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Discurso de Catalina Botero invitada de honor en la Ceremonia de Grados agosto 2023
Catalina Botero Marino
Ceremonia de grados, 26 Agosto 2023
Universidad ICESI
Cali, Colombia
Quiero comenzar por agradecer a la universidad ICESI, a su rector, Esteban Piedrahita, y a su cuerpo directivo por esta invitación, que me honra. Y me gustaría pedirles unos minutos iniciales para contarles algunas de las razones por las cuales esta invitación me hace tan feliz.
He estado vinculada a muchas universidades. Dicté clase en Los Andes y fui su Decana; también he sido profesora de universidades como la Nacional y el Externado; soy profesora adjunta de la Academia de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de American University; durante muchos años coordiné un curso para jueces de la Universidad de Texas y una iniciativa global de la universidad Columbia en Nueva York, a la que estoy estrechamente vinculada. He sido también profesora invitada de centros de investigación como el Max Planck que es uno de los Institutos científicos más importantes de Europa. Pero una de las experiencias más felices de mi trayectoria académica, una de las más satisfactorias y enriquecedoras, es haber hecho parte del equipo que consultó Icesi durante el desarrollo inicial del programa de derecho. Y haber sido después, durante unos años, miembro de su comité de currículo.
Recuerdo siempre la pluralidad de esos comités, la plaza del samán, las discusiones acaloradas y la ilusión inspiradora de esta universidad de construir un programa verdaderamente comprometido con modernizar y transformar las prácticas y la enseñanza del derecho.
También por eso, atravesé el océano atlántico para venir hoy a esta ceremonia de grado; porque les estoy debiendo un agradecimiento desde hace mucho.
Gracias por haber confiado en mí y haberme dejado hacer parte de ese nacimiento que ha sido tan importante para la cultura jurídica de la región y del país.
Ustedes y la Universidad de los Andes fueron los primeros programas que le apostaron a esta senda de transformación.
Redoblo la admiración que siento por ustedes, al saber que han continuado por ese camino y han decidido, desde hace tres años, incluir como parte sustancial de su formación los procesos de transformación digital en el derecho y, más recientemente, la Inteligencia Artificial.
Para ser justa en estos reconocimientos debo decir que quién lideró este trabajo valiente y original desde sus inicios, fue el anterior decano (y no tengo nada personal contra el actual); me refiero a Lelio Fernández, cuya pérdida para ustedes, para todos, es simplemente indecible.
También hice este viaje para venir a agradecerle póstumamente a él: a él y al rector de entonces que tuvo la visión apoyar esas iniciativas extraordinarias cuyos frutos vemos claramente hoy. No es casualidad que esta universidad cuente con infinidad de atributos que la hacen admirable y que la han llevado a ocupar importantes puestos en los más prestigiosos rankings globales, como por ejemplo, el primer puesto en el ranking de Times Higer Education para las universidades jóvenes de América Latina.
Su compromiso permanente y comprometido con la región, con la inclusión; su pasión por el aprendizaje riguroso; los increíbles resultados de sus estudiantes en las pruebas de Estado y de sus egresados en el mercado laboral, son solo el resultado natural de un esfuerzo tan importante como el que ustedes han llevado a cabo.
Por todo lo anterior, graduarse de Icesi debe ser un enorme motivo de orgullo, así que felicito a todas las graduadas y graduandos por haber escogido a esta universidad para tener esa experiencia única, afortunada y privilegiada.
Ahora comienzan otra etapa de su vida, una nueva travesía, mucho más incierta, llena de oportunidades y desafíos. Una etapa, además, marcada por desarrollos tecnológicos nunca antes vistos en la historia de la humanidad. Se están graduando en un momento en el que parece que toda la ciencia ficción es historia, o lo será pronto.
Yo en realidad, podría ser un holograma y es posible que con los más avanzados desarrollos tecnológicos actuales, eso pasara inadvertido para ustedes. O podría ser un robot programado con mi voz, mi apariencia y mis gestos, para dar este discurso. O este podría ser un evento de realidad aumentada: podríamos todos estar en el Metaverso, y en lugar de estar de cuerpo presente en este maravilloso campus, cada uno de nosotros estaría en su casa, con unas gafas prominentes y representados por avatares virtuales. O, algo que supongo les suena muy familiar, este discurso pudo haber sido escrito por un sistema de inteligencia artificial como el chat GPT4 .
Hace solo 20 años todas las alternativas anteriores hubieran sido un disparate y dentro de 10 años seguramente se tratará de alternativas tan de desuetas como es hoy para nosotros una máquina de escribir.
Miles de herramientas que están siendo desarrolladas en todas partes del mundo a grandes velocidades, y que – a lo mejor, quien sabe – pueden llegar a evolucionar mucho más rápido de lo que evolucionamos nosotros como especie, van a marcar esta nueva etapa de sus vidas.
Y eso tiene cosas extraordinarias, pero también hay que estar alerta para que este cambio vertiginoso no termine arrebatándoles la decisión sobre cuál es la vida que quieren vivir.
En los minutos que me quedan, voy a hablarles de las inmensas oportunidades que este nuevo mundo les ofrece, pero también de los desafíos que van a tener que enfrentar y de las herramientas a las que podrán echar mano para enfrentarlos.
Empecemos por lo bueno.
Algunos de los problemas más serios de la humanidad hoy, como el cambio climático, la superpoblación, la pobreza o una nueva pandemia, pueden ser enfrentados, mucho mejor, gracias a los desarrollos tecnológicos actuales.
Por supuesto, faltan otras cosas para que estas soluciones se den: voluntad política, diseños institucionales, presión ciudadana… pero si lo humano se pone en marcha, las nuevas tecnologías las harán posible.
Nadie imaginó nunca, la posibilidad de crear una vacuna eficaz en el tiempo record en el que la comunidad científica global fue capaz de producir las vacunas del Covid-19.
Pero además las plataformas -grandes y pequeñas- han expandido de manera inimaginable la capacidad de desarrollar nuevas ideas y han permitido emprender nuevos negocios que hubieran sido impensables sin estas herramientas.
Ese mundo nuevo, digital, le ha cambiado la vida, para bien, a millones de personas y puede ayudarles a todos ustedes a ver mucho más allá de lo que alcanza el ojo humano, a disfrutar, crear y divulgar nuevas ideas en el arte, la cultura, la medicina, la ciencia o el derecho.
En cualquier disciplina estas herramientas son valiosas, si uno aprende a usarlas.
Son tantos los usos virtuosos de estas herramientas que sería imposible mencionarlos acá.
Por solo dar un ejemplo, adicional, relacionado directamente con lo que yo hago: el poder amplificador de las redes sociales, ha permitido que las personas que sufren los efectos de la violencia en oscuras y recónditas esquinas de la geografía, puedan hacer oír su voz, señalar y responsabilizar a quienes causan ese dolor, buscar refugio y reclamar apoyo.
Los crímenes de guerra hoy, los crímenes contra la humanidad, como los que se están cometiendo en Ucrania por ejemplo, van a poder ser procesados de manera más ágil que nunca antes en la historia, gracias a que, en virtud de las nuevas tecnologías, los testimonios de las víctimas atraviesan en segundos el continente europeo para terminar en la Corte Penal Internacional, en la Haya.
Pero no todo es color de rosa en este nuevo mundo de unos y de ceros.
Yo vivo en el mundo de las nuevas tecnologías, de la moderación de contenidos de redes sociales con más de tres mil millones de usuarios; en el mundo de la inteligencia artificial general y la inteligencia artificial generativa. Y viniendo de ese mundo me gustaría darles dos recomendaciones:
Protejan a toda costa su habilidad para tomar decisiones por cuenta propia, de manera razonable y basados en evidencia, porque esa es una de las habilidades más amenazadas en el mundo actual.
Y protejan, a toda costa, su capacidad de sentir empatía, aunque medie una pantalla, entre ustedes y la otra persona. Protejan su capacidad de diferenciar lo que está bien y lo que es justo, de lo que está mal y lo que es injusto. Esa es una de las virtudes más amenazadas en este nuevo y cambiante mundo digital.
Para mantener esa virtud y esa habilidad van a tener que enfrentar grandes amenazas, la mayoría de las cuales son imperceptibles, pero persistentes, tercas y muy poderosas.
No es solamente que ustedes tengan al alcance cientos de herramientas tecnológicas. El problema es que ustedes también están al alcance de esas herramientas, algunas de las cuales son utilizadas para difundir información falsa y dañina; para generar desconfianza en las fuentes más serias de la información que necesitan para tomar decisiones; para estimular a una escala y una velocidad nunca antes vista, emociones tristes – como diría García Villegas – como el odio o la rabia o la venganza; o para recriminarles lo infelices que son porque no están a toda hora en una playa haciendo bailecitos de tik-tok.
Esas son las trampas que van a tener que esquivar para poder construir su propio proyecto de vida. El suyo propio y no el proyecto estandarizado de felicidad rosada y a veces melosa que viene empaquetado en fotos de IG.
Les estoy invitando a que se rebelen contra la manada digital. Y claro que es difícil.
Siempre ha existido la sanción social al que se atreve a pensar distinto; somos animales que prefieren experimentar la calidez del grupo, así este esté equivocado, antes que la posible soledad que supone la duda y la búsqueda de verdad; animales que prefieren la certeza compartida, aunque falsa, antes que el camino difícil de cuestionar y razonar.
Pero la universidad, ese trayecto que acaban de pasar, les dio el antídoto contra esa disposición natural a la conformidad de grupo. Icesi, esta universidad, les fomentó la duda, les enseñó a pensar metódicamente, a tener un diálogo honesto y a ejercer el razonamiento crítico.
Esas habilidades, más que todos los contenidos que aprendieron, son las que van a tener que usar para resistirse a caer en el espejismo de las redes sociales.
Rompan las cámaras de eco, resistan la tentación de tener una vida dominada por los filtros y los likes, protejan su privacidad, sigan a personas que piensan distinto y que ofrecen razones para sustentar sus ideas, rechacen el insulto gratuito y el chisme necio que muchas veces domina la conversación en las redes. Y cuando necesiten información para tomar decisiones, acudan a las fuentes confiables, al conocimiento científico, al periodismo independiente y riguroso, acudan al método, a la evidencia.
Pero además, lo que esa claro para quienes trabajamos en estos temas, es que solo se potencia la experiencia digital, si llegan a ella con las capacidades cognitivas y la riqueza emocional, sensible y humana que desarrollamos en la vida que compartimos con los demás en el mundo físico.
En una reunión en Silicon Valley un profesor universitario me contó sobre un programa de innovación que consiste en pedirle a los alumnos que se sienten en un museo, en silencio, sin celulares, durante más de una hora frente a una obra de arte. Y luego, durante otro periodo similar, pedirles escribir, a mano, lo que habían visto y experimentado. Ese ejercicio de meticulosidad, de placer difícil, encierra una enorme sabiduría. No solo educa el ojo y la paciencia, sino que nos enseña la profundidad de la que somos capaces y de la que surge lo mejor de la creatividad humana.
Algunas veces las mejores ideas surgen simplemente de observar con detenimiento, durante mucho tiempo, cómo están dispuestas las ramas de un árbol, cómo se mueve una hoja al vaivén del viento, o cómo el sol dibuja las sombras sobre un rincón de la ciudad.
Por eso, además de resistirse a la corriente digital, para poder tomar las mejores decisiones también deberán aprender a frenar, a detenerse y a contemplar. Y eso en la dinámica actual de las redes sociales, parece casi subversivo.
Mi última recomendación es que desarrollen esa disposición a la creatividad pero, sobre todo, en una de sus vertientes más poderosas: la imaginación moral.
Una de las más claras advertencias para navegar este nuevo mundo, es estar alertas para impedir que la interacción virtual debilite nuestra imaginación moral. La intermediación de una máquina tiene que servir para fomentar y no para debilitar ese viaje imaginario a los otros que es lo que constituye la empatía.
Si hay algo que hay que proteger para no caer en la peor de las pesadillas distópicas, es la capacidad de comprender las emociones, la fragilidad o la potencia de otro ser humano.
Estamos evolutivamente diseñados para compartir sufrimientos y alegrías; para intercambiar nuestras emociones y hacer que la felicidad de uno dependa de la de otro. Lo que ha pasado en miles de años de evolución de nuestra especie, es que hemos pasado de ser cazadores recolectores que solo protegíamos a nuestro grupo, a considerar que todas las personas hacemos parte de la familia humana, y tenemos los mismos derechos, la misma dignidad.
Tuvimos que atravesar cientos de miles de años, para llegar a un punto en el cual tenemos herramientas culturales para protegernos de la tentación de defender solo a quienes piensan como nosotros, a quienes se nos parecen, a quienes tienen nuestros mismos rasgos o intereses.
Sin embargo, la manera como nos comunicamos a través de las redes produce la enorme tentación de involucionar hasta convertirnos, otra vez, en fieros defensores de la tribu. Mi llamado, otra vez, es a que resistan esa tentación.
La moralidad que debe guiar nuestro comportamiento como ciudadanas y ciudadanos digitales es la que nos permite comprender al diferente y comprometernos con su dignidad.
Salgan de las redes y lean la mejor literatura sobre las paciones humanas. Viajen y conozcan otras culturas y, en su contexto, acérquense a quienes no viven y no piensan como ustedes.
Empatizar solo con quien se parece a uno no exige un esfuerzo moral mayor y puede incluso llevar a la preferencia injusta, a la exclusión y al sufrimiento. Resístanse a ello con todos los dispositivos culturales que esta universidad ha puesto a su alcance.
En fin, en el futuro y gracias a las nuevas tecnologías, ustedes podrán experimentar infinitas formas de belleza, infinitas formas de ser y estar en el mundo, infinitas formas de construir relaciones en diferentes espacios y muchísimas posibilidades de placer. La reflexión que yo quería hoy traerles se refiere a la importancia de la razón y de la ética para que todas estas inmensas posibilidades tengan sentido y les sirvan para vivir una vida valiosa, es decir, la una vida real, profunda, esa que a veces duele, o entristece, o alegra o tranquiliza. La que los espera allá afuera. La que vale la pena de ser vivida.
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