Discurso ceremonia de grado febrero 18 de 2006

Cali, 18 de febrero de 2006

Dr. Francisco Piedrahita Plata.

Es un honor para mí y me llena de satisfacción presidir esta cuadragésima cuarta Ceremonia de Grados de la Universidad Icesi. Comparto la emoción y el orgullo que sienten tanto ustedes, queridos graduandos, como sus padres, cónyuges y demás familiares y amigos que los acompañan.

Celebramos hoy la culminación de estudios de 91 nuevos profesionales en ocho programas diferentes, de 192 especialistas en diversas áreas y de 3 personas que reciben el título de Maestría en Administración, en el programa que ofrecemos en alianza con la norteamericana Universidad de Tulane. ¡Felicitaciones a todos!

Que el cambio es lo único permanente, nos dijo Heráclito hace dos milenios y medio. Y cambio, más rápido que nunca, es el que estamos viviendo en estos albores del siglo XXI. Sobre todo aquel que impulsan los avances científicos y tecnológicos.

Cambio también ha experimentado nuestra Universidad. Durante los cinco o seis años que permanecieron en la Icesi los graduandos de hoy en los programas de pregrado, vieron duplicarse en cantidad y crecer considerablemente en nivel de formación académica y en diversidad de disciplinas el cuerpo profesoral de planta. Y vieron construir y dotar cinco edificios nuevos que aumentaron en más de un 70% el área cubierta del campus. Apreciaron también un incremento notable en el reconocimiento de la calidad académica de la institución por parte de la sociedad. Ese reconocimiento, que se aprecia, sobre todo, en la buena ubicación laboral de nuestros egresados y en el aumento de demanda por cupos en nuestros programas, tiene sus causas principales, creo yo, en la calidad del cuerpo profesoral y en la coherencia de nuestro proyecto educativo. Pero se basa también en la visibilidad de dos indicadores nuevos con los que el Estado quiere hacer más transparente la realidad de la oferta de programas universitarios en el país: la acreditación de excelencia que otorga el Consejo Nacional de Acreditación (CNA) y los exámenes de calidad de la educación superior (ECAES). Icesi obtuvo, durante este último quinquenio, por parte del CNA, la acreditación de sus programas tradicionales de Administración de Empresas e Ingeniería de Sistemas; y concluyó el semestre pasado, con excelentes resultados, la autoevaluación, paso previo a la acreditación, de cuatro programas que solo recientemente completaron las cohortes de graduados exigidas para poder entrar al proceso, a saber: Economía y Negocios Internacionales, Ingeniería Industrial, Diseño Industrial e Ingeniería Telemática. Esperamos obtener la acreditación de estos programas antes de terminar el presente año.

Por otra parte, los estudiantes de Icesi obtuvieron magníficos resultados, los mejores del Valle del Cauca, en los ECAES de 2004, como lo informó la prensa el año pasado. Por razones que no entendemos, el ICFES puso a disposición del público, con mucha tardanza y por solo unas horas, los resultados de las pruebas realizadas en noviembre pasado. Por la información que alcanzamos a descargar del Servidor de Internet del ICFES, durante el breve tiempo que estuvo disponible, podemos colegir que los resultados de esos nuevos exámenes fueron, para nuestros estudiantes, por lo menos tan buenos como los del año anterior. Esa es otra razón para felicitar a nuestros nuevos graduandos.

Permítanme, sin embargo, una advertencia: destacamos los resultados en los ECAES, al mismo tiempo que insistimos en lo limitados que son esos exámenes para medir la amplia gama de capacidades que nuestro modelo educativo pretende fortalecer en todos los estudiantes.

Pero volvamos al tema del cambio; al cambio acelerado que estamos viviendo, impulsado, sobre todo, por avances científicos y tecnológicos.

En medio de ese ambiente de cambio, hace ya tres años, el Consejo Superior de la Universidad se preguntó, y nos preguntó, después de un cuarto de siglo de progreso sostenido, ¿qué seguía para Icesi?; ¿cómo debería ser su futuro?

La respuesta le correspondía a la comunidad académica y a su cuerpo directivo y tomó varios meses de reflexión. Las expectativas de la sociedad con respecto al trabajo de la universidad como institución crecieron dramáticamente en el último siglo. De eso éramos conscientes en Icesi.

Para explicar de alguna manera el tipo de reflexión que se llevó a cabo, permítanme apoyarme en uno de los libros que más de cerca me han acompañado desde que llegué a esta Rectoría: “ La idea de la Universidad; un reexamen”, de Jaroslav Pelikan, un historiador, profesor de la Universidad de Yale y expresidente de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

Cualquier cambio importante en la universidad y los grandes temas de la sociedad están íntimamente entrelazados. Por una gran paradoja en esta época de cambio acelerado, Pelikan nos dice que en una consideración de esos grandes temas permanece tan apropiado, lamentablemente, como cuando el pintor y poeta inglés William Blake los interpretó hace dos siglos, visualizarlos por medio de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, a quienes “se dio permiso para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras salvajes de la tierra”.

La vida de la universidad ha sido históricamente afectada por la guerra, el Primer Jinete del Apocalipsis. La doble destrucción de la a biblioteca de la Universidad de Lovaina, en 1914 durante la primera Guerra Mundial y en 1940 durante la segunda, es quizá el ejemplo más doloroso. La universidad colombiana, especialmente la pública, ha sido también escenario repetido de diversas manifestaciones de nuestros conflictos.

“Sin embargo”, nos dice Pelikan “es difícil imaginar un substituto de la universidad como primer escenario para la paz mediante la comprensión internacional”. Los intercambios de profesores y estudiantes y la traducción y libre circulación de las obras académicas deberían servir de blindaje contra la guerra. Asimismo, en nuestro medio, la tarea de la universidad como formadora de ciudadanos integrales, respetuosos de la identidad y las ideas de sus congéneres, en un ambiente diverso, debería ser antídoto contra la violencia. En esa tarea juegan papel preponderante las áreas de humanidades y ciencias sociales.

Cito de nuevo a Pelikan: Entre los más dramáticos aunque ambiguos resultados de la ciencia en el siglo XX está el desarrollo de los medios para detener el hambre, el Segundo Jinete del Apocalipsis”. La llamada revolución verde fue producto de la interacción entre la investigación básica en la genética de plantas en los departamentos de Biología y la investigación aplicada en Agricultura. Esa revolución aumentó copiosamente la productividad de los campos en distintos puntos de la tierra. Sinembargo, ya no tanto por problemas técnicos como políticos, económicos y sociales, centenares de millones en el mundo y millones de colombianos, niños sobre todo, padecen hambre y desnutrición.

Volviendo a Pelikan, cito: “Parece seguro afirmar que la universidad en el siglo XX ha dedicado más atención a la Peste y la Enfermedad, el Tercer Jinete del Apocalipsis, que a los otros tres combinados”. Y puede agregarse que con bastante éxito: los esfuerzos conjuntos en biología, medicina, salud pública y otras áreas relacionadas han mejorado todos los indicadores de salud y han aumentado la longevidad promedio de la vida humana en forma considerable. Sin embargo, enfermedades nuevas, otras antiguas pero aún indomables y los problemas de acceso de los más pobres a servicios de salud de calidad plantean grandes retos a la universidad y a la sociedad en general, particularmente en países menos desarrollados, como el nuestro.

El Cuarto Jinete apocalíptico, el de las fieras salvajes de la tierra, podemos asociarlo con esas fuerzas indomables de la naturaleza, como terremotos, huracanes, avalanchas, contra las que la geología, las ciencias del mar y de la atmósfera, las ingenierías, tratan de protegernos. Pero también podemos asociarlo con la destrucción ambiental causada directamente por la intervención humana, muchas veces apoyada por los mismos desarrollos científicos y tecnológicos originados en la universidad. Ese es un gran reto para la academia y, en palabras de Pelikan, “es no solo ecológico y tecnológico, sino finalmente educativo y moral “.

Los colombianos somos, a pesar de nuestras dificultades y según encuestas que publican los medios, uno de los pueblos más felices del mundo. Y así vivimos días, como cantó Porfirio Barba Jacob,

… días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión;
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y en esos días apreciamos nuestras riquezas, la variedad de nuestras etnias y nuestras culturas; nuestra casi infinita biodiversidad; y descubrimos las oportunidades que las ciencias naturales y sociales y las tecnologías nos ofrecen para el enriquecimiento social, moral y económico de todos.

Pero también hay días, nos dice el autor de la “Canción de la Vida Profunda”,

… hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
Y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Y en esos días pensamos que Cali, el Valle y Colombia no enfrentan cuatro jinetes, sino una caballería apocalíptica que, además de los citados, incluyen la ignorancia, el narcotráfico, la corrupción, el desplazamiento forzado y otros.

Pues bien, todos esos y muchos más problemas y oportunidades surgieron durante la reflexión que, para enunciarlos y mirarlos desde nuestra perspectiva, plantearon algunos de nuestros profesores. Una conclusión final fue que aunque la Universidad Icesi había enfrentado con éxito y había aportado mucho para derrotar a ese jinete apocalíptico reconocido solamente en el Siglo XX, el de la mala administración; y que aunque la Universidad había sabido aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones y estaba incursionando con éxito en algunos nuevos campos; aunque todo eso era cierto y valioso e importante, había muchas oportunidades y problemas en la sociedad que demandaban propuestas y respuestas, para las que la Icesi no estaba equipada.

La otra conclusión final fue que existía no solo el espacio, sino la necesidad de conducir a esta universidad por una senda que la llevara, en el largo plazo, a ser esa institución con capacidad más universal al servicio de suroccidente colombiano.

Esa propuesta llevamos al Consejo Superior y este la aprobó con beneplácito en noviembre de 2003. Una propuesta adicional llevamos al Consejo Superior: que para avanzar en esa dirección fortaleciéramos primero las ciencias sociales y las humanidades y las ciencias naturales y las matemáticas. Sobre esos cimientos sería más fácil levantar en el futuro diversas facultades profesionales. El Consejo también la aprobó.

El camino entonces está trazado. Mientras seguimos enriqueciendo las áreas por las que la Universidad Icesi ha sido reconocida regional y nacionalmente y seguimos ofreciendo nuevos programas de pregrado y postgrado en esas áreas, anunciamos ya la iniciación de programas de Antropología, Sociología, Psicología, con énfasis en psicología social y organizacional, y Economía, con énfasis en políticas públicas. Para ese propósito ya se ha vinculado a la institución un excelente grupo de profesores, la gran mayoría de ellos con títulos académicos avanzados y experiencia docente e investigativa.

Hay otros dos anuncios que quiero compartir con esta audiencia especial. Están relacionados con becas para estudios de pregrado.

Por una parte estamos reemplazando el tradicional Premio Icesi, el cual se ofrece hace años a estudiantes destacados por medio de los colegios, por las Becas de Excelencia Icesi dirigidas a aquellos estudiantes que en la prueba ICFES obtengan uno de los veinte primeros puestos; es decir, aquellos que por su resultado en la prueba queden ubicados en el 2% más alto.

Por otra parte, y de mucha mayor trascendencia, presentamos a la comunidad hace dos semanas, en asocio con ICETEX, el programa de becas Icesos. Está dirigido a bachilleres en difícil situación económica, residentes en estratos uno o dos, de alto potencial académico. Aquellos que obtengan un puesto en la prueba ICFES inferior a 200, es decir, en el 20% más alto y tengan aprobado su crédito ACCES de largo plazo con ICETEX, recibirán una beca entre el 40 y el 50% para completar su matrícula. Además, tendrán derecho a almuerzo completo en la cafetería de la Universidad todos los días de clase; obtendrán un auxilio para transporte y materiales de estudio equivalente a un salario mínimo mensual cada semestre; y recibirán en préstamo, para su uso personal, los libros de texto más importantes según las materias que cursen. Todo eso durante toda su carrera, además de un programa de acompañamiento y consejería en los primeros semestres.

Creemos que una educación como la que ofrece Icesi debería estar al acceso de cualquier joven con el potencial académico y el deseo de coronar su carrera con éxito. Las becas Icesos abren una oportunidad única en el país.

Queridos graduandos: esta universidad que ustedes han visto cambiar, continuará cambiando, con el propósito de servir mejor a esta sociedad que la acoge. Para eso, cuenta con ustedes; como pueden ustedes contar con ella. Permítanme despedirlos con palabras de John Newman, quizá el más grande teórico sobre la vida universitaria: “Puesto que la universidad es donde se forma un hábito mental que dura toda la vida, la universidad es Alma Mater (madre nutricia, madre que alimenta) para toda la vida, donde sus hijos encuentran residencia perpetua, intelectual y espiritualmente, si no siempre físicamente, aún hasta la muerte”.

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