El absurdo del “sin – sentido”
• Lo único que no produce sentido es aquello que no ha entrado en un proceso de semiosis. Un sin-sentido es un no-signo.
• Decir entonces que algo “no tiene sentido” querría decir que no hace parte de relación semiótica alguna, que no hace parte de un proceso de semiosis. Pero si se hace un juicio de este tipo, ya ese algo sin sentido entra a tener uno, y desaparece su sin-sentido.
• A lo que ordinariamente se le llama “no tener sentido” o “un sin-sentido” sería mejor describirlo como un sentido contradictorio, o bien, que su sentido no es coherente con el juego del lenguaje en el que se espera opere la semiosis en la que está envuelto.
• El sentido no es algo así como un objeto simple que algo pueda tener o no tener; más bien, el sentido es el vector de un proceso de acción, la orientación de un sujeto en quien se produce la semiosis; esto no puede describirse como un elemento del evento semiótico, sino como la actuación de las propiedades relacionales de los elementos constitutivos del sujeto, solo cognoscibles por sus relaciones con otros objetos.
• El sentido es un dinamismo. Cuando se dice que algo tiene dinamismo se dice porque está en una relación cambiante con otros referentes, o bien porque los elementos constitutivos de un objeto dinámico están cambiando sus relaciones espacio-temporales, físicas o químicas en el interior del objeto mismo, transformándolo. Decir por ejemplo “el agua tiene movimiento” es decir que está actuando en una relación dinámica con elementos del exterior gracias a sus cualidades, que le dan una capacidad para moverse; se dice además que esas capacidades están operando. Decir que un reloj está en movimiento es decir que sus engranajes activados están cambiando sus relaciones para producir un estado interno diferente cada segundo.
• De igual manera, decir que algo tiene sentido quiere decir que está en un proceso de transformación relacional con otro algo. En principio, esa transformación puede ser de las relaciones espacio-temporales de objetos materiales; al menos eso sugiere uno de los usos de la expresión “tiene tal sentido”, como “tiene tal dirección”. Pero la relacionalidad semiótica puede ser de otros tipos.
• Decir que un objeto en movimiento no tiene sentido, querría decir que la trayectoria de su movimiento es incierta, (aleatoria quizás) o en todo caso que es indeterminable. El objeto aquel tendría un movimiento que sería describible a posteriori; pero si un observador en tiempo real no puede prever el espacio que ocupará el objeto en un tiempo posterior, el observador puede decir “el objeto P se mueve sin sentido”.
• El sin-sentido de un objeto en movimiento es un juicio del observador, fruto de su incapacidad de predecir el movimiento, no una cualidad del objeto en movimiento. El objeto no carece de sentido en sí mismo, la carencia de sentido sucede en el observador que no procesa con certeza la percepción del objeto.
• Para un observador, el movimiento de un objeto carecería de sentido certero si no es capaz de prever el destino de su movimiento. Aún, en la física cuántica, si el observador sólo puede proponer posibilidades para la ubicación de una partícula, esto ya es asignar un sentido al movimiento de la misma.
• El principio de incertidumbre es ya la asignación de un sentido, no la consagración del sin-sentido.
• Decir algo sobre el sentido de un signo sería decir algo acerca del sujeto interpretador más que del signo en sí mismo.
• El sentido de un signo es la orientación dinámica que el sujeto interpretador, en quien se da la semiosis, asume hacia el signo, hacia su entorno.
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