El 21 de marzo de 2025, tres integrantes del equipo del proyecto Huerta urbana: Laboratorio vivo en educación STEM, Paola Olaya, Angie Guañarita y Valentina Moreno, visitamos la terraza del Ecobarrio Libertadores, donde florece una huerta comunitaria gestionada por Plan Terraza. Este fue el primer paso en una alianza poderosa con una acción colectiva que se toma enserio la importancia de nuestras abejas y polinizadores nativos en la producción de lo que sembramos y cultivamos en nuestras huertas.
fuimos recibidas por don Javier Cifuentes, líder de la iniciativa, quien nos abrió las puertas no solo de su huerta, sino también de su experiencia. Nos guió en un recorrido por su terraza-jardín, donde conviven plantas medicinales, flores comestibles y frutales. Allí mismo, resguardadas en cajas modulares, habitan dos especies de abejas nativas sin aguijón: Tetragonisca angustula (las angelitas) y Nannotrigona mellaria.

Cajas modulares de abejas nativas.
Entre la biodiversidad que habita el lugar, una caja llamó especialmente nuestra atención: una colmena que fue abandonada y cuya piquera estaba rota. Don Javier, con su espíritu generoso y colaborativo, nos propuso un gesto hermoso: llevar esa caja —y otras tres más— a la universidad. La idea es realizar allí un trasiego, es decir, trasladar una nueva colmena viva con apoyo de Margarita, una meliponicultora de la red de confianza de don Javier. Así, las abejas sin aguijón se convertirían en residentes activas de nuestra huerta universitaria.
Pero la visita no fue solo técnica ni naturalista. Fue también política y pedagógica. Surgió la propuesta de crear juntos una cartilla o plegable para visibilizar las experiencias tanto del proyecto universitario como de la comunidad del Ecobarrio Libertadores. La publicación buscaría dialogar con escuelas, vecinos, estudiantes y huerteros, compartiendo saberes sobre agroecología, meliponicultura y el poder transformador de las huertas urbanas.
En medio de la charla, aterrizamos acuerdos que marcan una hoja de ruta concreta: articular nuestros cursos con visitas a Plan Terraza, organizar el trasiego de las colmenas, y abrir un canal de colaboración que integre a los huerteros y a la ruta pedagógica y ecológica del bosque comestible de la Comuna 3. Porque este proyecto no sólo es sobre plantas o sensores IoT. Es sobre comunidad, memoria ecológica y vínculos vivos.
Ya tenemos compromisos en movimiento: Paola coordinará las visitas académicas, Valentina convocará a la profesora María Isabel Rivas para gestionar el material didáctico, y pronto don Javier visitará el campus para comenzar con el trasiego. La investigación florece en el cruce de mundos: entre ciencia, saber popular, abejas y aulas al aire libre.
Esta primera visita nos dejó una certeza: las huertas no solo producen alimentos. También siembran comunidad, preguntan por el futuro, y —como esta— nos enseñan a aprender con la vida misma.