"Ser abogado en Colombia implica varias paradojas. Por un lado, somos una de las profesiones más desprestigiadas del país. Pese a ello, en medio de la crisis de legitimidad que enfrenta la disciplina, cada semestre centenares de jóvenes acuden a las facultades de Derecho para “cambiar el mundo y hacer justicia”. Casi en la misma tensión, despreciamos que existan tantos abogados en nuestras fronteras pero anhelamos acuerdos y reglas para enmarcar el “posconflicto”. Al mismo tiempo que repudiamos las normas, rechazamos la vía armada, la guerra, la confrontación. Odiamos a los abogados, pero añoramos la justicia.
Cada seis meses, mentes jóvenes y esperanzadas creen que no existen contradicciones entre esas palabras. Creen que el derecho es un camino firme para construir consensos sociales necesarios, que los abogados pueden lograr imaginar un mundo distinto, que las normas de alguna manera reflejan ideales del mundo. Y yo, como varios de mis colegas, sé que de muchas formas ellas y ellos se equivocan. Pero estoy convencida de que el derecho mismo es el campo de batalla en el que ese vínculo controvertible entre paz y normas, entre la justicia y los abogados, es posible.
El derecho puede crear infinitas realidades, infinitas interpretaciones, infinitos caminos. Ser abogado, por ejemplo, nos pone en un lugar privilegiado, honroso, del que solo somos conscientes cuando enfrentamos un retén en las calles o tenemos que redactar una queja frente a una entidad pública. Hablar el lenguaje del Estado es un privilegio, definitivamente. Pero también un reto. Y ser abogado es creer en ese reto. ¡Feliz día a todos y todas las abogadas icesistas!.."
Informes: Lina Buchely, directora del Programa de Derecho - Universidad Icesi
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