Boletín de Prensa #039

HELENA azul

Prólogo

Helena María Cancelado Carretero

Soy Ingeniera Industrial y candidata a doctora en Dirección de Empresas. Me desempeño como profesora tiempo completo y directora de la Especialización de Calidad en la Universidad Icesi desde hace 12 años. Ser profe y el amor por enseñar hacen parte de mi legado familiar.

Me interesa observar y entender el ritmo de aprendizaje de los estudiantes y cómo desde mi rol puedo facilitar los procesos de aprendizaje. En los últimos años he investigado sobre cómo mejorar el Sistema de Salud en Colombia, sus procesos, la calidad y la logística y recientemente ronda en mi cabeza la pregunta sobre cómo desarrollamos habilidades blandas en los estudiantes. Disfruto bailar, pintar, viajar, compartir con mi esposo, mi madre, hermanos y sobrinos y vivir cada momento.

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Cuánto más grande es la prueba, más glorioso es el triunfo”

William Shakespeare

Este escrito es una reflexión sobre el acompañamiento a proyectos de grado de los estudiantes de Ingeniería Industrial. Se fundamenta en tres fases que funcionan engranadas, una a través de la otra, y son consecuencia de la experiencia de mi trabajo profesional, tanto en el campo de la consultoría como en el campo de la docencia. Todo inició hace 12 años cuando empecé esta maravillosa experiencia de ser profe en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad Icesi. Uno de los primeros retos fue dirigir un proyecto de grado (tutora temática). No conocía al estudiante y no imaginaba cuánto esta experiencia me iba a enriquecer como persona y como profesional.

El estudiante estaba dando inicio a un nuevo proyecto de grado con un tema totalmente diferente. La mayoría de sus compañeros se había graduado. Él estaba laborando, pero tenía pendiente esta materia. La primera vez que hablamos lo noté nervioso y ansioso, le pregunté acerca de su experiencia con el proyecto de grado anterior y me comentó que no tuvo conexión con el tema y que, además, estaba temeroso de volver a empezar. Sentí como si hubiera perdido la confianza en sí mismo. Trabajé con él, emprendimos la tarea de sacar adelante el proyecto de grado y todo marchó muy bien. Desde que conocí al estudiante sentí que él podía, que era cuestión de guiarlo y acompañarlo en ese proceso. Fijamos un plan de trabajo que cum- plidamente se llevó a cabo, en menos de lo que pensábamos estuvo listo para la sustentación.

Preparó la sustentación una y otra vez, quería que en esta nueva oportunidad todo saliera bien y darle esa buena noticia a sus padres, que esperaban ansiosos su grado. El día de la sustentación llegó temprano, colocó su archivo en el computador y se sentó con los demás estudiantes. Llegó el momento, fue el último de la lista, inició y, en la medida que avanzaba, yo veía en la cara de los profesores asombro y en la de él, felicidad. Terminó pasados 20 minutos, resolvió las dudas y el último profesor que le preguntó se levantó de su silla y le dijo: “Fabio, he vuelto a creer en los estudiantes”. Todos nos sorprendimos.

Los estudiantes salieron del salón y los profesores nos quedamos para consolidar la evaluación. Mis colegas me preguntaron cómo lo había logrado, yo no comprendía muy bien por qué la pregunta. Re- sulta que en la mente de ellos aún estaba la imagen de un estudiante promedio que nunca los había asombrado. Uno de mis colegas dijo: “tenemos aquí a santa Helena, redentora de imposibles”. Después me sorprendieron con un diploma firmado por los profesores ratificando el título. En ese momento me cuestioné: ¿qué pasó? ¿qué hice?, ¿qué permitió lograr el resultado?

Luego vino la tutoría de muchos proyectos de grado. Siempre me ha gustado dirigirlos y ver cómo los estudiantes son capaces de aplicar lo que han visto en la carrera y desarrollar sus capacidades para dar solución a la pregunta de investigación que plantean. Recuerdo que he tenido a cargo estudiantes que se han destacado a lo largo de la carrera y estudiantes no “tan buenos”, pero eso nunca ha sido importante para decidir si pueden trabajar conmigo. Estoy convencida de que todos tie- nen un tesoro interno, capacidades personales y académicas que bien enfocadas los empodera para lograr grandes resultados.

Me di a la tarea de observar el comportamiento de algunos de mis estudiantes a quienes les dirigía el proyecto de grado: Nathalia, María Paula, las Valentina, Juan Carlos, Laurita, Juan David, Diana, Juliana, María Camila, Paola, Julio, Paula, Juan Camilo, Abraham, Martha, Óscar y Vladimir. Ellos tenían motor propio, habían sido excelentes estudiantes y siempre iban por resultados extraordinarios. Otros, como Fabio, Alejandro “Memo” y Felipe, por el contrario, no se habían destacado a lo largo de la carrera.

En ese momento comprendí que el método que tengo para acompañar a los estudiantes no sólo se basa en una orientación técnica, tiene un gran componente humano. Observo para comprender cómo son, qué los motiva, a qué le temen, a qué no; para conectar, para guiar, para sacar lo mejor de ellos y que, finalmente, se den cuenta de que, como seres humanos, tienen infinitos tesoros que durante el transcurso de la vida los llevarán a ser felices y a alcanzar su realización.

Al comprenderlo, contacté a algunos de ellos para dialogar y tomar la foto de lo que hago en retrospectiva. A partir de mi auto reflexión y de la reflexión con ellos definí que el método que utilizo tiene tres fases: la conexión, el desarrollo y la trascendencia. En esta experiencia de acompañamiento estas fases han sido pilares fundamentales para que el estudiante –que es el centro del proceso enseñanza-aprendizaje– logre desarrollar su proyecto de grado y, en muchas ocasiones, alcance resultados excepcionales y/o aprenda de sí mismo.

La conexión

Conectar es para el ser humano relevante, sólo nos mueve aquello que se puede interrelacionar con nosotros, aquello que hace sentido con nuestra vida. Es la motivación que nos ayuda a emprender un trabajo que tiene significado. Como docente lo primero que hago es observar la forma de ser del estudiante, sus características (expresivo, emprendedor, analítico o afable). Esto lo aprendí de la consultoría en donde por muchos años me entrenaron para identificar qué motiva a las personas y cómo reciben el mensaje. A partir de esta observación, procuro establecer la conexión profesor-estudiante y trabajar en las emociones que pueden tener frente a la confianza, la disciplina, la responsabilidad y la capacidad de logro.

También reviso con ellos las motivaciones hacia el tema del proyecto de grado y sus expectativas, esto se convierte en la base para que ellos planeen la primera parte del proyecto de grado que es fundamental para su posterior desarrollo. Les inculco que es muy importante estar motivados frente al tema, tener motor propio, dejar el anteproyecto sólido en Proyecto de grado I para iniciar el camino en Proyecto de grado II.

Si bien es relevante la conexión durante el desarrollo de Proyecto de grado I, ésta se vuelve más importante durante Proyecto de grado II, porque en esta etapa se enfrentan a la ejecución y esto trae consigo dificultades, retos y desafíos. Por lo que se debe mantener el seguimiento con los estudiantes a través de reuniones periódicas y no sólo evaluar con ellos el avance temático, sino las dificultades y sus emociones para que, a partir de las preguntas que el profesor les hace, encuentren respuestas y superen los obstáculos. Para que se dé esta etapa es necesario construir un ambiente de confianza entre ambas partes, de manera que se pueda sostener la conexión a lo largo del proceso y se establezca un constante ciclo de retroalimentación.

El desarrollo

El desarrollo se instala en el tránsito del camino para lograr la meta. Es allí donde el estudiante coloca todo su empeño y capacidades, y el profesor acompaña, reta, pregunta y motiva. Como profesora considero que en esta fase una de las cosas más importantes es el desarrollo de competencias y valores. Desde esta perspectiva voy a referirme a tres casos puntuales de estudiantes que he acompañado.

Fabio aprendió a enfocarse, a priorizar, a administrar el tiempo y a cum- plir los objetivos, mientras que Alejandro aprendió que la disciplina es necesaria para la realización de cualquier proyecto y que su mayor motivación fue que el proyecto estaba relacionado con su interés profesional. Felipe en esta etapa pudo realizar un proyecto acorde a su sentir, donde desarrolló habilidades sociales. El valor agregado para este estudiante fue el contacto, la comunicación con la comunidad, la pérdida del miedo a comunicarse y a lograr metas, permitiéndole desarrollar un proyecto útil a la población que brindaba soluciones desde la ingeniería industrial.

Desde mi punto de vista como profesora considero que el desarrollo del proyecto de grado es un proceso iterativo de aprendizaje y motivación del estudiante para alcanzar el objetivo, en donde se integran el método de trabajo y las relaciones emocionales para hacer significativo el aprendizaje. Por un lado, dentro del método abordo con los estudiantes: la claridad del proyecto y sus objetivos, el plan de trabajo, el seguimiento y la retroalimentación. Por otra parte, en las relaciones emocionales, destaco: la capacidad para conocer al estudiante y su ritmo de aprendizaje, el acompañamiento para ayudarle a desarrollar la motivación, la disciplina, el compromiso y la confianza en sí mismo. Insisto en inculcarles que todas las cosas son posibles de lograr si existe dedicación y esfuerzo.

El desarrollo culmina con la sustentación, sin lugar a duda, uno de los hitos más importantes en la vida de los estudiantes. También significa para mí el crisol en donde se mezclan las competencias del ser, el conocer y el hacer, para dar paso al nacimiento de su vida profesional. Desde esta mirada me interesé en indagar con los estudiantes que había tenido a cargo su sentir en ese momento. Muchos coincidieron en que sintieron confianza, pudieron responder a las preguntas de los jurados con respuestas certeras, el logro de la meta fue significativo para cada uno. Cada proyecto de grado trae sus retos y angustias y sentían felicidad e inmensa satisfacción por alcanzar un logro para la familia, como estudiante y como nuevo profesional.

La trascendencia

Para abordar la fase de la trascendencia indagué a mis antiguos estudiantes por cómo les había impactado el desarrollo del proyecto de grado y cómo había aportado el proyecto a sus vidas cuando ya había pasado para unos once años y para otros, apenas uno.

Alejandro y Fabio, quienes terminaron hace varios años su proyecto, consideran que lo vivido durante el proyecto les sirvió para tener presente siempre que, en el trabajo con los equipos que lideran actualmente, es necesario acompañar y apoyar para tener objetivos, ideas claras y lograr los resultados. Sustentaron también que la disciplina es un valor necesario para realizar cualquier trabajo y que ese fue uno de los puntos fundamentales que aprendieron en esa oportunidad. Los más recientes, como Valentina, Laurita, Felipe, María Camila, consideran que los buenos resultados que obtuvieron en el proyecto de grado les aportaron a mejorar notablemente su confianza y se dieron cuenta de que con trabajo continuo se logran buenos resultados.

Desde las experiencias de los estudiantes quise conocer si hubo algo que hice durante el proceso que favoreció el logro de los resultados. Quienes respondieron valoraron la sinceridad, la honestidad, el apoyo, el asesoramiento y la orientación en el desarrollo de las diferentes etapas del proyecto de grado. Así mismo, la buena disposición y confianza que se dio entre tutora y alumno ayudó a mostrar resultados efectivos. Además, sintieron que culminar el proyecto era una meta para mí también. En sus propias palabras:

El factor motivacional fue importante como estudiante, que te expli- quen el porqué del proyecto permite que uno empieza con pie derecho. Lo otro es entender cómo trabaja el estudiante. Helena, primero, me entendió, analizó mi forma de trabajo y, después, definimos un plan de trabajo por partes para finalmente tener un todo.

Lo anterior me lleva a concluir que la trascendencia es la huella que como profesores dejamos en los estudiantes y que se construye durante todo el proceso. Pero que es un proceso propio del estudiante quien al final lograr entender su propio aprendizaje y el impacto de esta huella en su vida. Finalmente, resumo los puntos que considero hacen valioso el método: la conexión, el empoderamiento, el amor, la exigencia, el reconocimiento y la confianza, que puestos en el proceso de enseñanza-aprendizaje como centro de las relaciones han traído, a los estudiantes y a mí como docente, grandes satisfacciones personales y profesionales y proyectos de grado meritorios y otros no, pero con muchos aprendiza- jes. De igual forma, la satisfacción cuando los estudiantes que aún no inician proyecto de grado me buscan y me dicen “profe, queremos que seas nuestra tutora” y con gran convencimiento pienso que sí, porque sólo es necesario encontrar el tesoro que ellos tienen para que puedan superarse a sí mismos y alcanzar la felicidad con lo que hacen.

 

Libro completo:  Las Profes. Ellas enseñan, ellas relatan

 

Mayor informes: Helena María Cancelado Carretero, profesora del Departamento de Ingeniería Industrial, Facultad de Ingeniería, Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.