¿Ustedes han experimentado un aumento en la matrícula este año, a qué cree que se debe esta recuperación?

En Icesi específicamente tuvimos este año la mejor matrícula de los últimos cinco años. Tuvimos un pico con el programa Ser Pilo Paga hacia el año 2017, luego vino un descenso y ahora hay una recuperación. Hemos hecho un trabajo fuerte en mercadeo para ser más eficaces, acompañando a las personas en sus decisiones y también ofreciendo diferentes opciones de financiamiento.

Estamos muy complacidos con este repunte y creo que también el buen desempeño de la economía, que sigue creciendo a unas tasas extraordinariamente altas, ayudó a este comportamiento.

¿Cuántos estudiantes tiene Icesi?

Icesi cuenta con 5.300 estudiantes de pregrado y 1.700 de posgrados; es decir, aproximadamente 7.000. En posgrados estamos registrando la mejor matrícula de la historia. En particular, Icesi Virtual, una apuesta de posgrados virtuales que lanzamos un par de años antes de la pandemia, ha crecido en forma extraordinaria.

¿Qué tipo de acceso tienen los jóvenes de los estratos más populares al Icesi?

El acceso es impresionante, nosotros teníamos hace unos 15 años, un 30% de estudiantes de los estratos 1, 2 y 3 y hoy esa cifra es cercana al 60 %. Tenemos diferentes mecanismos, hemos sido usuarios muy exitosos de los créditos de Icetex y como logramos tan buen impacto en el ámbito académico, y tan buena conexión para el mercado laboral, nuestros estudiantes no tienen dificultades atendiendo ese crédito, al contrario, les brinda la oportunidad para transformar su vida y la de su familia.

Fuimos muy exitosos atrayendo estudiantes con programas como Ser Pilo Paga y Generación E. Ahora el Gobierno ha dicho que estos programas no van a continuar, pero estamos muy pendientes de ver cómo usamos nuevos mecanismos, por ejemplo, el de financiamiento contingente al ingreso, donde los estudiantes reciben un crédito y luego pagan según su éxito en el mercado laboral. Incluso ya tenemos un plan piloto de esto con la empresa Lumni y la Fundación Santodomingo que incluye a 16 estudiantes.

También tenemos una serie de donantes muy comprometidos como TQ, la Fundación Valle del Lili, Mayagüez y la Fundación Ford, entre otros, que nos permiten seguir con la apuesta de alta calidad con inclusión. Creamos desde el año pasado una oficina dedicada a los temas de filantropía y de desarrollo institucional para conseguir más donaciones para la universidad. Hay unos incentivos buenísimos para las empresas que financien carreras de muchachos de estratos 1, 2 y 3 . Las cifras confirman que el paso por Icesi rompe ciclos de pobreza y transforma la vida de los muchachos y sus familias.

Estamos buscando más socios en este ámbito. La idea es ofrecerles, por ejemplo, a las empresas y fundaciones interesadas en promover la educación inicial, básica y media propuestas de valor compartido, donde puedan lograr gran impacto social, a partir de las capacidades de nuestra Escuela de Educación en formación de maestras y maestros, desarrollo curricular, evaluación y actualización de docentes, etc.

¿Qué piensa usted de la gratuidad en la educación, cree que esa estrategia debe seguir?

Francamente la medida de gratuidad que se dio para estratos 1, 2 y 3 en las universidades estatales no me gusta, porque las personas que ingresan a éstas reciben ya un subsidio enorme de la sociedad. Y lo que pagaban estas familias de estratos 1, 2 y 3 antes de la medida era muy poco relativo frente al enorme beneficio que reciben. Me parece que estas personas, que resultan privilegiadas, deberían contribuir en algo a la sostenibilidad y aumento de cobertura del sistema educativo. En cambio, los recursos que podrían ir a ampliar cupos se van a profundizar los subsidios a personas que ya los están recibiendo en montos cuantiosos.

¿Entonces cuál sería la mejor estrategia para que personas sin recursos accedan a la educación superior?

Una estrategia que el gobierno anterior dejó reglamentada, que ya está aprobada por ley y que esperamos que se implemente, es el financiamiento contingente al ingreso. Este mecanismo lo usan Reino Unido y Australia en la educación pública, y consiste en que los estudiantes no pagan por ir a la universidad, contraen una responsabilidad con el sistema y luego, dependiendo como les vaya en el mercado laboral, contribuyen a un fondo para financiar a otros estudiantes, este me parece que es un esquema ganador. En un sistema mixto como el nuestro, donde hay universidades públicas y privadas o estatales y no estatales, donde hay competencia y donde hay calidad en ambos sectores y también deficiencias, es mejor esta propuesta que un sistema donde se le da prelación solamente a lo estatal.

Me parece que el Gobierno tiene la misión de aumentar la cobertura, pero debe usar las capacidades que tiene hoy la universidad privada, sobre todo de alta calidad. Lo de menos es construir universidades, Colombia tiene muchas instituciones públicas y la mayoría de ellas son muy malas, lo más difícil es capacitar profesores, diseñar currículos, generar una cultura organizacional que produzca buenos resultados. Hay que aprovechar lo que se ha construido, tanto en el sector estatal como no estatal.

¿Pero de manera inmediata que alternativas quedan para mejorar el acceso a la universidad?

En este momento varias universidades del Suroccidente estamos proponiéndole al Gobierno que podemos hacer un esfuerzo de becas importantes, recibir nuevos estudiantes cofinanciados por el Estado. Con generación E 16.000 jóvenes se beneficiaron y la universidad asumía el 25% del costo de la matrícula y Estado el 75 %.

Ahora tenemos un programa muy exitoso con la Alcaldía de Cali, cinco universidades acreditadas de alta calidad de la ciudad, tenemos cada una 100 cupos para jóvenes de estratos populares, donde la Alcaldía pone el 50% y las universidades el otro 50% de la matrícula.

Le estamos proponiendo al Gobierno Nacional temas así para que aprovechemos, en el corto plazo, la capacidad instalada que ya tenemos, con garantía de calidad. Esta opción resulta mejor y más económica frente a la posibilidad de comenzar de cero construyendo nuevas universidades.

Hace rato se viene hablando en Cali sobre la mala calidad de la educación secundaria, cree que se están gestando las estrategias para cambiar esto?

Colombia tiene problemas serios en calidad de la educación, ha avanzado mucho en cobertura, en algunos segmentos, pero está muy regular en calidad. No es un problema solo de Cali, pero en la ciudad es muy agudo y peor de lo que debía ser, dado su nivel de desarrollo. En educación inicial, que es la más importante de todas, la cobertura es solo del 50 %, de cero a 5 años, donde los niños desarrollan sus capacidades cognitivas básicas, tenemos baja cobertura. En educación básica, tenemos una cobertura buena y en bachillerato, tenemos cobertura intermedia, pero acompañada de deserción y, en ambos casos, mala calidad. Según datos del Observatorio de Realidades Educativas de la Universidad Icesi, solo un 25% de los estudiantes que terminan bachillerato se gradúan con las competencias adecuadas mínimas que debieran tener.

Y eso se repite lamentablemente en las universidades. Tenemos entonces un problema grande en todo el ciclo de educación, yo diría que el más grave es en la educación inicial, sin embargo, de la que más se habla es de la educación superior.

La respuesta a esto es un cambio estructural, ¿usted cree que se están dando los pasos o no hemos empezado?

Se han hecho muchas cosas, pero terminan resultando insuficientes, lo más importante para que un sistema de educación inicial básica y media funcione bien es la calidad de los maestros. Icesi tiene una apuesta desde hace unos años de una Escuela de Educación donde formamos maestras y maestros, es una apuesta propia de responsabilidad social. La  mayoría tiene becas y nuestra idea es aportar para que la educación mejore, porque tristemente, en Colombia, quienes estudian para ser maestros son aquellos a los que peor les fue en las pruebas Saber 11. Tenemos que romper ese ciclo, dignificar el oficio del maestro, buscar una mayor evaluación, mejor remuneración y también acompañarlos, actualizarlos en capacidades y competencias constantemente. Avanzamos en cobertura, pero poco en calidad y no solo es un problema de recursos sino de gestión.

Para los alcaldes esto debe ser prioridad y no lo es. Lo que pasa es que los niños no votan y no hacen ruido. Los padres de familia tampoco han exigido mucho y, tristemente, como la educación pública ha perdido calidad, las familias más pudientes resuelven su necesidad educativas en el ámbito privado.

¿La tasa de desempleo  juvenil es alta en Cali, tiene que ver con la calidad del sistema educativo?

El sistema educativo colombiano deja mucho que desear y el de Cali es muy regular, por decir lo menos. No le estamos cumpliendo a los niños y a los jóvenes con oportunidades de educación de calidad, tenemos menos cupos de educación superior tanto técnico como universitaria, de los que deberíamos tener. Hay alta deserción y entonces salen al mercado laboral sin las suficientes competencias y capacidades.

Los retos son muchos...

Muchísimos, uno autores publicaron un libro que se llama La quinta puerta, habla de que en Colombia las familias más ricas tienen acceso a educación de primera calidad y las más pobres a muy mala educación. Eso hay que cambiarlo, pero es algo difícil.

Tampoco es pensar que uno construyendo universidades y colegios llega a la sociedad de conocimiento. Esto se logra con un trabajo arduo que requiere no solo de ladrillos e infraestructura, sino de formación, actualización y acompañamiento de las personas en todos los niveles, un buen diseño curricular, evaluación de resultados, ojalá presupuesto por resultados, una gestión fuerte de la secretarías municipales que son responsables por la educación en la mayoría de los grandes ciudades. Hay que hacer muchísimos cambios y darle más, no solo más dinero, sino más herramientas a nuestros sistemas educativos para tener mejor resultado porque lo que se ha hace hoy día es perpetuar la desigualdad.

¿Cuál es su percepción hoy de Cali después de años difíciles?

Venimos de dos años muy duros, en especial el 2021. La verdad retrocedimos en pobreza, en gobernabilidad y en confianza. A pesar de que el bienestar de los ciudadanos han venido mejorando en algunos aspectos y la económica repunta, nuestros gobernantes no generan mucha confianza en la población, y uno percibe un desorden en las calles muy superior a lo que era antes de la pandemia y el paro.

Ha sido muy positivo tener grandes eventos deportivos este año en la ciudad, muchos muy exitosos. El festival Petronio Álvarez tuvo récord de visitantes y eso demuestra que cuando nos proponemos se pueden hacer las cosas, pero las heridas y cicatrices de los últimos años no han terminado de sanar. Hay esfuerzos meritorios como Compromiso Valle, ojalá podamos unirnos para para trabajar juntos, tenemos un problema de cohesión grande y no logramos encontrar una narrativa y una causa común. Tenemos una ciudad muy diversa, con personas de multiples orígenes que piensan muy diferente y cuesta trabajo ponernos de acuerdo.

El papel de las universidades puede ser clave para aportar a mejorar la cultura ciudadana

Las universidades hacen su aporte, lo primero es formar mejores ciudadanos que contribuyan a tener una sociedad más próspera y equitativa. También entregar capacidades a las organizaciones para generar más valor económico y social y generar propuestas que incidan en temas de política pública.

La pedagogía en cultura ciudadana es clave, pero la ciudad también debe hacer un esfuerzo de autoridad. Los ciudadanos sienten inseguridad y desorden y eso mina la confianza, la cohesión y la posibilidad de construir prosperidad y equidad.