Primer cruce: Visita a Plan Terraza

El 21 de marzo de 2025, tres integrantes del equipo del proyecto Huerta urbana: Laboratorio vivo en educación STEM, Paola Olaya, Angie Guañarita y Valentina Moreno, visitamos la terraza del Ecobarrio Libertadores, donde florece una huerta comunitaria gestionada por Plan Terraza. Este fue el primer paso en una alianza poderosa con una acción colectiva que se toma enserio la importancia de nuestras abejas y polinizadores nativos en la producción de lo que sembramos y cultivamos en nuestras huertas.

fuimos recibidas por don Javier Cifuentes, líder de la iniciativa, quien nos abrió las puertas no solo de su huerta, sino también de su experiencia. Nos guió en un recorrido por su terraza-jardín, donde conviven plantas medicinales, flores comestibles y frutales. Allí mismo, resguardadas en cajas modulares, habitan dos especies de abejas nativas sin aguijón: Tetragonisca angustula (las angelitas) y Nannotrigona mellaria.

Cajas modulares de abejas nativas.

Entre la biodiversidad que habita el lugar, una caja llamó especialmente nuestra atención: una colmena que fue abandonada y cuya piquera estaba rota. Don Javier, con su espíritu generoso y colaborativo, nos propuso un gesto hermoso: llevar esa caja —y otras tres más— a la universidad. La idea es realizar allí un trasiego, es decir, trasladar una nueva colmena viva con apoyo de Margarita, una meliponicultora de la red de confianza de don Javier. Así, las abejas sin aguijón se convertirían en residentes activas de nuestra huerta universitaria.

Pero la visita no fue solo técnica ni naturalista. Fue también política y pedagógica. Surgió la propuesta de crear juntos una cartilla o plegable para visibilizar las experiencias tanto del proyecto universitario como de la comunidad del Ecobarrio Libertadores. La publicación buscaría dialogar con escuelas, vecinos, estudiantes y huerteros, compartiendo saberes sobre agroecología, meliponicultura y el poder transformador de las huertas urbanas.

En medio de la charla, aterrizamos acuerdos que marcan una hoja de ruta concreta: articular nuestros cursos con visitas a Plan Terraza, organizar el trasiego de las colmenas, y abrir un canal de colaboración que integre a los huerteros y a la ruta pedagógica y ecológica del bosque comestible de la Comuna 3. Porque este proyecto no sólo es sobre plantas o sensores IoT. Es sobre comunidad, memoria ecológica y vínculos vivos.

Ya tenemos compromisos en movimiento: Paola coordinará las visitas académicas, Valentina convocará a la profesora María Isabel Rivas para gestionar el material didáctico, y pronto don Javier visitará el campus para comenzar con el trasiego. La investigación florece en el cruce de mundos: entre ciencia, saber popular, abejas y aulas al aire libre.

Esta primera visita nos dejó una certeza: las huertas no solo producen alimentos. También siembran comunidad, preguntan por el futuro, y —como esta— nos enseñan a aprender con la vida misma.

¿Qué necesita el suelo para estar vivo?🌾

En el primer seminario del proyecto, nos encontramos con una pregunta que parece simple, pero que es clave para la construcción de la huerta: ¿cómo cultivamos vida en el suelo? La conversación con Iván Castrillón, ingeniero agrónomo y gestor del ecoturismo agroecológico Hotel La Huerta, nos permitió abrir ese terreno, en sentido literal y simbólico.

Comprender de qué está hecha la tierra nos sirve para entender los procesos abstractos de los que está hecha, como los ciclos de oxígeno y nitrógeno.

Durante el seminario, compartimos experiencias y aprendizajes relacionándonos con el suelo, que vienen de años de trabajar la tierra con paciencia, coherencia y respeto por los procesos y ritmos naturales. El enfoque de Iván, y del proyecto, combina conocimiento técnico con sensibilidad ecológica, y nos deja herramientas prácticas para pensar y actuar sobre la salud del suelo en nuestras huertas.

Estas claves no resultan una formula cerrada, sino una guía basada en principios agroecológicos que pueden adaptarse al contexto de cada huerta.

Aquí te las compartimos, como punto de partida para construir suelos vivos y fértiles desde el cuidado, la observación, la agroecología y la acción consciente.

🌱Claves agroecológicas desde la experiencia de Iván Castrillón:

  • 1. Incorporar abonos orgánicos ricos y diversos
    Evitar confiar exclusivamente en compost hecho con residuos de frutas y verduras de dudosa calidad. Iván recomienda integrar estiércol bien manejado, ya que aporta una mayor diversidad de nutrientes y es crucial para mantener un suelo verdaderamente fértil.
  • 2. Aplicar compost y abonos en cantidades adecuadas
    Para suelos empobrecidos, Iván sugiere entre 5 y 7 kg/m² de abono orgánico como base. En casos extremos, ha trabajado con hasta 20 kg/m² de Bocashi para recuperar suelos con resultados exitosos.
  • 3. No remover el suelo innecesariamente
    El volteo excesivo del suelo rompe su estructura, libera carbono capturado y altera procesos biológicos. Se recomienda conservar la porosidad vertical que permiten las raíces y los organismos del suelo.
  • 4. Iniciar con especies resistentes para mejorar el sustrato
    Por ejemplo, sembrar maíz primero, ya que sus raíces abren canales en suelos compactados. Luego se deja descomponer esa biomasa y se siembra frijol, que enriquece naturalmente el suelo fijando nitrógeno con la ayuda de bacterias del género Rhizobium.
  • 5. Usar coberturas vegetales y evitar el suelo desnudo
    Las malezas no deben eliminarse por completo. En cambio, se pueden cortar y usar como mulch o cobertura vegetal, lo que ayuda a retener humedad, alimentar el suelo y protegerlo de la erosión.
  • 6. Evitar productos de control de plagas de amplio espectro
    En lugar de extracto de neem (que mata indiscriminadamente), Iván recomienda usar biopreparados específicos, como el Zaphir Mix, que contiene microorganismos benéficos (hongos y bacterias entomopatógenas) que actúan sobre plagas sin afectar polinizadores u otros insectos clave.
  • 7. Observar, registrar y tener paciencia
    La agricultura agroecológica no depende de recetas rígidas, sino de la observación constante del entorno, el registro de experiencias y la adaptación a cada suelo y cultivo. La paciencia y la constancia son fundamentales.

🧠Más allá de la técnica: reflexiones que florecen en la huerta

Más allá de las herramientas para mejorar el suelo, la conversación con Iván nos dejó una serie de ideas que nos invitan a repensar el rol de las huertas urbanas, especialmente en contextos como el de la Universidad Icesi, donde la educación, la sostenibilidad y la tecnología están profundamente entrelazadas.

Uno de los aportes más potentes fue la invitación a concebir la huerta como un sistema vivo. Para Iván, la huerta no es solo un lugar donde crecen plantas; es un entorno donde ocurren relaciones complejas entre microorganismos, insectos, personas, residuos y conocimientos. Es también un espacio educativo en el que la experiencia directa con la tierra permite comprender mejor procesos abstractos, como el ciclo del nitrógeno, la dinámica del carbono o la interacción entre especies.

Este enfoque encaja de manera natural con la lógica del Living Systems Lab que propone nuestro proyecto: un espacio donde lo científico, lo tecnológico y lo comunitario se encuentran para experimentar, aprender y transformar.

Otro punto clave fue la necesidad de contextualizar la agroecología en lo urbano. Iván subrayó que no se trata de copiar técnicas rurales al pie de la letra, sino de adaptarlas creativamente a las condiciones concretas de nuestras ciudades: menos espacio, suelos más alterados, acceso limitado a insumos como estiércol, y un ecosistema social diferente. En ese sentido, la agroecología en la ciudad no solo es posible, sino que puede ser un laboratorio ideal para la innovación y el aprendizaje colectivo.

También hubo un llamado a la documentación sistemática. Iván insistió en la importancia de registrar lo que se hace, lo que funciona y lo que no, como parte del proceso formativo y como insumo valioso para futuras investigaciones. Lo que sucede en una huerta no debe quedarse en la anécdota: puede convertirse en conocimiento reproducible si lo tratamos con el mismo rigor y cuidado que aplicamos en el laboratorio.


🤝Cosechando saberes compartidos

El seminario cerró con una invitación abierta a seguir dialogando, compartiendo experiencias y reconociendo que cada cultivo, cada suelo y cada territorio nos enseñan algo nuevo. La posibilidad de visitar Hotel La Huerta, donde Iván desarrolla su trabajo, quedó sobre la mesa como un futuro espacio de intercambio práctico.

La sensación al final del encuentro fue clara: estamos sembrando más que tomates y frijoles. Estamos cultivando una forma distinta de pensar el aprendizaje, la sostenibilidad y el vínculo entre seres humanos y territorios vivos.

Punto de compostaje en la huerta de la Universidad ICESI. Punto de microorganismos.

Seminario 1: Suelo vivo sin volteo

Presentó: Iván Castrillón

Este primer seminario nos recordó algo esencial: una huerta universitaria no es solo un conjunto de canteros; es un sistema vivo que se cuida desde el suelo hacia arriba. Con la guía del agrónomo Iván Castrillón (Hotel La Huerta – UNAL Palmira), conversamos sobre cómo construir fertilidad con abonos orgánicos, planear sucesiones de cultivo (maíz → frijol → hortaliza) y controlar plagas sin afectar a los insectos benéficos. También discutimos prácticas que marcan diferencia: no voltear el suelo para conservar su estructura y carbono, cubrir con malezas cortadas/hojarasca para retener humedad y, sobre todo, documentar lo que hacemos para aprender y mejorar. El resultado es una hoja de ruta concreta para la Huerta Icesi: ajustar el compost y las dosis de abono, diseñar secuencias que regeneren, reemplazar insumos indiscriminados (como el neem) por biocontrol y fortalecer la mirada de laboratorio vivo donde se prueba, se mide y se comparte conocimiento.

La Metodología: Así lo Hicimos

  1. Seminario aplicado con toma de decisiones inmediata
    Sesión técnica con Iván Castrillón y el equipo (investigación, sostenibilidad, jardinería) enfocada en resolver cuellos de botella actuales de la huerta y alinear prácticas con la investigación.
  2. Diagnóstico de sustrato y pauta de fertilización
    Se revisó la calidad del compost y la ausencia de estiércol cercano. Se acordó garantizar diversidad de nutrientes y considerar dosis de abono orgánico de al menos 2 kg/m², preferible 5–7 kg/m² en arranque; en suelos muy pobres hubo casos de 20 kg/m² de bocashi.
  3. Sucesiones regenerativas de cultivo
    Se propuso la secuencia maíz → frijol → hortaliza: el maíz “abre” poros con sus raíces; el frijol fija nitrógeno vía Rhizobium; luego entran hortalizas como tomate cherry.
  4. Manejo ecológico de plagas
    Se desaconsejó el neem por su efecto indiscriminado. Se recomendó biocontrol con entomopatógenos (p. ej., Bacillus thuringiensis, Metarhizium), orientado a plagas específicas sin afectar polinizadores.
  5. Conservación del suelo: no labranza y cobertura
    Evitar voltear el suelo para conservar carbono y estructura; cortar malezas y dejarlas como mulch para proteger, retener humedad y formar suelo fértil. Registrar y sistematizar prácticas para aprendizaje reproducible.

Resultados e Impacto: La Relevancia del Proyecto

  1. Ruta clara para suelos fértiles sin agroquímicos
    Queda una pauta operativa para enriquecer el sustrato con abonos orgánicos balanceados y compost mejorado, ajustando dosis según contexto del cantero.
  2. Secuencias que regeneran y enseñan
    La sucesión maíz–frijol–hortaliza combina ingeniería ecológica (porosidad y fijación biológica de N) con pedagogía en contexto, fortaleciendo el componente formativo del proyecto.
  3. Protección de polinizadores y benéficos
    Sustituir neem por biocontrol específico cuida a polinizadores nativos y aliados del agroecosistema, alineando productividad con conservación.
  4. Suelos cubiertos, suelos resilientes
    El mulch reduce evaporación, amortigua temperatura y alimenta el suelo, mejorando la resiliencia del sistema y reduciendo labores de riego y deshierbe intensivo.
  5. La huerta como laboratorio vivo
    Se consolidó un modo de trabajo: probar–medir–documentar–ajustar. Esta lógica fortalece la investigación (suelo, plagas, polinización) y la transferencia a otras huertas urbanas.

El Seminario 1 deja una base sólida: diversificar nutrientes en el sustrato, planear sucesiones regenerativas, abandonar el volteo, cubrir el suelo y migrar del neem a biocontrol. En lo operativo, sigue concretar la siguiente sesión, revisar proveedores de insumos orgánicos y programar una visita técnica al Hotel La Huerta para intercambio de saberes. En lo investigativo, estas pautas alimentan los ensayos con tomate cherry y la línea de polinizadores nativos, reforzando la idea de huerta–laboratorio: un espacio que produce, enseña y cuida a la vez. Todo, con registro sistemático para convertir práctica en conocimiento compartible.

Interdisciplinariedad que se hace: de la co-producción a decisiones informadas en la Huerta Icesi

¿Cómo se organiza, en la práctica, un trabajo verdaderamente interdisciplinario en torno a una huerta universitaria? Este informe sintetiza aportes clave de cuatro referencias que ayudan a pasar del discurso a la acción. Primero, se plantea la interdisciplinariedad como una interfaz estable entre ciencia y sociedad, que comienza con la co-definición del problema, sigue con la coproducción de conocimiento orientado a soluciones y culmina con la (re)integración de resultados en la academia y en la práctica social. Luego, se propone un andamiaje operativo que articula fases del proceso con tipos de conocimiento y niveles de involucramiento, para dar trazabilidad y evaluabilidad al trabajo conjunto. Un tercer bloque desplaza el foco desde el producto hacia la calidad del proceso con principios contextual, pluralista, orientado a metas e interactivo. Finalmente, se subraya que toda colaboración se sostiene en plataformas cognitivas, emocionales e interaccionales respaldadas por condiciones institucionales.

La Metodología: Así lo Hicimos

  1. Co-definir el problema con actores relevantes. El punto de partida es mapear actores, valores, capacidades y expectativas para diseñar una interfaz ciencia-sociedad que dé lugar a aprendizaje bidireccional y decisiones informadas.
  2. Coproducir conocimiento en contexto real. La experimentación es situada, con iteraciones y ajustes; los criterios de éxito atienden lo técnico y lo social, y los resultados se (re)integran en la práctica científica y social.
  3. Usar un andamiaje por fases + tipos de conocimiento. Vincular identificación/estructuración, análisis y aplicación con conocimiento sistémico, normativo y de transformación; clarificar niveles de involucramiento y fortalecer la ecología de relaciones.
  4. Asegurar mediación de saberes continua. Glosarios compartidos, reglas/roles de colaboración y plataformas de trabajo reducen malentendidos y vuelven acumulable la experimentación mediante bitácoras y métodos trazables.
  5. Evaluar la calidad del proceso. Diseñar ciclos con metas co-definidas; juzgar la mediación por credibilidad, legitimidad, relevancia e impacto; reconocer como resultado el desarrollo de capacidades y redes.

Resultados e Impacto: La Relevancia del Proyecto

  1. Gobernanza clara y expectativas alineadas. El andamiaje operativo estabiliza acuerdos entre actores y facilita la coordinación interdependiente en la huerta.
  2. Trazabilidad y evaluación acumulable. Bitácoras y métodos explícitos permiten comparar ciclos, aprender de iteraciones y sostener mejoras.
  3. Calidad procesual como valor público. Al priorizar lo contextual, pluralista, orientado a metas e interactivo, el proyecto gana legitimidad social y pertinencia académica.
  4. Capacidades y redes como resultado explícito. La educación deja de ser subproducto: se fortalecen competencias para decidir, reflexionar y sostener el trabajo conjunto.
  5. Condiciones humanas e institucionales para colaborar. La plataforma cognitiva-emocional-interaccional (SCEI) muestra que marcos compartidos, confianza, estilos de deliberación y reglas sostenidas por la institución son decisivos.

Este marco traduce la interdisciplinariedad en pasos verificables: co-definir, coproducir, mediar, documentar y evaluar con criterios de calidad procesual. En la Huerta Icesi, implica fortalecer mapeos de actores, glosarios y bitácoras; diseñar ciclos con metas co-definidas; y medir la mediación por su credibilidad, legitimidad, relevancia e impacto. A corto plazo, conviene formalizar roles/rituales de colaboración y asegurar condiciones institucionales que sostengan la plataforma SCEI. A mediano plazo, consolidar la (re)integración de resultados en prácticas académicas y comunitarias.

Referencias Académicas

  • Star, S. L., & Griesemer, J. R. (1989). Institutional ecology, ‘translations’ and boundary objects… Social Studies of Science, 19(3), 387–420.
  • Wenger, E., Trayner, B., & de Laat, M. (2011). Promoting and assessing value creation in communities and networks.
  • Vanney, C. E., Mesurado, B., & Aguinalde Sáenz, J. I. (2024). IVIRS. PLOS ONE, 19(11), e0312938.
  • McCoy, S., et al. (2023). Measuring interdisciplinarity and collaboration perceptions of U.S. faculty. SAGE Open, 13(3).
  • Aikenhead, G. S., & Ryan, A. G. (1992). VOSTS. Science Education, 76(5), 477–491.
  • Honey, M., & Pearson, G. (2013). A common measurement system for K-12 STEM education.
  • van Geenhuizen, M. (2018). A framework for the evaluation of living labs… Environment and Planning C, 36(7), 1280–1298.
  • Rogers, S. L., Jeffery, A. J., Pringle, J. K., & Hobson, L. (2023). Experiential and authentic learning in a Living Lab… JLTHE, (28), 1–33.

¿Qué es un Living System Lab? La huerta de Icesi que aprende (y nos enseña)

En Icesi, la huerta universitaria no es solo un lugar para sembrar: es un Living System Lab (LSL), un laboratorio vivo donde probamos ideas en contexto real, integramos saberes y aprendemos con el territorio. El término LSL aparece en líneas de diseño sistémico (p. ej., Systemic Design Labs, ETH Zürich), que trabajan problemas complejos con enfoques transdisciplinarios, regenerativos y adaptativos. Para fundamentarlo, ampliamos la mirada hacia la literatura de Living Labs, muy desarrollada en Europa y América Latina (Bergvall-Kåreborn & Ståhlbröst, 2009; Almirall et al., 2012; Leminen, 2015).

¿Por qué “LSL” y no solo “Living Lab”?

Porque queremos poner el foco en la vida y las relaciones que sostienen el territorio (humanas y no humanas). La literatura de Living Labs aporta la co-creación en entornos reales y el trabajo con múltiples actores; el LSL reapropia y expande esa idea desde claves ecosociales y multiespecie (Chronéer et al., 2019; Alquézar-Facca, 2024; Leminen, 2013).

Cómo hicimos la revisión (sin tecnicismos)

Partimos del rastro en diseño sistémico (ETH Zürich), abrimos a Living Labs (urbanos/ciudadanos) y sumamos textos afines sobre ecologías vivas, mediaciones tecnológicas y pedagogías situadas. Con eso organizamos los hallazgos en cinco claves que hoy orientan nuestro LSL en la huerta.

Las 5 claves del LSL (con autores y ejemplos)

1) Comunicación y Mediación de Saberes (CyMS)

La co-creación requiere traducción entre lenguajes y herramientas compartidas para que comunidad, academia y sector público se entiendan y creen juntos (Bergvall-Kåreborn & Ståhlbröst, 2009; Leminen, 2015). En Icesi, esto se concreta en relatorías, cartillas, mapas y bitácoras, y en el uso de tecnologías que apoyan la revisión y visualización de información (Almirall et al., 2012). Miradas latinoamericanas subrayan el valor pedagógico y cultural de estas mediaciones (Ibarra Bravo, 2020).

2) Ecología de Relaciones Vivas (ERV)

La huerta es una red viva: personas, suelos, plantas, abejas, sensores, clima. Innovar aquí es cuidar vínculos y aprender de su dinámica. Los Living Labs se entienden como ecosistemas colaborativos y adaptativos (Chronéer et al., 2019; Leminen, 2013). Desde el diseño sistémico, se proponen principios como simbiosis, cooperación regenerativa y autoorganización (Alquézar-Facca, 2024).

3) Laboratorio Experimental (LE)

Experimentar en condiciones reales implica probar, medir y ajustar con la vida ocurriendo: lluvia, plagas, tiempos, bienestar de especies. Los Living Labs aportan metodologías de prototipado, testeo participativo y recolección en entornos naturales (Bergvall-Kåreborn & Ståhlbröst, 2009; Almirall et al., 2012; Leminen, 2015). En el LSL, lo experimental no es solo técnico: es pedagógico y ecosocial, y se co-diseña con el territorio.

4) Experiencia Educativa (E. Educ)

La huerta es aula extendida: integra teoría y práctica, y forma competencias para trabajar con otros en problemas reales. Aquí encajan propuestas sobre aprendizaje auténtico en campus y vinculación comunitaria propias de los Living/Learning Labs en educación superior (Rogers et al., 2023).

5) Interdisciplinariedad (hilo transversal)

No es sumar logos; es colaborar de verdad: traducir, negociar, gestionar el conflicto creativo y construir confianza. La diversidad de perspectivas es un valor clave en Living Labs (Lemenin, 2013; Chronéer et al., 2019) y se potencia con herramientas del diseño sistémico.

¿Para qué nos sirve?

  • Mejorar decisiones: qué probar, cómo medir, cómo cuidar.
  • Aprender con evidencia situada y devolver ese conocimiento en materiales abiertos.
  • Conectar universidad, ciudad y comunidad con proyectos de impacto real.

En suma, un Living System Lab es un living lab con corazón de ecosistema. La huerta no es solo un lugar donde aplicamos conocimiento: es un sujeto pedagógico que nos ayuda a pensar y practicar una ciencia pública, multiespecie y colaborativa.

Referencias

  • Almirall, E., Lee, M., & Wareham, J. (2012). Mapping Living Labs in the landscape of innovation methodologies. Technology Innovation Management Review.
  • Bergvall-Kåreborn, B., & Ståhlbröst, A. (2009). Living Lab: an open and citizen-centric approach. Int. Journal of Innovation and Regional Development.
  • Chronéer, D., Ståhlbröst, A., & Habibipour, A. (2019). Urban Living Labs: towards a conceptual framework. Technology Innovation Management Review.
  • Leminen, S. (2013). Coordination and participation in Living Labs. Technology Innovation Management Review.
  • Rogers, S. L., Jeffery, A. J., Pringle, J. K., & Hobson, L. (2023). Experiential and authentic learning in a campus-based Living Lab. Journal of Learning Development in Higher Education.

Del mapa a la acción: cómo FOLU Valle ordena su agenda para transformar el sistema alimentario

https://www.icesi.edu.co/7183-hoja-de-ruta-para-transformar-los-sistemas-alimentarios-del-valle-del-cauca

Este informe reúne, en una sola mirada, qué está haciendo el Grupo Gestor FOLU en el Valle del Cauca y cómo esas acciones se conectan con la transformación del sistema alimentario. Para ordenar la conversación se agruparon actividades en cuatro frentes: (A) mapeo transversal de capacidades productivas, (B) caracterización de productores agroecológicos y regenerativos, (C) mercados agroecológicos, y (D) educación, comedores y huertas escolares. Cada frente se alineó con los ejes estratégicos FOLU: paisajes productivos y regenerativos; abastecimiento y mercados eficientes y equitativos; consumo consciente y saludable. El resultado es un mapa práctico que identifica líneas estratégicas, acciones recurrentes, hallazgos transversales y pasos recomendados, desde la consolidación de un sistema departamental de información agroalimentaria hasta la conexión efectiva entre productores y programas públicos (como el PAE). En síntesis, una hoja de ruta para pasar del diagnóstico a intervenciones coordinadas y medibles.

La Metodología: Así lo Hicimos

  1. Clasificación por frentes de trabajo. Se organizaron actividades en cuatro grupos (A–D), distinguiendo mapeos, mercados y educación/huertas, para facilitar lectura operativa y seguimiento.
  2. Alineación con ejes FOLU. Cada grupo se vinculó con los ejes de paisajes regenerativos, mercados eficientes y consumo saludable, priorizando coherencia estratégica.
  3. Identificación de líneas y acciones. Por grupo se listaron líneas FOLU y acciones clave (logística, fortalecimiento de capacidades, inclusión de mercados públicos, extensión agropecuaria).
  4. Lectura territorial–comunitaria de mercados. El grupo C destacó circuitos cortos, autonomía y cercanía productor–consumidor para orientar decisiones de acopio y comercialización.
  5. Énfasis educativo y nutricional. El grupo D puso en el centro consumo saludable, educación alimentaria, reducción de desperdicios y rol de escuelas/comedores.

Resultados e Impacto: La Relevancia del Proyecto

  1. Enfoque sistémico y regenerativo. Predominan acciones que combinan producción regenerativa, mercados alternativos y consumo informado como ejes de cambio.
  2. Puentes rural–urbano y política–comunidad. Se evidencian sinergias entre actores productivos, políticas públicas y redes comunitarias que facilitan escalamiento.
  3. Sistemas de información como columna vertebral. Se propone consolidar un sistema departamental de información agroalimentaria para trazabilidad y decisiones basadas en evidencia.
  4. Mercados inclusivos y circuitos cortos. Se recomiendan acciones para logística, acopio y cercanía productor–consumidor, con foco en emprendimientos regenerativos.
  5. Cultura alimentaria y educación. Se prioriza educación nutricional y reducción de desperdicios como palancas para consumo consciente y seguridad alimentaria.

El mapeo entrega un tablero de control: qué se hace, cómo se alinea y hacia dónde avanzar. Como ruta inmediata, el documento recomienda: (i) consolidar un sistema de información agroalimentaria a escala departamental; (ii) diseñar una estrategia de conexión entre productores agroecológicos y programas públicos (p. ej., PAE) para compras locales; (iii) fortalecer el enfoque multiactor y multiescalar para implementar el plan FOLU; y (iv) priorizar educación y cultura alimentaria en escuelas y comunidades, iniciando por la niñez. En conjunto, estas acciones convierten el diagnóstico en gestión coordinada, con métricas y aprendizajes compartidos.