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El Centro de Ética y Democracia de la Universidad Icesi, en asocio con la Universidad Católica Lumen Gentium y la Universidad Autónoma de Occidente lideran el VI Congreso de Enseñanza de Ética que se realizará en Cali del 06 al 07 de septiembre del 2018.

Este Congreso, que se presenta anualmente, ha sido instituido por la Red de para la Formación Ética y Ciudadana de la cual las tres universidades que lideran este VI Congreso hacen parte. El tema de este VI Congreso es la Ética de lo público, Educación y Territorio.

En Icesi, el congreso se desarrollará en los Auditorios SIDOC, Manuelita y Delima.

Inscripción: https://www.icesi.edu.co/eventos/inscripcion.php?sched_conf_id=350

Sobre el congreso

Colombia es un país de regiones, y en cada una de ellas, hay unas historias y culturas propias que no se pueden desconocer en los procesos de formación ética y ciudadana. Este tipo de formación explícita o implícitamente busca formar una identidad nacional, esto es, una forma de concebirnos como ciudadanos de este país; así que el modelo de formación ciudadana puede llevar a una construcción de nuestra identidad excluyente o incluyente dependiendo de la manera en que se traten las realidades locales. Cuando la definición de lo público, de lo qué debemos ser como sociedad, se determina desde las grandes ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, se configura una forma de entender lo político que excluye a buena parte del territorio, en especial de poblaciones de las zonas rurales que más han sufrido el conflicto armado. Los retos de la llamada educación para paz, que es parte central de la formación ciudadana, tienen que ver precisamente con la lucha contra las distintas formas de exclusión que se han dado en las distintas regiones del país. Este evento propone la ética de lo público como tema de diálogo e intercambio de ideas.

En las pequeñas y grandes ciudades, se ha vuelto cotidiano encontrar calles con basura tirada en el piso, aceras con parlantes a todo volumen promocionando algún producto o credo religioso, niños y adolescentes en los semáforos haciendo maromas en los semáforos para que los conductores les den unos cuantos centavos. Al mismo tiempo, diversas investigaciones elaboradas por entes de control, como la Contraloría, muestran que, en los últimos años, por corrupción, en Colombia se pierden al año cincuenta billones de pesos. Un dato como este se correlaciona con los resultados que arroja la encuesta mundial de valores, en el cual se encuentra que el 88.5% de los colombianos piensan que sus compatriotas son corruptos, el 74.9%, considera que está bien ofrecer sobornos, y el 45% señala que está justificado reclamar beneficios sin tener derecho a ellos. Así pues, Colombia es una sociedad injusta, con instituciones que no funcionan bien y con ciudadanos desconfiados que no aprecian lo público.

Los datos arriba mencionados muestran de manera contundente que en Colombia hay problema de formación ciudadana; pareciera que las instituciones educativas están fallando en enseñarles a los ciudadanos cómo tratar con lo público, cómo relacionarnos los unos con los otros.

Como es bien conocido el Ministerio de Educación desde principios de este siglo ha establecido toda una política de formación ciudadana que se basa en el llamado modelo de competencias ciudadanas. Dicho modelo tiene la pretensión que, en las distintas esferas de la vida social, nuestros estudiantes aprendan a ser autónomos, solidarios, equitativos y transparentes. Este modelo se ha convertido en un referente en las instituciones educativas. Dado esto, ¿qué es lo que está pasando en los procesos de formación ciudadana en relación con lo público?, ¿qué factores explican esa distancia entre el comportamiento ciudadano y lo que las políticas educativas al respecto señalan? En particular, hay dos factores sobre los cuáles creemos necesario discutir.

En primer lugar, hay una manera cómo los colombianos estamos concibiendo el quehacer político y lo que tiene que ver con lo público, en la que creemos que el Estado y sus instituciones no solamente no son nuestros, sino que más bien barreras que nos impiden vivir bien. Obviamente, esto se explica por el mal funcionamiento del Estado; pero, en un sistema democrático, los ciudadanos tienen el deber de controlar para que quienes tienen las riendas de las instituciones estatales lo hagan bien. En este sentido, si el modelo de competencias ciudadanas apunta a que los jóvenes asuman está responsabilidad, algo está pasando en las instituciones educativas y en la sociedad en general, para que aún prevalezca en una concepción instrumental y negativa de lo público. En concreto, esto lleva a la cuestión de cómo las prácticas pedagógicas en relación con la formación ciudadana influencian y al mismo tiempo son permeadas por las maneras de concebir lo público que dominan en la sociedad colombiana.

En segundo lugar, varios críticos del modelo de competencias ciudadanas señalan con razón, que este pareciera tener un carácter a-histórico, que no tiene en cuenta las realidades en los territorios.

En síntesis, en este Congreso, se pretende generar un espacio para discutir lo qué significa la ética de lo público en un contexto como el colombiano, y los retos que exige la construcción de formas de convivencia democráticas que sean incluyentes y reconozcan nuestras historias y culturas locales. La pregunta que se plantea es ¿cuál es el papel de la educación ética frente a los fenómenos del territorio?

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