Me siento muy honrado por presidir esta quincuagésima séptima ceremonia de grados de la Universidad Icesi. Y es muy grato para mí compartir con ustedes, queridos graduandos, y con sus padres, familiares y amigos que los acompañan, el orgullo y la alegría que sienten en un día como hoy. En esta época de Juegos Olímpicos, nosotros también establecemos nuevos records. Celebramos hoy la culminación de estudios de 309 nuevos profesionales, el número más alto en la historia de Icesi, en 13 programas diferentes. Cabe anotar que 27 de ellos reciben dos títulos simultáneamente. El 30% de los graduandos vivieron, durante su carrera, alguna experiencia internacional apoyada por la Universidad. De la mano de la cohorte más grande de nuestra historia, también tenemos el nuevo récord de grados con honores: 46; otorgados a 38 estudiantes, porque ocho de ellos reciben simultáneamente dos grados con honores. Hoy otorgamos, además, 198 títulos de Maestría, en cinco campos diferentes; y 40 títulos de Especialización en diversas áreas. En total, 574 grados, otro récord. Sin querer demeritar para nada el papel de mis congéneres que hoy reciben su título profesional, tengo que destacar la importancia de las damas en el grupo que culmina sus estudios: ellas constituyen casi el 60% del grupo de nuevos profesionales; y se ganan el 76% de los títulos con honores. Más impresionante aún, son merecedoras de 6 de los 7 títulos Magna cum laude que hoy otorgamos. Celebramos muchos logros de una cohorte de estudiantes muy especial. Permítanme mencionar sólo algunos. María Isabel Arcila Lince se gradúa Magna cum laude, es decir, con altos Honores, en Mercadeo Internacional y Publicidad y en Administración de Empresas. Siempre estuvo en el Cuadro de Honor y obtuvo Beca de Honor en 7 oportunidades. Actualmente hace parte del grupo de Mercadeo de Colgate Palmolive. También reciben su título Magna cum laude los siguientes: Laura Marcela Osorio, en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales; ella, además, se gradúa cum laude en Economía y Negocios Internacionales; Gloria Cecilia Martínez, en Economía y Negocios Internacionales; ella realizó su Práctica como asistente del Gerente General del Banco de la República, Doctor José Darío Uribe, y fue el quinto mejor Saber pro de Economía  a nivel nacional; Martín Durán, en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales, recibe, además, diploma de la Escuela Superior de Comercio de Montpellier, en Francia, en nuestro convenio de doble titulación ; Aura Andrea Vinasco, en Administración de Empresas, Carolina Herrera en Diseño Industrial y Kelly Andrea Velasco en Ingeniería Telemática; esta última es la primera beneficiaria de la Beca Icesos que se gradúa Magna cum laude; esa beca la otorga la Universidad a estudiantes residentes en estratos 1 y 2, de alto potencial académico. Hoy, Kelly trabaja en Tecnoquímicas. Además, otras seis estudiantes, todas mujeres, reciben dos títulos, ambos cum laude. Laura Medrano, los recibe en Ingeniería Industrial y en Ingeniería de Sistemas. Ella hizo parte del grupo de estudiantes seleccionados para hacer una pasantía en Infosys, el gigante de la tecnología India, en Bangalore. También reciben dos títulos cum laude Carolina Sarria, María Fernanda Ciro, Martha Liliana Buendía, Gipsy Eliana Bocanegra, también becaria Icesos, y Sandra Milena Puentes. De esta última hay que decir que, además de destacarse como estudiante, ella, como el Michael Phelps que vimos en Londres, se llenó de medallas en muchas competencias interuniversitarias de natación, dejando siempre en alto el nombre de Icesi. Muchos estudiantes aprovechan oportunidades que se presentan a su paso por la Universidad para tener experiencias muy valiosas de muy diversa índole. Permítanme presentar algunos ejemplos. Luis Miguel González, quien se gradúa cum laude en Ingeniería de Sistemas, hizo parte de los grupos que ganaron el premio nacional de Imagine Cup, un concurso mundial de Microsoft, tanto en 2010 como en 2011 y representaron a Colombia en los eventos finales de esa competencia en Varsovia, Polonia, y en Nueva York. A raíz de esos éxitos, y después de un concurso, Microsoft ha invitado a Luis Miguel a vincularse como miembro de su equipo de Ingenieros en su sede principal, en Seattle, en los Estados Unidos. Alejandro Zúñiga Bolívar se gradúa cum laude en Derecho. Él participó en el Moot Court Competition, concurso que organiza cada año la American University de Washington, en los EEUU. Se trata de una competencia en inglés, español y portugués establecida para entrenar a estudiantes de Derecho en la utilización del sistema legal interamericano de derechos humanos. Alejandro, y una compañera de estudios, recibieron mención honorífica por haber sido Icesi la mejor calificada entre las universidades novatas. Participaron grupos de 88 universidades de todo el mundo. Muchos de los graduandos cursaron semestres o años de intercambio en prestigiosas universidades del exterior. Cito, como ejemplos, a Beatriz Eugenia Mondragón, quien lo hizo en la Universidad de Barcelona y hoy se gradúa cum laude en Administración de Empresas; y a Eliana Gómez, quien lo hizo en el Instituto de Ciencias Aplicadas, INSA, de Rouen, en Francia y hoy se gradúa cum laude en Ingeniería Industrial. Como con seguridad incurriría en muchas omisiones, no menciono a tantos que hicieron destacadas contribuciones a proyectos  de investigación importantes, varios de ellos conducentes a reconocidas publicaciones, Menciono finalmente a Jimena Almario, quien recibe hoy su grado de Psicóloga. Con una canción de su autoría que llamó “Somos Colombia”, ganó el primer puesto en la Modalidad de Canción Inédita en nuestro Festival Interno de la Canción, en 2010. Y luego, en 2011, ganó el primer puesto en la misma modalidad, tanto en el Festival Regional Universitario de la Canción, como en el  Festival Nacional Universitario de la Canción. Toda esta cohorte deja honda huella en la Universidad. La excelencia de estos graduandos es otra buena respuesta a los esfuerzos permanentes que la Universidad Icesi realiza desde su creación, hace ya casi 33 años, por ofrecer una educación superior de la mejor calidad. Esa calidad se observa mediante diversos mecanismos. Uno de ellos es la Acreditación voluntaria de Alta Calidad. Icesi se presentó a ese proceso, manejado en Colombia por el Consejo Nacional de Acreditación, desde hace más de una década. Y hoy tiene ese sello de acreditación para todos sus programas acreditables; estamos pendientes de la llegada de la acreditación del programa de Contaduría Pública y Finanzas Internacionales, el último programa que cumplió las condiciones de antigüedad requeridas para el proceso; el informe de la visita de Pares que nos llegó hace ya casi tres meses es altamente elogioso. Además, fuimos la primera universidad privada del sur occidente en recibir la Acreditación Institucional de Alta Calidad, hace ya más de dos años. Y nuestra Maestría de Administración es una de solo tres en el país acreditadas internacionalmente por AMBA, entidad acreditadora británica de Maestrías en Administración. Una mención especial merece, en esta ocasión, el proceso de acreditación internacional al que se ha sometido la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas, que otorga más de la mitad de los grados que celebramos hoy, con la AACSB. Esa entidad norteamericana, que acredita la calidad de las más reconocidas escuelas de negocios del mundo, tiene estándares muy altos y exige un riguroso proceso previo a la acreditación inicial que toma más de cinco años. Pues bien, aunque aún falta más de un año para completar el proceso, recientemente recibimos la carta por la que nos informaban que la Facultad había completado exitosamente el cierre de brechas planteado en el Plan de Acreditación presentado hace cuatro años y que podía proceder a realizar su autoevaluación para recibir la visita de pares acreditadores. La acreditación de la AACSB pondrá a nuestra Facultad en un exclusivo grupo de solo quince instituciones en toda Latino América. Y los aprendizajes adquiridos en ese proceso han ido permeando a todas las otras Facultades. El otro mecanismo usado en Colombia para observar la calidad de las universidades es el de las pruebas Saber Pro. Estos exámenes, que se vienen aplicando hace más de 10 años a los estudiantes próximos a grado, son ahora obligatorios. Y en ellos, nuestros estudiantes han obtenido siempre excelentes resultados. El profesor Daniel Bogoya, experto en evaluación educativa, ex director de ICFES y actual Decano de Ciencias e Ingeniería de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, viene publicando, hace tres años, informes que resumen los resultados de cada Institución de Educación Superior en las pruebas saber Pro. Y sus informes corroboran los buenos resultados de nuestros graduandos. Para las pruebas de 2011, las que tomaron la mayoría de quienes hoy se gradúan, el ICFES solo publicó los resultados de las llamadas competencias genéricas, las que se evalúan para todos los participantes, sin importar sus carreras particulares, por encontrarse estas pruebas en un proceso de transición. Todas son muy importantes para un buen desarrollo profesional en cualquier campo: Comprensión lectora, Comunicación escrita, Razonamiento cuantitativo, Inglés, Entendimiento interpersonal, Pensamiento crítico y Solución de Problemas. En el informe de Bogoya, para 2011, nuestros estudiantes obtuvieron los quintos mejores resultados entre las universidades del país y los mejores entre las de fuera de Bogotá. La publicación de esa información en un aviso de prensa produjo una virulenta reacción por parte de un despistado columnista de prensa de la ciudad. Esa reacción tiene su origen, en parte, en la proliferación de rankings universitarios que han surgido en los últimos años. Los hay globales, regionales y nacionales; los hay producidos por grupos o instituciones serias y por aficionados; los hay de intención comprehensiva, que tratan de medir toda la actividad universitaria, y los hay de medición de aspectos parciales, como la investigación, la presencia en la Web, etc. Como institución responsable, debemos interesarnos en todas las evaluaciones que tienen un origen serio, reconocido. Pero somos conscientes de que muchos de los indicadores que ellas emplean están relacionados con el tamaño de la universidad, más que con la calidad relativa de lo que hace; y de que, ante la dificultad de medir la calidad de la docencia, por falta de indicadores internacionales, esos rankings tienden a enfocarse en la actividad investigativa de las instituciones que miden. En todo caso, no podemos dejar que los rankings dominen nuestra agenda, nuestro plan de desarrollo institucional. Sabemos que lo que más espera de nosotros la sociedad que nos circunda es calidad de educación; que por eso nos pagan; y que por eso nos van a medir. De ahí nuestro permanente interés en mejorar la docencia y nuestra atención a indicadores como Saber Pro, evaluación de estudiantes en práctica por parte de sus jefes y tasas de ocupación al año de graduados. Sabemos, al mismo tiempo, que, al insertarse Colombia con más fuerza en la economía global, la investigación científica y el desarrollo tecnológico, y la innovación que de ellos debe derivarse, adquieren creciente importancia. Y los indicadores relacionados con estas actividades adquieren también más importancia en la evaluación de las universidades. La Icesi ha venido fortaleciendo este aspecto de su quehacer desde hace más de una década. Y el número de artículos publicados por nuestros profesores en reconocidas revistas científicas internacionales, uno de los principales indicadores usados para medir la calidad de la investigación, viene creciendo aceleradamente. Un objetivo que la Universidad se fijó hace ya 15 años y que apoya tanto la calidad de la docencia como la cantidad y la calidad de la investigación es el de aumentar el número de profesores de planta y su nivel de formación. Más profesores de planta pueden dedicar más tiempo la preparación de sus clases, a la atención y acompañamiento de los estudiantes y a la investigación. En las mejores universidades del mundo, casi todos los profesores son de planta y casi todos tienen el título de PhD o doctorado, el más alto que ofrece la academia; este título se concede después de largos estudios de posgrado y de haber desarrollado y defendido una tesis que avance el conocimiento de la sociedad. Una de las principales barreras al mejoramiento de las universidades colombianas ha sido siempre la escasez de profesores con estudios doctorales. En Icesi ya tenemos un total de 174 profesores de planta. De ellos, 58 ya tienen su Doctorado, otros 28 son candidatos a Doctores y esperan graduarse muy próximamente. 14 más iniciaron ya sus estudios doctorales. Todos tienen apoyo institucional. Con esfuerzo digno de encomio, 12 Profesores completaron su doctorado en muy diversos campos en los últimos 12 meses: Angélica Burbano, Silvio Borrero, Enrique Ramírez, Germán Castellanos y Juanita Cajiao en universidades de los Estados Unidos, Sandra Lorena Céspedes en Canadá, Natalia González en Inglaterra, Juan Pablo Milanese en Italia, Gabriel Tamura en Francia, Mónica Franco en España y Mauricio Lenis  y Harry Pachajoa, aquí en Colombia. Nuestra planta profesoral es cada vez más grande, más diversa y académicamente más sólida. Y no olvidemos que las mejores universidades consisten, básicamente, en comunidades de muy buenos profesores que atraen a muy buenos estudiantes. Completan ustedes sus estudios, queridos graduandos, en una época confusa para la economía global: francamente mala para Europa; de crecimiento anémico para los Estados Unidos; de desaceleración preocupante en China e India, países que han desempeñado el papel de locomotoras del crecimiento económico mundial en la última década; y de incertidumbre en Colombia, la que, aunque está mejor preparada que en otras ocasiones para enfrentar problemas externos, depende cada vez más del comportamiento de las economías de sus socios comerciales. Pero para los residentes en Cali y sus alrededores, que constituyen la gran mayoría de este grupo, creo que el panorama es mejor. Sin negar la dependencia de la región de lo que pueda pasar en el resto del país y en el mundo, considero que nuestra ciudad pasa por una época particularmente promisoria. Hagamos un poquito de historia. Hace un siglo, en 1912, aunque Cali llevaba más de 370 años de fundada, seguía siendo un pueblo de escasos 28.000 habitantes. Barranquilla tenía casi el doble de su población y  Medellín era dos veces y media más grande. Se dieron en los años y décadas siguientes unos hechos que convirtieron a la ciudad en un polo de atracción impresionante. El Ferrocarril del Pacífico y la apertura del Canal de Panamá en esa misma década del 10; la inauguración de la Base Aérea y la llegada de Panagra, la línea aérea que conectaba Suramérica con Norteamérica en la década de los 30; y la inauguración de la carretera Cali-Buenaventura en 1945. Esa conectividad física más la política económica de sustitución de importaciones, impulsada desde la CEPAL, convirtieron a Cali en una atractiva sede para la instalación de fábricas de empresas multinacionales y en atractivo destino para migraciones nacionales y, en mucho menor escala, internacionales. La población de la ciudad creció a una tasa promedio superior al cinco por ciento durante ochenta años. Ese crecimiento fue desordenado, empujado por la llegada de varias decenas de compañías norteamericanas y europeas, y por la creación de muchas empresas locales alrededor de ellas. Ya en el censo de 1951 la población de Cali era mayor que la de Barranquilla y se acercaba a la de Medellín. Y en el de 1993, superaba a Barranquilla en un 70% y a Medellín, por estrecho margen, si no se incluyen los municipios vecinos del Valle de Aburrá. Las instituciones de la ciudad no maduraron al ritmo que creció su población. Su ubicación física, su clima, la diversidad y amabilidad de su población, mayoritariamente compuesta por inmigrantes, hicieron siempre de Cali una ciudad acogedora y pujante. Pero cambios sociales y económicos en las décadas de los 80 y los 90 causaron una profunda crisis en su modelo de desarrollo. Primero fueron las mafias del narcotráfico que trajeron violencia y corrupción y daño moral a la juventud. Nunca acabaremos de evaluar el daño que nos hicieron. Luego vino la apertura económica, a partir de 1990, que cambió las reglas de juego: ya no era necesario para las empresas multinacionales producir en Colombia para poder vender en al país. La producción se podía consolidar en unas pocas fábricas, en otros lugares, para buscar economías de escala. Si a esto se agrega la violencia guerrillera que se ensañó con la ciudad, en la década de los 90 y principios de la pasada, ante la mirada negligente del Gobierno central, vemos por qué Cali perdió mucho del atractivo que la había convertido en meca de la inversión unas décadas antes. Muchas de las multinacionales se fueron. Hubo otros factores negativos. La crisis financiera de finales del siglo pasado afectó más duro a Cali porque las empresas de ese sector en la ciudad eran mayoritariamente pequeñas, incipientes, y no resistieron las condiciones desfavorables del mercado ni las drásticas medidas del Gobierno central. La crisis de gobernabilidad de la región, causada por una combinación lamentable de la cultura mafiosa del despilfarro, la corrupción y la ineficacia fue muy grave. Vimos ir a la cárcel a Gobernadores, Senadores y Representantes, Concejales, Gerentes de EMCALI, Rectores de universidades. Y vimos al borde de la quiebra a las principales entidades estatales de la región; el Departamento, la ciudad capital, EMCALI, EMSIRVA, la Universidad del Valle. Cali, además de ver intervenidas por el Gobierno central sus dos empresas públicas más importantes, vio pasar por el CAM varias administraciones que, otra vez, por corrupción e ineficacia, frenaron el desarrollo de la ciudad. Pero, como dice el refrán, no hay mal que dure cien años… En los últimos años, Cali ha dado un viraje importante; y ahora, con el actual Gobierno municipal, se ve un futuro cada vez más promisorio. La ciudad está más ordenada; el Mío ha transformado su urbanismo y su movilidad. Las Megaobras, tan molestas durante su construcción, empiezan a mostrar sus resultados. La Administración municipal está reorganizando sus finanzas. Hay proyectos de inversión públicos y privados de alto impacto positivo. La inseguridad se reduce. La convivencia mejora. Pero más importantes son las oportunidades a mediano plazo. Si se acepta la premisa de que el Pacífico es el océano del Siglo XXI; que los países con costas sobre él son los que están halando y se espera que sigan halando la economía global; entonces las posibilidades de Cali y del Valle del Cauca, el Valle del Pacífico, como han dado en llamarlo ahora, son inmensas. Para que se concreten las oportunidades hay dos requisitos: el primero es que nos veamos como región, como ciudad región. El G-10, como eufemísticamente llama el Alcalde Guerrero a ese grupo compuesto por Cali y las ciudades y poblaciones vecinas, es el que reúne, en su conjunto todas las fortalezas. El segundo requisito es que aprendamos a mirar para afuera, al exterior, no hacia el centro, hacia el interior. Si la conectividad con Buenaventura y con el Pacífico fue lo que cambió a Cali en el siglo pasado, esa misma conectividad, asumida ahora mejor como decisión de región, con una gran transformación de Buenaventura, ofrece muchas más oportunidades en el Siglo del Pacífico. El G-10 debe verse a sí mismo como una gran plataforma productora y exportadora hacia el Occidente. Tiene condiciones que no tiene ninguna otra región colombiana: un puerto de aguas profundas, Buenaventura, sobre el Pacífico; una ciudad, Cali, con servicios sofisticados y amplio capital humano; una ciudad industrial, Yumbo, con la más alta productividad promedio de Colombia; ciudades y tierras agroindustriales con características físicas únicas; una muy rica diversidad cultural; una biodiversidad como muy pocas en el mundo; y una extraordinaria diáspora, la que constituyen los que se fueron en tiempos de nuestra crisis, muchos de los cuales desean volver a vivir y trabajar en su región. Ese es el panorama que ustedes pueden esperar; el que ustedes deben enfrentar. El futuro se construye; y el de nuestra región lo van a construir ustedes y los de su generación, queridos graduandos. Los animamos desde aquí a tomar sus caminos con optimismo y determinación y a contribuir activamente a que se conviertan en realidad esas posibilidades. Ahora, al reiterarle mi sincero agradecimiento por su presencia aquí, a pesar de las dificultades de su agenda, me honra dar la bienvenida a la Universidad Icesi y presentar ante ustedes a nuestro Invitado de Honor, el señor Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Frank Pearl González.