Discurso ceremonia de grado agosto 5 de 2000

Cali, 5 de agosto de 2000

Dr. Francisco Piedrahita Plata

Vamos a entregar hoy sus diplomas a un grupo de jóvenes diverso y especial. Ellos son la mejor razón para sentir optimismo y esperanza con respecto al futuro de Cali, del Valle, de Colombia.

El grupo incluye a la primera promoción de egresados de la Maestría en Administración, después del rediseño que hicimos de ese programa y de iniciarse el apoyo de la Escuela de Negocios Freeman de la Universidad de Tulane que acordamos para su desarrollo. Ellos llegaron recientemente de Nueva Orleans, donde cursaron el último de los módulos de su plan de estudios.

Este programa constituye una de las formas más visibles entre las que la Universidad Icesi ha escogido para responder a los cambios que con fuerza huracanada nos trajeron al nuevo siglo.

"El tiempo ahora es más corto y el espacio es más pequeño" dicen Hernando Gómez Buendía y sus colaboradores en el estupendo libro "Educación, la Agenda del Siglo XXI"; y continúan: "lo uno se denomina aceleración de la historia, lo otro, la aldea global. Son las dimensiones objetivas y, en especial, las dimensiones subjetivas de la nueva sociedad, la Sociedad del Conocimiento".

Se refieren, por una parte, a esa aceleración vertiginosa en el cambio, en el aumento del conocimiento humano. Citan ellos la dramática estimación de algunos de que "si la vida del Homo Sapiens sobre la tierra hubiese durado una hora, el 95% de su saber provendría de los últimos 20 segundos. En los últimos 4 segundos -en el siglo XX- se han producido nueve décimos de aquel saber y en el último segundo - en estos 25 años - hemos aprendido tres veces más que durante el medio millón de años anteriores". Esto pinta, resumidamente, la llamada "aceleración de la historia".

Por otra parte, la Sociedad del Conocimiento es global. El mismo desarrollo de la tecnología, aceleró el proceso de globalización que iniciaron los grandes navegantes del siglo XVI. El microprocesador, sesenta mil veces más potente hoy por dólar invertido que los dispositivos equivalentes, existentes hace cuarenta años; y la fibra óptica y el satélite que multiplicaron también decenas de miles de veces la eficiencia de las comunicaciones, achicaron irreversiblemente al mundo.

Los efectos de estas dos tendencias en el bienestar de las gentes y en el desarrollo de las naciones son inmensos. Como lo dijo hace algunos años Peter Drucker, el padre de la Administración Moderna: "El recurso económico básico, el medio de producción, para usar la expresión de los economistas, ya no es el capital, ni son los recursos naturales, ni es el trabajo. Es y será el conocimiento. El valor se crea hoy por la productividad y por la innovación, ambas aplicaciones del conocimiento al trabajo."

En la Universidad Icesi queremos asegurarnos de que nuestros egresados, nuestra ciudad, nuestra región, estén preparados para actuar en la Sociedad del Conocimiento, y hemos adoptado una serie de iniciativas en esa dirección.

Permítanme mencionar solamente aquellas que hemos presentado durante este último año, el vigésimo primero desde la fundación de la institución: además de la ya citada Maestría en Administración, en alianza con la Universidad de Tulane, ofrecimos y acaba de iniciar clases la nueva Especialización en Negocios en Internet, el primer programa de su tipo en Colombia; inició clases también un remozado programa de Especialización en Negocios Internacionales. En Pregrado, lanzamos en Enero pasado el programa de Contaduría y Finanzas Internacionales, el cual se propone formar los profesionales que demanda el siglo XXI en esas dos disciplinas tan afines y tan cambiantes. Además, el Lunes pasado inició clases la primera promoción del programa de Derecho con Enfasis en Derecho de Empresa, nuestra respuesta a la necesidad sentida de abogados para el nuevo entorno económico globalizado. Este programa tuvo especial acogida por parte de la Embajada de Francia en Bogotá quienes nos invitaronn, como única Universidad de fuera de la capital, a participar con las cuatro instituciones de mayor prestigio nacional en las ciencias jurídicas, las Universidades Nacional, Externado de Colombia, de los Andes y del Rosario, y con los magistrados de las Altas Cortes Colombianas, en su iniciativa La Maison du Droit, la Casa del Derecho. Este es un centro para el estudio de temas legales en el nuevo ambiente político y económico internacional.

También durante este último año establecimos acuerdos de cooperación con seis de las más importantes firmas de tecnología informática del mundo. Y trajimos a la Universidad diez nuevos profesores de planta formados y con experiencia en diversos campos. Dos de ellos tienen título de doctorado; otros dos son candidatos a obtenerlo en un futuro próximo. La gran mayoría de los demás han obtenido un título de maestría en alguna prestigiosa universidad extranjera o nacional, o están a punto de obtenerlo.

Con todas estas acciones y con otras que hemos venido implementando de tiempo atrás, como los cambios en los planes de estudio, el fortalecimiento de estrategias de aprendizaje activo, la diversificación en programas de pregrado y postgrado, la duplicación y continua mejor calificación de nuestra planta de profesores, la gran ampliación de nuestra Biblioteca y de nuestros recursos tecnológicos, etc., estamos afrontando con decisión la nueva realidad.

Hemos recibido diversos reconocimientos que dan fe del éxito de nuestra Institución en todos estos esfuerzos y de la tradicional calidad de nuestros programas y de nuestros egresados.

Quiero mencionar, por su importancia, el resultado del primer estudio nacional de programas universitarios de Administración de Empresas, adelantado por la Revista Dinero con el apoyo de la prestigiosa Corporación Calidad y de la conocida firma internacional de estudios de opinión Invamer Gallup. Este estudio, publicado en Febrero pasado, evaluó los programas colombianos de Administración, como evalúa la revista americana Business Week los programas de Administración de los Estados Unidos. Nuestro programa de pregrado quedó calificado como uno de los tres mejores del país, conjuntamente con los de las Universidades Eafit, de Medellín y de los Andes, de Bogotá.

En fin, la Universidad Icesi está preparada y seguirá innovando para mantener su liderazgo y su vigencia en la Sociedad del Conocimiento.

Pero ¿qué pasa con Colombia? ¿estamos como nación en capacidad de construir un futuro mejor en la Sociedad del Conocimiento? ¿qué pasa con la educación colombiana? ¿está el sistema educativo colombiano preparado para el nuevo siglo?

Mi diagnóstico es muy pesimista. Pienso que si no hacemos un esfuerzo gigantesco para aumentar la cobertura y mejorar la calidad de nuestra educación básica y media, estamos condenados a permanecer como una nación marginal, acosada por la pobreza y la desesperanza.

Según datos del Gobierno Nacional, hay en el país casi cinco millones, más de una tercera parte de los niños y jóvenes colombianos entre los tres y los diez y siete años, por fuera del sistema escolar. Es una cifra alarmante, vergonzosa, que se ha mantenido a pesar del importante aumento en el gasto educativo que, como renglón del gasto del Estado, se presentó durante la década de los 90's. Ese aumento se consumió, casi todo, en mejorar la remuneración de los maestros y no se dirigió, lamentablemente, a mejorar las tasas de cobertura.

Para hacer la situación más delicada, los casi dos tercios de la población de niños y jóvenes que sí asisten a la escuela, lo hacen, en una gran mayoría, en condiciones precarias, en instituciones que ofrecen muy bajos niveles de calidad.

Los resultados de las pruebas SABER, aplicadas por el Gobierno en diversos niveles de la escuela básica, y de la prueba ICFES, aplicada a los bachilleres, muestran que sólo un bajo porcentaje de estudiantes, pertenecientes casi todos a colegios que atienden a las clases más pudientes de la sociedad, cumplen los estándares de competencias y conocimientos determinados para los diferentes niveles escolares.

Las pruebas internacionales de estudiantes de escuela básica en las que Colombia ha participado, nos sitúan en puestos bajísimos en comparación con otras naciones. La prueba TIMSS de ciencias y matemáticas para jóvenes de trece años, por ejemplo, nos colocó hace un lustro de penúltimos, sólo por encima de Sur Africa, entre cuarenta y un países participantes.

¿Qué puede esperar una sociedad, en esta era del Conocimiento, cuando una gran proporción de sus niños y sus jóvenes no asisten a la escuela, y cuando los que asisten reciben, en su mayoría, una educación pobrísima?

Mirada esa sociedad desde la óptica del desarrollo de capital humano para poder competir con éxito en la economía internacional, el cuadro que se aprecia es obscuro. Si la población trabajadora no tiene unas competencias mínimas y unos conocimientos mínimos, no será capaz de altas productividades, y, mucho menos, de apropiar tecnología y producir innovación, las únicas formas de generar progreso y crecimiento económico real.

Pero la óptica del desarrollo del capital humano es estrecha y éticamente insuficiente. Tiende a ver a la persona más como un medio para la producción y el desarrollo económico que como un fin en sí misma.

Amartya Sen, el hindú ganador del Premio Nobel de Economía en 1998, nos invita a usar la perspectiva de la expansión de la capacidad humana. En sus propias palabras "el concepto de capital humano se concentra en el carácter de agentes de los seres humanos, quienes por medio de sus habilidades, conocimientos y esfuerzos, aumentan las posibilidades de producción, mientras que el concepto de capacidad humana se centra en su habilidad para llevar el tipo de vida que consideran valiosa e incrementar sus posibilidades reales de elección". Describe Sen, por ejemplo, cómo una persona puede ver su capacidad humana expandida por la educación por "la posibilidad de leer, argumentar, comunicar, elegir con mayor información, ser tenida en cuenta más seriamente por otros".

Pues bien, desde la perspectiva de incremento de la capacidad humana y del cambio social, ese cuadro de la Sociedad Colombiana con un gran porcentaje de niños y jóvenes por fuera del sistema escolar y con un nivel de calidad muy bajo en la educación de la mayoría de los que sí participan en el sistema, es tremendamente injusto. Una altísima proporción de la población colombiana estaría condenada, según la sentencia del informe que la Comisión sobre la Educación en el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors, presentó a la UNESCO en 1996, y que dijo así: "El principal peligro en un mundo marcado por la interdependencia planetaria y la mundialización, es que se abra un abismo entre una minoría capaz de moverse en ese mundo nuevo… y una mayoría impotente para influir en el destino colectivo".

Todas las encuestas que se publican en nuestro país coinciden en informar que los colombianos parecemos estar concientes de la gravedad de la situación que he descrito y pedimos más y mejor educación. Por eso en la agenda de prioridades de todos los candidatos a puestos públicos, la educación aparece en los primeros lugares.

Pero el educativo es uno de esos sistemas cuyo cambio sólo produce resultados en el largo plazo. La niña que ingresa ahora al pre-escolar sólo será una ciudadana decisoria y productiva dentro de quince o veinte años. Y ese candidato que pregonaba educación en su campaña, una vez se convierte en gobernante, percibe que sus electores lo juzgan y lo evalúan por obritas visibles en el corto plazo. La bandera de la educación que flameaba durante la campaña del candidato, se convierte en trapo limpión del escritorio del mandatario.

Pienso que es ya urgente que la educación, y en particular la educación básica y media, pase a ocupar el primer renglón en la agenda pública local, regional y nacional.

La responsabilidad no es sólo de los gobernantes. Los padres de familia y las comunidades todas deben velar por la buena marcha de sus escuelas y colegios. Los maestros y directivos de FECODE deben buscar no sólo el mejoramiento personal y sindical, sino el del sistema educativo entero. Los gremios empresariales deben preocuparse por una realidad que los afecta gravemente, ayudar a mejorar la capacidad de gestión institucional y exigir estándares, evaluaciones y rendición de cuentas.

En la Sociedad del Conocimiento, sólo un pueblo educado podrá competir en la economía mundial. En la Sociedad del Conocimiento, sólo un pueblo educado podrá reconstruir nuestro deshilachado tejido social. En la Sociedad del Conocimiento, sólo un pueblo educado podrá ser dueño de su propio destino.

Ustedes, queridos graduandos, han sido unos privilegiados. Sus familias y las instituciones educativas a las que tuvieron acceso los hicieron hombres y mujeres de bien, les abrieron puertas para su formación profesional y les dieron las herramientas para construir su propio futuro. Sólo una ínfima proporción de colombianos tiene la posibilidad de graduarse de instituciones de educación superior como ésta.

Ustedes, y los que como ustedes tuvimos estos privilegios, tenemos una deuda, una deuda con todos los que se sacrificaron para que nosotros llegáramos hasta aquí. Y esa deuda la pagamos ayudando a muchos más para que puedan tener la misma oportunidad.

Yo los invito a pagar parte de esa deuda comprometiéndose como ciudadanos responsables, como padres, como empresarios actuales o futuros, con el mejoramiento de la educación de los niños y jóvenes de Colombia.

Y los invito a pagar una primera cuota eligiendo bien en Octubre a quienes han de gobernar nuestras ciudades y nuestros departamentos por los próximos tres años. Busquen en los candidatos honestidad, integridad, preparación, capacidad, carácter, compromiso, y voten en conciencia.

Después, sigan por los caminos que vayan escogiendo, vivan vidas buenas, sean felices, tengan éxito, pero no olviden su deuda.

Sus padres, sus familiares y sus profesores estamos orgullosos de ustedes y tenemos fe en ustedes y en su futuro. Quisiéramos vivir vidas suficientemente largas para ver y ser parte de la nueva Colombia que ustedes y los de su generación van a construir.

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