CASO SIEMBRA VIVA

| |

Escrito por: : Maria Isabel Arango

EAFIT

En Colombia existe una gran brecha entre las áreas rurales y urbanas. La pobreza y la pobreza extrema en la ruralidad (46,1% y 22,1%, respectivamente) sobrepasan ampliamente sus niveles en el contexto urbano (30,3% y 7%) (Parra, Ordoñez, & Acosta, 2013). Por otro lado, los pequeños agricultores han cultivado sus tierras rodeados de dificultades por la falta de infraestructura vial, de transporte, intermediación costosa, clima tropical de incierto pronóstico, poca ayuda del gobierno y sin garantías de una vida digna con oportunidades económicas, sociales y culturales.  (Ocampo, 2014)

Igualmente, la guerra ha azotado al campo colombiano durante la mayor parte de la historia después de la independencia del país. En el Acuerdo de Paz está presente, como primer punto, una política de desarrollo agrario que busca disminuir en un 50% la pobreza en el campo en un plazo de 10 años y el cierre de la brecha entre campo y ciudad. (Acuerdo de Paz, 2016).

Por otro lado, la población humana seguirá aumentando hasta llegar a 9000 millones de personas en 2050. Se necesitará expandir el área de cultivos para alimentar a tanta gente, se talarán bosques, se utilizarán más agroquímicos y se afectarán ecosistemas y los servicios que brindan, además de los daños a la salud humana. Es necesario cambiar la manera como estamos haciendo las cosas; hay que mejorar la eficiencia de la producción, la distribución, el consumo y los desechos de los alimentos. Hay que tener una mirada hacia alternativas distintas de producción, más amables con el medio ambiente, con la salud de las personas y con el desarrollo local de las comunidades campesinas.

 

En este contexto, nace Siembra Viva (SV), un emprendimiento con ánimo de lucro pero de carácter social, certificado como Empresa B, gracias al cumplimiento de los requerimientos sociales y ambientales. Esta iniciativa se centra en un portal de internet donde los consumidores de la ciudad pueden seleccionar y comprar a domicilio productos orgánicos producidos  por pequeños agricultores de zonas rurales cercanas a Medellín.

SiembraViva comenzó a funcionar en 2013. Su creador, Diego Benítez, administrador de negocios de la Universidad de EAFIT de Medellín, trabajó en el sector financiero durante 9 años. Al cabo de un tiempo, se  fue a hacer una maestría en Grenoble, Francia. Su práctica la realizó con el Grupo francés Casino, donde se familiarizó con la problemática de la comercialización en un país desarrollado. Cuando regresó a la empresa en que laboraba, no se acomodó nuevamente y decidió cumplir un sueño que había tenido desde hacía mucho tiempo: emprender un negocio. Su madre había trabajado como comisionista de Bolsa Nacional Agropecuaria desde sus inicios hasta mediados del 2000. y de ella siempre había escuchado el problema de los pequeños productores, en que la intermediación era un mal  necesario y costoso. El tema del agro le atraía mucho, y con una sensibilidad social de por medio, decidió que su emprendimiento debía tener como propósito pensar en un negocio que ayudara a resolver los inconvenientes de la intermediación en el campo colombiano.

Fue así que en 2012, Diego inició en Belén de Umbría, Risaralda, conectando pequeños productores de tomate y maracuyá, directamente con Mercamás, un supermercado de volumen medio, en Dosquebradas. En esta corta experiencia, Diego se dio cuenta que el sólo hecho de eliminar la intermediación no era suficiente, pues existía otros dos factores muy importantes, ¿quién garantizaba la calidad? y ¿quién garantizaba la constancia en los productos ofrecidos? Y ahí comenzó la idea del emprendimiento SiembraViva, que mediante una cadena de producción, manejada en su totalidad por la misma SV, se podría lograr romper con estos tres ejes importantes de la comercialización.

Comienza, entonces a visitar a pequeños agricultores del oriente antioqueño. En primera instancia, su emprendimiento estaba pensado en la compra de fresas y moras. Durante sus visitas de campo, tuvo una experiencia que le dio un giro a su idea de emprendimiento. Estaba en el oriente antioqueño recorriendo la parcela de un campesino, quien iba acompañado de su hijo pequeño, cuando Diego, encantado con las fresas probó una y le ofreció otra al niño. Pero el productor no dejó que éste se la comiera y le explicó a  Diego que lo que ellos cultivaban era para vender en la ciudad y ellos no lo comían, porque sabían que la gran carga de agroquímicos que aplicaban era muy nociva para su salud.

Esta experiencia, aparte de saber ese mismo día que Sofi, su esposa, estaba embarazada, y que había comido el día anterior de las fresas contaminadas, le hicieron replantear su negocio. Ahora no sólo era trabajar con los pequeños agricultores para facilitarles la comercialización y garantizar al retail la cantidad y la calidad, sino también poder producir frutas y verduras orgánicas, amables con los cultivadores, los consumidores y el medio ambiente,

En 2013, después de preguntar y conocer diferentes personas del oriente antioqueño, reunió un grupo de campesinos que estarían dispuestos a empezar con Diego su emprendimiento que llamó SiembraViva.  Esta primera fase estuvo llena de dificultades y de experiencias enriquecedoras, de gran aprendizaje. Diego es administrador de empresas y su conocimiento del agro, en ese momento, era mínimo, algunas historias que oía de su madre y lo que había estudiado de manera muy general para iniciar su negocio.

Cuando comenzó a trabajar con los pequeños agricultores, se dio cuenta de las dificultades tan grandes que había en varios aspectos como el clima, y muy relacionada, la disponibilidad de agua. Los insumos para cultivos orgánicos también eran imprescindibles. Había que aprender a hacerlos. Tuvo un aliado importante que lo preparó no sólo a él, Diego, sino a los (10) campesinos  que se le habían unido.

Algo que tenía muy claro Diego desde el comienzo, era introducir innovación tecnológica en su emprendimiento. A medida que exploraba y aprendía sobre los cultivos ecológicos, decidió montar una plataforma donde facilitara a sus clientes y productores los pedidos y las cantidades.

La importancia de la comida sana, fue uno de los detonantes para la creación de SV. Llegar a clientes que tuvieran interés de alimentarse de forma sana

Como consecuencia de su gestión, SiembraViva está haciendo posible que los campesinos no sólo mejoren su producción agrícola, sino que se facilite su comercialización, reciban precios más justos en sus ventas, incrementando así los ingresos familiares y mejorando su calidad de vida y de la comunidad. Según SiembraViva, los campesinos reciben 1.3 a 1.5 veces más del precio de venta en la mayorista, además que tienen la compra garantizada

 

La producción orgánica permite también un ahorro en insumos químicos costosos que resultan dañinos para los ecosistemas y la salud de los consumidores.

 

Así fue tomando forma Siembra Viva y al cabo de tres años, se ha convertido en un referente importante no sólo a nivel local, sino nacional. Ha sido merecedora de premios, como Ventures; además el fondo de alto impacto Acumen hizo una inversión directa importante en el emprendimiento; en 2016 recibió la certificación Empresa B que lo acredita como una empresa social, que produce ganancias, pero tiene un propósito social y ambiental. En su estrategia está inmersa la responsabilidad social con los agricultores, los consumidores, sus empleados, socios y el medio ambiente. No es algo accesorio, ni algo que se gestiona por ganar reputación. Es el propósito con el que fue fundada SV. Es misional

Productor Wilson Castro (Foto SiembraViva)

 

Actualmente, el modelo de negocio  de SV se puede describir así: los pequeños agricultores, que en este momento son 14 familias, se comprometen a sembrar a partir de un tipo de agricultura, llamada regenerativa, que incluye cultivos orgánicos, mineralización y aumento de microorganismos en el suelo que facilitan el intercambio de nutrientes y absorben carbono. Todo el proceso productivo está bajo la dirección y asesoría técnica de la empresa, desde la programación de la siembra hasta el producto listo en el que SiembraViva les ha garantizado la compra y el precio, mejorando los ingresos de los productores y asumiendo la empresa el riesgo de mercado[1].

 

Este emprendimiento ha logrado llevar a los pequeños agricultores tecnologías que estaban disponibles, principalmente, para grandes productores, como el riego por goteo; los invernaderos para controlar la humedad, la radiación, la temperatura, las plagas de todo tipo; y los sensores para monitorear el desempeño del cultivo.

 

Por otro lado, los campesinos también se ayudan de sus teléfonos móviles, a través del WhatsApp para mantener la comunicación constante con el centro de acopio en Medellín. Todas estas innovaciones tecnológicas permiten una información y comunicación constante que facilita la logística. Para SV es condición imprescindible que los pequeños productores aliados se apropien de las distintas tecnologías que se implementan y que las usen de la mejor forma para beneficio suyo, de la tierra y del negocio. Se ha visto que a los jóvenes, que son reacios a quedarse en el campo, estas tecnologías les llaman la atención y pueden ser una forma de motivarlos para su permanencia y no migren a la ciudad.

 

En la Ceja comenzó a funcionar hace ya un año la Escuela de Campo, a donde se invita a las personas que estén interesadas en conocer la manera como produce SiembraViva. Allí los campesinos cuentan sus experiencias, mientras acompañan en el recorrido. En este lugar se ha centralizado la producción de todos los insumos biológicos, con el fin de estandarizar y garantizar la alta calidad de estos abonos y plaguicidas, que son despachados a las familias productoras que viven en los alrededores.

[1] SiembraViva acuerda con los productores el precio de los productos, basado en el SIPSA, sistema de información encargado de informar los precios mayoristas de los productos agroalimentarios que se comercializan en el país (DANE, 2016)

Escuela de campo SiembraViva (Foto MI Arango)

 

En Medellín existe un centro de acopio a donde llegan los productos cosechados en áreas rurales a no más de 60 kms a la redonda de la ciudad como Santa Elena y San Antonio de Prado (corregimientos de Medellín) y Marinilla y La Ceja (Oriente de Antioquia). Allí se distribuyen los productos a los clientes, quienes han accedido a la plataforma para realizar su compra.  Estos consumidores, “desean cambiar sus hábitos alimenticios, aumentando el consumo de frutas y verduras frescas con mayores nutrientes y limitando el consumo de agro tóxicos. Actualmente, cuenta con 500 clientes activos”. (Benítez, 2016).

 

Doña Luz y su esposo, don Antonio, son una pareja de campesinos del municipio de la Ceja. Ellos fueron de los primeros en aceptar el reto al que invitaba Diego casi cuatro años atrás. Doña Luz era un poco escéptica en este nuevo llamado, pues ya se habían acercado otras iniciativas del gobierno, prometiéndoles varias cosas que nunca se cumplieron. Sin embargo, vieron algo en ese gran líder que es Diego Benítez, que con su sencillez y su ánimo, puso a funcionar su idea. Doña Luz cuenta que cuando comenzó, nada era fácil, pues ellos estaban acostumbrados a trabajar el campo con técnicas convencionales e insumos químicos. No creían mucho en eso de los cultivos orgánicos y menos en los abonos, insecticidas y demás productos biológicos que son vistos por los campesinos convencionales como poco eficientes. Desde el comienzo, conocieron técnicas y tecnologías a las que nunca pensaron que fueran a tener acceso, como las tablets para llevar el inventario, los teléfonos inteligentes para entrar en la red y facilitar la comunicación entre productores y Siembra Viva.

Doña Luz y Don Antonio (foto SiembraViva)

Doña Luz hace parte del grupo de pequeños productores que han participado de la evolución de SV, aportando desde sus experiencias, de lo que da resultado y de lo que no.  Participa activamente en la Escuela de Campo de SV que queda a unos 8 kilómetros de su casa.

Esta oportunidad que han tenido los campesinos que trabajan con SV les ha permitido mejorar sus capacidades no sólo a nivel del trabajo en el campo, sino sus habilidades sociales, de comunicación, su autoestima y, en general, su calidad de vida.

Entrar a la casa de doña Luz es un gusto. Está en una pequeña parcela, dividida en otras donde viven sus familiares. Es un lugar acogedor, limpio, lleno de flores. A mano derecha, en una colina, está la huerta donde se aprecian los productos orgánicos, Siembra Viva. Más allá está el vivero donde se cultivan los tomates orgánicos, con un sistema de riego por goteo para el ahorro del agua.

Vivero tomates orgánicos (Foto M I Arango)

La vida de esta recia campesina ha cambiado, así como la de los otros campesinos que trabajan con SV. Las cosas no han sido fáciles, pero el trabajo colectivo, impulsado por Diego y sus colaboradores, va mostrando buenos resultados.

Diego es un ejemplo de líder innovador, que a pesar de las dificultades que tiene un emprendimiento como este, sigue adelante con alta resiliencia, paciencia y optimismo. SiembraViva es un ejemplo que tiene posibilidades de ser replicado en otras zonas de nuestro país y que está conectado con los intereses del gobierno para fortalecer el campo.

 

Tabla 1: Conveniencia, Trascendencia y Salud de SiembraViva (Pérez, 2016)

1, 'include' => $prevPost->ID ); $prevPost = get_posts($args); foreach ($prevPost as $post) { setup_postdata($post); ?>
Previous

1, 'include' => $nextPost->ID ); $nextPost = get_posts($args); foreach ($nextPost as $post) { setup_postdata($post); ?>

Next

Deja un comentario