Diseñar desde la duda, sostenerse en la palabra

Cada experiencia en este territorio me invitó a mirar hacia adentro, a reconocer mis miedos y a abrazar los aprendizajes que llegaron de la mano de personas, selva, río y saberes. Esta es una reflexión personal sobre los retos, las voces que me sostuvieron y la gratitud que queda al final del camino.

La corriente y los vórtices se llevan siempre lo que ya no debe habitar en mí y me dejan un nuevo sentido para amar y caminar la vida. Este viaje, más que un recorrido físico, ha sido una experiencia profunda que me enfrentó a mis propios temores y me llevó a descubrir lados míos que desconocía.

Debo confesar que, muchas veces, tuve miedo. Llegué a un territorio que no conocía, a acompañar procesos con comunidades indígenas, algo relativamente nuevo para mí. Por momentos sentí que la inexperiencia me superaba, en especial durante el proceso de diseño de las cartillas, pensé tantas veces que no iba a ser capaz de lograrlo. La responsabilidad era enorme, y el compromiso con las comunidades siempre fue mi mayor motivación, pero el temor a no estar a la altura también estuvo presente.

Desde el inicio, mi intención fue hacer las veces de un puente: que las habilidades y conocimientos adquiridos en mis estudios pudieran ponerse al servicio de las comunidades, y que estos se vieran reflejados en la materialidad de las cartillas. Objetos que no solo contienen información, sino que permiten a quienes las habitan verse, reconocerse y contar sus historias desde su propia voz. Quería que el diseño fuera una herramienta para conectar narrativas, para cuidar las palabras compartidas y para traducirlas, sin perder su esencia, en imágenes, colores y formas capaces de dialogar con quienes las reconocen como propias.

Hoy quiero agradecer profundamente no solo las enseñanzas, los saberes y las historias que me compartieron las comunidades, sino también los retos, porque fueron precisamente esos momentos difíciles los que me permitieron crecer, cuestionarme y aprender. A lxs compañerxs y colegas que caminaron a mi lado, que me brindaron apoyo y creyeron en mis capacidades, incluso cuando yo misma dudaba. Sus palabras de aliento me sostuvieron en los momentos más duros y me recordaron la razón por la que decidí emprender este camino.

Cada palabra, cada silencio y cada enseñanza recibida en este tiempo ha sido un regalo invaluable. Honro a las personas que me permitieron ser testigo de sus linajes y de su capacidad para cuidar la vida. Y agradezco, sobre todo, la oportunidad de enfrentar un reto que, aunque a veces me llenó de miedo, también me enseñó que siempre hay fuerza para seguir caminando.

Que la vida me siga dando motivos para andar estos caminos con respeto, con humildad y con gratitud.

El cierre de un ciclo: así finalizó el proyecto de fortalecimiento de las lenguas del Vaupés

Durante la semana del 19 al 23 de mayo de 2025 llevamos a cabo las actividades de cierre del proyecto “Fortalecimiento de capacidades locales de investigación y desarrollo de las lenguas nativas existentes y en peligro de extinción del Vaupés”, una iniciativa realizada entre la Universidad Icesi, la Gobernación del Vaupés y el SENA Regional Vaupés.

Este cierre no solo marcó el fin de dos años de trabajo intenso, sino que fue también un espacio de celebración, entrega de resultados y reflexión junto a las comunidades beneficiarias de este proyecto.

El 20 de mayo estuvimos en Yacayacá, donde hicimos la entrega oficial de los productos que, a lo largo de estos dos años, construimos de manera conjunta. Allí abrimos espacios de diálogo y escucha, así como también compartimos los alimentos y tuvimos tiempo de lectura de la cartilla sobre medicina tradicional, un esfuerzo de recopilación y escritura en colaboración directa con los jóvenes, adultos y sabedores de la comunidad.

El 21 de mayo realizamos una jornada similar en Wacará, donde nuevamente compartimos los productos del proyecto, entre ellos la lectura colectiva de “El hombre y la mujer sapo”, un relato que recoge elementos fundamentales de la tradición oral de la comunidad.

El 22 de mayo abrimos un espacio de mesas participativas en Mitú, destinadas a presentar el proyecto y sus resultados a todas las personas interesadas en el departamento. Este fue un espacio clave para dialogar sobre los aprendizajes obtenidos y las proyecciones a futuro en torno a la conservación y revitalización lingüística.


Finalmente, el 23 de mayo realizamos el acto protocolario de cierre en Ipanoré. Allí, ante una nutrida asistencia, escuchamos las voces de los lingüistas comunitarios, quienes compartieron sus experiencias, desafíos y sueños en torno al trabajo realizado, así como también tuvimos una presentación de danza por parte de los y las estudiantes de la ENOSIMAR. Fue un momento emotivo que recogió la esencia de estos dos años de esfuerzo compartido, aprendizaje mutuo y compromiso con la diversidad lingüística.

Sabemos que un proyecto por sí solo no logrará recuperar ni salvaguardar todas las lenguas, pero confiamos en que este trabajo haya sembrado una semilla. Una semilla que inspire y alimente nuevas iniciativas que sigan sumando esfuerzos para la conservación y fortalecimiento de estas maravillosas lenguas que son patrimonio del Vaupés, de Colombia y del mundo.