Por: Alejandra Ramírez

Historia es la palabra que mejor define a Europa. Desde Bélgica hasta Praga, se encuentran lugares que reflejan la cultura y el bagaje político, económico e histórico de cada ciudad, dejando la sensación extraña de que hace tantos años atrás, miles de personas han recorrido y construido cosas increíbles.

Sin duda, recorrer Europa fue una experiencia que aterrizó todos los aprendizajes acerca del viejo continente, desde los procesos históricos que abarcan las guerras, la reconfiguración territorial, la integración regional, hasta las repercusiones de esas decisiones en el pasado en el diario vivir y las realidades actuales de los europeos.

Así, un elemento a destacar que estuvo presente en los lugares visitados es la concepción de memoria colectiva, que se encuentra materializada en los diferentes monumentos, calles y museos en remembranza a los sucesos históricos, a sus líderes y también, en honor a las víctimas de sucesos desafortunados, que marcaron no sólo esta región, sino al mundo. Estos ejercicios de recordar el pasado y darle acceso al público de conocer las aristas de su historia, más allá de generar una cohesión en la sociedad, fomenta enseñanzas importantes acerca de los errores del pasado.

Lo anterior se vio reflejado en las distintas charlas que se tuvo acerca del estado político actual europeo, en donde a pesar de los descontentos crecientes en los últimos años, en especial por la Unión Europea, se destacan los esfuerzos de esta configuración como respuesta a los episodios del pasado.

A nivel personal, la importancia de estos escenarios de aprendizaje fue entender el papel fundamental de la memoria en la sociedad y de cómo el recordar lo que la determina, es parte esencial de las decisiones en el futuro, aspecto que debe ser una meta en el caso colombiano, donde las dinámicas del conflicto que nos ha marcado todavía son desconocidas y afectan directamente nuestra percepción sobre el mismo.