Boletín de prensa # 041
Santiago de Cali, 26 de febrero de 2022
Muy buenas tardes y bienvenidos a nuestra universidad.
Saludo a los miembros de la mesa principal, al Presidente de la Junta Directiva y gran mecenas de esta universidad, Francisco Barberi, a la Dra. Marcela Granados, miembro de nuestra Junta y representante de nuestro gran aliado, la Fundación Valle del Lili, a Gustavo Adolfo Carvajal, también miembro de nuestra Junta Directiva y cuya esposa, Juanita Cabal, se gradúa hoy de Antropóloga, y a todos los miembros de la Junta y del Consejo Superior, algunos de quienes nos acompañan hoy y que durante estos años han contribuido tanto a hacer posible el sueño de esta universidad incluyente, innovadora y de excepcional calidad que es orgullo de nuestra región.
Quiero saludar también muy especialmente a Mauricio García Villegas, nuestro invitado de honor y uno de los intelectuales más importantes que tiene hoy nuestro país. Sus últimos libros, “El País de las Emociones Tristes”, y “La Quinta Puerta”, del que es co-editor, son fundamentales para el entendimiento de los problemas centrales de Colombia.
Saludo también a los demás invitados especiales, a todo el equipo de la Universidad Icesi al que me honra mucho haberme integrado hace unos meses, a los miembros del Consejo Estudiantil, a mi amada esposa, Lina, y, por supuesto, a los graduandos y a sus familiares y seres queridos quienes han depositado su confianza en la universidad en estos años.
Antes de iniciar mi intervención quiero pedirles a todos los aquí presentes un minuto de silencio en honor a Angie Valentina Córdoba Pinzón, quien hoy se graduaría como Ingeniera de Sistemas, trágicamente fallecida hace pocos días en un accidente de tránsito. Angie era una estudiante destacada, beneficiaria del programa Ser Pilo Paga y becaria Icesi; acababa de terminar exitosamente su práctica como ingeniera de software en Perficient y representó a la Universidad en el equipo de ajedrez en varias oportunidades. A sus familiares y amigos, nuestras más sentidas condolencias y toda nuestra solidaridad.
Minuto de Silencio
Para mí, es un gran orgullo y honor presidir hoy por primera vez esta significativa ceremonia, y que podamos volvernos a encontrar en la universidad tras un período de pandemia que nos impactó a todos.
Quiero iniciar felicitando muy especialmente a los 783 graduandos y a sus padres, cónyuges, familiares y amigos. Estamos seguros que las capacidades, destrezas, disposiciones y relaciones que han desarrollado en estos años en la universidad les abrirán puertas, les harán la vida más rica, libre y productiva, y les permitirán tener un impacto positivo en nuestra sociedad en una gran variedad de ámbitos.
Hoy nos es sumamente grato entregar 644 títulos de pregrado (38 estudiantes se gradúan de dos programas) y 177 títulos de posgrado.
En el pregrado, quiero destacar especialmente que hoy se gradúa nuestra primera generación de músicos; y la primera de la ciudad y la región con énfasis en producción musical. Cali y nuestra región son potencia en talento musical; pero nos ha faltado desarrollar capacidades en producción y comercialización para construir una verdadera industria que genere mayores ingresos a los artistas, así como mayor inclusión y prosperidad en toda la cadena de creación y producción.
En Icesi estamos comprometidos con contribuir a esa transformación y los músicos que graduamos hoy, así como los 241 estudiantes que tenemos matriculados en el programa, van ser la punta de lanza de ese cambio. Nuestros graduandos y estudiantes, además, cuentan con perspectiva internacional—clave en las industrias creativas de hoy—pues tenemos convenios con la Escuela Superior de Música de Cataluña, el Liceu de Barcelona y Loyola University en Nueva Orleans, entre otros, y algunos de los graduandos hicieron su práctica en el exterior.
También me complace anunciar que hemos puesto al servicio de la comunidad el talento de nuestros profesores y estudiantes y nuestra infraestructura y equipos, con el lanzamiento del “Centro de Producción Creativa 312”; un centro de producción musical y audiovisual académica y comercial dotado de 3 estudios de grabación de talla mundial y muchos otros espacios clave para la creación y producción de proyectos musicales y audiovisuales.
De los graduandos de pregrado, destaco especialmente los 137 títulos que se confieren con honores a 131 estudiantes: 1 con los máximos honores (summa cum laude), 38 con altos honores (magna cum laude) y 98 con honores (cum laude). 12 estudiantes lograron títulos con honores en 2 programas simultáneamente y un total de 38 se titulan en dos carreras.
Permítanme compartir algunas historias de graduandos descollantes que nos enorgullecen como comunidad.
Luisa María Zúñiga Benavides se gradúa hoy Summa cum Laude en Economía y Negocios internacionales con doble titulación por la escuela de negocios francesa Montpellier Business School--donde obtuvo las 5as mejores notas entre 323 estudiantes. Antes de Luisa, en toda la vida de la universidad solo 17 estudiantes se han graduado con máximos honores.
Luisa se ha empeñando en usar sus conocimientos y capacidades para apoyar a sus colegas estudiantes a través de múltiples monitorías en cursos, en el centro CAMBAS y en las jornadas de Matileo para primíparos. Su pasión por la economía y las finanzas la llevó también a ser asistente de investigación en el Centro de Investigaciones en Economía y Finanzas (CIENFI) y a trabajar como analista junior de riesgo de mercados para Compass Group, firma con sede principal en Nueva York. Gracias a su interés por las lenguas extranjeras, hizo su práctica internacional en la Misión Permanente de Colombia ante la OCDE en París.
También en Economía y Negocios Internacionales, carrera en la que hay 8 graduandos Magna Cum Laude, menciono a José David Guarín Peñaranda, quien igualmente obtiene el título en Mercadeo Internacional y Publicidad con altos honores. José David fue ganador de las VIII Olimpiadas Regionales de Economía de la Federación Nacional de Estudiantes de Economía y del premio al mejor Proyecto de Investigación Cuantitativa en la Asociación de Estudiantes de Mercadeo Internacional y Publicidad. En Icesi, cursó clases de Alemán, Francés, Italiano y Mandarín.
En Administración de Empresas, dos estudiantes se gradúan Magna Cum Laude. Mención especial merece Natalia Aristizábal quien participó en el equipo que obtuvo el primer puesto en el concurso publicitario Effie College Awards Colombia con el “brief” de la Cámara de Comercio de Bogotá y quien, aparte de monitora destacada, fue líder y miembro activo del semillero de investigación Ahínco.
María Camila Arce recibe el grado Magna Cum Laude en Diseño Industrial. María Camila reboza espíritu emprendedor. Obtuvo los premios de primer lugar en el concurso “Así formamos empresarios” en ICESI en las categorías: modelo de negocio, plan de empresa e innovación. En sus ratos libres, María Camila hizo parte del grupo de danza contemporánea de ICESI “Cerf Volant”.
Marian Sofía Quevedo Jaramillo también recibe el título Magna Cum Laude en Diseño de Medios Interactivos. Marian fue becaria del programa Ser Pilo Paga y participó como monitora del Laboratorio de Experiencia de Usuario y de la Maestría en Gestión de la Innovación de la Universidad. Su pasión por la experiencia del usuario la llevó a realizar su práctica en la empresa de consultoría internacional Ilógica, a la que quedó vinculada después de terminar la práctica.
Juan David Herrera Parra y Juan Camilo Meneses Muñoz (becario Ser Pilo Paga) reciben el grado Magna Cum Laude en Ingeniería Industrial. Ambos desarrollaron trabajo relevante en las áreas de simulación y programación, pilares clave para la industria 4.0, usando herramientas web e incluso de inteligencia artificial.
Jonathan Correa se gradúa Magna Cum Laude en Ingeniería Bioquímica. Con gran pasión por la investigación, Jonathan participó en los semilleros de su programa, donde trabajó en el estudio de diferentes potenciales enzimáticos de diversos hongos. Su trabajo de grado fue ganador del premio de tesis meritoria.
Valeria González Cartagena recibe su título Magna Cum Laude en Sociología. Valeria fue ganadora de la convocatoria Talentos B de Bancolombia para desarrollar investigación sobre empoderamiento femenino a través del trabajo, voluntaria para el Proyecto Social Universitario "Con derecho a ser niños", monitora en Bienestar universitario y miembro del equipo editorial de la Revista Estudiantil Trans-Pasando Fronteras.
En Psicología, destaco a María Alejandra Gonzáles Ayala, quien se gradúa Magna Cum Laude en simultaneidad con Mercadeo Internacional y Publicidad. María Alejandra también fue parte del equipo de Icesi ganador del Effie College Awards Oro antes mencionado, y recibió varios reconocimientos adicionales en concursos de publicidad incluyendo primeros y segundos lugares en competencias de campañas reales de lanzamiento para varias empresas.
En Música, merece mención especial Juanita Jiménez, quien ayer hizo el lanzamiento de su primera canción como cantautora. Esta canción hizo parte de su trabajo de grado “La música con identidad de Realismo Mágico” que recibió mención meritoria, y muestra como un proyecto de grado puede terminar convirtiéndose en un producto musical que sale al mercado, gracias al apoyo de profesores, colaboradores y otros estudiantes.
De nuestra Facultad de Salud, que ya ha graduado 498 médicos en alianza con la Fundación Valle del Lili, hoy se gradúan 39 médicos más, 17 de ellos con honores.
En nuestra Escuela de Educación, que recién está graduando su cuarta promoción y que en los últimos rankings de la revista Dinero se ubicó como la mejor de Colombia, 5 de los 6 graduandos de licenciaturas se recibirán con honores. 5 de ellos, también, son beneficiaros de la beca Ser Pilo Paga.
Quisiera destacar a Andrés Felipe Vargas Coronado, graduado Cum Laude en Licenciatura en Ciencias Sociales y ya destacado escritor. Entre sus reconocimientos literarios se cuentan el Premio Nacional de Cuento Infantil, el Premio Internacional de Relato de la Universidad de Córdoba, España, el primer lugar en el programa de escritura creativa Grow Colombia-Universidad de los Andes y en el Concurso de Relato Biblioteca Personal, Instituto Caro y Cuervo y Universidad de Antioquia.
Hablando del Programa Ser Pilo Paga, que contribuyó a transformar para siempre nuestra universidad haciéndola más diversa e incluyente, debo mencionar que hoy se gradúan 241 pilos y completamos un total de 765 pilos egresados de Icesi. Igualmente, con esta ceremonia alcanzamos un total de 38 graduados de la beca Conexión U de Gases de Occidente y 8 graduados de la beca Mayagüez S.A.; y graduamos los 5 estudiantes del programa de becas con Carvajal Empaques y 3 becarios de la Fundación de profesores de la Universidad Icesi.
Un saludo especial también a nuestros 177 graduandos de posgrado. En esta ceremonia se gradúan los primeros neurocientíficos sociales del país, quienes desde una perspectiva multidisciplinar (ciencias cognitivas, biología, psicología experimental) aportarán a Colombia en la comprensión de las interacciones sociales en campos como la salud y la violencia. El lanzamiento de la Maestría en Neurociencia Social fue clave para la consolidación de nuestro Laboratorio de Ciencias Sociales y Cognitivas, un espacio excepcional para la investigación científica en neurociencias, ciencias del comportamiento y psicología experimental.
En el ámbito de la medicina, donde de la mano de nuestro gran aliado la Fundación Valle del Lili, el mejor hospital de Colombia y el 3ro de Latinoamérica según la revista chilena América Economía, acumulamos 25 especializaciones médico-quirúrgicas. En esta oportunidad, se gradúa nuestro primer neurólogo, nuestros dos primeros ortopedistas/traumatólogos y nuestros dos primeros infectólogos.
Asimismo, me complace anunciar que nuestra profesora Magaly Faride Herrera Giraldo, directora de los programas de Economía de Icesi, es la primera graduada de nuestro doctorado en Economía de los Negocios. Su tesis “Ensayos en Economía del Crimen: Discusiones para el Caso Colombiano”, que realizó bajo la tutoría del profesor de la Facultad, Carlos Giovanni González, tuvo como panel evaluador a los profesores e investigadores Fernanda Sobrino de Escuela de Políticas Públicas Harris de la Universidad de Chicago, a Santiago Tobón de la Universidad de Eafit y a Enrique Fatas de la Universidad Icesi.
Les pido un caluroso aplauso para nuestros 738 graduandos de pregrado y posgrados y para sus padres, cónyuges, familiares, profesores y todos quienes los acompañaron en este formidable logro. Todos ellos son testimonio de la educación universal, de alta calidad e incluyente que constituye la apuesta central de Icesi y su mayor aporte a nuestra comunidad y sociedad.
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Hablando de educación más allá de la universidad y comenzado a hacer la transición hacia la ponencia central de esta tarde, en las últimas semanas ha sido noticia el marcado retroceso en los resultados de aprendizaje de los estudiantes colombianos—medidos con las pruebas Saber del ICFES—, en razón a los cierres de instituciones educativas precipitados por el Covid-19.
Aunque muy preocupante—sobre todo porque la afectación es más aguda entre los más pobres—, como se pone de relieve en La Quinta Puerta, libro editado por los profesores Juan Camilo Cárdenas, Leopoldo Fergusson y Mauricio García Villegas, nuestro orador principal esta tarde, la ‘pandemia’ de mala calidad y desigualdad en la educación en Colombia es centenaria.
En el concepto de estos investigadores y sus co-autores, en nuestro país se configura un apartheid educativo: “una educación segregada que reproduce las clases sociales y la desconfianza que existe entre ellas”. Los dos años de pandemia han exacerbado esta crisis.
Para fundamentar sus análisis y recomendaciones, los autores parten de un recuento histórico de las luchas por la educación en Colombia. La primera, que duró desde los albores de la República hasta mediados del siglo pasado, fue entre las élites conservadoras, aliadas con la Iglesia Católica, y las élites liberales. Esta contienda “ideológico-religiosa”, que incluso desencadenó guerras civiles, lamentablemente la perdieron los liberales y la educación.
Colombia, a diferencia de países como los Estados Unidos y la Argentina, perdió más de 100 años en la implementación de un sistema educativo público, laico y de amplia cobertura. Los costos sociales y económicos de este fracaso son inconmensurables.
Los autores relatan también como, cuando finalmente el establecimiento político se ponía de acuerdo sobre la transcendencia de la educación pública laica a mediados del siglo pasado, inició un segundo ciclo de disputas “político-ideológicas”, esta vez entre los gobiernos y élites, de un lado, y los maestros y estudiantes, aupados por la revolución cubana y las revueltas estudiantiles de 1968 en Europa y EE.UU., del otro.
Esta lucha, aún vigente y tan patente en los últimos años de protestas y paros, en palabras de los autores: “incubó nuevas desconfianzas, alteró gravemente los calendarios educativos a causa de los paros y las protestas, propició la migración de las élites hacia la educación privada y, en general, entorpeció la construcción de un proyecto educativo público amplio, gratuito y de calidad”.
Para los autores, el que los ciudadanos más ricos e influyentes hayan desertado del sistema público constituye un elemento crítico, pues al “reducir la presión sobre el Estado para que mejore su oferta … dado que [ellos] resolvieron ya el problema privadamente”, sume a la educación pública en un círculo vicioso hacia la degradación de la calidad.
Las siguientes cifras (de antes de pandemia) del Observatorio de Realidades Educativas (ORE) de Icesi sintetizan la enormidad del problema. De 1,09 millones de niños que iniciaron 1er grado en 2009, solo 493 mil (45%) terminaron 11 en 2019; y de éstos únicamente 212 mil (19% de la cohorte total) lograron niveles mínimos aceptables en lectura y matemáticas. Si se incluyen otras competencias clave, en ciencias naturales y las sociales/ciudadanas, solo 89 mil jóvenes (8%) las obtuvieron adecuadamente. Menos de uno de cada doce niños que inician primero de primaria en Colombia salen con un buen bachillerato, y éstos son, casi invariablemente, del decil más rico de la población.
Si a esto sumamos las deficiencias en cobertura y, sobre todo, calidad en educación superior, el problema de desigualdad se sigue agravando a medida que los estudiantes crecen. De quienes terminan la educación media, solo un 40% acceden inmediatamente a la educación superior, y de los que se gradúan de ella, solo un 25% logran adecuadamente las competencias clave. Nuevamente, provienen generalmente de las capas más ricas de la población.
A este tenebroso panorama en lo académico, los autores agregan el hecho de que la segregación social en la educación genera brechas enormes en otras capacidades y activos—notablemente culturales, sociales/relacionales y simbólicos—que coartan oportunidades a la inmensa mayoría de los jóvenes en una sociedad tan jerarquizada como la colombiana, y que contribuyen a profundizar su desigualdad.
Al no permitir espacios donde se mezclen y convivan las clases, no solo no hay transferencia de estos “Activos Sociales Inmateriales”—como la forma de hablar de las clases más privilegiadas, que puede ser clave para acceder a ciertos trabajos—, lo cual agudiza las diferencias de clases y la desigualdad, sino que los jóvenes colombianos nunca se conocen, o solo se conocen entre similares, acentuando la desconfianza imperante en Colombia.
Todo esto constituye una enorme tragedia social y económica, y no solo para la inmensa mayoría de jóvenes que ven coartadas sus oportunidades por un sistema educativo que les falla gravemente. Lo es para todos, porque no logramos aprovechar debidamente el talento de millones de personas, y desperdiciamos la posibilidad de ser una sociedad mucho más productiva, rica, feliz y armónica.
La apuesta de Icesi por la educación incluyente, ‘pluriclasista’ y de alta calidad, que pregonan los autores del libro, es excepcional en nuestro país. Hoy, el estrato más representado en nuestro pregrado es el 2; casi el 40% de nuestros estudiantes provienen de los estratos 1 y 2 y casi 60% de éstos estratos más el 3. Ninguna otra universidad privada de alta calidad en Colombia es así de incluyente. La que más se acerca es la Universidad del Norte en Barranquilla,
Pero a diferencia de universidades públicas de alta calidad como la Universidad Nacional, Icesi tiene un contingente importante de estudiantes de ingresos medio-altos y altos, permitiendo el contacto y la ‘mezcla’ de clases que los autores consideran fundamental para reducir barreras y mejorar la convivencia social, a la vez que se enriquece la educación y experiencia de todos por su exposición a personas de diferentes orígenes que encarnan la realidad colombiana.
Si no resolvemos este descomunal desafío, garantizando educación universal, de calidad y ‘pluriclasista’, que equilibre las oportunidades y cohesione a los colombianos, seguiremos empantanados. Para ver luces al final de este túnel, les recomiendo el libro de nuestro invitado de honor de hoy y sus coautores quienes tratan el tema con mucha más ductilidad y conocimiento que yo.
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Es hora entonces de dar la bienvenida a nuestro orador principal. Mauricio García-Villegas es doctor en Ciencia Política de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y doctor honoris causa de la Escuela Normal Superior de Cachan en Francia. Actualmente se desempeña como profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia, como investigador de Dejusticia y como columnista del periódico El Espectador.
Es profesor afiliado al Instituto de Estudios Legales de la Universidad de Wisconsin y al Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Grenoble. Entre sus publicaciones más recientes están: Normas de Papel (2009), La eficacia simbólica del derecho (2014), El derecho al Estado (con J. R. Espinosa, 2013), Les pouvoirs du droit (2015), El orden de la libertad (2017), The Powers of Law (2018), El País de las Emociones Tristes (2020) y La Quinta Puerta (con Juan Camilo Cárdenas y Leopoldo Fergusson, 2021).
¡Bienvenido Mauricio! Es un gran placer y honor tenerte con nosotros y poder escucharte esta tarde.
Para empezar, deseo agradecer, muy especialmente, su presencia, señor Presidente de la República. Todos sabemos que su agenda es muy ajustada y, por eso, valoramos muchísimo su asistencia a este acto.
Agradezco también, en nombre de todos en la Universidad Icesi, la presencia de la señora jefe de gabinete de la Presidencia, de la señora Ministra de Educación Nacional, del Señor Viceministro de Educación Superior, Señor Viceministro de Educacintal, del Concejo de Cali,esta al futuro. l campusnviertan en los Eds and Meds"romiso en el extde los demás miembros del Gobierno Nacional, de la Señora Gobernadora del Valle del Cauca y de su comitiva, del Señor Alcalde de Cali y de la suya, de los miembros del Congreso de la República, de la Asamblea Departamental, del Concejo de Cali, de los Tribunales, de las autoridades militares y de policía y demás representantes del Estado, de los líderes gremiales y empresariales presentes, de los líderes académicos y de todos nuestros invitados.
Nos reúne hoy la celebración de los primeros cuarenta años de la Universidad Icesi, institución que nació como una pequeña, pero ambiciosa Escuela de Negocios, por iniciativa de la Junta Directiva del Instituto Colombiano de Administración, INCOLDA. Sus gestores, entre los que recuerdo hoy a Germán Holguín y a Adolfo Carvajal; sus primeros rectores, Alberto León y Alfonso Ocampo; los vicerrectores, Franklin Maiguashca e Hipólito González; y muchas otras personas, entre directivos, profesores, empleados y miembros de la comunidad empresarial de la región, llevaron al Instituto Colombiano de Estudios Superiores de INCOLDA, como se llamó originalmente, en muy poco tiempo, a ocupar un lugar preponderante entre las instituciones de educación superior de Colombia.
Tomó casi diez años llegar al primer edificio de esta sede de Pance, en 1988. En esa primera década, además, se graduaron las primeras cohortes del programa de Administración de Empresas; se estableció el Centro de Desarrollo del Espíritu Empresarial, la primera unidad académica de su clase en América Latina, dirigida, desde entonces, por Rodrigo Varela; se abrió un programa de Ingeniería de Sistemas, con énfasis en Administración, que respondía a necesidades sentidas del empresariado regional ante la llegada de las incipientes, nuevas tecnologías; se ofrecieron programas de posgrado en alianza con la Universidad EAFIT de Medellín.
Vendría después una segunda década, de consolidación, cuando se creó una Escuela de Posgrados propios, que vino a dirigir Héctor Ochoa: se abrió la Maestría en Administración y se empezaron a ofrecer Especializaciones en las diversas disciplinas relacionadas con los negocios. Al final de los años 90, se hicieron unos “estiramientos”, si me permiten la palabra, a la misión original, abriendo programas como Diseño Industrial, y otros en Ingeniería y Economía, que permitieron el reconocimiento de la institución como Universidad, por parte del Ministerio de Educación Nacional.
La primera mitad de la tercera década de nuestra historia, hasta 2003, corresponde a lo que yo llamo el periodo de transición. Se amplió un poco más la oferta de programas en pregrado, se organizaron las primeras tres Facultades y, tal vez lo más importante, se diseñó y empezó a aplicar un modelo educativo, nuestro PEI, para usar el término usual en el sector, que, liderado por algunos años por Hipólito González, habría de convertirse en nuestro principal sello distintivo.
Dos cambios, que ocurrieron en 2003, habrían de cambiar para siempre nuestra historia.
El primero cambiaría la misión y la organización de la Universidad. En noviembre de ese año, después de discusiones internas en la institución y de presentaciones y discusiones en la Junta Directiva y, finalmente, en el Consejo Superior, se aprobó reorientar a la Icesi para convertirla en una universidad, en el sentido pleno de esa expresión.
El segundo cambiaría la población estudiantil. ICETEX, recién convertido en entidad financiera de naturaleza especial por el Gobierno de Álvaro Uribe, empezó a ofrecer los créditos ACCES, orientados a la población más desfavorecida, con tasas de interés subsidiadas y muchas facilidades de acceso. La Universidad Icesi fue tal vez la primera en firmar un convenio con ICETEX para ofrecer becas a aspirantes que llegaran con ciertas condiciones socioeconómicas y académicas y con créditos aprobados por la entidad financiera recién transformada. Estaba haciendo una apuesta por la inclusión.
Permítanme contarles, en unos minutos, las historias paralelas que surgieron de esos dos cambios.
La aprobación del cambio misional vino con dos condiciones: por ningún motivo podría afectarse la aspiración de excelencia con la que nació la institución; en particular, no podría afectarse lo logrado en los campos relacionados con la administración de empresas, origen de Icesi; además, para edificar la nueva visión de la universidad, se aprobó empezar, a manera de cimientos, con Facultades en las Ciencias Sociales y en las Ciencias Naturales; sobre ellas se construirían los programas profesionales que se consideraran pertinentes.
La Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas, que por muchos años y hasta hace solo cuatro meses dirigió con mucho tino Héctor Ochoa, ha aumentado su oferta de programas de pregrado y Maestría, ofrece nuestro primer doctorado, tiene miles de egresados que se destacan en Colombia y en el exterior, e impacta positivamente la sociedad, no solo con sus egresados, sino con el nuevo conocimiento y la consultoría que ofrecen sus grupos de investigación y centros académicos como PROESA, CIENFI, ICECOMEX, Polis, etc. La acreditación internacional de la AACSB, recibida hace cinco años y recientemente renovada, sitúa a nuestra escuela de Administración, con su par de la Universidad de los Andes, como las únicas en Colombia que hacen parte de un exclusivo club que reúne a las mejores escuelas de negocios del mundo y que incluye a menos de 20 latinoamericanas.
El Centro de Desarrollo de Espíritu Empresarial, a su vez, ha continuado promoviendo el emprendimiento, en Icesi y en la comunidad, y, desde hace una década, estableció el Start Up Café, incubadora de empresas de tecnología que ya presenta varios casos de éxito en el mercado. Este Centro está ahora vinculado a C Emprende, campus de emprendimiento en red que está impulsando el Gobierno Nacional.
Las Ciencias Sociales nacieron asociadas al programa de Derecho para formar la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Esa Facultad ha florecido en muchas dimensiones. Su oferta de programas de alta calidad, que incluye seis en pregrado, siete Maestrías y doce especializaciones atiende con éxito a muy diversas poblaciones. Además, es muy notable el impacto de la investigación de sus profesores y de centros como el de Estudios Afrodiaspóricos, el Grupo de Acciones Públicas Icesi, el Observatorio para la Equidad de las Mujeres, el Consultorio Jurídico y su Centro de Conciliación, el CIES, el PEAP, etc.
Las Ciencias Naturales abrieron sus programas de pregrado solo en 2008, y las maestrías de profundización e investigación unos años después. Pero muchos de sus graduados ya se destacan en la Industria, en el sector Salud y en el campo científico. Varios de ellos ya terminaron o cursan actualmente programas doctorales en los Estados Unidos y en Europa. Las publicaciones científicas de sus profesores hacen visible a Icesi en los rankings internacionales. Y la colaboración con la industria regional es cada vez más estrecha. Destaco el Centro de Ingredientes Naturales Especializados y Biotecnológicos (CINEB); el Laboratorio de Instrumentación Química; y BioInc, un centro de estudios para el aprovechamiento de la Biomasa.
Hace diez años se dio otro hito en nuestra historia institucional, el nacimiento de nuestra Facultad de Ciencias de la Salud. Ese fue un nacimiento en cuna privilegiada. Un año antes habíamos firmado lo que llamamos “Acuerdo profundo por la Vida”, por 50 años, con la Fundación Valle del Lili. Esa Facultad ha graduado ya más de 300 Médicos que están siempre entre los mejores del país, según Saber Pro, y avanzan en sus carreras profesionales sirviendo a diversas comunidades; también ha graduado más de 140 Médicos especialistas en más de 20 campos diferentes. Y la investigación de los profesores, tanto en ciencias básicas, como en clínicas, se destaca internacionalmente. La alianza con la Fundación Valle del Lili ha significado un aporte enorme, no solo para la Facultad, sino para toda la Universidad. Recordemos que su clínica está acreditada con excelencia por ICONTEC; ha estado, también por varios años, entre las tres o cuatro mejores de Latinoamérica, según la revista chilena América Economía; y es el único hospital Universitario certificado en el Suroccidente colombiano. Todo eso, en solo 25 años de existencia.
El clúster de salud que se ha conformado con nuestra Facultad, la Fundación Valle del Lili, CIDEIM, un centro de investigación autónomo en enfermedades infecciosas huérfanas, basado en nuestro Campus, PROESA, nuestro Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud y la industria farmacéutica local es la concreción del sueño que nos planteamos hace diez años sobre el significado de las “Eds and Meds”, como las llamó Brookings Institution, refiriéndose a instituciones de educación superior y hospitalarias, que se convierten en motores de desarrollo económico y social de importantes áreas metropolitanas.
He dejado para el final, en esta breve historia de nuestro desarrollo académico desde el año 2003, las áreas que se benefician con los edificios que estamos presentando hoy formalmente.
La Facultad de Ingeniería nació hace muchos años, a la sombra del programa de Administración de Empresas. Pero, con el paso del tiempo, se fortaleció mucho y hoy tiene un excelente equipo de profesores que ofrecen cuatro programas de pregrado en Ingeniería y dos en Diseño, además de siete programas de Maestría, entre los que destaco los más recientes en Gestión de la Innovación, en Gerencia de Proyectos y en Ciencia de Datos, que atienden las más apremiantes necesidades de las empresas de la región para este siglo XXI. Los pregrados en Ingeniería tienen desde hace dos años la exigente acreditación internacional de ABET. Están en proceso de aprobación, por parte de CONACES y el Ministerio de Educación, dos programas nuevos, muy importantes: un innovador pregrado en Ingeniería Agronómica y el segundo programa doctoral de la Universidad, Doctorado en Ingeniería. Los nuevos espacios y equipos de laboratorios para Ingenierías de Sistemas, Telemática, Industrial y Bioquímica, y para Diseño de Medios Interactivos, tienen los más altos estándares; ellos, sumados a nuestros Laboratorios de Innovación, al Taller de Diseño y a la planta piloto de Bioquímica, que también presentamos hoy, única en el país, contribuirán a los ambiciosos planes del Gobierno en Economía Naranja, transformación digital y crecimiento verde.
Desde 2015 empezamos a ofrecer seis programas de Licenciatura para formar Maestros. Creemos que es responsabilidad de universidades de élite académica, como la nuestra, hacer su aporte para mejorar la calidad de la educación escolar en Colombia. Estamos convencidos de que nuestra Escuela de Ciencias de la Educación lo hará con éxito. Desde hace varios años, sus programas de Maestría y su Centro Eduteka están apoyando a Maestros en ejercicio. A partir del año próximo, estaremos graduando jóvenes maestros que, con seguridad, van a dejar huella en la formación de las nuevas generaciones de colombianos. El Laboratorio de Experimentación Pedagógica que hoy presentamos será un elemento clave para ese propósito.
Finalmente, para el desarrollo de nuestro nuevo programa de Música, con énfasis en Producción Musical, estamos poniendo en marcha 25 espacios, entre estudios de grabación, sala de producción y salas de práctica individual y grupal. Se están dotando con equipos y se han construido con estándares de clase mundial en tecnologías de acústica, grabación y comunicación. Esperamos que nuestros futuros profesionales y esas instalaciones hagan un gran aporte al crecimiento y al fortalecimiento de la Economía Naranja en esta región Pacífica, caracterizada por su vocación musical.
Para dar solo unas pocas estadísticas que resumen la transformación estructural ocurrida en Icesi desde 2003, baste decir que el número de profesores de planta se multiplicó por seis; y el de aquellos que tienen título doctoral, se multiplicó por veinte. Además, de un área ocupada de algo más de 4 Hectáreas, pasamos a cerca de 14.5. Y de 11.000 metros cuadrados construidos, a más de 65.000. Los dos edificios nuevos empezaron su proceso de planeación, aprobación y financiación hace más de tres años. Todo se hizo posible por un importante crédito, con tasa compensada, originado en Findeter, banco de desarrollo del Gobierno Nacional, que agradecemos mucho.
Pero, al empezar, hablé de dos historias paralelas que transcurren desde 2003 hasta hoy: una es la del desarrollo organizacional, académico, estructural que he descrito, el cual se origina en el cambio misional. La otra es igualmente significativa. La de la transformación poblacional. El proyecto de inclusión de Icesi.
El cambio misional llevó también a aumentar, considerablemente, la cantidad de estudiantes. Por el importante aumento en número de programas, los de pregrado se han multiplicado por tres; y los de Maestrías y Especializaciones Médico-Quirúrgicas por muchas veces más.
Pero quiero concentrarme en el cambio en el perfil socioeconómico de nuestros estudiantes de pregrado. Ya conté cómo Icesi fue tal vez la primera universidad en acordar con ICETEX el ofrecimiento de becas a aspirantes pobres que llegaran con créditos aprobados por esa entidad. Al principio, esas becas consistieron solo en un descuento de 25%. En 2005, en el caso de jóvenes aspirantes provenientes de estratos 1 y 2, con cierto ingreso familiar y cierto resultado en Saber 11, ampliamos esas becas para cubrir gastos indispensables que garantizaran a los beneficiarios su éxito universitario: almuerzo completo diario en la Universidad; préstamo de los textos guía de cada curso por todo el semestre, cada semestre; un auxilio económico mensual para gastos de transporte, fotocopias, etc.; y un programa de acompañamiento para asegurar su adaptación a la vida universitaria.
Esa, que llamamos Beca Icesos, ha transformado la Universidad. Llegaron más y más muchachas y muchachos talentosos de Cali y de todo el Suroccidente del país. Por instrucción de la Junta Directiva, no hay un cupo fijo para esas becas. Se ofrecen a todos los aspirantes que, cumpliendo las condiciones, sean admitidos y obtengan la aprobación de un crédito de ICETEX por 75% del valor de la matrícula. Ha sido nuestra tarea buscar donaciones para cubrir, idealmente, a todos los becarios. Organizaciones como Tecnoquímicas y la Fundación Valle del Lili las han apoyado consistentemente. Algunas empresas, como Gases de Occidente, Mayagüez y Carvajal Empaques han preferido tener programas de becas completas, apalancadas por ellos, en convenio con la Universidad, dirigidos a una población similar. El BBVA y Manos Visibles han mantenido otro programa parecido.
Años después, en 2015, llegó el programa Ser Pilo Paga, reemplazado desde el año pasado por Generación E-Excelencia. La Universidad Icesi apostó a atraer tantos de esos talentosos jóvenes como fuera posible. Con estas nuevas becas, dirigidas a jóvenes de la misma condición económica, la población proveniente de estratos 1 y 2 continuó subiendo. Para ponerlo en cifras, entre 2003 y 2018, la cantidad de jóvenes provenientes de estrato 1 pasó de unos 15 estudiantes a 800; y la de estrato 2, de menos de 100, a más de 1.700. En total, pasaron de constituir menos del 5% de nuestra población estudiantil de pregrado, a ser más del 44% de ella.
Resalto ahora otras dos innovaciones que se dieron en el sistema de Educación Superior durante el segundo gobierno del presidente Uribe, siendo Ministra de Educación Cecilia María Vélez, y siendo parte de su equipo la actual Ministra, María Victoria Angulo. Son cambios que diferencian muy favorablemente el sistema colombiano al compararlo con los de otros países.
Primero, a partir de 2007, se estableció el Observatorio Laboral para la Educación (OLE), sistema público de información que, al hacerles seguimiento a los graduados en el mercado laboral, permite conocer información sobre empleabilidad e ingreso promedio histórico para cada cohorte, de cada programa, de cada institución de educación superior en Colombia.
Después vino la reglamentación de las pruebas Saber Pro, ese “ICFES universitario” que tuvo su origen en los llamados ECAES; y que, por Ley de 2009, se convirtió en requisito de grado para cualquier nuevo profesional colombiano. Su objetivo principal es comprobar el nivel de desarrollo de las competencias de esos estudiantes próximos a culminar los programas académicos de pregrado.
Pues bien, lo más importante del programa de inclusión socioeconómica en Icesi, durante los 16 años de esta historia, es que los resultados académicos, medidos por las pruebas Saber Pro, y los de remuneración de egresados, medidos por el Observatorio Laboral, no solo no se deterioraron, sino que mejoraron con esa nueva población más diversa.
Nuestros estudiantes candidatos a grado, cuando se presentan a las pruebas Saber Pro, no solo se destacan en los diversos grupos de referencia en los que el ICFES los clasifica, sino que siempre están entre las dos o tres primeras universidades del país en el promedio de Competencias Genéricas. Y, al analizar los resultados del Observatorio Laboral, encontramos que la remuneración promedio de nuestros egresados está de primera en Cali, con diferencia muy significativa, y entre las mejores de todas las universidades del país, sin ajustar por la diferencia salarial y de costo de vida con Bogotá, donde están las otras instituciones de referencia.
Y es que el talento y la voluntad se encuentran en todas partes. Muchas de las historias de vida de nuestros egresados son verdaderamente inspiradoras. Como la de Diego Rodríguez, joven afrodescendiente, nacido y educado en Guapi, pueblo caucano pobre, aislado y violento, quien llegó a Icesi después de intentar dos veces entrar a una Universidad del Estado; aquí, con la beca Icesos, se graduó con honores en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales. Se vinculó a la multinacional Deloitte como auditor; hoy, sin haber cumplido los treinta años, se desempeña como Consultor Senior de Fusiones y Adquisiciones de Empresas, en la sede de Bogotá de esa firma. O Kelly Velasco, de la Ciudadela Desepaz, junto al jarillón del Río Cauca, aquí en Cali, también becaria Icesos, graduada Magna cum laude en Ingeniería Telemática. Ella, después de trabajar con éxito en dos multinacionales colombianas, en Cali y en Bogotá, viajó a Francia, donde adelanta una Maestría en Innovación, Estrategia y Emprendimiento en la Grenoble Ecole de Management. Y esta última: la de Jan Carlos Salazar, de Puerto Tejada, otro becario Icesos, afrodescendiente, que estudió Biología; él publicó, antes de graduarse, un artículo en una revista académica norteamericana de primer nivel y hoy estudia su doctorado, con una beca muy generosa, en Washington University, de San Luis, en Missouri, Estados Unidos.
Ahora bien ¿por qué le apostó la Universidad Icesi a la inclusión? Hubo, desde el principio, una intención valiosa, aunque algo menor; la de enriquecer la formación de nuestros estudiantes. Tener un campus diverso genera una influencia positiva en ellos en términos cognitivos; por ejemplo, la inclusión desarrolla una competencia de nuestro proyecto educativo: el multiperspectivismo, la comprensión de puntos de vista de personas que vienen de contextos diferentes. También influye en su formación socioemocional; queremos que los jóvenes fortalezcan respeto, empatía, solidaridad, sentido de justicia.
Pero la razón de mayor peso detrás de nuestra apuesta por la inclusión es la generación de bienes públicos. Menciono dos muy importantes: la inclusión fortalece valores sociales y democráticos como la movilidad social, la meritocracia y la justicia; además, garantiza la incorporación, en la élite laboral y profesional del país, del mejor talento disponible, fomentando la competitividad y el desarrollo del que todos nos beneficiamos.
La inclusión socioeconómica en la Universidad, entonces, no es simplemente una política de fomento de la diversidad; es un compromiso con el valor público que tiene la educación superior. Sin ese compromiso, la educación superior de calidad reproducirá las desigualdades y los privilegios sociales existentes.
El mes pasado se publicó, en Estados Unidos, un libro cuyo título podría traducirse: “Los años que más importan: cómo la universidad nos salva o nos hunde”, de Paul Tough, reconocido periodista especializado en educación. Alguna reseña del libro decía: “Un libro que plantea una pregunta urgente: ¿está nuestro sistema de educación superior diseñado para proteger a los privilegiados y dejar al resto atrás?”. Y es que hay mucha literatura reciente en los Estados Unidos sobre el carácter discriminador de las universidades de alta calidad. La diferencia que aporta el libro de Tough es que informa sobre una investigación adelantada por tres economistas muy prestigiosos que tuvieron acceso a las bases de datos del Servicio de Impuestos de ese país y pudieron hacerles seguimiento a miles de personas desde la cuna hasta la universidad y, luego, a su vida laboral. En 2017 publicaron unos documentos llamados “Tarjetas de calificación de la movilidad” para miles de instituciones de educación superior de los Estados Unidos. La primera conclusión que sacaron fue que la movilidad social hoy, en contraste con épocas pasadas, depende en gran parte de lo que les suceda a esos jóvenes en su edad de educación superior. De las decisiones que ellos tomen y de las que otros tomen por ellos. Concluyeron que el nivel de universidad de la que se graduaban se correlacionaba muy fuertemente con los ingresos futuros en su vida laboral. Encontraron, además, que el éxito profesional de pobres y ricos que se graduaban de la misma institución, era notablemente similar; es decir, que llegar a la misma universidad eliminaba las ventajas que los que venían de familias ricas tenían inicialmente sobre aquellos que provenían de las más pobres. Pero el último hallazgo de los investigadores sí fue muy triste: que los ricos y los pobres no están llegando a las mismas universidades. Que los casos para los que aplica la eliminación de diferencias son una abrumadora minoría. Que allá también aplica la crítica sentencia del ex rector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman: “Los ricos con los ricos y los pobres con los pobres”. Cabe aclarar que, en todas sus comparaciones, los investigadores estaban contrastando resultados para jóvenes que salían del sistema escolar con niveles académicos similares.
En Colombia no tenemos aún una investigación como la descrita por Paul Tough. Pero sí tenemos algunas aproximaciones valiosas.
La correlación entre ingresos del egresado y su universidad se aprecia, con facilidad y contundencia en el Observatorio Laboral de la Educación. Y, como en los Estados Unidos, los ingresos de los egresados de unas pocas universidades privadas de alta calidad son, en promedio, mucho más altos que los de sus congéneres de las estatales y de otras privadas.
Por otra parte, no tenemos información estadística que pruebe si, en Colombia, como en los Estados Unidos, les va igual a ricos y a pobres que se gradúen de la misma institución; pero, al menos un año después de su grado, cuando, desde hace mucho tiempo, desde Icesi, hemos hecho seguimiento a nuestros egresados, no encontramos diferencias ni en empleabilidad ni en ingreso en jóvenes provenientes de diferentes estratos socioeconómicos.
Sobre la última conclusión de los investigadores, que llegan muy pocos jóvenes de niveles socioeconómicos bajos a las universidades privadas de élite académica, podría decirse que en Colombia pasa lo mismo; en parte, por la deficiencia en la calidad de la educación que reciben esos jóvenes durante su vida escolar; en parte, porque la educación de calidad es costosa y muchos de esos jóvenes no conocen la forma de financiarla, ni encuentran las puertas abiertas para lograrla. Pero en Icesi y en unas cuantas instituciones más, con la ayuda de subsidios a la demanda, en forma de becas y créditos estudiantiles subsidiados por el Estado, hemos venido rompiendo ese patrón. Las cifras y los casos presentados antes son prueba contundente.
Lamentablemente, ese modelo incluyente no lo encontramos viable en las circunstancias actuales. Quiero dejar claro que nosotros, aquí en Icesi, hemos aceptado el cambio que realizó el Gobierno Nacional al programa de becas-créditos condonables de reconocimiento a jóvenes que se destacan en las Pruebas Saber 11. Entendemos los motivos para cambiar Ser Pilo Paga por Generación E Excelencia.
El problema más delicado lo encontramos en ICETEX, a pesar de los esfuerzos que hace su administración actual. Desde 2015, cuando el Gobierno de entonces redujo profundamente la población elegible para créditos subsidiados, medida que se reforzó en 2017, y por un serio problema de percepción del que padece actualmente esa benemérita entidad y cuyo origen no entendemos, la demanda por nuestras becas, apalancadas por créditos de ICETEX ha decrecido dramáticamente.
Modelos incluyentes, como el de la Universidad Icesi, y miles de estudiantes de alto potencial requieren el apoyo del Estado. Y no es necesario hablar de gratuidad. Un país donde la educación inicial, la básica y la media demandan recursos adicionales ingentes de ese Estado para mejorar su cobertura y, sobre todo, su calidad, no puede darse el lujo de no recuperar los recursos que invierte en la formación de profesionales que van a estar entre las personas con mayores ingresos del país.
Afortunadamente, la solución ya existe: la Financiación Contingente al Ingreso. Ese sistema lo crearon en Australia, hace ya 30 años, y cubre toda la educación superior de ese país. Hoy se ha extendido por el mundo en lugares como el Reino Unido, Corea, Hungría, Holanda, Malasia, Nueva Zelandia, Tailandia, Sur África y, con cobertura baja aún, los Estados Unidos.
En la Financiación Contingente al Ingreso, el deudor paga según su ingreso; no como hoy en ICETEX, cuando debe pagar una suma fija, independientemente de si tiene o no ingreso y de cuánto es. Con este nuevo sistema, no cambia solo el valor del pago; cambia también el porcentaje; y podría cambiar hasta la tasa de interés, según el ingreso.
La Financiación Contingente al Ingreso ofrece varias ventajas: suaviza la carga de la deuda para el joven profesional deudor; tiene implícito un seguro contra el “incumplimiento de pago”; protege contra la pérdida de reputación de crédito del beneficiario; y, muy importante, puede cobrarse eficientemente vía la Planilla Integrada de Liquidación de Aportes, PILA.
Ya existe la Ley 1911, de Julio 9 de 2018, que autoriza el sistema de Financiación Contingente al Ingreso para Colombia. El sistema aprobado o algo parecido restauraría y fortalecería la viabilidad de los modelos de inclusión universitaria en nuestro país.
Aprovechando su visita a nuestra sede queremos invitar al Gobierno Nacional a utilizar el mecanismo de la Financiación Contingente al Ingreso, que permite que las universidades privadas puedan seguir formando a jóvenes con talento y voluntad independientemente de sus condiciones socioeconómicas.
Para terminar, deseo expresar un profundo agradecimiento, en nombre de la Universidad, a todos los que han hecho posible los logros que he descrito: al Estado colombiano, representado en el Gobierno nacional y demás representantes, aquí presentes, al Consejo Superior y a la Junta Directiva de la institución, a los directivos, profesores y empleados de hoy y de siempre.
Espero que, dentro de cuarenta años, la comunidad icesista de entonces esté celebrando nuevos logros, mucho más grandes.
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