Boletín de prensa #804 Columna de opinión de Leonardo Herrera, director del programa de Biología de la Universidad Icesi. leonardo_herrea Hace unas semanas observaba unas fotos obtenidas con cámaras trampa montadas en un área protegida en estribaciones de la  Cordillera occidental de Cali, por Biólogos del Grupo Natura de la Universidad Icesi y el DAGMA. Una de ellas mostraba claramente a un Oso de anteojos, de espaldas, alimentándose en la base de un árbol. Debo aceptar que como ser humano, la imagen me conmovió, y como científico me impactó: ¿Osos de anteojos tan cerca de Cali? La sorpresa de este registro no fue solo mía, ésta simple imagen, dio para que en los siguientes días las entidades encargadas de velar por la biodiversidad y el ambiente en los Farallones de Cali, celebraran. Vale decir que otras imágenes se observan tigrillos, venados, armadillos, aves, anfibios, especies de gran importancia como indicadores de un relativo buen estado del ecosistema; el cual desde hace décadas atrás, por la fragmentación de los hábitats o el desarrollo de la minería ilegal en la zona, estaba en seria amenaza. La anterior situación me llevó a recordar un par de iniciativas exitosas asociadas a procesos de conservación y recuperación de ecosistemas. La primera fue liderada por el Instituto Humboldt, en el Corredor Barbas-Bremen en el Quindío, un corredor que vincula dos áreas degradadas por años y años de desarrollo de sistemas agrícolas y ganaderos; en ésta zona, procesos de restauración iniciados un par de décadas atrás, están dando frutos: la microbiota del suelo presenta hoy una mayor riqueza de especies que en áreas deterioradas aledañas, esto mismo se observa en  otros grupos como hongos, plantas, mariposas, aves frugívoras y mamíferos pequeños… la biodiversidad de estos bosques andinos está volviendo a restituirse, y vuelve la conexión entre éstas dos áreas, y con esto sus funciones ecológicas. El segundo caso es en el Valle del Cauca, en el 2010 se logró que Bahía Málaga, reconocida por la llegada de las ballenas yubarta en los segundos semestres de cada año, fuera declarada Parque nacional natural por ser una de las áreas marinas más biodiversas de Colombia; ésta iniciativa liderada por la Universidad del Valle y el Invemar, requirió de información lograda por tres décadas de trabajos en la zona y varios proyectos enfocados en ese objetivo, enfrentando presiones políticas, económicas y sociales (debo confesar con orgullo, que participé en estos proyectos, y que el día en que recibimos la notificación de la declaratoria fue uno de los más satisfactorios de mi vida). En general uno puede preguntarse si con tantos problemas que tienen las poblaciones humanas –en particular las de nuestro país-, estos resultados son realmente relevantes, más allá de lo que representan para otras especies… La verdad es que realmente, en el fondo, éstos resultados son para una sola especie: la nuestra. Hoy escuchaba en la radio una discusión sobre una decisión de la corte suprema asociada a la potestad de los municipios de limitar los procesos de minería en su región, la discusión tenía voces en contra sobre ésta decisión planteando que afectaría la economía y la inversión en el país. Para nadie es un secreto que procesos de minería no adecuados tienen impacto negativo -muy negativo-, sobre el ambiente y la biodiversidad. Se arrasan bosques, se contaminan fuentes de agua. La biodiversidad -en toda su extensión-, representa una fuente de recursos para nosotros: nos da alimentos, maderas, fibras, genera oxígeno, extrae el dióxido de carbono del aire, regula la temperatura, recicla los nutrientes del suelo, elimina los contaminantes de las aguas, tiene invaluables significados culturales, promueve el turismo, brinda espacios de enseñanza-aprendizaje, nos da placer contemplativo (que nos libera del estrés del día a día). Y estos son solo los servicios directos de ella, habría que sumar los beneficios por descubrir con el desarrollo de la biotecnología y la investigación de sus compuestos químicos o de su ADN. No hay industria o empresa que brinde más beneficios al hombre –a las poblaciones humanas-. Una vieja frase  dice que el último en darse cuenta del agua, es el pez. Cada día nos llegan más y más noticias sobre los impactos del Cambio climático, de la expansión urbana, de la minería… Aun así, la sociedad sigue sin darle la relevancia que tiene la biodiversidad para ella. Conocer, Conservar y Usar sustentablemente la Biodiversidad es la más rentable inversión a largo plazo que puede hacer Colombia, recordando su potencial en este aspecto. Ésta reflexión inició por una foto, una sencilla pero contundente imagen de que el trabajo en conservación, cuando está bien estructurado, cuando las políticas y los entes gubernamentales dan el apoyo adecuado, los resultados empiezan a darse… lentamente pero llegan, sin inmediatismos, con paciencia (así trabaja la naturaleza). Cuando era estudiante de Biología me preguntaba para qué estudiar ésta carrera, los años me permitieron participar en investigaciones que me lo respondieron: para propender por que las nuevas generaciones tengan un buen vivir, para que disfruten de los servicios que genera la biodiversidad, para que el privilegio de ver al oso de anteojos y los tigrillos en Los Farallones, las yubartas, jaibas y pianguas en Bahía Málaga, o los bosques andinos en el Quindío, no sea exclusivo de unos cuantos que nos dedicamos a ésta ciencia, para que todos podamos disfrutar de nuestra biodiversidad… Disfrutar de este patrimonio de la nación.