Boletín de prensa # 021

Melquicedec Lozano web

Columna de Opinión de Melquicedec Lozano, Ph.D.,Investigador del Centro de Desarrollo del Espíritu Empresarial de la Universidad Icesi, en la que sugiere cuándo debería darse una oportunidad laboral a un familiar quien haya cometido un error en la empresa, publicada en la revista LatinPyme-edición de diciembre/2017. 

Los familiares vinculados a las actividades de la empresa pueden incurrir en errores similares a los que cometen los empleados en general y además abusar de su poder en el grupo, razón por la cual el equipo de dirección debe actuar sabiamente para resolver los inconvenientes.  

Qué bueno que en las empresas siempre todo marchara bien y no se presentaran asuntos disciplinarios a tratar con familiares involucrados en los negocios. Sin embargo, este escenario deseable, aunque posible de conseguir, no es tan frecuente. Al tener familiares vinculados en los negocios de la familia, se hace probable que afloren las mismas situaciones que se originan con los trabajadores y empleados no familiares. El equipo de dirección de la empresa debe actuar sabiamente con una mezcla de alteridad y mano firme.

¿Cuáles situaciones disciplinarias se pueden presentar con el familiar vinculado?

Discute y pelea continuamente. Este tipo de comportamiento indispone a las personas con quienes el familiar debe tratar, lo cual se transmite fácilmente al resto de integrantes de la empresa, dando lugar a un clima laboral no deseable. En consecuencia, también se afecta la actividad laboral de la empresa, repercutiendo en factores como la calidad, los costos y la imagen.

Hace uso personal de recursos que son de la empresa. Este comportamiento es muy frecuente en las pequeñas y medianas empresas por no dedicar sus directivos unas cuantas horas a determinar normas que diferencien los recursos de la empresa de los recursos de la familia. Pero aun así, las normas para algunos familiares no son suficientes y las ven con indiferencia, originando disgustos y distanciamientos.

Desatiende las jerarquías. Hace las cosas a su criterio porque argumenta que, por ser familiar, también tiene derecho a gobernar la empresa. Pierde la memoria frente a las normas y criterios institucionales establecidos. Con este proceder se pierde la unidad de mando y se difumina ante los trabajadores la presencia del líder formal legitimado a quien se debe atender.

Daña intencionalmente el buen desempeño de otros. Puede presentarse cuando el familiar conflictivo nota que otros son reconocidos por su eficiencia y resultados. Ante su posible impotencia para superarlos, opta por dañar su buena imagen o hacerlos aparecer, ante sus jefes clave, como los causantes de baja consecución de metas o funcionamiento inadecuado de procesos clave de la empresa.

Origina clandestinamente disgustos de unos con otros. Quizá porque no son de su predilección o porque previamente se tuvo con ellos algún disgusto leve y se dejó huella, la que le sirve de razón al familiar para tomar venganza del daño recibido; la mayoría de las veces elevando demasiado la intensidad de la venganza.

Responde de manera retadora y con palabras soeces. Esta conducta se da en personas a quienes se les señala la necesidad de mejorar asuntos laborales, así sea que se haga de buena manera. No aceptan que les hagan ver fallas o vacíos sobre su forma de abordar algunas actividades específicas. Los compañeros y superiores optan por no decirle nada para evitar problemas, pero es una situación que se puede tornar peor porque el familiar aludido cada vez va tomando más poder justamente para que “no se metan con él”, y seguirá utilizando la estrategia de retar y responder vulgarmente.

Comete robo en la empresa. Esta indeseable acción se asume en ocasiones bajo la creencia de que se conoce bien a la familia y, por lo tanto, se es hábil para actuar frente a ella y poder robar sin que se percaten. Complementado esto con la creencia adicional de que, si se enteran, sabrán perdonar por ser de la familia. Concepto infundado éste por cuanto una buena cantidad de empresas utilizan medios tecnológicos, como las cámaras, los sensores y el software de control de inventario permanente, para detectar robos, pérdidas, daños.

De nuevo en la empresa

No hay duda de que el robo no tiene nuevas oportunidades en la misma empresa donde se ejecutó. Las otras situaciones disciplinarias que se mencionan en el apartado anterior, generalmente deben dar lugar a un proceso que se inicia con un llamado de atención, pasando luego por la aplicación de alguna sanción y terminando con la expulsión del miembro familiar. Una nueva oportunidad de trabajo en la empresa, dependerá de la gravedad de la situación disciplinaria. Le compete al área de talento humano, con apoyo del Consejo de Familia, analizar cada caso minuciosamente y decidir bajo dos conceptos clave: alteridad y mano firme. La alteridad vista como la habilidad para ponerse en los zapatos del otro y, mano firme, vista como la necesidad de reprender justamente al familiar implicado. La primera implica conocer los pormenores del comportamiento, sus causas y consecuencias. En ningún momento para justificarlas, y más bien para tener todas las piezas de lo acontecido relacionadas con claridad, lo que será muy útil para que desde el lado familiar se ayude con orientación y terapia a la persona originadora de conflicto. Mientras, la segunda, forja los fundamentos para aplicar el proceso sancionatorio sin quedarse corto, pero sin trascender el lindero.

La posibilidad de una nueva oportunidad en la empresa, si se consiente, debe estar supeditada, además, a que el implicado tenga voluntad y compromiso para el cambio, y que efectivamente entre en él. Previamente el Consejo de Familia debe haber apoyado al implicado para su mejoramiento personal. No obstante, después del despido, participar en un proceso de mejoramiento personal, no debe obligar a la empresa a abrir de nuevo las puertas a quien despidió. Apoyar el mejoramiento es un deber familiar, más no debe constituirse en requisito único para volver a vincularse. Esto dependerá de las razones de despido y de todo lo mencionado en este apartado.

De manera preventiva, la familia empresaria deberá procurar en la niñez y adolescencia estas tres acciones fundamentales, como mínimo: formación sobre la convivencia social y laboral, el fomento de los valores y comportamientos esenciales para actuar con buenas prácticas conductuales, la recuperación del talento humano familiar con apoyo del Consejo de Familia.  Más información: Melquicedec Lozano, Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.