Desde que entré a la universidad supe que en algún momento de mi carrera querría hacer un intercambio, y fue hasta séptimo semestre en donde decidí que lo haría en Montpellier, Francia. Este, además de brindarme una tan deseada experiencia internacional, me daría la opción de obtener mi doble titulación; es por eso, que no dudé y empecé a realizar todos los trámites.

Todo sucedió muy rápido y sin pensarlo ya estaba en el aeropuerto a punto de emprender este viaje. La ruta que elegí fue Bogotá-Barcelona (Avianca) y luego de Barcelona-Montpellier en tren. Debido a toda la ansiedad, tristeza, alegría y demás emociones encontradas me sentía tan diferente, que no sé cómo explicarlo, ya quería llegar y sentía que cada vez estaba más lejos de mi casa. Hasta que, por fin, después de casi 24 horas de trayecto, había llegado a Montpellier.

Llegué en septiembre, por lo cual, el clima seguía agradable, temperaturas hasta de 23 grados en la mañana, me hacían sentir como en Cali. Cuando empecé las clases, lo primero que me impresionó fue que no existía un plan curricular fijo, sino que este cambiaba todas las semanas. Esto no me parece una buena medida, ya que uno no se puede organizar: puede haber un día en que uno no tiene clase, y justo un día antes añaden la clase en el horario. También me tomó por sorpresa que los estudiantes de intercambio estuviéramos totalmente a parte de los demás estudiantes, pues en Icesi las personas que vienen de otros países ven clase con nosotros común y corriente. Es por esto, que es más difícil hacer amistades francesas y practicar este idioma con ellos, pues no tenemos mucho contacto.

Conocí personas tan diferentes a mí, diferentes al tipo de amistades a las que estaba acostumbrada. Al principio fue muy difícil, extrañaba a mis amigas las cuales las conozco desde el colegio y estamos estudiando todas en la universidad Icesi, pero después de un tiempo, me di cuenta que debía abrirme a conocer a estas personas, entender su cultura y el por qué para mí eran “diferentes “y fue justo ahí cuando empecé a hacer amistades y a disfrutar esas diferencias.

La variedad de idiomas es muy notoria, porque, aunque las clases sean en inglés, hay personas de todo el mundo, con idiomas propios diferentes a este.  Sin embargo, debido a que en todas las materias tenemos trabajos en grupo, he podido practicar y mejorar notablemente el inglés. Con respecto a las clases de francés, siento que he aprendido mucho vocabulario, pero aún creo que debo mejorar en lo que respecta a la fluidez al hablar, pues todavía siento ese “temor” a pronunciar mal.

Por otro lado, aunque muchas personas digan que Montpellier no es tan costoso, a mí sí me parece. Me siento afortunada pues conseguí un apartamento para mi sola, el cual es nuevo, no tuve que pagar depósito y tengo todo incluido, por un valor de 500 euros. Por lo cual, mi presupuesto mensual es entre 800-850 euros. Aunque no es tan alto, siento que es suficiente y así he podido aprender a manejar el dinero y entender realmente cuánto cuesta conseguirlo, pues 1 euro equivale en Colombia a casi 3600 pesos.

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Aquí en Montpellier me siento tranquila cuando tengo que tomar el servicio de transporte público, lo uso todos los días y me parece muy eficiente; lo único que me ha costado un poco de trabajo, es que algunos buses terminan el servicio a las 9 de la noche, y debido a esto toca caminar, pero no es un gran lío.

Hubo una semana en la que estuve muy triste pues extrañaba todas las comodidades que tenía en Cali, extrañaba la compañía de mis amigas, de mis padres, mi perrita, pero luego de hablar un día  con mi papá sobre todo lo que me costó lograr este viaje, entendí que esta oportunidad por más “dura” que la considerara en ese momento, es realmente una bendición en mi vida que me ha enseñado a valorar enormemente todo lo que tengo, nada es fácil y si queremos lograr algo debemos luchar por eso y afrontar las cosas buenas y las no tan buenas que esta traiga consigo.

Después de esa semana, empecé a cambiar mi actitud frente a todo lo que hacía día a día, y así pude estar más feliz y llegar a como me siento hoy: Una mujer que está valorando esta experiencia al máximo. Quiero decir, por último, a las personas que quieren realizarla, que no duden en hacerlo pues siento que la madurez, el crecimiento y conocimiento personal y el manejo inteligente de las emociones que uno adquiere aquí, son cosas únicas que al final, como son nuestras, nadie nos podrá quitar lo vivido y lo aprendido.

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