Salida de campo: Explorando Florida -Valle del Cauca

La violencia como factor determinante en los procesos productivos.

He vivido en Florida durante toda mi vida -es decir, durante 21 años-. Siempre he sido consciente de que este municipio hace parte de las zonas PDET, aquellas donde los grupos armados al margen de la ley se mezclan con el día a día de quienes habitan el territorio. Su presencia afecta especialmente a quienes tienen como principal actividad el trabajo de la tierra, es decir, a los campesinos. Estos grupos generan zozobra y se convierten en un tema constante, del que siempre se habla, al que siempre se teme, pero cuya presencia, con el tiempo termina volviéndose parte de la cotidianidad. Fue por esto por lo que cuando mi equipo de investigación manifestó la necesidad de tener testimonios de personas campesinas que ayudaran a enriquecer la investigación, supe que era momento de darle más visibilidad a las historias de vida de los campesinos floridanos.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, el 22 de julio realizamos una salida de campo al municipio de Florida. Esta actividad fue posible gracias al apoyo de Viviana, lideresa de la Coordinación Campesina de Florida, con quien mantuve comunicación constante a través de WhatsApp para gestionar un espacio de diálogo que contara con la participación de otros integrantes del grupo campesino. El encuentro se llevó a cabo en la UMATA, un lugar que funciona como casa comunitaria y donde la naturaleza es la principal protagonista, ya que está rodeada de árboles, césped y una gran variedad de plantas, elementos que reflejan su papel como espacio colectivo en el que los campesinos de Florida se reúnen y desarrollan sus actividades.

Cuando el equipo de investigación y yo nos ubicamos en una de las oficinas de la UMATA, procedimos a presentarnos y a explicar el propósito de nuestra visita. Esto con la intención de generar un ambiente de cercanía y dar espacio para que ellos también pudieran presentarse. En un primer momento, la conversación fue liderada por Viviana, quien parecía sentirse más cómoda al contarnos cómo la violencia física y simbólica ejercida por los grupos armados al margen de la ley permeaba todos los procesos productivos.

En determinado momento este tema dio paso a que Álvaro y Jacqueline, quienes eran los otros participantes del espacio, se unieran a la conversación, ya que ellos nos empezaron a contar que si tenían dificultades con la distribución de sus cultivos, era a causa del conflicto armado del que son víctimas; si enfrentaban problemas organizativos como colectivo, también se debía a la violencia; y si tenían obstáculos para permanecer en el territorio, era por la presencia de los grupos guerrilleros que constantemente generan acciones de opresión. Todo esto hizo que cada pregunta que formulábamos sobre la cadena productiva terminara derivando en temas relacionados con el conflicto armado.

 A todo esto, se suma el deficiente papel que el Estado colombiano ha desempeñado en la generación de garantías para las comunidades campesinas, lo que constituye una deuda histórica con este sector. Solo hasta este año el campesinado ha comenzado a ser reconocido oficialmente como un colectivo autónomo y merecedor de protecciones especiales. Esta ausencia prolongada de reconocimiento y respaldo institucional se ha reflejado en los constantes conflictos por el territorio entre los campesinos de Florida y las comunidades indígenas que también habitan la región. Al no contar con un marco legal que los reconozca plenamente como sujetos de derechos, los campesinos se han visto obligados a asegurar su permanencia y sus medios de vida por sus propios medios, resistiendo en medio de la incertidumbre y la desigualdad estructural que aún persiste en el campo colombiano.

Todo esto me llevó a reflexionar sobre cómo, en lugares como Florida, existen factores mucho más profundos que influyen en la manera en que las personas se relacionan con la tierra. Cultivar no siempre depende solo del clima o del suelo, sino también de contextos sociales y políticos que pueden irrumpir la cotidianidad, dando cuenta que el conflicto armado no pertenece del todo al pasado. Sin embargo, los campesinos de Florida no te narran estas experiencias con lágrimas, sino entre risas. Risas que no surgen del sarcasmo ni del desdén, sino de una profunda resignación ante la dureza de la situación. En ellas se esconde una forma de resistencia, un mecanismo para soportar la adversidad y continuar sembrando cada día, aun cuando el entorno les niega la tranquilidad que merecen.

Escrito por Isabella Cortés.

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