Boletín de prensa # 089

Es un honor para mí y me llena de satisfacción presidir esta sexagésima octava Ceremonia de Grados de la Universidad Icesi y compartir la satisfacción y la alegría que sienten tanto ustedes queridos graduandos, como sus padres, cónyuges y demás familiares y amigos que los acompañan.

Celebramos hoy la culminación de estudios de 368 nuevos profesionales, en dieciocho programas diferentes; 31 de ellos reciben dos títulos simultáneamente. Otras 227 personas reciben el título de Maestría; y una persona recibe el título de Especialista en Cardiología; además, otros 17 terminan sus estudios de especialistas en diversas áreas.

Quiero subrayar la movilidad internacional de nuestros graduandos de hoy: por curiosa coincidencia, tanto para el grupo de los que obtienen su primer grado, como para los que culminan su Maestría, un 25.5% de los graduandos tuvo, durante el curso de sus estudios, una experiencia internacional facilitada por la Universidad. Es una cantidad muy significativa.

Celebramos hoy, también, los primeros títulos de Maestría en Biotecnología.

Y destaco que hoy recibe su diploma el segundo grupo de beneficiarios del Programa de Becas para la Excelencia Docente del Ministerio de Educación Nacional. Esa fue una excelente iniciativa del Ministerio para facilitar que muchos docentes del sistema oficial de la región pudieran cursar la Maestría en Educación en una universidad de alta calidad. Ya en la ceremonia pasada habíamos celebrado el grado de 71 integrantes de la primera cohorte de estos becarios. Hoy otorgamos el título a otros 56 docentes.

Celebramos también muchos logros de una cohorte de estudiantes muy especiales. Por ejemplo, vamos a otorgar 63 grados con honores, seis de ellos, Magna cum laude. Todos ellos hacen parte de esos grupos que en representación de la Universidad participan en las pruebas Saber Pro y obtienen los mejores resultados entre todas las universidades de fuera de Bogotá; los cuartos mejores del país, en promedio. Son centenares de historias de vida muy destacadas a las que no puedo referirme aquí. Déjenme referirme brevemente sólo a unos pocos ejemplos.

Eduardo Andrés Perdomo se gradúa Magna cum laude, simultáneamente, en Ingeniería Industrial y en Economía y Negocios Internacionales. Realizó intercambio en Francia por un semestre. Complementó sus estudios con la participación en el programa de danza contemporánea, de Bienestar Universitario

Sebastián Monedero obtiene título Magna cum laude en Mercadeo Internacional y Publicidad y, simultáneamente, otro, cum laude, en Economía y Negocios Internacionales. Fue becario Icesos. Fue monitor en varias materias y miembro del Consejo Estudiantil por dos años. Quiero destacar que lo traté mucho y lo vi actuar como presidente del Consejo Estudiantil; siempre me llamó la atención su liderazgo participativo y efectivo.

Julián Andrés Sánchez recibe un diploma, Magna cum laude, en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales y, al mismo tiempo, otro, cum laude, en Economía y Negocios Internacionales. Tuvo monitorías en 11 cursos diferentes en pregrado, 4 en posgrado y una en investigación.

Juan Pablo Ordóñez se gradúa Magna cum laude en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales. Hizo un intercambio en la Universidad Alfonso X El Sabio, en Madrid, España. Aprovechó esa oportunidad para visitar más de 20 países. Becario de EMCALI. Fue monitor en varias áreas administrativas y monitor académico en 10 asignaturas diferentes; además, fue monitor del Centro de Escritura.

Catalina Cabana obtiene su título Magna cum laude en Economía y Negocios Internacionales. Monitora de varias materias de matemáticas. Hizo parte del grupo estudiantil Edeconi. Realizó un intercambio en Francia por seis meses.

Tatiana Maya se gradúa Cum laude, simultáneamente, en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales y en Economía y Negocios Internacionales. Fue monitora de álgebra y funciones, de idiomas, aprovechando su manejo de tres idiomas extranjeros, y del centro de escritura. Realizó un intercambio en la Escuela de Negocios de Montpellier, Francia, obteniendo la doble titulación en Administración de Empresas. 

Nathalia Figueroa obtiene también dos títulos, ambos Cum laude, en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales y en Economía y Negocios Internacionales. Fue monitora de Teoría microeconómica por varios años. Ella también obtuvo su doble titulación en la Escuela de Negocios de Montpellier, en Francia, en Administración de Negocios Internacionales.

María del Mar Moreno se gradúa cum laude, simultáneamente, en Ciencia Política y Sociología. Realizó su práctica internacional en la Universidad de Washington (en Seattle, en los EEUU) como asistente de investigación en la Escuela de Información. En su trabajo de investigación, María del Mar hizo parte de un equipo que comparó movilidad social, comunicación y territorio en Chiapas (México) y en el Pacífico colombiano. Hace parte del movimiento estudiantil nacional Todos por la Educación. 

María Claudia Crespo obtiene títulos, simultáneamente, en Psicología y Sociología; ambos cum laude. Realizó su práctica profesional en el CAPSI y en la fundación Unbound. Sus profesores destacan su tenacidad para sortear con éxito diversos problemas que enfrentó en el transcurso de la carrera.  

Maira Alejandra Andrade se gradúa simultáneamente en Química Farmacéutica y Biología. Es la primera vez que un estudiante de la Facultad de Ciencias Naturales se gradúa Cum laude de dos programas en simultaneidad. Participó activamente en la Asociación Colombiana de Estudiantes de Química Farmacéutica y en el Semillero de investigación en Neurociencias. Fue monitora en varias materias y en Bienestar Universitario. Fue Becaria Icesos. Además, encontró tiempo para particiar en el Grupo de Folclor y en Unicesi Baila y, durante toda la carrera, en Aero rumba y en Atletismo.

Andrés Francisco Villegas se gradúa cum laude en Ingeniería de Sistemas. Obtuvo el reconocimiento al mejor resultado del país en las pruebas SABER-PRO 2016, en el grupo de referencia de ingeniería. Hizo parte, con otros de sus compañeros de grado de hoy, de nuestro grupo de estudiantes del programa Ingeniería que obtuvo el mejor puntaje promedio en la prueba Diseño de Software, entre 81 programas de Ingeniería de Sistemas que presentaron la prueba en todo el país, seguidos de la Universidad de los Andes. Además de destacarse simultáneamente en dos programas de Ingeniería, Andrés Francisco también encontró el tiempo para participar, durante toda su carrera, en actividades culturales de Bienestar Universitario: fue músico y cuentero.

Hago ahora una breve referencia y un homenaje al coraje de Eliana Henao. A pesar de una condición de discapacidad que le ha generado obstáculos significativos, Eliana ha perseverado y hoy obtiene su grado en Psicología. Durante el desarrollo de su carrera mantuvo, además, su actividad deportiva integrando el equipo nacional de Boccia para personas en situación de discapacidad y representando al país internacionalmente en varias oportunidades.

Nos llena de orgullo entregar hoy sus diplomas de grado a 47 beneficiarios de la Beca Icesos. Dos de ellos se gradúan con honores en un programa y otros dos, ya mencionados, obtienen sus títulos, con honores, en dos programas simultáneamente. La Universidad lanzó la Becas Icesos hace ya más de 10 años y ya se han graduado más de 300 beneficiarios. La beca, que se ofrece a estudiantes residentes en estratos 1 y 2, con muy buenos resultados en Saber 11, está ligada a un crédito de ICETEX y ofrece, además de un descuento de 25%, almuerzo gratuito, todos los días, un subsidio para transporte y otros gastos del estudiante, el préstamo de los textos requeridos en cada semestre, para que los usen durante todo el semestre, y un programa de acompañamiento.

Se gradúan también hoy seis becarios del programa Conexión U, que desde hace varios años patrocina Gases de Occidente aquí en Icesi. Todos muy buenos estudiantes. Destaco entre ellos a Christian David López, quien recibe su título de Ingeniero Telemático, cum laude.

Otros 41 nuevos profesionales se gradúan también con honores. Felicitaciones para ellos, para los ya mencionados y para todos ustedes, jóvenes graduandos.

Lamentablemente, no todos los graduandos nos pueden acompañar hoy. Queremos celebrar su vida y otorgar grado póstumo en Mercadeo Internacional y Publicidad a Paola Martínez Rivera, a quien una penosa enfermedad le cortó la vida, el semestre pasado, próxima ya a terminar su carrera. Dicen sus docentes que se destacó como estudiante dedicada, amable, respetuosa; participó activamente en organizaciones de voluntariado social y fue “manager” de bandas de música urbana por cuya formalización luchó. A pesar de su enfermedad, siempre mantuvo una actitud positiva ante la vida. Hoy la recordamos especialmente.

Aprovecho este último momento con ustedes como estudiantes para referirme a un tema que me trae preocupado desde hace ya un tiempo considerable. Aspiro a que les sirva como materia de reflexión.

Un pesimismo generalizado parece estar invadiendo nuestras vidas desde los más diversos ángulos. Los medios de comunicación tradicionales y los nuevos, que son las redes sociales; las campañas políticas y muchos intelectuales públicos; nuestros amigos y los no tan cercanos nos inundan con malas noticias y con predicciones fatalistas; y nos muestran o nos cuentan, con frecuencia inusitada, una cantidad de hechos y datos, a veces parciales, muchas veces incorrectos, otras muchas simplemente falsos que nos llevan a percibir situaciones malas, a menudo graves, en muchos de los aspectos que conforman nuestra cotidianidad; todo esto lleva al pesimismo. Y ese pesimismo inhibe de diversas maneras a muchas personas; a otras las deprime; y a unas más les genera niveles de rabia e indignación francamente dignas de mejor causa.

Este no es un fenómeno exclusivamente colombiano. Por razones no bien explicadas todavía, una situación similar se aprecia en diversas sociedades, incluyendo muchas de las más desarrolladas.

Recientemente, por ejemplo, se conoció una investigación de la firma inglesa Ipsos Mori, titulada “Los peligros de la percepción”. Ese sondeo, que cubre 38 de las economías más grandes del mundo, encuentra que las personas tienen percepciones exageradamente negativas sobre la situación de sus países; en particular, en temas de seguridad y salud.

Tenía yo ya escogido este tema para hoy, cuando, hace menos de dos semanas, se publicó en los Estados Unidos un libro del célebre Psicólogo y Profesor de Harvard Steven Pinker cuyo título, traducido libremente, sería: “Ilustración ahora: la defensa de la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso”. En su introducción, el autor afirma que, al momento de la publicación, su país es dirigido por gente con una visión oscura que solo ve problemas sociales, morales y económicos por todas partes. Esa visión, dice él, incluye pesimismo acerca de hacia dónde va la sociedad y cinismo acerca de las instituciones modernas.

Colombia no es diferente. Solo pensemos por un momento en lo que recibimos y leemos o escuchamos, todos los días, en las redes sociales: atracos inexistentes, estadísticas falsas, amenazas infundadas, calamidades remotas, representadas como locales, etc. y una descripción de la realidad nacional francamente distorsionada. Todo eso nos tiene colmados de un pesimismo irracional y de cinismo sobre nuestras instituciones. La encuesta de Ipsos Mori, ya citada confirma lo anterior. Por ejemplo, cuando se preguntó a los colombianos cómo se comparaba la tasa de homicidios en el país entre el año 2000 y el presente, casi el 80% de los consultados respondieron que ahora era mayor o más o menos igual, cuando, en realidad, esa tasa se redujo en un 60% durante el periodo en cuestión. Respuestas similarmente despistadas, si me permiten la expresión, dieron los encuestados en temas relacionados con terrorismo y salud.

En la campaña política tan polarizada que estamos viviendo se han visto casos claros de mala intención en comunicaciones negativas, orientadas a generar pesimismo y miedo. Esos casos llevaron a Alejandro Gaviria, nuestro reconocido Ministro de Salud, a calificar a los mensajeros que las originan de “mercenarios del odio, pagados por los neuróticos del poder, [que] intercambian insultos en las redes sociales y poco a poco, tuit a tuit, día a día, van envenenándonos a todos”.

Una definición de optimismo lo describe como “una actitud asociada con el futuro social o material; una que el evaluador considera socialmente deseable, para su ventaja o su placer”. Las ventajas del optimismo sobre el pesimismo en las personas están documentadas en muchos estudios científicos en psicología. El optimismo se asocia, en general, con buen estado de ánimo; con perseverancia y capacidad para resolver problemas y sobreponerse a la adversidad; con éxito académico, deportivo, laboral, etc.; con buena salud y longevidad. El pesimismo, por el contrario, se asocia con depresión, pasividad, enfermedad, entre otras circunstancias negativas. En economía, también, las percepciones de empresarios y consumidores sobre el futuro son indicadores clave de la propensión a la inversión y al consumo; y, por lo tanto, del crecimiento.

Las percepciones que, como individuos y como sociedad, tenemos sobre la realidad; y las expectativas que tenemos sobre el futuro son, entonces, muy importantes para nuestro bienestar actual y para la construcción de ese futuro. Y es muy triste ver como se ha construido, entre nosotros y entre muchos grupos sociales, una visión del país y del mundo que no se parece en nada a la realidad objetiva.

No se trata de negar que existen muchos problemas y muchas situaciones lamentables. Ni que enfrentamos riesgos importantes como nación y como especie humana. Pero, si nos dejamos abrumar por la información negativa, tantas veces equivocada, si nos dejamos embargar por el pesimismo, no solo no viviremos una vida más sana, en el más amplio sentido de la expresión, sino que no tendremos la disposición ni la energía para resolver los problemas que debemos encarar y enfrentar los riesgos que nos asechan.

La realidad objetiva muestra un mundo que mejora y un país que mejora; con retrocesos a veces, sí, pero con tendencias positivas muy claras.

Veamos primero la situación global.

En el libro al que me referí hace un minuto, Pinker, su autor, se propone demostrar que esa visión tan sombría del estado del mundo, que comparten muchos intelectuales y gente del común, “está no solo un poco equivocada, sino equivocadísima; no podría estar más equivocada”. El autor presenta una comprensión del mundo basada en los ideales de la Ilustración europea del siglo XVIII: la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. Y muestra el gran avance global en áreas tan diversas como la salud, las guerras, el medio ambiente, la felicidad, la igualdad de derechos, y la calidad de vida.

Ya, en 2011, el mismo Pinker había publicado otro libro que apareció, más tarde, en Español con el título “Los Ángeles que llevamos dentro”, en el que presentó centenares de gráficas y mapas mostrando cómo la violencia y las condiciones que la impulsan han declinado durante el curso de la historia: primero fue por la aparición de Estados que ejercían control sobre territorios y reducían las luchas tribales; luego se vio una reducción dramática en los homicidios y otros crímenes en la Europa que empezaba a modernizarse y estableció el cumplimiento de la ley y normas de autocontrol; vendrían después la abolición de la esclavitud y de la persecución religiosa; hasta los últimos cincuenta años que han visto expandirse por el mundo el reconocimiento de derechos civiles, derechos de las mujeres, de los niños, de los homosexuales, etc. Como lo deja claro desde el principio, Pinker cree que vivimos la época más pacífica de la historia de la humanidad; pero que la llegada allí no ha sido suave, que ha habido retrocesos temporales; que el declive en la violencia no la ha llevado a cero; y que no hay garantía ninguna de que ese declive continúe. Pero que es un hecho incontrovertible y que tiene grandes consecuencias en el bienestar de toda la humanidad.

En su nuevo libro, Pinker aborda muchas otras formas como se manifiesta el progreso.

La expectativa de vida al nacer, que se mantuvo fija por siglos, entre los 27 y los 35 años, según el continente considerado, empezó a aumentar hace unos 150 años y hoy está entre los 60 y los 80 años, de nuevo, según el continente o país.

Ese aumento en longevidad se origina, por una parte, en la reducción de la violencia, ya descrita en el libro anterior; pero se deriva, sobre todo, de los avances en vacunas y otras medicinas y de cambios en hábitos de vida que han transformado la salud de la humanidad. La reducción en tasas de mortalidad infantil es dramática en el mundo entero. Igualmente, se han reducido las muertes accidentales, en particular las de incidentes que involucran automóviles y aviones.

Tal vez la predicción más fatalista y famosa de la historia fue la llamada Catástrofe Malthusiana. Hace más de 200 años, el británico Thomas Malthus publicó el “Ensayo sobre el principio de la población”, en el que predecía una crisis de hambre porque el crecimiento de la población respondía a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los alimentos y, en general, de los recursos para su supervivencia sólo lo podía hacer en progresión aritmética. Hace solo 50 años, se conocieron nuevas publicaciones que anunciaban, de distintas formas, una catástrofe similar. Pues bien, contra todos esos pronósticos y a pesar de que el aumento en longevidad hace crecer más la población, la verdad es que, hoy, no se acepta la teoría Malthusiana y, al contrario, el hambre y la desnutrición se han reducido de manera importante en el mundo entero. Malthus y sus seguidores no contaron con una disminución en la tasa de nacimientos que se ha venido dando por el mejoramiento de la educación y como reacción a la reducción de muertes infantiles, ni con los avances científicos y tecnológicos que han permitido aumentar substancialmente la productividad de la agricultura.

Otro cambio dramático se ha dado en el crecimiento del ingreso de la población del mundo; y en la distribución de ese ingreso. Es muy importante, en particular, la reducción de la pobreza absoluta. Para celebrar el Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza, en octubre del año pasado, Max Roser, investigador de la Universidad de Oxford, tuiteó: “Los periódicos podrían haber titulado cada día, durante los últimos 25 años, ‘Ayer se redujo en 137.000 la cantidad de personas en extrema pobreza’”. Aunque la cifra de 700 millones de personas en el mundo en pobreza extrema es espantosa, se ve diferente si se agrega que esa cantidad es solo el 10% de la población mundial; y que, hace solo un siglo, dos terceras partes de la población vivían en esa condición.

Podría seguir aquí por varias horas refiriéndome a avances globales en muy diversos campos como el de los derechos o el de la educación o el de la democracia u otros muchos. Los invito a buscar los libros de Pinker o a consultar sitios Web como Our World in Data, del citado Max Roser, HumanProgress, dirigido por Marian Tupy, o Gapminder, de los suecos Ola y Hans Rosling. En todos, la conclusión es muy clara: el mundo ha avanzado muchísimo y la gran mayoría de la gente vive cada día más y mejor.

En Colombia se han producido transformaciones similares. Me refiero a las últimas décadas porque en ellas se han experimentado las más importantes y porque son las más relacionadas con el debate actual.

La tasa de homicidios bajó de 68.3 por cada 100,000 habitantes en el 2002 a 32.7 en el 2010 y a menos de 24 en el último año. Esta es la tasa de homicidios más baja en más de cuatro décadas. Es una reducción enorme.

La pobreza también ha disminuido considerablemente. Según el índice de pobreza por insuficiencia de ingresos, el porcentaje de colombianos que son pobres pasó del 49.7% en el 2002, al 37.2% en el 2010 y al 28% en el 2016. Otro índice más nuevo, llamado de pobreza multidimensional, la calcula por carencias en diferentes dimensiones del bienestar como educación, vivienda, salud, empleo, etc. El porcentaje de pobres, según este criterio, bajó del 30.4% en el 2010 al 17.8% en el 2016.

También el desempleo se ha reducido. En el 2002, el desempleo en Colombia llegaba al 15.5%; en 2010 había bajado a 11.8%; en 2017, la tasa promedio estuvo en 9.4%.

Todos estos indicadores no nos permiten cantar victoria ni ser complacientes. Las cantidades de crímenes, de pobres y de desempleados en Colombia son inmensas, muy malas. Y siguen demandando de los gobiernos y de la sociedad en general esfuerzos muy grandes. Pero lo ya logrado ha tenido y tiene un gran impacto en la sociedad; y tenemos la obligación de apreciar las tendencias y esos logros obtenidos para entender los cuadros completos.  

Otra área en la que Colombia ha mejorado muchísimo en los últimos 25 años es en su servicio de salud. Aunque son muy abundantes las quejas sobre la calidad del servicio y aunque el sistema se mantiene en una difícil situación financiera, casi la totalidad de la población colombiana está cubierta por algún seguro de salud. Hace 35 años solo un pequeño porcentaje de la población tenía el deficiente cubrimiento del Instituto de Seguros Sociales. El resto de los colombianos o cubrían los gastos de sus propios bolsillos o dependían de la caridad pública. Hoy, el sistema colombiano, con todas sus falencias, es considerado uno de los mejores del mundo.

También en nuestro caso colombiano podríamos seguir revisando indicadores que muestran el progreso de la sociedad y la considerable mejora en nuestras condiciones de vida. Pero no tenemos tiempo para eso.

Mi intención, al presentar esta información, ha sido la de neutralizar un poco el bombardeo de mensajes negativos y, en muchos casos, falsos que usted reciben permanentemente. Todos vivimos en un mundo mejor que aquel en que vivieron nuestros padres y todos nuestros ancestros. Mejor expresó esto Barak Obama hace algo más de un año, ya próximo a dejar la presidencia de los Estados Unidos: “Si usted tuviera que escoger un momento en la historia para nacer, y si usted no supiera con anticipación quién iría a ser, si nacería en una familia rica o una pobre, en qué país nacería, si iría a ser hombre o mujer; si usted tuviera que escoger a ciegas en qué momento quisiera nacer, usted debería escoger nacer ahora”.

Sí, queridos graduandos, ustedes nacieron en el mejor momento en la historia de la humanidad. Vayan con optimismo a llevar vidas valiosas. Me sumo a unas palabras del papa Francisco a los jóvenes durante su visita a Colombia: "No permitan que les roben ni la alegría ni la esperanza"

Muchas gracias.