La exposición del usuario a las redes sociales aumenta el riesgo de sufrir depresión

La exposición del usuario a las redes sociales aumenta el riesgo de sufrir depresión

Los jóvenes adultos que invierten al menos cinco horas al día en las plataformas 2.0 están más predispuestos a desarrollar depresión en un plazo de seis meses.

A estas alturas a nadie le sorprende ya oír hablar del funesto impacto de las redes sociales en la psique humana. Sin embargo, siguen saliendo del cascarón estudios que ponen de manifiesto la connivencia que a todas luces existe entre las plataformas 2.0 y las enfermedades que baquetean el alma.

Un grupo de investigadores de las Universidades de Arkansas, Alabama y Oregón han vinculado el uso de las redes sociales al riesgo de sufrir depresión. Y aunque el hallazgo no es nuevo en modo alguno, su informe pone sobre la mesa nuevas evidencias y razones que explican la relación (en modo alguno sorprendente) entre las redes sociales y la depresión.

Los jóvenes adultos que invierten al menos cinco horas al día en las plataformas 2.0 están más predispuestos a desarrollar cuadros depresivos en un plazo de seis meses (y lo están independientemente de los rasgos de su personalidad). Así lo concluye el estudio, que se ha publicado en Journal of Affective Disorders Reports.

El principal motivo de las depresiones nacidas al calor de las redes sociales es la denominada (y ponzoñosa) «comparación social», que mueve al usuario a hacer scroll infinito en Instagram, Twitter y otras redes sociales. Quien en las redes sociales es confrontado con el estilo de vida supuestamente glamuroso de otras personas tiende a juzgar su propia vida como peor.

La salud mental merma a medida que aumenta la exposición del individuo a las redes sociales

En la red de redes este fenómeno puede intensificar de manera notable los sentimientos negativos que desarrolla el individuo hacia sí mismo y hacia otras personas. Y ello se traduce a la postre en el aumento del riesgo de sufrir depresión. El efecto es además reforzado mediante el consumo de contenido deliberadamente sombrío, el denominado «doomscrolling».

Un uso intensivo de las redes sociales contribuye asimismo a aislar a la gente y corta las alas a la posibilidad de desarrollar interacciones interpersonales y actividades más allá de las cuatro paredes en las que está encerrado el usuario.

La investigación fue emprendida antes de la pandemia del coronavirus, cuando las redes sociales brindaron a la gente con inesperadas oportunidades de contacto social en pleno confinamiento.

En el marco del informe, desarrollado en 2018, fue evaluado el comportamiento de 1.000 personas de entre 18 y 30 años.

«Los resultados del estudio son relevantes en un momento de expansión e integración en el plano tecnológico», explica Renae Merrill, doctoranda de la Universidad de Arkansas. «Conectar virtualmente con la gente aumenta el riesgo de malentendidos, lo cual hace más difíciles las relaciones interpersonales y amenaza inevitablemente la salud mental», añade.