Repetiría el programa de intercambio internacional todas las veces que fuera posible; solo hasta que llegué a mi último año decidí tomarlo. Agradezco profundamente a mis papás por apoyarne e impulsarme a vivir esta experiencia.

Fue muy frustrante al principio por muchas razones: la documentación pertinente para viajar al país como estudiante es demasiada y muy extenuante. Luego, la primera semana, es como se imaginan, la más dura: encontrar acomodación, pagar los seguros, la seguridad social, el impuesto de entrada, crear una cuenta bancaria, obtener un nùmero de teléfono, entre otras serán las primeras responsabilidades con las que se encontrarán. Desde el momento en que llegué, recordé todos los valores que me enseñaron en mi hogar y que una vez subestimé; me di cuenta que ellos hacen toda la diferencia en la forma como actuas frente a los retos más difíciles.

Mi experiencia excepcional de viaje es que no pude llegar a tiempo a las actividades programadas por MBS para inducción, lo cual fue una lastima porque la universidad dedica un tiempo significativo (dos semanas aproximadamente) para que los estudiantes participen en actividades muy diferentes entre sí. No solo en la universidad encontrarán una programación muy variada, sino, también en la ciudad, pues es conocida por su vida estudiantil muy activa; viajar fue lo que más preferí hacer y no tuve que preocuparme mucho por salirme del presupuesto porque es muy asequible. No sabía como tomar un bus o un tren para otra ciudad pero la oficina de relaciones internacionales de MBS está siempre disponible para brindar ayuda, para orientar y atender cualquier clase de inquietud, y si no siempre pude preguntar a mis amigos y vecinos.

Lo que más disfrute de mi intercambio, y una de las razones por las cuales elegí Francia, fue por la oferta gastronómica. La cocina francesa para mi era un sueño: superó cualquier expectativa. Además de las recetas, llevaré por siempre de la cultura gastronómica la reunión en torno a la mesa:  la comida de calidad es una prioridad pero lo es aún más reunirse en familia a disfrutar de la compañía. Traten tanto como puedan hacer amigos franceses para sacar el mayor provecho de la cultura, el idioma y la ciudad. Mis vecinos fueron profundamente amorosos, me invitaron a comer siempre que podían y estaban pendientes de mi, me enseñaron la ciudad, y los mejores consejos (comprar la comida en plazas de mercado). La seguridad no es problema en Montpellier; sin embargo, asegurense de conocer bien el lugar donde van a vivir y pregunten a una persona local que sitios no deberían frecuentar solos en horas de la madrugada.

Por otro lado, las responsabilidades académicas no fueron nada difíciles porque el contenido es bastante fácil de comprender y la metodología es muy similar a la de Icesi. Lo más retante fue entenderme con mis compañeros de estudio porque habían tantos que provenían de culturas tan diferentes que fue complicado encontrar una forma de trabajar en la que todos nos sintieramos cómodos para aportar. Sin embargo, fue lo mejor que me pudo suceder a nivel profesional pues intercambiar conocimientos con ellos me ayudó a descubrir millones de campos de acción más de mi carrera.

Me gustaría agradecer a la oficina de Relaciones Internacionales por ofrecer con tanta calidez su acompañamiento y conocimiento de principio a fin del programa.

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