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“Si este país fuese equitativo, nosotras habríamos alcanzado un ideal de felicidad en perspectiva del poder-ser”

– Diana Navarro Sanjuan

Diana Navarro Sanjuan es la primera mujer afrocolombiana y transgénero en Colombia en ser candidata a edilesa. Es la directora de la Corporación por el Derecho a Ser y el Deber de Hacer, y coordinadora de la Red Distrital y Nacional de Mujeres Transgeneristas. Ha trabajado con el MinInterior en asuntos relacionados con personas LGBTIQ+ privadas de la libertad. El Centro de Estudios Afrodiaspóricos – CEAF de la Universidad Icesi, tuvo la oportunidad de generar una conversación con Diana Navarro Sanjuan para visibilizar su historia de vida y liderazgo:

CEAF: ¿Qué nos puede contar de su historia de vida y que la llevó a ejercer su liderazgo?

Diana Navarro: Soy una mujer transgénero y afrocolombiana. Me defino a mí misma como negra, marica y puta. Negra por el color de mi piel y mi ascendencia. Marica porque así nos llaman a las personas que hacemos parte de los sectores sociales LGTBIQ+ y porque somos de sexo masculino y no desarrollamos la masculinidad ni la heterosexualidad. Puta porque fue el oficio que me brindó la posibilidad de cualificarme para alcanzar los espacios en los que estoy.

Nací en Barranquilla. A a mis 14 viajé a Bogotá y ahora tengo 34 años de estar aquí y en otras regiones por períodos cortos. Estudié derecho en la Universidad de Antioquia y administración pública en el Politécnico Gran Colombiano. Antes trabajé con el Ministerio del Interior, con el Fondo de Seguridad de Bogotá (ahora Secretaría de Seguridad) y con otras instituciones del orden distrital aquí. En el Ministerio, estuve mucho tiempo encargada de los temas penitenciarios y carcelarios relacionados con la población LGBTIQ+. Sin embargo, eso me permitió llegar a todas las demás minorías que estaban privadas de la libertad.

Actualmente, trabajo con la Secretaría Distrital de Integración Social de Bogotá y dirijo una organización llamada Corporación Opción por el Derecho a Ser y el Deber de Hacer, cuya población objetivo es la población transgenerista en Bogotá y quienes ejercen prostitución y actividades conexas.

CEAF: ¿Qué ha pasado con la población LGBTIQ+ en Colombia?

Diana Navarro: Las mujeres transgénero hemos sido lideresas en muchas iniciativas: la política pública para la garantía del ejercicio de los derechos de las personas de los sectores sociales LGBTIQ+, muchos de estos derechos conquistados, se le debe a una mujer trans.

Con la sentencia 314 de 2011, la Corte Constitucional le ordenó al Estado colombiano formular una política pública. Esto se derivó de la acción de tutela que interpuso Valeria, una mujer transgenerista, porque no la dejaron entrar a un evento que se llevó a cabo en el Hotel Tequendama de Bogotá. Ahí comenzó a visibilizarse, en gran parte, cosas que el gobierno no quería reconocer. Que conocía, pero no quería reconocer: la discriminación; que se nos obligara únicamente a estar en espacios específicos como la peluquería, las calles o los sitios donde se ejerce prostitución y que se nos predestinara a los espectáculos en sitios para la homosocialización, para la diversión de personas homosexuales, lesbianas y gays. Teníamos limitaciones para acceder a otros espacios.

Antes de la Constitución de 1991, a nosotras nos sacaban de los sitios donde vivíamos, donde comíamos… De cualquier sitio abierto al público o cerrado que ofreciera servicios públicos porque éramos proscritas de la sociedad. Y si a esto se sumaba nuestro color de piel… ¡Ahí se arma la de Bach! Porque no solamente experimentábamos discriminación por ser mujeres transgeneristas, sino también por ser negras. Se pensaba que no teníamos ningún derecho.

A partir de la Constitución del 91 empezó a cambiar un poco el panorama. Sin embargo, no fue sino hasta el 2011 que la Corte ordenó formular una política pública especial para nosotras, que ha sido una herramienta importante. Y, en el caso de Bogotá, fue en el período 2012-2016, con la Alcaldía de Gustavo Petro, que se abrió la Subdirección para Asuntos LGBTIQ y se pudieron contratar a muchas mujeres transgeneristas en reconocimiento de sus capacidades. 

CEAF: ¿Cuáles son las violencias más sentidas que enfrentan aún en 2021 las mujeres transgénero?

Diana Navarro: Existen procesos endodiscriminatorios dentro del movimiento y el tejido social LGBTIQ+. Son profundamente clasistas y racistas.  Actualmente, se está evidenciando esto con mayor fuerza porque, como la mayoría de los avances del movimiento parten de los Estados Unidos, entonces se piensa que todas(os) debemos ser blancas(os), rubias(os), ojiclaros, que debemos imitar todos los comportamientos y todas las vivencias de la raza blanca para ser consideradas bellas y bellos. La mayoría de mujeres transgeneristas afrocolombianas venimos de contextos de pobreza de la ruralidad. Eso se aúna a todos los procesos discriminatorios. Entonces no solamente se nos excluye por ser transgeneristas, sino por ser negras.  

Recuerdo que en 2016 hicimos un ejercicio cuando comenzó todo el tema de la formulación de la política pública de Bogotá en un sitio de diversión para personas de los sectores sociales LGBTIQ+. Yo llevé a la Secretaría de Gobierno para que presenciara el hecho y me negaron la entrada. La frase que utilizaron fue: ¡Já! Tras de negra y marica.

Las personas de los sectores sociales LGBTIQ+ somos profundamente discriminadoras, endodiscriminadoras. Queremos homogenizar a todas las personas a partir de una clase social, una formación académica y un color de piel. Sin embargo, no nos pueden obligar a homogenizarnos a una raza dominante, cuando nosotras, como personas negras, y en el caso de las personas negras transgeneristas, somos las que hemos liderado procesos revolucionarios. En Estados Unidos, Marsha P. Johnson fue una mujer afrotransgenerista que lideró las protestas en Stonewall.  Entonces, el movimiento LGBTIQ+ nos debe mucho a los negros y negras. Nos debe mucho la sociedad en general, porque si los españoles blancos hubiesen sido lo suficientemente fuertes y capaces no hubiesen tenido que secuestrarnos y traernos de África a hacer lo que ellos eran incapaces de hacer.

CEAF: ¿Qué siente usted frente a todo este panorama que ha descrito?

Diana Navarro: Una profunda rabia al principio, pero haciendo acopio de todo lo que me enseñó mi santa y sabia abuela, una mujer negra, una mujer que vivió en una época en la que todas las mujeres tenían limitados sus derechos, pude afrontar esa rabia que yo sentía y pue volcarla en la fuerza y en el motor que yo necesitaba para superar todas esas situaciones. Mi abuela me enseñó, desde muy pequeña, que yo no era menos que nadie por ser lo que soy y por ser quién soy. Ella fue una mujer profundamente revolucionaria. Presionó todo el pueblo donde vivía porque no aceptó que su esposo, un hombre blanco, la maltratara y la hiciera menos. Ella lo abandonó y crió a sus cuatro hijos. Incluso, la Iglesia iba a excomulgarla porque se atrevió a alzar su voz. Ese ejemplo lo seguí yo durante toda mi vida. Toda esa fuerza la aproveché y empecé a cualificarme académicamente, a buscar otras oportunidades, a conquistar y a colonizar otros espacios para demostrar que como mujer negra transgénero tenía también unas capacidades que debía y quería desarrollar en los contextos y en los espacios donde yo las quería desarrollar. Esa incursión me permitió abrirles camino a muchas otras. Desafortunadamente, fui la primera mujer transgénero que ingresó a la universidad aquí en Colombia. Lo hice en el 93 en la Universidad de Antioquia. Hoy hay muchas mujeres transgeneristas y negras en la escuela y en espacios de participación e incidencia política, lo cual corrobora lo que decía mi abuela, que el ejemplo educa.

CEAF: ¿Cuánto le costó esa conquista, esa colonización, de esos otros espacios?

Diana Navarro: Mucha inversión. Yo no hablo de sacrificios, sino de inversión. Mucha inversión en lo que yo quería para mi futuro y para el futuro de todas las que se identificaran conmigo. Hubo un tiempo en que quise renunciar porque las batallas eran arduas, pero afortunadamente tuve a mi lado personas que me hicieron ver de lo que era capaz y seguí adelante. 

Afronté el rechazo de la sociedad y de una universidad que me expulsó cuando se supo que yo era homosexual, travesti y prostituta para poder estudiar. Tuve que invertir en trabajo y tiempo, mientras otras personas lo invertían en su diversión o en su vida afectiva, yo lo invertí para centrarme en qué quería hacer y cómo quería ser Diana Navarro Sanjuan.

CEAF: ¿De qué manera surge Corporación Opción?

Diana Navarro: Después que se creó la zona de alto impacto en Bogotá para la prostitución, hubo una cantidad de organizaciones sociales y personas que trataron de capitalizar esto, de robarse los recursos que se destinaban para el trabajo con nosotras. En un momento nos cansamos y decidimos que nosotras podíamos trabajar para contribuir a nuestro propio desarrollo social. Así que creamos la Corporación Opción, la cual nos permitió participar en proyectos del Instituto Distrital para la Participación y la Acción Comunal de Bogotá –IEPAC, que nos ha financiado la creación de la Red Nacional y Distrital de Mujeres Transgeneristas. También tuvimos la oportunidad de ejecutar proyectos para el Fondo de Seguridad de Bogotá alrededor del tema de seguridad y convivencia de la zona de alto impacto y las zonas aledañas con usos referidos a la prostitución.  

En ese camino se atravesó el caso de Valeria, a quien acompañamos ante la personería para colocar la acción de tutela que dio vida a la política pública nacional. Y también el caso de una mujer transgenerista detenida en la cárcel de Yopal, a quien le ayudé en la formulación de una tutela para el respeto de unos derechos que se le estaban vulnerando. Esa tutela finalmente le ordenó al INPEC llevar a cabo talleres de sensibilización dirigidos a su personal acerca de los derechos de las personas LGBTIQ+. La Dirección de Asuntos Indígenas, ROM y Minorías del Ministerio del Interior me contrató en primera instancia para llevar a cabo esos talleres. Este trabajo dio tantos resultados que el coordinador del grupo LGBTIQ+ me pidió que, además de trabajar el tema penitenciario y carcelario, trabajara con él en el equipo de formulación de política pública. Así empecé a trabajar con MinInterior.

Me encontré en ese momento con la Alcaldía de la Bogotá Humana, con la que iniciamos unos procesos que pretendieron eliminar la variable de sexo masculino en los documentos de identificación de las mujeres trans. Si esta variable aparecía nosotras teníamos que, por defecto, ser hombres, constituirnos como hombres y cumplir con todos los deberes de los hombres en Colombia. Entonces formulamos la tutela 476 de 2014, con la cual la Corte, además de eliminar el requisito de la tarjeta militar para mujeres y hombres trans, afirmó que las mujeres transgénero no corresponden a la categoría de varón. Por primera vez un alto tribunal reconocía nuestra feminidad.

Ahí ya volví a la Secretaría de Integración Social para coadyuvar y formulé la primera estrategia de la atención integral para las mujeres transgeneristas.

CEAF: Ya regresaremos a conversar nuevamente sobre sus procesos. Mientras tanto, ¿qué significa la equidad para usted?

Diana Navarro: Significa que todas las personas tengamos las mismas oportunidades para desarrollarse. No, no quiero decir que todas(os) debemos ser iguales, sino que el color de piel, la orientación sexual, la identidad de género y el cómo expresamos nuestra identidad de género no puede ser una limitante para que no tengamos acceso a todas esas oportunidades que les permiten desarrollar su ser a las personas.

CEAF: Desde esa perspectiva, si este país fuese más equitativo las mujeres transgeneristas y afrodescendientes…

Diana Navarro: No habríamos tenido que pasar por todas las penurias que hemos pasado. No habrían sido asesinadas la cantidad de compañeras que han sido asesinadas. No tendríamos por qué haber limitado nuestro deseo de ser muchas cosas. Si este país fuese un país equitativo, si este país fuese un país que le brindará igualdad de oportunidades a todas las personas, nosotras habríamos alcanzado un ideal de felicidad en perspectiva del poder-ser.

CEAF: Entonces, ¿por qué todos estos procesos que usted lidera son importantes en términos de la equidad?

Diana Navarro: Porque posibilitan cumplir con esa obligación primera que tenemos los seres humanos: alcanzar la felicidad. No me refiero a la felicidad sólo en términos románticos, como un estado nirvánico, sino a la que se obtiene a partir de lo que tú puedas lograr o lo que has soñado de ti. En Todo sobre mi madre lo dice muy bien La Agrado, uno de los personajes de la película, “Una es más auténtica en cuanto una ha logrado lo que ha soñado de sí misma y cuando una logra lo que ha soñado de sí misma, una puede alcanzar la felicidad”. No tienen por qué obligarnos a ser lo que otras personas quieren que seamos y limitarnos a esos espacios. Nosotras tenemos derecho a la sociedad, a vivir en sociedad, a construir una sociedad y a ser parte de esta. Nosotras no tenemos por qué ser proscritas.

Es importante insistir, persistir y no rendirse porque eso es lo que da resultado. Rescato de mi negritud esa fuerza, resiliencia, resistencia y potencia que tenemos las personas negras para afrontar y luchar contra todo lo que nos quiere a obstaculizar el desarrollo de nuestras vidas. Tal vez nosotras no lleguemos a vivir esa sociedad equitativa a plenitud, pero trabajamos para que, quienes vienen más adelante, sí logren alcanzar ese sueño que tienen de sí mismas.

CEAF: ¿En tiempos de COVID-19 esos sueños se hacen más lejanos para las mujeres transgeneristas y afrodescendientes?

Diana Navarro: Sí. Desafortunadamente, nuevas limitaciones sobrevinieron con la pandemia. En Bogotá las peluquerías y los sitios de homosocialización cerraron y las calles se dejaron vacías. A pesar de que la capital ha desarrollado en primera instancia una política pública para los sectores sociales LGBTIQ+, las mujeres transgeneristas fueron rezagadas y olvidadas durante la pandemia.

Entonces la pandemia significó darnos cuenta de que tenemos que cohesionar este tejido social transgenerista para poder enfrentar esto y muchas dificultades que seguramente vendrán en el futuro.

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