Boletín de prensa

El Departamento de Creatividad y Expresión Humana invita el próximo 1 de marzo a la apertura de la exposición Maleza, del artista Herlyng Ferla, docente de la Universidad Icesi. La exposición se abrirá con un conversatorio el 1 de marzo a las 10:00 a.m., en el auditorio Varela, para después visitar la exposición en el salón 102M.

maleza
En el campo, cuando el pasto crece más alto de los límites aceptables, cuando se llena de plantas no invitadas, helechos y otras malezas, se dice que se “enmontó”. Entre las hebras altas de vegetación las serpientes pueden pasearse campantes. Hay que guadañar, limpiar. Esta expresión siempre me llamó la atención, coloca al monte en el rol de invasor. Se convierte en un lugar-personaje, donde viviría el lobo de Caperucita, acechante, entorpecedor del recto camino.

El monte es donde se esconden los que llegan sin avisar; es el umbral entre lo habitado y el bosque. Los seres humanos llegamos a un mundo lleno de umbrales, de límites, de fronteras, de vanos, de muros, de pliegues, de grietas, de madrigueras; vivimos una sucesión de momentos en los que éstos se traspasan, se invaden, se retan, cambian de estado e identidad. La exposición Maleza del artista Herlyng Ferla (Cali, 1984) trae estas ideas de límites traspasados, invadidos, transformados y la relación tanto histórica como cotidiana que tenemos con éstos. Encontramos el conjunto de obras Sin título (2011), Rejas (2016-2024), Sábila (2024) y Malezas (2024) cuya presencia interpela al contexto en el se encuentran porque su vocación es hablarle a las personas que se hallan delante. No por nada el artista mismo habla de “animismo de los materiales”. 

Pensemos en el campus como microciudad. Busquemos Maleza más allá de esta sala. Diariamente transitamos al lado de ventanas, rejas, maticas de las que crecen en cualquier grieta, - la naturaleza resiliente en la ciudad. ¿Por qué nos posicionamos como individuos y como sociedad frente a estos signos por los que pasamos sin fijarnos en profundidad? Nos cuentan, -susurrando a gritos,- historias acerca de la forma en que vivimos o en que nos ha tocado vivir, acerca de saberes populares, del conocimiento campesino, de nuestras raíces que aparecen aquí, a la vista a través de los vidrios. Están presentes la historia de un territorio colonizado y de las personas que lo habitan que, como el diente de león “no [...] permanecerán en donde han brotado; a algunos los vientos nos llevan más lejos.”*

El artista presenta un cuerpo de trabajo que bebe de los mundos urbano y rural, como dos elementos espacio temporales que parecen apartados estancos pero que, en realidad, están en constante conexión por mucho que lo intentemos ignorar. Hay un hilo conductor: el artista trae y reubica elementos que reconocemos del contexto de la ciudad: partes de la arquitectura que florecen regadas por nuevas lecturas y el poder de las metáforas.  Por un lado, vemos una colección de marcos de ventanas dispuestos en parejas, cuyos vidrios aparece en los lugares de intersección de ambos cuerpos; por otro, una serie de rejas soldadas y enrolladas, de esas con arabescos y formas geométricas que nos separan de sentirnos desamparados por la inseguridad. Una invasión de botes de vidrio con plantas llamadas malezas, de las que crecen en todos lados y que en los jardines se consideran un descuido de limpieza; reflexiones sobre lo público y lo privado, sobre la búsqueda de las raíces familiares, de los límites que se protegen y que se traspasan, de la importancia de transgredir, de perder cosas en el camino y de volar como semilla en el viento.