Recuerdo haber citado a Mark Twain con la siguiente frase "Dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste, que de las que hiciste. Así que, desata amarras y navega, alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre." Hoy hago un recuerdo de las aventuras que este intercambio me dejaron y me doy cuenta de que valió la pena. Valió la pena cada sacrificio, cada grano de esperanza y esfuerzo, todo por querer descubrir un mundo lleno de sorpresas, aventuras y retos. La persona que escribe hoy estas palabras es una transformación de personas, alguien que fue el un inexperto parcial que el 23 de enero de 2017 se encontraba arribando el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón sin saber lo que le esperaba. Hoy soy un profesional no solamente académico, sino internacional: empírico y viviente.

No ha sido fácil. Sería poco honesto de mi parte decir que fue fácil programar mis viajes, dar cuenta en la universidad, hacer los quehaceres del diario vivir, asumir responsabilidades y obligaciones varias. Fue un empezar para mí porque no sabía desenvolverme en temas tan elementales como la cocina, el aseo general; es difícil salir de la zona de confort y darse cuenta de las falencias del diario. Era una persona que solo se quejaba de todo, aún cuando todo lo tenía. Hoy puedo decir que tengo más conciencia de quien soy, aprendí a descubrirme, a valorar las cosas que cada persona a brindado a mi vida. Desde mis padres, hasta mis amigos; aprendí a no pasar por encima de las personas, aprendí a entenderlas, amarlas y tolerarlas.

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Lo cierto con todo esto es que la experiencia fue inolvidable; un intercambio debe hacerse cuando se llega a punto en el que los retos académicos, sociales y económicos han sido lo suficientemente sólidos. La edad es importante, creo que no me hubiera servido de nada haber realizado tan adolescente, simplemente no hubiera vivido consciente las ventajas de cruzar las barreras que limitan Colombia. Viajar es un tema serio que implica esfuerzo, perseverancia constante, paciencia, planeación, vision y, ante todo, mucha entrega a Dios, para que cuide y respalde los pasos. Así fue como en resumen logré disfrutar un semestre internacional, con responsabilidad y carácter.

Desde Portugal, hasta Turquía, Polo a Polo, y sin ánimo de lucirme ni creerme más que nadie, recorrí los principales países. Muchos me preguntan cómo fui capaz de hacer tantos viajes en tan poco tiempo; el aspecto económico también fue otro tema cuestionable. La respuesta fue simple: ahorrando y planeado, evitando gastos innecesarios, invertir más en experiencias, que en lujos. A todos aquellos que leen mis palabras les digo: no se necesitan los millones de pesos para viajar, se necesita saber administrar bien el tiempo, porque ahora es lo más importante que todos los seres humanos tenemos. El tiempo es el oro del mañana; temo por esas personas que invierten horas y horas en propósitos absurdos: trabajos, estudio, ocio, etc. La vida se hace más interesante cuando uno se plantea que es lo que quiere e invierte prudentemente el tiempo en eso: en mi caso fue, viajar.

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