la piscola, hay muchas cosas que se mezclan aquí con coca cola, no solo alcohol, pero sí se ven muchos tragos como la mamadera, la piscola y otros que se basan en un licor fuerte mezclado con la bebida gaseosa. Otra bebida famosa de Chile es el terremoto, este se basa en una mezcla de granadina, vino y helado de piña y es tradicional para la época de fiestas patrias entre el 18 y 20 de septiembre, este último tiene la propiedad de ser exageradamente dulce, por lo que se debe ser más cuidadoso aún que con la piscola. Un vaso es un terremoto, el segundo vaso es la réplica y el tercer vaso es un tsunami (Dice la leyenda que el que se toma un tsunami muere hasta el otro día).

Con mis nuevos amigos pude notar algo, aunque a primera vista crees que es una barrera pequeña solo por ser paisanos hispanohablantes, no es así. Los Dialectos y modismos usados en las regiones y países facilitan mucho la comunicación para las personas nativas e igualmente la dificultan para los extranjeros. A diferencia de Colombia los chilenos usan un vocabulario más reducido en su cotidianidad, refiriéndose a muchas cosas con la palabra “WEA”, también hablan muy rápido lo que genera frases cortas a gran velocidad en sus conversaciones.

Desde mi perspectiva ha sido muy difícil la comunicación con las personas en ambientes no formales puesto que me demoro en formar las oraciones y utilizo palabras que se salen del léxico habitual, por lo que soy un poco disruptivo al hablar, paralelamente mi acento extranjero me hace notar mucho, lo que hace que no se concentren en el contenido de mi oración y en lo que quiero decir, sino que llamo la atención y saco a todos del tema.

La sociedad de Santiago es en muchos sentidos diferente a la gente de Cali, para empezar la gente no es tan cálida y amigable, por el contrario, son mucho más reservados y prevenidos. He podido notar que al saludar y preguntar cómo está la gente ya es suficiente interacción para que empiecen a sospechar de uno, ya que esa segunda interacción con las personas es poco común aquí.

En cuanto a la educación, he podido notar una clara diferencia entre los modelos colombianos y chilenos. Empezando por el hecho de que una vez empecé las clases, las universidades privadas se fueron a Paro (cosa que nunca pasaría con una privada en Colombia). El paro fue llevado por los miembros de los movimientos feministas exigiendo mejores condiciones que permitan la libertad de aprendizaje y la estancia cómoda de las estudiantes en las áreas educativas. Dada esta situación las clases se tuvieron que suspender por un periodo hasta que el colectivo feminista que lideraba el Paro decidiera ceder el control de las facultades educativas nuevamente a la cúpula administrativa de la universidad.

Aunque no fue una experiencia en primera positiva porque me impidió tener clases que eran de mi interés, el paro fue una muy buena experiencia personal pues me ayudó a conocer a mis compañeros universitarias en actividades que se hicieron de y para los estudiantes de la facultad. Lastimosamente conozco pocos estudiantes de otras facultades pues la universidad aquí no es un campus con muchos estudiantes de las distintas áreas del conocimiento si no que cada facultad tiene su edificio en la ciudad, es en estos edificios que tendrás clases y es muy difícil que te encuentres con personas de facultades externa.

El transporte en Chile es algo muy eficiente pues se maneja todo con un mismo pase, la tarjeta BIP. Esta tarjeta te permite montar en Bus, metro y trenes que funcionan hasta afuera de Santiago y te permite hacer transbordos entre los distintos sistemas, haciendo efectivo el movimiento y gracias a las diversas líneas de metro es fácil llegar a cualquier punto de la ciudad en poco tiempo. La recomendación sería evitar las horas pico pues como en todos los casos las líneas estarán llenas a tope.

Finalmente quiero hablar de la comida. La comida acá en Chile es curiosa pues según lo que he podido entender en el poco tiempo que llevo aquí, lo más tradicional son los asados, pero por los cambios de mentalidad actuales y la situación medio ambiental del planeta, la mayoría de la gente joven (o al menos la que conozco) lleva una alimentación vegetariana, evitando todo lo que so carnes rojas y pollo para de esa forma reducir la huella de carbono y el impacto de esta sobre el planeta. Además de esto se puede ver mucho la gastronomía extranjera. Principalmente comida peruana que es lo que normalmente ha habido en Chile por la migración del vecino país. No obstante, con el pasar de los años y la migración del norte de américa latina, la comida venezolana y colombiana soy hoy en día una gran parte del movimiento gastronómico en la ciudad de Santiago. Al punto de que la mayoría de puestos callejeros de comida son de ellos.

Un último concejo que puedo dar es que si vas a venir a Chile tengas cuidado con la moneda que, aunque es muy muy parecida es mucho más fuerte el peso chileno por lo que al gastarte mil “pesitos” aquí te estarás gastando 5mil pesos colombianos. Esto es algo que puede confundir por un tiempo y dejar en ruina tu billetera, pero una vez se entiende se puede generar economía.

Hasta aquí las cosas importantes o al menos las que más me han llamado la atención de mi viaje a Chile, de todos modos, llevo poco tiempo y aún tengo muchas cosas por conocer. Extraño a mi familia, mi casa mis amigos, mi ciudad y mis costumbres, pero siempre estarán allí donde se quedaron esperándome así que no tengo afán de volver mientras pueda conocer cosas nuevas para llevarle a los míos.

Manuel Gonzales 1

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