A de Abejas sin aguijón
Son abejas nativas de Colombia, conocidas como meliponas. No tienen aguijón y cumplen un rol esencial en la polinización de muchas plantas tropicales. En este proyecto, estudiamos su comportamiento de forrajeo, en particular cómo asocian ciertos olores con recompensas alimenticias, y su capacidad para volver a las mismas flores: lo que se llama fidelidad floral. No se trata solo de observar abejas, sino de entender su memoria, su interacción con el entorno, y cómo su presencia mejora la productividad agrícola urbana. La entrada a sus hogares, o colmenas, se llama piquera, y luce como un pequeño tubo con textura cerosa.
A de Agroecología
La agroecología es el punto de partida. Es una forma de entender la agricultura como parte de un sistema social, ecológico y político. En nuestra huerta, la agroecología guía las decisiones sobre qué sembrar, cómo, con quién y para qué.
No usamos agroquímicos. No buscamos maximizar la producción, como sí entender la forma en la que nuestros polinizadores nativos pueden contribuir a la producción de alimentos. Como parte de este propósito, nos hemos enfocado, en uno de los casos, a rastrear la efectividad de la especie de abeja nativa sin aguijón, Nannotrigona mellaria, en la producción de tomate cherry a partir de la polinización, con la compañía de otras especies polinizadoras que habitan nuestra huerta: mariposas, polillas, moscas y escarabajos.
A de Agricultura urbana
Sembrar en la ciudad no es un acto exótico ni improvisado. Es una respuesta concreta a una pregunta urgente: ¿cómo garantizamos alimentos sanos, accesibles y sostenibles en entornos urbanos?
La agricultura urbana no busca competir con el campo, sino complementar. Acerca los alimentos a quienes los consumen, reduce las distancias que recorren los productos, y convierte espacios marginales en zonas vivas, productivas y cuidadas. Pero más que eso, transforma la relación que tenemos con la comida, el entorno y el conocimiento.
En esta huerta, la agricultura urbana es el medio y también el mensaje. Es parte de una infraestructura verde que educa, investiga, alimenta y conecta. Porque en una ciudad como Cali, hablar de agricultura urbana es también hablar de derecho a la tierra, a la alimentación, al saber. Y esta huerta es una forma de hacer visibles esas conversaciones.
D de Datos
En esta huerta, los datos también germinan. No nacen de la tierra, pero sí de ella. Los sensores —esos dispositivos pequeños que enterramos o colgamos entre las plantas— miden la humedad, la temperatura, la luz, la presencia de abejas. Son parte de una red inteligente que conecta lo que ocurre en la huerta con una forma distinta de observar.
Esto es lo que se llama IoT, o Internet de las Cosas: una tecnología que permite que objetos físicos —como sensores, cámaras o estaciones meteorológicas— recojan información en tiempo real y la envíen a sistemas de análisis. Hemos instalado sensores en el suelo para registrar variables como la humedad, el pH, los nutrientes y demás. Estos datos nos permiten observar lo que no siempre es evidente: cuándo regar, cómo varían las condiciones del ambiente, qué patrones siguen los polinizadores a lo largo del día.
E de Educación STEM
Las siglas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) toman otra forma. No están en un tablero, ni en una fórmula abstracta: están en el sensor que se entierra para medir la humedad del suelo, en el experimento con abejas para entender su memoria olfativa, en la programación de dispositivos para monitorear variables ambientales. STEM, pero con las manos en la tierra.
El enfoque STEM en esta huerta no es neutro. Está orientado a formar capacidades para enfrentar desafíos reales: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la inseguridad alimentaria. Y se combina con la agroecología, con la educación ambiental, con el trabajo comunitario. Por eso hablamos de un laboratorio vivo: porque todo está en relación, todo está en prueba.
Además, esta huerta permite que estudiantes de distintas disciplinas —biología, ingeniería, humanidades— trabajen juntos en un mismo huerto. Que se encuentren en un mismo terreno, literal y metafóricamente, para observar, experimentar, pensar. Es un espacio de aprendizaje interdisciplinario y situado.