La escuela flotante de Sempegua El sueño de niños y maestros que hicieron realidad dos innovadores sociales

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Escrito por: : Sara Moreno Bolivar

Estudiante Maestría en Gerencia para la Innovación Social

En Colombia el 26% de la población tuvo algún tipo de afectación por desastres de origen natural entre 2006 y 2014[1]. El 19% de las personas afectadas resultaron damnificadas y la cuarta parte de este grupo, ha sufrido inundaciones (DNP, 2015)[2].

Según el IDEAM[3] las inundaciones son fenómenos hidrológicos recurrentes potencialmente destructivos. La ola invernal en Colombia se manifiesta con intensas lluvias intensas que afectan con inundaciones, avalanchas y remoción en masa (Cepal, 2011). Las inundaciones son la primera causa de muertes por fenómenos hidrometeorológicos, entre 2006-2014, 9 de los 12 millones de damnificados por este tipo de fenómenos, se vieron afectados por inundaciones.

Al hacer el ejercicio de revisar directamente en el sitio web del IDEAM [4] el nivel de alerta sobre inundaciones, usted se encuentra con que, según el pronóstico en el mapa de todo el territorio nacional, más del 90% se encuentra en alerta naranja o roja por el riesgo que enfrenta la población debido a las inclemencias del clima.

La población que ha resultado principalmente afectada anualmente, coincide con la que ha focalizado el gobierno para dirigir los programas gubernamentales orientados a superar la pobreza y pobreza extrema, y a atender a grupos vulnerables (DPS, 2013). Son comunidades de la costa pacífica como el Urabá antioqueño, Buenaventura, municipios del Choco y departamentos de la zona atlántica como Atlántico, Bolívar, Magdalena, Sucre y Cesar.

Es decir que estas poblaciones no solo tienen deficiencias en salud, condiciones sanitarias,  vivienda y educación sino que están expuestas a perder lo poco que tienen durante la ola invernal. Y los que finalmente más le preocupan a la comunidad son los niños. ¿Cómo asegurar que los niños podrán ir a clases mientras el nivel del agua baja y la rutina se normaliza?

Durante el fenómeno de La Niña 2010-2011 el Ministerio de Educación Nacional, por ejemplo, detectó esta necesidad debido a las dificultades que enfrenta la red educativa en todo el territorio para operar en estas temporadas porque además son zonas apartadas y de difícil acceso. Implementó una estrategia de aulas temporales a través de cuatro operadores, con el objetivo de evitar la deserción estudiantil por falta de espacios adecuados para grupos (MEN, 2011) restableciendo la infraestructura afectada. Durante esta ola invernal, se instalaron aulas temporales haciendo uso de carpas, tambos, salones prefabricados, entablados que contaron con dotación de servicios sanitarios y mobiliario escolar. En pocos casos alquilaron viviendas, fincas o espacios disponibles para grupos.

La Organización de Estados Iberoamericanos como operador de esta estrategia, construyó soluciones alternativas y no temporales, debido a que pueden permanecer en el tiempo de acuerdo al mantenimiento. El material que usó fue un componente de fibra vegetal y polímero que es amigable con el medio ambiente, porque está basado en la reutilización de materias primas.  Sin embargo, esta estrategia enfrentó varios problemas: Los espacios dispuestos se encontraban en zonas de alto riesgo de inundación, el clima retrasó los tiempos de ejecución y el operador en algunos casos se vio obligado a detener la obra para proteger la integridad de sus trabajadores debido a las complejas situaciones de orden público (Plan sectorial de educación 2010-2014).

El interrogante entonces de las comunidades, los gobiernos y los organismos multilaterales debería ser: ¿Cómo somos capaces de prepararnos para que la ola invernal que vivimos anualmente, no afecte el normal funcionamiento de las escuelas? Y deberíamos abolir la práctica asistencialista que solo permite preguntarnos: ¿Cómo ideamos políticas públicas, programas o proyectos para asegurar el derecho a la educación durante estas emergencias?

Fenómenos como el cambio climático requieren búsqueda de medidas de adaptación a fenómenos que no podemos totalmente prevenir pero podemos aprender a vivir con ellos. Para lograrlo seguro se necesitan innovadores sociales. Personas u organizaciones capaces de interpretar este tipo de necesidades estableciendo relaciones de empatía con las comunidades. Ingeniando o innovando en productos o servicios para resolverlas. Arriesgándose a poner en práctica sus ideas ágilmente, en un ejercicio rápido de ensayo –error.  Diseñadores de pilotos que logren demostrar que su idea es escalable y replicable. Ingeniosos buscando canales y herramientas de financiación.  Capaces de involucrar no solo a la comunidad, sino también de articular a otros actores alrededor de este propósito.

Innovadores sociales como los de la historia que viene a continuación…

Soluciones flotantes se conocen en varios lugares del mundo. En América, las hay pero no pueden adaptarse de condiciones secas a la inundación. En Europa, cuentan con esta característica de adaptabilidad; no obstante  son costosas porque se usa tecnología sofisticada para su fabricación y el uso final es recreativo. La innovación de las soluciones habitacionales flotantes de la Spin off Utópica-EAFIT según la justificación del proyecto, está basada en la capacidad de integrar tecnologías existentes, adaptadas con un proceso constructivo propio, con materiales y manufactura local, con una estructura de costos que la hace replicable en el contexto latinoamericano.

Andrés Walker y Lina Marcela Cataño son los gestores de la Spin off Utópica-EAFIT. Dos ingenieros de producto de la Universidad Eafit, institución académica de educación superior privada, ranqueada entre las 5 mejores de Colombia.[5] Durante su carrera estos dos jóvenes crearon herramientas, vehículos y dispositivos eléctricos; pero en el camino se  vieron interesados por el impacto social de sus creaciones. Abrieron su empresa: Utópica, por eso de los sueños y la pasión que evidentemente le impregnan a sus acciones. Su primera aliado fue la universidad y su tesis tomó forma de proyecto a través de la  Spin off Utópica-EAFIT: Usar la ingeniería para resolver un problema social.

En Colombia el Estado suele tomar medidas para mitigar el impacto de los desastres naturales y pocas veces implementa estrategias como esta, para prevenir los daños causados a las comunidades pobres y vulnerables. Este proyecto coincidió con la búsqueda de prácticas locales de adaptación al cambio climático en la zona caribe colombiana, que estaban haciendo varias entidades como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, la Unidad Nacional para la Atención de Riesgos y Desastres – UNGRD y la Unión Europea. Organismos que se convirtieron en socios de la alianza entre los estudiantes y la universidad. Estas organizaciones firmaron un acuerdo de cooperación y le pidieron a Spin off Utópica-EAFIT que en un año realizara las investigaciones necesarias para que la loza fuera la base para las aulas.

Así que, como en Colombia las únicas soluciones que se habían realizado previamente eran construcciones palafíticas, las que sostienen por medio de vigas las obras, que también sufren inundaciones y son focos de enfermedades infecciosas [6]; este desarrollo que tiene como fin la elaboración de una plataforma flotante fabricada en concreto, con una loza flotante aligerada con un sistema de anclaje que no deja que la construcción se mueva de un lado para otro, resulta bastante innovadora. Vale la pena aclarar, que el proyecto es aplicable en inundaciones que se dan de manera progresiva y no en corrientes rápidas, fuertes y espontaneas que pueden poner en peligro la vida de las personas.

La Spin off Utópica-EAFIT eligió a Sempegua en el departamento de Cesar, ubicado en la costa atlántica colombiana para hacer su primer proyecto. Sempegua es un corregimiento distante a una hora de su municipio Chimichangua, por una vía destapada que los conecta. Este corregimiento de aproximadamente 600 habitantes cuyas principales actividades económicas son la pesca y la ganadería está rodeado de la ciénaga de Zapatosa, la más grande del país, cuyas aguas se originan de los ríos Cesar y Magdalena. En época de invierno se desborda, la corriente ingresa al pueblo superando la cota de inundación que es de 60 centímetros (Fuente: UNGRD). A su vez, cuando esto ocurre, Sempegua se convierte en una isla a la que solo se puede acceder por medio de transporte fluvial según explica la Universidad Eafit.

Las súbitas de la ciénaga se dan entre marzo y abril, y entre septiembre y octubre. El terreno tarda en asentarse aproximadamente dos meses después de las inundaciones. Cuando eso ocurre los niños no pueden asistir a la escuela; este proyecto se trata de la escuela más importante del pueblo, el Centro Educativo Nuestra Señora del Carmen, que funciona allí desde mediados de la década del 70 cuando el corregimiento fue trasladado desde una zona más al sur.

Iniciaron las obras en Mayo de 2013 y tardaron 8 meses en terminar la construcción de tres aulas flotantes que hacen parte del Centro Educativo Nuestra Señora del Carmen, con capacidad para albergar 60 niños; dos de ellas fueron diseñadas para realizar actividades académicas y la tercera es un aula multipropósito. La escuela flotante cuenta además con sistemas autosostenibles de recolección de agua lluvia, pozos sépticos integrados y las acometidas eléctricas hacen parte de una red eléctrica por aire que tiene la capacidad de soltarse durante la inundación y recogerse en tiempo seco. Adicionalmente, el proyecto incluyó la construcción de un puente de 70 m de largo, a una altura que supera la cota de inundación y conecta a la población con la escuela; este puente fue igualmente innovador y sostenible en la medida en que fue construido con madera plástica a partir del reciclaje de vasos y pitillos para el café.  El área total fue 168 m2  [7] y la inversión fue de 556 millones de pesos [8].

Como la capacidad de la nueva escuela es de 60 niños y solo pueden trabajar unos pocos maestros el rector de la institución tuvo que rifar los cupos y las plazas porque toda la comunidad educativa, los padres de familia y la población en general quería participar. Finalmente solo los más pequeños, los niños de primaria y no más de 5 de los 17 profesores que trabajan en el pueblo, podrán disfrutar de este extraordinario proyecto de innovación social.

En uno de los reportajes periodísticos que fueron publicados en la semana de inauguración de la obra, entrevistaron a Nereida Palomino, la profesora que se dirigió a los medios en representación de los 17 docentes del pueblo el 15 de Mayo, fecha de la inauguración. Ella refiriéndose a la euforia de los 155 niños de primaria beneficiados dijo: ¨No todos los días un niño estrena una escuela que no se hunde en el agua, y no se imaginan, para uno como docente la situación diaria – ¿Profe sí va a llover?, ¿Cuánta agua se necesita?, ¿Nos podemos turnar todos para ver cómo se siente? ¨.  Esta seguramente fue la primera vez que el pueblo entero, deseaba que las lluvias llegaran y el agua rebozara la cota para que con la inundación la escuela flotara.

 Lo que comenzó como una tesis de estudiantes de pregrado de la Universidad Eafit, se convirtió en el sueño de pequeños y grandes en Sempegua. Según Lina: ¨Independientemente de lo bonitas que quedaron las aulas, lo importante es que la comunidad se percibe como un referente de adaptación al cambio climático. Se sienten reconocidos, pues la escuela ayuda a visibilizarlos en el mundo. Les dio sentido de pertenencia, se sienten valorados, cambio el imaginario sobre sí mismas y hasta se han convertido en un atractivo turístico¨. Walker indicó que las expectativas son más amplias: ¨La idea es que con esta primera escuela flotante se replique el sistema en otras partes del país, y para otra edificaciones como viviendas y centros de salud¨.

Definitivamente necesitamos innovadores sociales como ellos en cada rincón de Colombia. Niños, jóvenes, mujeres, ancianos, empresas y gobiernos arriesgados, con consciencia social y medioambiental. Ojalá que la historia que protagonizan Andrés y Lina, nos inspire a todos los que soñamos con la construcción de la paz, que seguro, se tejerá con esta revolución, la revolución de las pequeñas cosas.

Fuentes

[1] Cálculo sobre la población nacional proyectada por el DANE para 2015.

[2] Estos datos del país fueron depurados por el DNP de la base de datos de reporte de Emergencias de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres  (UNGRD).

[3] Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales

[4] Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia. Sistema de Información Ambiental.

[5] Fuente: Ranking BOT de instituciones de educación superior.

[6] Fuente: Ministerio nacional de Salud.

[7] Fuente: Ficha del proyecto. Anexo a la tesis de grado radicada en la Univeridad Eafit: ´Modelo de implementación de sistemas flotantes para construcción de un centro educativo y su puente de acceso´.

[8] Fuente: Publicación del periódico El Heraldo el 18 de Mayo de 2014 – Sempegua tiene la primera escuela flotante de Latinoamérica´.

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