ANÁLISIS DE LA OPERACIÓN SEMIÓTICA DE UN ICONO (usando a Peirce)

vw turbo
Hay un ícono de un escarabajo (catarina). La imagen es capaz  de remitir al animal por cuanto comparte con él condiciones materiales de semejanza, a saber, los cualisignos de la forma semiesférica, el color rojo, los círculos relativamente pequeños dispuestos sobre el rojo, los tres
delgados apéndices articulados que se asimilan a las patas del insecto etc.  Los círculos están concentrados y superpuestos en la parte trasera del animal.  Ésta no es la manera frecuente de disponerse los cualisignos en él, por tanto, no puede ser decisigno del rema del icono de la catarina. Esta alteración ha de tener una causa extra-ordinaria, la cual debe ser inferida por abducción.
Intentemos uno: Cuando en un recipiente hay contenidos elementos esféricos, y el recipiente se mueve, éstos tienden a concentrarse en el lugar opuesto a la dirección del movimiento. Este es un argumento de necesidad lógica basado en la experiencia empírica; se trata de una ley, un sistema de necesidades.  Este argumento se propone como dominio de interpretación posible para aquello
que se había visto como un signo no-claro, como la ruptura del rema icónico de la catarina, de modo que se haga claridad en la capacidad que el signo debería tener para remitir a un fundamento u objeto.  Así, se puede decir que esa disposición particular de cualisignos, se convierte en un legisigno de movimiento, de velocidad, es decir, una configuración concreta de cualisignos que pueden constituirse en ley para la construcción de signos.   Ahora bien, el  ícono ha instaurado un legisigno nuevo que puede operar como enunciado; podría decirse, que es un icono legisígnico que dice “catarina que se mueve a gran velocidad” pero ¿cómo se llega a esta forma enunciativa y referencial delsigno?  El legisigno opera como un índice remático del movimiento en el ícono de la catarina.
Junto al ícono hay un texto, un signo verbal que tiene la forma textual de un enunciado expositivo: “ el nuevo Beetle turbo”. Pero hay una ley, una regla gramatical, un rhema de los enunciados expositivos que no está completo en la  forma presentada (en la materialidad del decisigno);  falta un valor referencial para (x) de modo que el signo opere, pues lo expuesto, gramaticalmente, “pide”
que haya un referente objetivo para ese texto.  De modo que el texto dice “[  (x ) es ] el nuevo Beetle turbo”.  ¿Cuál es el valor referencial  de ese (x)? La contigüidad del signo verbal y el signo icónico permiten, por metonímia, hacer que el ícono cumpla con las veces de ese sujeto gramatical faltante.  Algo así como “este es el nuevo Beetle turbo”.  Como hay un anunciado ya procesado
para el ícono,  ahora puede  predicarse de él  que es un Beetle.  La operación se refuerza:  sucede que el referente ordinario de esta palabra es, justamente, un escarabajo, género al cual pertenece la especie de la catarina;  se trata de una  metáfora del primer tipo (se refiere a la especia por el género).  Pero el referente de la palabra Beetle  también puede ser, en determinados contextos, un automóvil producido por VW.  Aquí habría una anfibología.  Si la palabra  tiene los dos referentes, y está explícito el ícono del insecto, no operaría el tropo, pero la presencia del iconograma (VW), que es el símbolo convencional, abstracto de la marca VW, introduce la ambivalencia referencial de todo el iconograma permitiendo que se carguen los  dos  referentes  de todas las connotaciones
semánticas que cada uno tiene, transfiriéndoselas uno a otro.  Así, el icono de la catarina veloz, es icono del VW turbo-cargado.

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