|Nro. 61| Diciembre de 2004


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Una botella de ron pa´l Flaco


Presentación libro Una botella de ron pa´l Flaco
Universidad Icesi - Noviembre 16 de 2005
Por Harold Kremer

Libro Una Botella de Ron Pa´l FlacoPatrick Martínez, personaje de la crónica sobre el secuestro de La María titulada Una botella de ron pa´l Flaco, que le da título al libro que hoy presentamos, dos años después de su secuestro, fue mi alumno en el Taller de crónica de la Universidad Icesi. Patrick me presentó un proyecto sobre un hombre que trabajaba en un semáforo en el norte de Cali vendiendo dulces y cigarrillos. Ese hombre, después de varias entrevistas concedidas al novel periodista, después de romper el hielo y de lograr algún grado de intimidad, le confesó que había asesinado a un hombre en una ciudad del departamento del Cauca y que por esa razón le tocó huir a Cali. El levantamiento de la historia marchaba a pasos lentos, pero cuando el hombre contó finalmente lo que tanto parecía ocultar, nos dimos cuenta Patrick y yo, que la crónica por fin arrancaba y que si el tiempo nos alcanzaba (faltaban cuatro semanas para que el semestre académico terminara) había un excelente tema para lograr un buen trabajo.

Los pasos siguientes eran que Patrick lograra ir a la casa del hombre, que se sentara en la sala, que observara la relación con su mujer, con su pequeño hijo, que levantara un plano de los detalles de la vivienda, que entrara a la cocina si era posible, que hablara con la mujer, que le prestara atención a sus expresiones, y que preguntara mucho, todo sobre la marcha porque no había posibilidad de planificar lo que sucediera. Ya, más adelante, con el material en bruto se podría volver a preguntar, a detallar, a aclarar un vacío en la historia, a confrontar una información o a poner en evidencia contradicciones que podrían indicar que el personaje mentía u ocultaba algún dato.

Todo iba bien, todo marchaba a la perfección, iba a ser una buena crónica, pero en la siguiente cita con el hombre, a Patrick le contaron que lo habían asesinado. Recuerdo la cara de desesperanza de Patrick, el dolor que le causó la muerte de este hombre al que conocía hacía poco tiempo, el silencio y la incertidumbre. “¿Qué hacemos”, me preguntó. Yo no sabía qué hacer, ninguno de los dos sabíamos qué hacer. ¿Qué hacer ante este muchacho que había vivido en sus pocos años de vida situaciones extremas como la muerte de su padre, un secuestro y la muerte de su personaje? “Pensemos en otra cosa”, le dije, “en la siguiente clase me traes otro proyecto”. Haría una consideración especial, pues hasta ese momento me había presentado al menos tres avances de la crónica ya planificada con escenas acabadas. Y el tiempo se nos agotaba.

Sin embargo, a la semana siguiente, y de acuerdo a algunas crónicas que habíamos analizado en clase, a la evaluación de las dificultades y los fracasos que compartíamos en el curso, Patrick llegó con una solución:acabaríamos la crónica con los amigos que lo conocían en el semáforo, planearíamos una nueva focalización, brusca, demasiado brusca para mi gusto, terminando la historia contada por ellos y por la mujer. Y arrancamos otra vez. Los amigos del semáforo hablaron, pero la mujer, tan importante para suministrar datos de primera mano, se negó, quizá por temor ante la muerte de su esposo, a conceder al menos una entrevista. Con esta crónica, escrita por Patrick, y que no aparece en el libro que hoy presentamos, quiero darles una idea del compromiso de mis estudiantes con el trabajo que hicimos en el Taller de crónica.

Ese compromiso está presente en todas las crónicas: ¿cómo no recordar los tres días de Juan Manuel Caicedo, acompañando como pasajero a Efraín Cuenca, el conductor del bus 266 de la empresa Papagayo? ¿Cómo no recordar a Lorena Arteaga Osorio, con sus tripas de acero, levantando la historia de José Rodenit Ocampo, el hombre que arregla los muertos en la funeraria Santa Rita de Cali, y las dificultades que tuvo con doña Luz Ángela, la dueña de la funeraria, que la miró siempre como una intrusa que iba a robar el tiempo de sus empleados? ¿Y a Tatiana Velasco escribiendo cinco o seis veces una crónica de 42 páginas titulada Una botella de ron pa´l Flaco? ¿Y a Juan Sebastián Londoño, que experimentó y fracasó varias veces en sus avances hasta que encontró la estructura narrativa impecable de la crónica Un secuestro “ilegal”?

Dr. Francisco Piedrahita
Dr. Francisco Piedrahita Plata, Rector de la Universiad Icesi, durante la presentación del libro el pasado 26 de noviembre.

Por esa razón este libro se debe en gran parte a sus autores, estudiantes que se comprometieron responsablemente con una nueva propuesta en la relación profesor-estudiante, hora clase-horas de trabajo por fuera de la universidad, y diferente al ya caduco y cómodo esquema en la educación colombiana de las clases tipo seminario.

La pedagogía aplicada en la elaboración de este Taller de crónica es la del acompañamiento. Inicialmente, durante la primera mitad del semestre, nos apropiamos de un lenguaje cercano al relato, estudiando y analizando cuentos literarios y crónicas. El estudio apunta sobretodo a observar el nivel del relato, es decir a observar las decisiones narrativas que un escritor tomó en la redacción del texto literario. Esto implica una nueva forma de lectura, pues sabemos que el común de la gente sólo lee el nivel de la historia. Los que escribimos vamos un poco más allá al observar la eficacia de la escritura.

La segunda parte del semestre va desde la presentación de un proyecto hasta la escritura y reescritura de la crónica. Una crónica, un texto literario es un proyecto casi gerencial. Implica una planificación en la que, puesta sobre la marcha, puede variar, y allí está precisamente el trabajo de la escritura. Ese es el momento de acompañar al estudiante, el momento en que surgen preguntas, cuestionamientos, hallazgos, discusiones, el momento en que para los estudiantes la primera parte teórica del semestre adquiere cierto sentido práctico, ya que creativamente aplican conceptos como el manejo del diálogo y la conformación de las escenas narrativas.

Presentación del libro Una Botella de Ron pa´l Flaco
Presentación del libro: Una Botella de Ron pa´l Flaco, realizada el pasado 26 de noviembre en la Universidad Icesi

Ese acompañamiento es mutuo. Como lo conté arriba, muchas veces no tengo una respuesta frente a un problema de escritura. Pero al menos, y eso es una ganancia, tenemos la pregunta. Acompañar en la escritura, acompañar al estudiante no es guiarlo de acuerdo a mis gustos o mis creencias. La idea es empujarlo a la exploración, a trasladar esa realidad consultada a un texto escrito, a tomar sus propias decisiones y riesgos, a recordarle que existe una tradición y que él puede aprender de ella.

Cuando llegué a la universidad Icesi, Jerónimo Botero no entendió la propuesta que traía. Después de muchas discusiones llegamos a un acuerdo: me dejaría trabajar y observaríamos los resultados al final del semestre. Papagayo, de Juan Manuel Caicedo, señalada por Alejandro López como la mejor crónica del libro, se escribió en ese período. De allí en adelante el apoyo fue total.

He querido en esta presentación hablar un poco del trabajo pedagógico realizado en clase porque quisiera recordarles otra vez que mis estudiantes no son cronistas de profesión, pero el entusiasmo y dedicación en la escritura de estos textos les abre la posibilidad de incursionar en el periodismo investigativo.
Una botella de ron pa’l Flaco es un libro que propone en Colombia una dinámica nueva en las aburridas clases de Expresión oral y escrita, y también es la primera experiencia eficiente de un Taller de crónica. Quiero felicitar a cada uno de los estudiantes que hacen parte del mismo y agradecer a la universidad Icesi el apoyo incondicional a todo este proceso.

Hace un año empezamos a planear el libro que ustedes tienen en sus manos. Jerónimo Botero es el que impulsó día a día esta edición, planificándola en todos sus detalles, presentando el proyecto del mismo y dejándolo casi listo antes de su partida. También mis agradecimientos al doctor Hipólito González, quizás el primer lector entusiasta de estas crónicas, al doctor Francisco Piedrahita por su compromiso incondicional con el libro, a Lelio Fernández por su lectura crítica y a Enrique Rodríguez que culminó el proceso.

El Profesor Harold Kremer en Compañía de Algunos de los Autores de las Crónicas del Libro: Una Botella de Ron Pa´l Flaco
El profesor Harold Kremer en compañía de algunos de los autores de las crónicas del libro: Una botella de ron pa´l flaco

Harold Kremer

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