MIS DÍAS DE INFUSIÓN
GINA HERRERA
GINA HERRERA








































Todos los días de infusión me levanto a las 4:30 a.m. Le pido a la virgencita de la Guadalupe que me dé fortaleza para enfrentar este nuevo día de infusión. Preparo mi cobija y a Lola, mi peluche favorito, que van siempre conmigo en este viaje y me brindan seguridad. También llevó gel anti-bacterial, tapabocas, acetaminofén y desloratadina. Son cosas que nunca me deben faltar en cada infusión.
A las 5:00 a.m., salgo al parque en compañía de mis padres a esperar el transporte. Ahora que estamos en navidad nos encontramos con un hermoso árbol. Sus luces al amanecer me alegran el día. En ese lugar nos recoge el transporte y nos lleva a la clínica. Una vez que llegamos allí, desayunamos; después, me toman los signos vitales; luego, paso a la sala de infusión en compañía de mi mamá donde me canalizan, lo que significa que la aguja atravesará mi vena y me dolerá mucho. Es ahí cuando me digo a mí misma “tengo que soportarlo”, “es por mi bienestar y salud”.
Todos los días de infusión me levanto a las 4:30 a.m. Le pido a la virgencita de la Guadalupe que me dé fortaleza para enfrentar este nuevo día de infusión. Preparo mi cobija y a Lola, mi peluche favorito, que van siempre conmigo en este viaje y me brindan seguridad. También llevó gel anti-bacterial, tapabocas, acetaminofén y desloratadina. Son cosas que nunca me deben faltar en cada infusión.
A las 5:00 a.m., salgo al parque en compañía de mis padres a esperar el transporte. Ahora que estamos en navidad nos encontramos con un hermoso árbol. Sus luces al amanecer me alegran el día. En ese lugar nos recoge el transporte y nos lleva a la clínica. Una vez que llegamos allí, desayunamos; después, me toman los signos vitales; luego, paso a la sala de infusión en compañía de mi mamá donde me canalizan, lo que significa que la aguja atravesará mi vena y me dolerá mucho. Es ahí cuando me digo a mí misma “tengo que soportarlo”, “es por mi bienestar y salud”.
Entonces empieza la tortura: le tengo pánico a las agujas porque a las enfermeras les cuesta trabajo cogerlas y engancharlas en mis venas. Algunos días todo pasa normal y tranquilo; otros, en cambio, son más difíciles, aparecen alergias, mi cara se inflama, se brota mi piel, me pica todo el cuerpo. Mientras esto pasa, abrazo a Lola y a mi cobija para protegerme. Espero pacientemente y después de cuatro horas de infusión, respiro tranquila. Sé que todo ha terminado.
Fuera de la clínica almorzamos con mis padres en el lugar de siempre. De nuevo nos recoge el trasporte y, luego de esto, volvemos a casa. Lo que me gusta de los días de infusión es viajar, sentir la brisa del aire que roza mi piel; ver las flores y sentir su aroma; contemplar esos hermosos paisajes que encontramos con cascadas, cultivos, animales. Todo esto hace que olvide un día amargo. Un día de infusión.
Entonces empieza la tortura: le tengo pánico a las agujas porque a las enfermeras les cuesta trabajo cogerlas y engancharlas en mis venas. Algunos días todo pasa normal y tranquilo; otros, en cambio, son más difíciles, aparecen alergias, mi cara se inflama, se brota mi piel, me pica todo el cuerpo. Mientras esto pasa, abrazo a Lola y a mi cobija para protegerme. Espero pacientemente y después de cuatro horas de infusión, respiro tranquila. Sé que todo ha terminado.
Fuera de la clínica almorzamos con mis padres en el lugar de siempre. De nuevo nos recoge el trasporte y, luego de esto, volvemos a casa. Lo que me gusta de los días de infusión es viajar, sentir la brisa del aire que roza mi piel; ver las flores y sentir su aroma; contemplar esos hermosos paisajes que encontramos con cascadas, cultivos, animales. Todo esto hace que olvide un día amargo. Un día de infusión.
Geometrías Íntimas
© Todos los derechos reservados