Discurso ceremonia de grado agosto 14 de 1999

Cali, 14 de agosto de 1999

Dr. Francisco Piedrahita Plata

Llegan ustedes, queridos graduandos, a este momento de celebración con memorias de trabajos y luchas, de dificultades y triunfos, que constituyen la historia de cada uno y han enriquecido la historia de su Universidad. Muchas gracias y muchas felicitaciones.

Presenta el grupo una singular circunstancia que quiero resaltar: la de incluir una pareja de padre e hija, una pareja de hermanos y cuatro parejas de esposos.

Gerardo Soto, por varios años profesor de Economía, completa su Maestría en Administración al mismo tiempo que su hija Claudia Ximena obtiene su título de Especialista en Mercados.

Ana Isabel Schneider Borrero culmina sus estudios de Administración de Empresas cuando Federico Schneider Borrero, su hermano, termina los suyos de Especialista en Mercados.

Hernán Herrera y Sandra Echeverri, quienes hace unos años llegaron adolescentes, llenos de expectativas, se alejan hoy compartiendo, no sólo sus vidas y su pequeña hija, sino sus grados en Administración de Empresas, ambos con Honores.

José Eduardo Caicedo y Gloria Cecilia Jiménez, Luis Fernando Otero y Gloria Helen Jiménez y Leopoldo Racedo y Andrea Pulido conforman las tres parejas de esposos que hoy reciben sus títulos de Especialistas, tras el esfuerzo compartido de los últimos semestres.

Felicitaciones especiales a todos ellos.

Componen ustedes, Señoritas, Señoras, Señores graduandos, la Promoción de los 20 años de la Universidad Icesi y quiero aprovechar esta linda ceremonia para celebrar con ustedes este aniversario.

Por estos días de finales de temporada de verano, en 1979, se reunió un grupo de 45 estudiantes, en un aula prestada, en la sede de INCOLDA, en el centro de Cali, para iniciar su educación profesional en Administración de Empresas en el Instituto Colombiano de Estudios Superiores de INCOLDA, ICESI.

Años atrás, a principios de la década de los 70’s, un grupo de empresarios liderados por Germán Holguín Zamorano, en el seno de la misma INCOLDA, habían comenzado a gestar el proyecto de una Escuela de Gerencia, preocupados por la formación de los futuros dirigentes de la región, en medio de la crisis que por esos años vivía la Universidad del Valle.

Eran otros tiempos. Y la experiencia de ese primer grupo fue muy diferente a la que vivieron los que hoy terminan sus carreras. El programa era igualmente riguroso: sólo 11 se graduaron al final de cinco años de estudio. Pero no gozaron ellos de un campus como el que hoy tenemos; ni de otras facilidades. En cambio, cuentan los que acompañaron esos primeros pasos institucionales, eran atendidos con café servido en el salón de clase.

Icesi creció aceleradamente en sus primeros años. A principios de 1980 se inauguró el programa nocturno de Administración de Empresas. Y ya en ese verano se buscó una sede más amplia: una linda casa alquilada en la Avenida Belalcázar.

En 1981 se inició una importante alianza para estudios de postgrado con EAFIT de Medellín que duró casi una década y estableció las bases para un rápido desarrollo académico de nuestra institución.

Un año después, ya con más de 300 estudiantes, Icesi se trasladó a su primera sede propia: una casa en la Avenida Guadalupe. Allí, ampliándose gradualmente a propiedades vecinas, permaneció por seis años.

En 1983 sobrevino la prematura muerte de Alberto León Betancur, el Rector fundador. Ilustre académico quien supo integrar la Gerencia y los Sistemas, ejes sobre los que sigue avanzando esta Institución, el Doctor León había sido, entre otras cosas, profesor en la Universidad de California y en el MIT, Rector de la Universidad del Valle y Presidente del Banco Popular, antes de asumir el reto de dirigir al naciente Icesi.

Con la llegada del Doctor Alfonso Ocampo Londoño a la Rectoría, continuó el avance institucional. Hace 15 años, en 1984, se inició el Programa de Ingeniería de Sistemas y se inauguró la primera aula de cómputo. En ese año se creó también el Centro de Desarrollo del Espíritu Empresarial, CDEE, primera unidad académica en ese campo establecida en América Latina. Por la misma época se compró el primer lote para esta sede de Pance.

Durante los años siguientes se iniciaron los primeros programas de postgrado propios, organizados con personal docente de la región. Se iniciaba así la consolidación académica de Icesi.

Pero lo que más ocupó la atención del Rector Ocampo Londoño en esa época fue el diseño, la financiación y la construcción de la nueva sede, aquí en Pance.

El desarrollo de ese proyecto es una muestra fehaciente de la capacidad de liderazgo, de visión y de solidaridad existentes en el Valle del Cauca. Por invitación de los miembros del Consejo Superior y de la Junta Directiva de Icesi, liderados por Germán Holguín y Adolfo Carvajal, las 65 empresas más representativas de la región aportaron lo que hoy equivaldría a cerca de cinco mil millones de pesos para la construcción de la primera etapa de nuestro hermoso edificio.

El diseño arquitectónico, obra de Raúl H. Ortíz, con la experimentada y valiosa influencia del Doctor Ocampo, cumplió, en palabras de Fernando Correa Muñoz, Director de la revista Habitar, con la especificación de “reflejar con fidelidad la ciudad y el sitio que lo acogían, la comunidad a la cual se debía, su identidad y entrañables tradiciones, y una atmósfera que tradujera en espacios y materiales la democracia, libertad y responsabilidad social que inspiraron a sus fundadores y generosos patrocinadores”.

Cuando Icesi entró a ocupar las nuevas instalaciones, en el verano de 1988, ya contaba con cerca de 1.500 estudiantes.

Durante los años siguientes se vivió un gran crecimiento en los programas de postgrado y fue una época de fortalecimiento institucional. A partir de 1992 se inició un importante fortalecimiento de la planta de profesores. Y en Abril de 1993 se obtuvo la significativa autorización del ICFES para el que hasta ahora ha sido un pequeño pero selectivo y riguroso programa de Maestría en Administración.

Los últimos años de esta década han significado nuevos avances. Inspirados por una visión, adoptada como el gran objetivo institucional, que nos exige para el año 2005 ser reconocidos como una de las dos mejores universidades en Colombia, en las disciplinas relacionadas con la gestión y el desarrollo de las organizaciones, hemos iniciado una serie de acciones estratégicas que nos deben conducir en esa dirección. Solicitamos y obtuvimos del Ministerio de Educación, nuestro reconocimiento como Universidad en 1997. Iniciamos en ese año una serie de ajustes curriculares que por contenidos, intenciones y estrategias de aprendizaje nos colocan como institución líder a nivel nacional en esa dimensión. Completamos, en la primera mitad de 1998, una ampliación de edificios que significó un aumento en el área construída de más del 60% y nos permitió mejorar considerablemente la capacidad y al ambiente de la institución. Hemos abierto cuatro nuevos programas de pregrado, los cuales han tenido una gran acogida por parte de los jóvenes bachilleres. A pesar de la difícil situación económica vigente, el grupo de nuevos estudiantes que acaba de iniciar estudios, no sólo nos permitió cumplir nuestro objetivo de cantidad, sino que constituyó el mejor grupo en la historia de la Universidad, medido por el resultado promedio en la prueba nacional del ICFES. En el verano del año próximo esperamos abrir dos programas adicionales de pregrado que enriquecerán aún más nuestra comunidad académica.

A mediados del año 2000 habremos duplicado el número de profesores de tiempo completo que teníamos en 1996. Mediante el esfuerzo conjunto de la Institución y de los profesores se ha avanzado paralelamente en su nivel de calificación académica.

Finalmente quiero informar del éxito con que iniciamos el nuevo programa de Maestría en Administración, diseñado a la manera de los más innovadores MBA’s de Estados Unidos y Europa y ofrecido en colaboración con la Universidad de Tulane. Se cumplieron con creces los objetivos en cuanto a número y calidad de los participantes. Y las reacciones que hemos recibido de ellos después de las primeras semanas de clase, nos llenan de satisfacción.

En fin, el pequeño Instituto que nació hace ahora veinte años en un salón de clases prestado, se ha convertido en una pujante Universidad que forma la élite profesional y gerencial de la región y aspira a convertirse en el oráculo del suroccidente colombiano por la sabiduría de sus Facultades Académicas y por la riqueza de sus investigaciones.

Al cumplirse el vigésimo aniversario de la iniciación de labores de la Universidad Icesi es necesario resaltar y expresar nuestro sincero agradecimiento a una serie de grupos humanos que han hecho posible esta hermosa realidad.

A los gestores y fundadores, y entre ellos a Germán Holguín Zamorano y Adolfo Carvajal Quelquejeu, por su visión y por su capacidad de convocatoria.

A los miembros de nuestro Consejo Superior durante estos años por su compromiso y por la orientación brindada.

A los miembros de nuestra Junta Directiva por su estrecha cercanía y por su dedicación de tantas horas. En particular a Francisco Barberi Ospina, su Presidente desde hace varios años, por su consejo, su generosidad y su permanente disponibilidad.

A los donantes, tanto empresas como personas naturales, quienes permitieron no sólo la construcción de la sede, sino, en los últimos tres años, la capitalización inicial de nuestro Fondo Patrimonial.

A nuestros Rectores anteriores, Alberto León Betancur y Alfonso Ocampo Londoño.

A nuestros Vicerrectores, Franklin Maiguashca y José Hipólito González, siempre dedicados al mejoramiento de la calidad académica.

A nuestros profesores y directivos académicos, unos desde la cátedra, otros como empleados de planta, consagrados a la formación integral de sus estudiantes. Cito aquí a algunos de los de más antigua vinculación: Ricardo Alvarez, Fabio Pérez, Rodrigo Varela, Carlos Fernando Cuevas, Henry Arango.

A nuestros directivos en las áreas administrativas y de soporte académico, como Olga Ríos, Martha Cecilia Lora, Celina Ospina y, en especial, Lucrecia Cruz de Arango, nuestra empleada más antigua.

A nuestro personal auxiliar y secretarial, representado lujosamente por Clara de Guarnizo, también empleada fundadora.

A nuestro personal de Mantenimiento y Aseo, con personas como Lilia Ambuila, quien desde hace 17 años cuida con esmero nuestras instalaciones.

A nuestros 2.300 estudiantes de hoy y a quienes los precedieron.

A nuestros más de 4.000 egresados, quienes hoy triunfan en distintos lugares del mundo.

A la comunidad toda, de la que siempre hemos recibido apoyo.

A todos, muchas gracias.

Lamentablemente queridos graduandos, señoras y señores, no todo es celebración y fiesta en Colombia, en nuestra región, en nuestra Universidad. Vivimos una epoca aciaga. De las más difíciles que hemos sufrido como Nación. Una crisis económica no comparable con ninguna anterior, en medio de un ambiente de inseguridad y violencia insoportables.

Esta comunidad universitaria, en particular, ha sido golpeada vilmente por las acciones del autollamado Ejército de Liberación Nacional.

A principios del semestre pasado fue secuestrada Lilian Yaffe de Malca, brillante y consagrada profesora, Directora de nuestro Programa de Economía y Negocios Internacionales. Fue liberada cuatro meses después.

No habían transcurrido 24 horas desde que salimos de una emotiva ceremonia de Acción de Gracias por su regreso, en una de las Sinagogas de la ciudad, cuando ocurrió el aleve crimen de la Iglesia de La María. Entre las decenas de personas secuestradas allí, muchas estaban vinculadas a nuestra Universidad.

Del grupo que fue liberado tres semanas más tarde, hacían parte, por fortuna, el Padre Jorge Humberto Cadavid que hoy nos acompaña y María Victoria Trelles, destacada egresada de nuestro programa de Administración de Empresas, quien hoy recibe su título de Especialista en Mercados.

Desgraciadamente permanecen cautivos Patrick Martínez, estudiante de Administración de Empresas, Andrés Felipe Gómez, Profesor de Sistemas, Rodrigo Ayerbe, Abogado de la Universidad, Jaime Cifuentes Borrero, padre del estudiante Jaime Andrés Cifuentes, Guillermo Zúñiga, egresado de la pasada promoción del Programa de Alta Gerencia.

El recuerdo permanente de sus nombres y de los de tantos amigos y demás personas privadas de su libertad, nos llena de frustración y de rabia.

Y sin embargo, graduandos, a pesar de esos sentimientos y de tantas dificultades, quiero despedirlos hoy con un mensaje de optimismo.

Son muchas las razones objetivas para pensar que la situación económica ya llegó a la parte más baja de su ciclo: la dramática caída de la inflación; la considerable reducción en la tasa de interés real; la devaluación, por fin, de la tasa de cambio real; la eliminación del déficit en la Cuenta Corriente externa de la Nación; la recapitalización masiva del Sistema Financiero; el apoyo de la Banca Multilateral internacional.

Todos estos son factores positivos que deben incidir en un cambio en las tendencias de la producción y del empleo. Queda un gran lastre: el gigantesco déficit fiscal que, cual pesado fardo, impedirá que la reactivación de la economía sea acelerada.

El Estado no puede, como no pueden las empresas ni las familias, gastar por largo tiempo más de lo que permiten los ingresos. Y eso viene sucediendo en Colombia desde hace más de un lustro.

Es urgente que el Congreso de la República apruebe la Ley de Presupuesto y el paquete legislativo que la acompaña, con criterios de máxima austeridad. Debemos apoyar al Gobierno Nacional y al Ministro de Hacienda en esa difícil tarea. Así volveremos pronto a las buenas épocas de nuestra actividad económica.

El tema de la paz parece más difícil. Cada hecho de violencia, cada declaración de guerrilleros o funcionarios del Gobierno, parece desconcertarnos más. Sin embargo, durante las últimas semanas he tenido la oportunidad de escuchar en dos ocasiones al Doctor Nicanor Restrepo Santamaría y me ha llenado de un optimismo que quiero compartirles.

Por su experiencia, por su posición, por su carácter es él una persona que inspira mucha confianza. Recordemos que él dedicó muchos días del semestre pasado a los diálogos con las FARC que condujeron a la agenda de negociación. Pues él considera que se avanza por el mejor camino, por el único camino hacia la paz, aunque ese camino no esté exento de dificultades. El percibe varios factores que tienen incidencia positiva como la internacionalización del conflicto, su degradación, la relación lograda con el comando guerrillero, el logro de la agenda misma y su contenido. Pero nos pide paciencia, mucha paciencia. Según sus propias palabras, “la partitura de la Sinfonía de la Paz en Colombia no ha sido compuesta en ninguna parte; nos toca inventarla; nos toca componerla entre todos”.

Por otra parte, el sacrificio de Rodrigo Lloreda en el Ministerio de Defensa parece haber permitido al Gobierno entender lo que quiere decir la guerrilla “por diálogo en medio de la guerra”. Las Fuerzas Armadas han recuperado una presencia que estaba perdida.

Como vemos, las salidas no son obvias pero las razones de optimismo están allí.

Sólo cuando está muy oscuro se pueden ver las estrellas. No podemos esperar más oscuridad en la vida de nuestra nación. Los invito, graduandos, a salir ahora a buscar las estrellas.

Vayan con suerte. Esperamos que su futuro sea digno de sus mejores sueños.

Muchas gracias.

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