Boletin de prensa#441 Para Colombia el 23 de junio fue el día en que la historia se dividió en dos: en un pasado bélico y en un futuro de paz. Este día también lo fue para Diana Echeverry, a quien 14 años atrás la violencia política a manos de las FARC, le arrebató la vida de su padre, el exdiputado a la Asamblea del Valle del Cauca,  Ramiro Echeverry Sánchez. Para Diana no fue fácil esta entrevista, pero  nos habló de lo que espera con la firma del proceso de paz, la dejación de las armas, y el posconflicto, temas que le preocupan mucho, porque considera que en Colombia todavía hay mucho rencor. Hablamos  también con nuestra egresada de la Maestría en Gobierno de Icesi, sobre el perdón, la reconciliación, la confianza en el acuerdo de paz, los años de cautiverio y la muerte de su padre, y el nuevo comienzo que tuvo que elaborar, lejos de Colombia. Historia de resurgimiento.   dianafoto1 ¿Después de una década y media, cómo y qué recuerda de su padre? Recuerdo a mi papá en cada detalle, especialmente en los años de cautiverio. Mi padre era abogado de la Universidad Santiago de Cali, tenía varias especializaciones en Derecho Administrativo, Administración Pública y varias cosas que ya no recuerdo. Él siempre nos decía que teníamos que superarlo. También recuerdo cuando lo secuestraron, fue el 11 de abril del 2002,  ocho días antes había cumplido años y yo también, fuimos muy felices con nuestra celebración. También recuerdo que, cuando secuestraron a papá, el acababa de dejarme en el colegio, como todas las mañanas, ese día llegó muy temprano a la Asamblea. Hacia el medio día,  cuando llegué a mi casa había mucha gente y sospeché que algo pasaba, y luego me enteré de la terrible noticia. Mi padre duró cinco años secuestrado, hasta el 18 de junio cuando ocurrió la masacre de él y diez diputados más por parte de las  FARC. Pero, nosotros solo nos enteramos que mi padre había sido asesinado el 28 de junio, es decir, diez días después. -Esos son los recuerdos que se me vienen de golpe a la cabeza. Aunque es una pregunta difícil, ¿cómo fueron esos años de su familia durante el cautiverio de su padre?   Durante el cautiverio de mi padre, las FARC también secuestraron nuestras vidas. Nuestros días cambiaron radicalmente. Mi madre siempre esperaba una llamada para reunirnos, para el Acuerdo Humanitario, o una llamada de mi papá. Al principio, creíamos que no iba a durar mucho tiempo, pero luego pasó el primer año, y fueron pasando así los años, mandaban pruebas de supervivencia cada seis meses de un minuto, donde papá nos daba algunas directrices. Fueron años muy duros, postergamos muchos planes. Te cuento que los regalos de navidad y de cumpleaños que eran para papá,  los dejábamos sin abrir para cuando él volviera. Mi hermano y yo solo íbamos al colegio, no salíamos a ningún lado, mi madre no salía, nos cuidábamos mucho. Esperábamos una buena noticia, lo esperábamos a él. Durante esos años también fuimos víctimas de extorsiones y amenazas por parte de delincuentes comunes, quienes se hacían pasar por miembros de las FARC para sacarnos dinero, medicamentos, etc. Fueron años oscuros, de mucho temor, angustia, rabia, pero también, teníamos la firme esperanza de que mi papá fuera a volver. ¿Qué sucede cuándo se enteran de la muerte de su padre? Fue un golpe muy duro. Mi padre se perdió todas las cosas que siempre quiso vernos hacer. Graduarnos, convertimos en adultos responsables, ejemplares. El día en que recibí mi grado en Administración del Medio Ambiente, también estaba a la espera de la entrega del cadáver de mi padre. Tuvimos que rogar para que nos entregaran el cuerpo de mi padre, tuvimos que esperar tres meses, para eso… (silencio)…Ha sido muy duro, esta es una realidad que tristemente nos ha tocado vivir. ¿Qué ha pasado en todo este tiempo sin la presencia de su papá? Mi familia y yo pedimos muchísimo a Dios para que nos diera fortaleza, y no nos permitiera odiar como mucha gente lo hace. Pedimos fuerzas para salir adelante, tanto espiritual como económicamente,  pues mi padre era el pilar de toda la familia.  Con la muerte de mi padre, mi hermano y yo decidimos salir del país porque estábamos decepcionados y amenazados.  Lo más difícil de esto es que cada uno tuvo que hacer su propio proceso de catarsis por fuera. Mi mamá, mi hermano y yo, cada uno hizo su duelo a su manera. Mi padre era un gran líder y murió en la más absoluta soledad, y eso me duele mucho. Ahora lo recuerdo a él siempre y no dejo morir su recuerdo, siempre siento que está con nosotros. Imagen2   Diana, ayer se firmó un acuerdo de cese al fuego bilateral y definitivo y dejación de armas. Es el día uno de la paz. ¿Cómo ve su familia este acuerdo, están a favor? Quiero decir que esto que pasó ayer, me erizó, me llenó el corazón de alegría. Aunque tengo sentimientos encontrados, creo que el país merece escribir un nuevo capítulo en la historia y ese capítulo debe ser de paz. Como víctima directa, jamás pensé que esto llegará a pasar, pero sucedió. Mi padre tuvo que ser uno de los mártires para que esto se llegara a dar. Esperemos que la muerte de mi padre y de muchas personas, a causa de este conflicto, sirva hoy para acabar, por fin, con la violencia. Este proceso ha sido muy largo, mi mente no concibió ninguna firma, quería cárcel para los culpables, tenía odio y dolor,  pero ya ves, la vida se encargó de  hacerme madurar, las experiencias que he vivido a lo largo de estos años me ayudaron a crecer y a cambiar mi pensamiento. He dejado de pensar solo en mi dolor y  ahora pienso es en el futuro de Colombia. Las víctimas directas de la guerra somos muchas, pero creo que, como conocemos el dolor en carne propia, deseamos que la guerra termine pronto. Yo perdoné, pero no olvidé, porque  perdonar no significa olvidar. Esto hace parte de la historia de mi familia y de Colombia, por eso, es importante no olvidar para que jamás se vuelva a repetir. ¿Eso quiere decir que, usted ya perdonó a los responsables de la muerte de su padre? Sí. El tiempo y la distancia me ayudaron a sanar. Cuando murió mi padre, me fui para  Estados Unidos muy triste y aburrida, y allá me dediqué a estudiar.  Fueron días de mucha soledad, que me sirvieron para hacer mi propia catarsis, y aunque mi angustia y temor no han desaparecido, porque la guerra lo marca a uno para siempre, hoy estoy más tranquila. Crecí espiritualmente, comprendí muchas cosas, otras aún me cuestan trabajo, pero mi crecimiento sigue todavía, no es fácil deshacerse de los miedos que deja la violencia en la vida de uno. Cuando regresé a Colombia, empecé a estudiar la Maestría en Gobierno en Icesi, porque quería entender la realidad del país, cómo funcionaba el estado, pero sobre todo, qué iba a pasar después de una eventual  firma de paz, como el posconflicto, ese es el punto que más me preocupa y quiero entender.

¿Dice que le preocupa el tema del posconflicto, por qué? Me preocupa pensar si Colombia está o no preparada para ello. El acuerdo inicial  es entre el gobierno y las FARC, pero ahí no termina ese proceso, eso toma tiempo, especialmente con la sociedad. ¿Me pregunto si estaremos dispuestos a perdonar cuando veamos a un excombatiente o a un hijo del mismo hacer parte de nuestra cotidianidad, estudiando en las mismas aulas, trabajando en nuestras mismas organizaciones, participando en la vida política, haciendo parte de nuestros círculos sociales, pregunto… será fácil? Ese tipo de interrogantes me preocupan, porque todavía veo mucho odio y rechazo en algunos sectores de la sociedad.

¿Y desde su formación en gobierno, tiene alguna propuesta para el posconflicto? Sí. Primero, propondría que el gobierno se responsabilizara para capacitar a los desmovilizados y que el sector empresarial se comprometiera, también, a generar empleo suficiente para estas personas y que las universidades, a través de becas, abrieran espacios para los jóvenes desmovilizados.  El país entero se tiene que unir para ayudar en esa transición que tanto nos asusta, ese paso de los desmovilizados a la vida civil. ¿Si tuviera la oportunidad de ir a La Habana a hablar con los jefes guerrilleros, cuáles serían sus palabras? Lo primero que les diría, es que les tienen que pedir perdón a las víctimas y a la sociedad entera, pues este país está lleno de odio, y pedir perdón es reconocer que se hizo algo que estuvo muy mal. También, les diría que deben reparar a todas sus víctimas y que se comprometan a dejar, definitivamente, las armas y nunca más volver a atentar contra este país. Finalmente, Diana, usted comenzó esta entrevista narrando los recuerdos más dolorosos con su padre. ¿Ya halló la paz y el perdón? Claro que sí. Desde el secuestro de mi padre hasta hoy, no he parado de orarle mucho a Dios,  pidiéndole a él fortaleza, claridad. Comprendí que me va mejor al hacer la paz y no la guerra, perdonando para tener a salvo a mi corazón, pues, en la medida en que perdono, me relaciono mejor con los demás. Repito, no olvido el dolor que pude llegar a sentir con el secuestro y muerte de mi padre, pero, es precisamente ese dolor, el que me ha dado fuerza para perdonar y entender que si quiero un país mejor, debo empezar conmigo misma. *****

¿Quién era el Exdiputado Ramiro Echeverry Sánchez? Oriundo del corregimiento de Rozo, de la ciudad de Palmira, el 1 de Abril de 1953. Esposo de  Ana Milena Gómez,  y padre de Ramiro Andrés y Diana Milena. Era el menor de Jesús Antonio Echeverry y Benedicta Sánchez (fallecidos). Desde muy temprana edad laboró  para pagar sus estudios y gastos personales. Terminó su bachillerato en el Colegio público Cárdenas de Palmira. Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad Santiago de Cali, donde recibió el título de abogado, en 1980. Adelantó estudios de postgrado en Administración Pública en la Universidad del Valle, Derecho Administrativo en la Universidad Libre y Gobierno Municipal en la Universidad Javeriana. Se desempeñó como funcionario público empezando a mediados del año 1979 como Comisario de Policía en Palmira, Contralor Municipal de Palmira, Director Administrativo Jundeportes Valle, Director de Valorización Municipal de Palmira, Gerente de Coodetrans Palmira, Concejal de Palmira hasta llegar a la Asamblea Departamental Valle. Sus familiares y amigos destacan que en 23 años de ejercicio público se desempeñó con pulcritud y eficiencia, destacándose por el servicio popular en especial al campesinado. Fue autor del acuerdo por el cual favorece a los minifundios campesinos de la ciudad de Palmira, para pagar una tarifa mínima el impuesto predial.