Discurso ceremonia de grado agosto de 2001

Cali, 18 de agosto de 2001

Dr. Francisco Piedrahita Plata

Las últimas dos décadas, la mayor parte de sus vidas, queridos graduandos, se han caracterizado por dos fuerzas que han impactado al mundo dramáticamente: por una parte, la ciencia y la tecnología han experimentado un desarrollo acelerado sin precedentes que nos ha llevado a la que hoy llamamos sociedad del conocimiento; por otra, impulsada por el desarrollo tecnológico y por grandes cambios económicos, políticos y sociales, la humanidad vive cada vez más como una sociedad global.

La aceleración de la historia, como llaman algunos el primer fenómeno, y la globalización, afectan al mundo entero. Y Colombia no es excepción.

Durante el último año esas dos fuerzas, esos dos procesos, parecen haber entrado en crisis. La caída estrepitosa de los valores en bolsa de las empresas de la llamada nueva economía, la quiebra de miles de empresas que ofrecían productos y servicios basados en las nuevas tecnologías, podrían insinuar un regreso al pasado, un fracaso de la sociedad del conocimiento. Y la desilusión generalizada en muchos países, incluido el nuestro, con la realidad económica y social, así como las violentas protestas realizadas en las reuniones de las grandes potencias, desde Seattle en Diciembre de 1999, hasta Génova hace sólo tres semanas, podrían insinuar también una reversa, un fracaso de la globalización.

No debemos creer que ese sea el caso. Muy seguramente los dos procesos van a continuar; y su velocidad no disminuirá. Se requieren ajustes en diversos aspectos y en distintos niveles. Pero como personas, como organizaciones y como nación debemos prepararnos para enfrentar y manejar para nuestro beneficio las dos fuerzas.

La sociedad del conocimiento empezó a formarse hace unos dos millones de años cuando un antepasado nuestro, el Homo habilis, inventó las primeras, rudimentarias herramintas. Y la sociedad global dio sus primeros pasos unos miles de años después, cuando el Homo erectus, descendiente del anterior, empezó a emigrar desde al Africa ecuatorial para poblar el mundo.

Desde entonces la historia de la humanidad puede verse avanzar sobre esos dos ejes. Durante centenares de milenios, lo hizo muy lentamente. Luego, hace unos 10.000 años, apareció la rueda y más tarde la navegación a vela, los dos primeros grandes inventos globalizadores. El registro más antiguo de comercio marítimo conocido data del año 2800 antes de Cristo, muy reciente, en términos de toda la historia humana. De la misma época del comercio marítimo es la escritura, ese poderoso instrumento que permite transmitir la cultura de generación en generación.

Los tres milenios siguientes vieron avanzar gradualmente el conocimiento y la mundialización. Esta cita del libro “Avatares de la Palabra” de James O’Donnell, profesor de estudios clásicos de la Universidad de Pennsylvania, nos muestra por qué estos dos procesos han sido vistos siempre con desconfianza: “Jesús, Sócrates, Confucio y Buda vivieron todos épocas en sus culturas nativas cuando se estaban presentando varios eventos conectados entre sí. La introducción de la alfabetización amenazaba la hegemonía de las aristocracias tradicionales y, al mismo tiempo, el comercio creciente y la conexión entre sociedades amenazaba el aislamiento y la tranquilidad de comunidades sencillas”.

Durante los últimos quinientos años los dos procesos comenzaron a experimentar una aceleración importante. El descubrimiento de América y la apertura de rutas de navegación y comercio entre Europa y Asia, impulsaron la globalización; la invención de la imprenta popularizó el conocimiento y la revolución científica del siglo XVII lo enriqueció fundamentalmente. Vino después la revolución industrial, entre 1750 y 1830, y con ella la navegación a vapor y el ferrocarril.

En el siglo XX la globalización presentó ya manifestaciones clarísimas. Por primera vez se habló de guerras mundiales. Y al final de la segunda nacieron instituciones internacionales que pretenden afianzar la paz global y coordinar las relaciones políticas y económicas entre todas las naciones.

Por otra parte, algunos estiman que en ese siglo XX se generó el noventa por ciento de los conocimientos científicos y tecnológicos acumulados por la humanidad en toda su historia. En ese siglo se estableció, además, una relación íntima casi inmediata entre el descubrimiento o avance científico y la innovación tecnológica. Esa relación había sido, en el pasado, distante, y en la antigüedad, remota.

Pero es en las dos últimas décadas cuando la conformación de la sociedad global y del conocimiento ha tomado un ritmo vertiginoso, a veces aterrador.

Eventos como la decadencia y posterior desaparición de la Unión Soviética, el surgimiento de los Estados Unidos como única gran potencia mundial, el consiguiente triunfo de la democracia política y el liberalismo económico, la consolidación del inglés como “lingua franca”, el consenso de Washington, el desbordado crecimiento de las empresas multinacionales, los juicios internacionales, son sólo algunas expresiones de la acelerada globalización. El Comercio mundial se triplicó en estos veinte años. Y el flujo internacional de capitales se multiplicó varias veces más.

De otro lado, hace 20 años nació el Computador personal, el ahora omnipresente PC. Poco antes habían nacido Microsoft e Intel, las empresas que con su innovación permanente en el software y en los microprocesadores hicieron posible la proliferación de los microcomputadores. Por estos mismos años se presentaron grandes avances en la tecnología de las telecomunicaciones. Todos estos cambios permitieron empezar a conectar computadores en grandes redes. Y cuando a principios de la década pasada se inventaron el “World Wide Web”, el ahora también omnipresente www, y el primer “software” navegador, empezó el proceso de penetración y popularización de la Internet.

Sé que simplifico muchísimo el estado actual de la sociedad del conocimiento al referirme sólo al impacto reciente de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. Sin embargo, ese es el campo científico-tecnológico de mayor interés para esta universidad y en general para ustedes, nuestros graduandos. Además, por su vertiginoso crecimiento, por su potencial en el manejo y diseminación del mismo conocimiento, y por la forma como atrajeron empresarios, inversionistas y usuarios, puede decirse que estas tecnologías dominaron las dos últimas décadas.

Dije al principio que durante el último año los dos procesos de cambio, el de la globalización y el del avance del conocimiento parecían haber entrado en crisis.

La aparente crisis de la globalización se manifiesta en algunos indicadores como la disminución en las tasas de crecimiento económico y el deterioro en la distribución del ingreso y la riqueza en la mayoría de los países. Además una reciente encuesta latinoamericana, cuyos resultados parciales presentó la revista The Economist, expone una franca y generalizada desilusión de la ciudadanía con los resultados de la democracia, la liberación económica y las privatizaciones. Esos resultados están lejos de los que se prometieron al iniciar los cambios radicales. La globalización sí ha producido riqueza. Pero, según palabras de Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, en un reciente artículo, “lo que se requiere es una distribución más justa de los frutos de la globalización”. Eso implica una serie de reformas en las reglas económicas internacionales como las de propiedad intelectual, la protección y los subsidios a los productos agrícolas en los países desarrollados, el comercio de textiles, las leyes antimonopolio, etc. Implica también la implementación de redes de seguridad social y ajustes en los procesos de privatización en los países en desarrollo. Y según el mismo Sen, “se necesitan cambios institucionales… La arquitectura internacional, económica, financiera y política del mundo que hemos heredado del pasado (incluido el Banco Mundial, el FMI y otras instituciones) en buena medida se fundó en la década del 40, después de la Conferencia de Bretton Woods de 1944. En aquel momento, el grueso de Asia y Africa todavía estaba bajo dominio colonial; la tolerancia de la inseguridad y la pobreza era mucho más grande; la idea de los derechos humanos todavía era muy débil; el poder de las ONGs no había aparecido aún; no se consideraba al medio ambiente particularmente importante; y a la democracia decididamente no se la veía como un derecho mundial”.

El logro de estos ajustes debe convertirse en prioridad para los gobiernos del planeta; y escenarios como la nueva ronda de negociaciones de la Organización Mundial del Comercio que debe empezar a finales de este año son propicios para iniciar esos ajustes.

De otra parte, la crisis en las industrias relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, se manifiesta en la liquidación de miles de las llamadas empresas punto com alrededor del mundo y en la dramática desvalorización de muchas de las más importantes corporaciones proveedoras de bienes y servicios relacionados con esas nuevas tecnologías. Para mencionar sólo dos, Cisco, la productora líder de equipos para construcción de redes perdió, en año y medio, el 75% de su valor en bolsa. Y Lucent Technologies, la gigante y promisoria fabricante de equipos de telecomunicaciones, perdió el 92% de su valor en un período similar.

Antes de llegar a esta situación se habían cometido muchos errores durante varios años: se exageraron las cifras de mercados; se inflaron las expectativas; se propusieron planes de negocio sin fundamento; se capitalizaron empresas sin ninguna posibilidad de éxito; se gastó dinero a rodos en propaganda y relaciones públicas, buscando efectos valorizadores de corto plazo. En fin, fue una fórmula mortal que combinó dosis variadas de incompetencia, inmoralidad y locura colectiva. Al final, el globo se reventó.

Mientras las dificultades en el proceso de mundialización requieren la decidida intervención de gobiernos y organizaciones multilaterales internacionales, la crisis de la sociedad del conocimiento, en lo relacionado con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, la está resolviendo el mercado. Cae la demanda, se ocultan los recursos de capital de riesgo, desaparecen muchas empresas, se ajustan otras.

Como dije hace unos minutos, creo que el desarrollo de la sociedad global y de la sociedad del conocimiento superará sus dificultades y continuará su avance sostenido. La sociedad global no está impulsada solamente por los intereses políticos y económicos de los más poderosos. La impresionante reducción en los costos del transporte y de las comunicaciones, y la facilidad con que estas traspasan cualquier frontera, redujeron irreversiblemente el tamaño de nuestro planeta.

Y la crisis de la industria informática es necesariamente pasajera. Con la aparición de Internet, la humanidad está viviendo una época sólo comparable a la que vivió hace cinco mil años, con la llegada de la escritura; o hace quinientos, con la invención de la imprenta. El costo y la facilidad de uso siguen bajando. La cantidad de información disponible crece exponencialmente; y la calidad mejora consistentemente. La posibilidad de comunicación interpersonal sincrónica o asincrónica hacen la atracción del medio irresistible. Aunque no hay hoy los 800 millones de usuarios que se proyectaban hace cinco años, sí hay más de 400 millones; e Internet es, por mucho, el medio de comunicación de más rápida adopción por la sociedad en su historia. Aunque el uso de la Red mundial no se dobla cada cuatro o seis meses como anunciaban sus más fervientes paladines, sí se ha venido duplicando aproximadamente cada 12 meses. Los analistas esperan que los distintos segmentos de la industria empiecen a recuperarse con solidez entre el 2002 y el 2004.

El papel de la Universidad ante estos procesos es variado: debe, por una parte seguirlos con espíritu crítico; entenderlos y ayudar a la sociedad a entenderlos; participar activamente en los desarrollos científicos y tecnológicos; y preparar a sus estudiantes para intervenir en los procesos y aprovecharlos para el beneficio personal, el de las organizaciones de las que hagan parte y el del país en general.

La Universidad Icesi viene desempeñando ese papel de varias maneras: con las políticas de contratación y los esfuerzos de formación avanzada de sus profesores; con los trabajos de investigación de esos profesores; con la diversificación de sus programas académicos; con los cambios curriculares que fortalecen la ciencia y la tecnología, dan más importancia a la formación integral y promueven experiencias internacionales; con el mejoramiento permanente de su infraestructura tecnológica en alianza con importantes proveedores; y, más recientemente, liderando el desarrollo de la Red Universitaria de Alta Velocidad de Cali.

Ustedes, señoras, señoritas, señores graduandos dejan hoy su universidad preparados para enfrentar y para intervenir con éxito en la sociedad globalizada y del conocimiento del siglo XXI. Llevan un gran equipaje de conocimientos y experiencias acumuladas. Pero, más importante, llevan con ustedes unas competencias que les permitirán triunfar. Llevan la capacidad de seguir aprendiendo, la más importante quizá en un mundo altamente cambiante.

Vayan, pues, por los caminos escogidos, vivan vidas buenas, sean justos, sean solidarios, sean felices.

Desde aquí los estaremos siguiendo con los mejores deseos y con el mayor interés.

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