Boletín de prensa #365 Columna de opinión publicada por el periódico El País, el pasado 4 de octubre, por el químico farmacéutico y profesor de farmacología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Icesi, Álvaro Barrera. pastillas La sibutramina fue creada inicialmente como un antidepresivo. Pero por la acción que tiene sobre unos núcleos del hipotálamo (región del cerebro que regula el apetito) se le vio como un potencial tratamiento para tratar la obesidad. En revistas científicas británicas como Lancet se publicaron estudios de esta efectividad: pacientes que la habían consumido durante un año redujeron un 5% su peso. Eso animó a la comunidad médica a creer que estaba frente a un tratamiento efectivo. Además se demostraron otros efectos positivos: incremento de la sensación de saciedad y hasta reducción de triglicéridos. Pero, desde 2002 también se demostraron efectos adversos muy serios. El principal era (Los principales eran) el incremento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial. La sibutramina entonces era letal para quienes sufrían de enfermedades cardiovasculares o presión arterial elevada. A eso se sumó el concepto de la FDA de Estados Unidos que advirtió que estaba demostrada la relación del consumo de esta sustancia con infartos de corazón, accidentes cerebrovasculares, fallas renales y hasta muerte súbita. Además, que causaba estreñimiento, insomnio e inhibía la efectividad de ciertos medicamento e incrementaba su concentración, lo que lograba que los efectos adversos de estos se potenciaran.
De ahí el peligro de que se consuma sin control médico. El caso de la sibutramina, que rápidamente se pudo en moda en Cali para bajar de peso, indica que urge un control mucho más estricto por parte del Invima y que la mayoría de medicamentos se vendan con fórmula médica. Porque esos productos, y eso es lo más grave, entran sin control al país.
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