Como parte del curso “El Agua y la Vida”, los estudiantes participaron en una actividad práctica diseñada para cuantificar el impacto ambiental de algo tan cotidiano como una hamburguesa o una pizza.
El objetivo de esta experiencia era claro: comprender y calcular la huella hídrica y de carbono asociada a los ingredientes y procesos implicados en la preparación de estos alimentos, e identificar qué componentes tienen un mayor impacto ambiental. A partir de este análisis, se invitó a los estudiantes a proponer alternativas más sostenibles para su alimentación diaria.

La actividad se llevó a cabo en la Cocina de Ingeniería Industrial, donde los estudiantes no solo prepararon sus propios almuerzos, sino que también se convirtieron en investigadores ambientales en acción. Con el apoyo de calculadoras en línea y aplicaciones especializadas, cada grupo analizó los ingredientes que usaron: desde el pan, el queso y la carne, hasta los vegetales y condimentos.

Durante el ejercicio, los estudiantes descubrieron que ingredientes como la carne de res y los quesos procesados tienen una huella ecológica mucho más alta en comparación con alternativas vegetales. Esta comparación les permitió reflexionar sobre cómo nuestras elecciones alimenticias impactan directamente los recursos del planeta, especialmente el uso del agua y la emisión de gases de efecto invernadero.
Más allá de los cálculos y las cifras, esta experiencia dejó una reflexión importante: la sostenibilidad comienza en nuestros platos. Aprender a medir el impacto de lo que comemos es un primer paso para tomar decisiones más informadas, responsables y empáticas con el entorno.
Esta fue una clase donde se cocinó conocimiento, se sazonó con ciencia y se sirvió con conciencia ambiental.
